PARALELAMENTE A LA POLÉMICA DILMA y
MARINE, El ex Presidente, Luiz Inácio Lula da Silva encabezó un acto en defensa
de Petrobras tras las nuevas denuncias de corrupción que
circularon la semana pasada contra esa empresa y volvió a cuestionar a la candidata socialista, Marina Silva, por su
postura frente a la petrolera estatal. “Estoy presente aquí porque, cuando
surgen algunas denuncias de corrupción contra Petrobras, muchas personas comienzan a tener vergüenza de vestir el
uniforme de la empresa y yo insisto en hacerlo. No tengo vergüenza de esta camisa, que debe enorgullecer a los
trabajadores y al pueblo brasileño por lo que Petrobras significa para el
país”, manifestó el ex presidente de Brasil, que acompaña a la mandataria Dilma Rousseff en la campaña por la
reelección. El
ex mandatario y líder del Partido de los Trabajadores (PT) afirmó
que los obreros de Petrobras no pueden ser discriminados por el posible error
cometido por algún dirigente y agregó que los funcionarios que incurrieron en
irregularidades tienen que ser juzgados y condenados. Lula afirmó que en sus discursos prefiere no hablar mal de otros
políticos, en referencia a Silva
–que fue su ministra de Medio Ambiente y
ahora es candidata por el Partido
Socialista Brasileño (PSB)–, pero que no puede dejar de defender a Rousseff, a quien escogió para
sucederle en la Presidencia en 2010. “Puedo
decir que estoy contra la candidata que hace oposición a Dilma. Porque ella va
a terminar mostrando las inconsistencias de un programa de gobierno hecho a 500
manos, especialmente por economistas que dicen muchas bobadas”, aseguró el ex presidente.
El ex mandatario también señaló que a
diferencia de los movimientos sociales y los partidos de izquierda, que
defienden a Petrobras y no permitieron su privatización, la oposición se
opone a un proyecto para que la empresa estatal alcance una producción de 4
millones de barriles anuales hasta el 2020 y para que se convierta en
exportadora de combustibles y no sólo de crudo. Además de defender a Petrobras y de criticar la estrategia de la
oposición para privatizarla, los sindicalistas apoyaron los planes de la
empresa para explotar el presal, la
gigantesca reserva descubierta en aguas muy profundas del Atlántico. “Ya dije
varias veces que en este momento no hay cómo sustituir los combustibles
fósiles, principalmente el petróleo. Digo que hay que buscar otras fuentes,
pero eso no significa que se pare de explotar petróleo, porque no hay cómo
sustituirlo”, respondió Silva en
una entrevista concedida el jueves pasado al diario O Globo. Y agregó que, en caso de ganar las elecciones, aprovechará para invertir
en salud y educación y no dejará que los recursos sean desviados por
la corrupción. “Lo que queremos
garantizar con este acto y en las elecciones es que Petrobras seguirá siendo
nuestra empresa, que el petróleo es nuestro y que el presal es nuestro”,
dijo Lula ayer en su discurso. El ex
presidente de Petrobras José Eduardo Dutra, uno de los líderes del
sindicato de la compañía estatal, acusó a la ex ministra de Medio Ambiente de querer entregarles a las
multinacionales no sólo las riquezas del
presal, sino también la propia
Petrobras. La semana pasada, una nueva denuncia de un ex empresario de Petrobras detenido por corrupción salpicó la
campaña y afectó a varios dirigentes petistas y de otros partidos. Paulo Roberto Costa, ex director de
Abastecimiento de la petrolera, denunció que varios políticos integraban una red de lavado de
dinero y que lo hacían a cambio de una reducción en su pena.
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Dilma Rousseff, actual Presidenta y
militante del Partido de los Trabajadores, y la evangélica, ambientalista Marina Silva, del Partido Socialista Brasileño, fueron
las protagonistas del encuentro televisivo completado por otros seis candidatos
que tomarán parte en la disputa presidencial del 5 de octubre. En definitivo habrá Segunda Vuelta (Balotaje) entre los dos más votados, sin embargo, la
final es de película entre Rousseff y Silva.
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BRASIL: MARINA Y
DILMA DEBATEN RELIGIÓN Y PETROBRAS.
La Presidenta brasileña mostro sintonía con el papa
y la ambientalista uso un discurso tecnocrático.
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Dilma y la evangélica Marina Silva, del Partido Socialista Brasileño,
fueron las protagonistas del encuentro televisivo completado por otros seis
candidatos que tomarán parte en la disputa presidencial del 5 de octubre.
Darío Pignotti
Desde
Brasilia jueves 18 de septiembre del 2014.
Coincidencias (¿electorales?) entre Dilma y Bergoglio. “Mi gobierno
tiene una concepción de la familia basada en la realidad, nosotros no hacemos
una definición de lo que debe ser la familia, no queremos interferir en un
asunto de la sociedad, en Brasil hay varios tipos de familia”, opinó la
presidenta y candidata a la reelección el martes, dos días después de que el
papa Francisco casara a una pareja formada por una madre soltera y un hombre
cuyo primer matrimonio fue disuelto por la iglesia.
La jefa de Estado brasileña, divorciada, citó palabras de Francisco al
desarrollar su idea sobre la familia en el siglo XXI, hablando ante periodistas
poco antes de participar en un programa televisivo frente a su adversaria
Marina Silva, organizado por la Conferencia Nacional de Obispos del país
católico más poblado del mundo, con 202 millones de habitantes.
Raymundo Damasceno Assis, titular de la Conferencia de Obispos y
anfitrión del debate que se realiza cada cuatro años, entregó a los candidatos
un proyecto de reforma política en la que se incluye el fin del financiamiento
privado de campañas, propuesta defendida por el Partido de los Trabajadores
(PT) y resistida por los empresarios en coludio con los grandes los medios de
comunicación.
De ese modo, el cardenal Damasceno Assis escogió orientar el debate en
una perspectiva algo más política que moral o religioso (asuntos que también se
discutieron), a diferencia de lo sucedido en 2010, bajo el reinado del papa
Benedicto XVI, cuando el programa debatió con insistencia el aborto y el
matrimonio homosexual.
En la campaña anterior, el papa bávaro orientó a los obispos contra
Dilma, por haber cometido el sacrilegio de apoyar la interrupción legal del
embarazo, en lo que fue una interferencia política que congeló las relaciones
entre Brasilia y el Vaticano hasta su recomposición en marzo de 2013, cuando
Jorge Mario Bergoglio pasó a ser el papa Francisco.
En julio del año pasado, Bergoglio, con el aval político de Dilma y el
gobierno del PT, fue recibido en Río de Janeiro por millones de jóvenes, a
quienes instó a tomar las calles y las favelas –porque tiene conciencia del
terreno perdido ante las iglesias neopentecostales que conquistaron casi el 25
por ciento de los brasileños– y se preocupó poco en hablar del aborto.
Mas, al dejar Brasil, declaró durante el vuelo hacia Roma que él no
podía juzgar a los homosexuales, declaración que mereció elogios por sectores
del movimiento GLBT brasileño. Según trascendidos publicados en diarios
locales, el Vaticano no repetirá el error del papa emérito Ratzinger y adoptará
una posición discreta, con algunos gestos que podrían indicar guiños hacia
Dilma, una católica poco practicante, que construyó una relación fluida con el
ex arzobispo de Buenos Aires.
Dilma y la evangélica Marina Silva, del Partido Socialista Brasileño,
fueron las protagonistas del encuentro televisivo completado por otros seis
candidatos que tomarán parte en la disputa presidencial del 5 de octubre.
Mientras Dilma y Marina se maquillaban en los camarines antes de ingresar al
estudio de la tevé católica, el martes por la noche, la cadena opositora Globo
divulgaba una encuesta de Ibope donde la petista sigue adelante con el 36 por
ciento de las intenciones de voto, seguida por la ambientalista, con el 31 por
ciento.
No fue una buena noticia para la mandataria, quien perdió tres puntos
ante el sondeo anterior, mientras Marina retrocedió sólo uno. Si se toma
solamente el electorado católico, Dilma está adelante, con el 41 por ciento,
frente al 36 por ciento de Marina, y si se miden sólo los evangélicos, Marina
gana con holgura, 41 a 27.
En la proyección sobre el probable ballottage del 26 de octubre, Marina sigue
adelante, con el 43 por ciento de todo el electorado, igual número que hace una
semana, mientras Dilma suma el 40, habiendo retrocedido 2 puntos.
La hipotética victoria de Marina en el cómputo general del segundo turno
fue motivo de optimismo en la Bolsa de Valores de San Pablo –donde echan pestes
contra el PT–, cuya ronda de negocios subió más del 2 por ciento, mientras las
acciones de Petrobras avanzaron cerca del 5 por ciento. Elude, Marina,
mencionar que entre los sospechados de corrupción está Eduardo Campos, el
fallecido candidato presidencial por el Partido Socialista.
Nada nuevo: cuando un sondeo indica que Marina le ganará al PT el 26 de
octubre, esto motiva números positivos en el mercado, donde saben que la
ecologista restaurará la posología liberal aplicada en la década del ’90 por su
aliado, el ex mandatario Fernando Henrique Cardoso.
Marina posiblemente repetirá a Cardoso con la política de privatización
gradual de Petrobras, tal vez revisando las leyes sancionadas durante los
gobiernos petistas, una posibilidad que anima de igual modo a los tenedores
privados de títulos de la petrolera como a las petroleras extranjeras,
particularmente las norteamericanas, las más perjudicadas por las reformas
ocurridas durante los gobiernos de Dilma y Luiz Inácio Lula da Silva.
Petrobras fue motivo de un acalorado cruce de opiniones en el programa
televisado por la red católica de medios, donde estuvo el pastor Everaldo, un
evangélico rubicundo, con el uno por ciento de apoyo, impulsor de un programa
de gobierno de tres puntos: privatización total de Petrobras, prohibición del
aborto y reducción de la minoría de edad penal.
Marina Silva es tan enemiga del aborto y poco simpática a la familia de
personas del mismo sexo como su compañero de fe, el candidato Everaldo.
Ella es más ponderada que el predicador pentecostal cuando propone
revisar la gestión de Petrobras (la candidata fue repudiada esta semana por el
sindicato de los petroleros) y opta por un discurso tecnocrático, prometiendo
convocar a “los mejores técnicos” en lugar de políticos “petistas” que hicieron
de la empresa un supuesto “antro” de negocios turbios.
En ese sentido, la dirigente opositora Marina
menciona insistentemente los casos de corrupción denunciados en Petrobras, el
más sonado involucrando a un ex director, actualmente preso, que ayer fue indagado por los miembros de
una comisión investigadora del Congreso.
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