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BRASIL. PUEBLO
RENUEVA CONFIANZA Y DILMA GANA ELECCIONES.- Cuando un pueblo, como Ciudadanos (as) entrega su confianza social,
política e institucional a su Líder, la confianza - como estructura dialéctica
- se reproduce hasta transformarse en la columna vertebral del proceso político
y garantía de continuidad del Líder en el cargo representativo para el cual fue
elegido. La Participación Ciudadana en el centro del proceso es clave para
dinamizar y fortalecer la Ciudadanía Política. Lula, Dilma y el Partido de los
Trabajadores hoy constituyen la fortaleza social y plataforma política en el
camino ascendente hacia una Democracia
de Alta Intensidad.(Democracia Moderna, Democracia Ciudadana). Sistema de
Partidos Políticos, oposición política de alta responsabilidad, alternancia
democrática en el gobierno, lucha frontal contra la corrupción, Rendición de
Cuentas, como acción de gobierno, Accoutability social o formas de control
político y reclamo de los derechos ciudadanos, movimientos sociales, así como
fuerte participación política de los medios de comunicación – no en las agendas
de gobierno, si en la lucha contra la corrupción. La Democracia Participativa, Ciudadana, Cívica y Republicana debe
ser el gran objetivo estratégico en la lucha contra la corrupción –virus incrustada
hace mucho por el neoliberalismo, que progresivamente está destruyendo las
Instituciones fundamentales del Estado. Hoy las grandes reformas iniciadas con
el ingreso del Partido de los Trabajadores al gobierno, es necesario y
obligatorio transformarlo en la revolución
social en democracia que esperan los 200 millones de brasileños, que vuelven
a depositar su confianza ciudadana en Dilma. Otro gran objetivo estratégico, no
olviden es la Reforma Agraria,
esperanza de millones de trabajadores sin tierra – Movimiento Social de Los Trabajadores sin Tierra, el movimiento social más antiguo y de
mayor población del mundo – que sigue siendo la columna vertebral de la lucha
democrática de Dilma y Lula contra el neoliberalismo.
Programa de Gobierno
como Políticas de Estado en la lucha contra la desigualdad económico-social (Brasil es el país junto a Rusia el Más desigual del mundo, trabajo
realmente estratégico, como Política de Estado) – extrema pobreza, desempleo,
sub-empleo, informalidad, contrabando, pésimos niveles de educación, sistemas
de salud, servicios públicos, transporte, comunicación, etc. –Los Programas de lucha contra la pobreza
de los Presidentes Lula y Dilma, todos conocemos que los 12 años de gobierno,
fue un éxito y tiene reconocimiento mundial, salieron de la pobreza 50 millones
de brasileños, los mismos que en su mayoría fueron los Actores Sociales más
importantes de las protestas sociales y el Movimiento
Ciudadano del 2013 y 2014, ellos exigen calidad en educación, salud, servicios
públicos, transporte, defensa del medio ambiente, ante la expropiación de
espacios públicos con motivo del mundial de Fútbol y las Olimpiadas del 2016,
así como frente a la arremetida del extractivismo
inmobiliario urbano y sobre todo
defensa del medio ambiente y finalmente exigen
calidad en la Política y una Nueva Democracia. Defensa del patrimonio
cultural y respeto a nuestra Madre
Naturaleza (protección de la Amazonía,
como patrimonio natural de la humanidad). Programas de gobierno y políticas de
Estado en beneficio de la juventud – trabajo, educación, cultural, medio
ambiente, deporte, transporte, ciudadanía cívica y juvenil, derechos humanos,
etc. Brasil,
País más grande do mundo. Dilma recibe la confianza de su pueblo. Otro mundo
Socialista, sí es posible.
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El pueblo, la ciudadanía brasileña ha ratificado su confianza social y política en Dilma y Lula, Líderes del Partido de los Trabajadores. Ciudadanía que exigen hoy la solución histórica de grandes problemas largamente olvidados y excluidos por las dictaduras y los gobiernos neoliberales. El camino de la emancipación social es muy diferente y distinto al de la Histórica Revolución Cubana y su Líder Fidel, sin embargo los objetivo estratégicos son los mismos, la liberación social y política de millones de Ciudadanos de Nuestra América y la construcción histórica de la Patria Grande.
***
BRASIL REAFIRMÓ SU CONFIANZA EN DILMA.
La mandataria del partido
de los trabajadores fue reelecta y prometió una Reforma política de fondo.
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Fue el resultado más apretado logrado por el PT desde la
elección de Lula en 2002, pero suficiente para asegurar la reelección de
Rousseff. Las regiones más pobres del país votaron masivamente por Dilma. Las
más ricas, por Aécio Neves.
Por Eric Nepomuceno
Página/12 En Brasil
Desde Río de Janeiro lunes 27 de octubre del 2014.
Tres
puntos, es decir, alrededor de tres millones de votos, aseguraron a Dilma
Rousseff, del PT, el derecho de permanecer cuatro años más como presidenta de
Brasil, mayor población y mayor economía de América latina, y una de las ocho
mayores del mundo.
Ha
sido el resultado más apretado logrado por el PT desde la elección de Lula da
Silva en 2002. Pero, de todas formas, suficiente para asegurar al Partido de
los Trabajadores el derecho –decidido de forma soberana por las urnas– a
cumplir 16 años en la presidencia de Brasil.
Alrededor
de las nueve de la noche de ayer, horario de Río, el país se enfrentó a un
retrato claro e indiscutible: estuvo definitivamente dividido en dos a raíz de
las elecciones de este año. Y dividido no sólo geográficamente sino también
socialmente. Las regiones más pobres del país votaron masivamente por Dilma.
Las más ricas y desarrolladas, por el neoliberal Aécio Neves.
Y
así Dilma tendrá, no sólo de enero en adelante (cuando empieza su segundo
mandato consecutivo), sino a partir de hoy mismo, que empezar a armar un nuevo
gobierno, que enfrentará un cuadro complejo y difícil. Para complicar aún más
el escenario, el nuevo Congreso tendrá una mayoría conservadora, especialmente
en la Cámara de Diputados, lo que seguramente dificultará las negociaciones
entre el Ejecutivo y el Legislativo.
Es
verdad que la alianza del PT mantuvo la mayoría en el Congreso, tanto en
Diputados como en el Senado. Pero es igualmente verdad que el mayor de los
partidos aliados, el PMDB, se confirmó, en estas elecciones, como mucho más una
federación de intereses personales y, en el mejor de los casos, regionales, que
como partido con una línea política e ideológica consistente. A ejemplo del
país, el PMDB se dividió en la campaña: mitad apoyó a Aécio, mitad a Dilma.
Ahora habrá que ver cuál será el precio pedido por el PMDB para mantenerse como
aliado o pasarse a la oposición.
Más
allá del espectro político, hay otro punto a ser observado: el ausentismo
rompió marcas históricas, bien como voto en blanco o directamente nulo. Eso,
acorde con analistas independientes, señala un gran desencanto de una parte
importante del electorado en relación con la política, a los partidos, a los
políticos y, claro, al gobierno nacional.
Dilma
ganó con el 51,64 por ciento, la mitad y poco más del electorado reafirmó su
confianza en el proyecto de país llevado adelante por el PT desde Lula da Silva
(2003-2010) y ahora con la mandataria reelecta. Aécio obtuvo el 48,36 por
ciento de los sufragios. Pero lo que hay en el horizonte es un escenario
difícil, confuso. El cuadro económico es complicado, hay que reconquistar la
confianza de inversionistas, organizar las cuentas públicas sin que el ajuste
fiscal signifique sacrificar programas que contribuyeron, de manera decisiva,
para cambiar el mapa social brasileño.
Además,
mientras no se cambie el sistema político, las alianzas significan un precio
altísimo a cambio de la tan mencionada gobernabilidad. No hay prácticamente
ningún punto de coincidencia programática e ideológica entre Dilma, el PT y los
aliados, de la misma forma que dentro de su mismo partido la presidenta
reelecta enfrenta diferencias significativas. Dilma tuvo sus orígenes en la
militancia armada contra la dictadura. Recuperada la democracia, fue militante
del PDT de Leonel Brizola, en su época uno de los mayores líderes de la izquierda
brasileña. Entró en el PT hace 14 años y, contrariando expectativas de
corrientes poderosas del partido, fue indicada por Lula da Silva para
sucederlo. Su primer gobierno ha sido difícil, muchas veces confuso,
especialmente en su errática política económica; pero logró mantener e incluso
ampliar los programas sociales implantados por Lula.
Son
muchos los desafíos que enfrentará en su nuevo gobierno, y ahora con una
novedad: una oposición dura, firme, sólida y agresiva.
Porque
la verdad es que ni Lula ni ella enfrentaron en el ámbito de la política una
oposición verdadera y contundente. Lo que hubo ha sido una oposición diseñada y
llevada a cabo por los grandes conglomerados de comunicación, dispuestos a
cualquier desvío y desprecio por los hechos con tal de fustigar, de manera
inclemente, al gobierno. Ahora, además de ésa, Dilma tendrá que hacer frente a
otra oposición: la parlamentaria. El mismo PSDB de Aécio Neves eligió para el
Senado un equipo altamente capacitado para hacer de la vida de cualquier
gobernante un infierno. En la Cámara de Diputados, un detalle será preocupante
para Dilma en su nuevo mandato: la votación formidable lograda por políticos
que, más que conservadores, son radicalmente conservadores. Basta con ver que,
en San Pablo, el diputado nacional más votado es un presentador de televisión
dispuesto a cualquier cosa con tal de oponerse al aborto, al derecho de las
minorías y a cualquier cosa que huela a progreso. En Río, el más votado ha sido
un militar retirado que defiende la dictadura y dice que prefiere tener a un
hijo muerto que a un hijo homosexual.
Ayer
por la noche, en su discurso como presidenta reelecta, Dilma Rousseff mencionó
una serie de compromisos. La principal: una reforma política de fondo,
precisamente para que en el futuro ningún mandatario tenga de someterse a lo
que ella se sometió en su primer mandato, y seguramente seguirá enfrentando en
el segundo.
Luego
de una campaña extremadamente agresiva, de parte a parte, convocó al diálogo.
Admitió que es larga y ardua la tarea que la espera. Aseguró que serán
mantenidos los programas de inclusión social llevados a cabo desde el gobierno
de su antecesor, Lula da Silva. Y admitió que hoy se siente mucho más fuerte,
más madura y más serena para enfrentar los desafíos, que son muchos. Ha sido
una campaña difícil, dura, agresiva. El discurso de Dilma Rousseff ha sido
emotivo, sincero, de compromiso.
Ahora,
a ver qué logra. Qué le dejan hacer. Si dependiese solamente de Dilma y de su
generación, seguramente sería mucho.
A ver.
Dos grandes e históricas mujeres,
símbolos de la lucha social y política latinoamericana. Dilma y Cristina.
Brasil y Argentina, dos nuevos destinos políticos, una sola esperanza, la liberación
social y política de millones de Ciudadanos de América Latina.
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CRISTINA: VOTO PARA LA PATRIA GRANDE.
Cristina Fernández
saludo la reelección de Dilma Rousseff en Brasil
*****
Página /12 lunes 27 de octubre del 2014.
“Este
nuevo triunfo representa un paso más hacia la consolidación de nuestra Patria
Grande sudamericana”, sostuvo la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en
la carta de felicitación que le envió a su par brasileña, Dilma Rousseff,
después de que consiguiera su reelección. Fernández de Kirchner le expresó a la
mandataria reelecta que quería ser “una de las primeras en felicitarte y
transmitirte un fraternal abrazo en nombre propio y de todo el pueblo
argentino”.
“Sé
que tu reelección ayudará a continuar en la senda que la Argentina y el Brasil
emprendieron en 2003, cuando asumieron sus respectivos mandatos los ex
presidentes Néstor Kirchner y Lula da Silva”, apuntó Fernández de Kirchner en
la carta, destacando el camino abierto por los presidentes que las precedieron
a ambas, y agregó que “ahora bajo nuestra responsabilidad continúa sirviendo de
inspiración al mundo como alternativa de desarrollo con énfasis en las
necesidades y aspiraciones de nuestros pueblos”.
El
kirchnerismo y el Partido de los Trabajadores de Brasil siempre mantuvieron una
relación cordial y de cercanía política desde que Néstor Kirchner llegara a la
presidencia nacional en 2003. La convicción de la necesidad de sacarse de
encima las recetas neoliberales que traían los enviados del Fondo Monetario
Internacional hizo que los gobiernos de Kirchner y de Luiz Inácio “Lula” da
Silva recorrieran un camino parecido. La llegada de Rou-sseff y de Fernández de
Kirchner estrechó el camino con la profundización de la integración regional.
Por eso, en el texto CFK destacó que “este nuevo triunfo representa un paso más
hacia la consolidación de nuestra Patria Grande sudamericana, a la cual tanto
empeño hemos dedicado desde nuestras funciones de gobierno y desde la
militancia de toda una vida”. Además, le escribió que “de cara al inicio de
este segundo mandato quiero hacerte llegar el incondicional apoyo y amistad de
esta Presidenta y de la Nación Argentina para seguir avanzando juntos hacia un
futuro mejor para nuestros pueblos”.
“Recibo
con gran alegría la noticia de tu victoria desde Brasilia, por lo cual quiero
ser una de las primeras en felicitarte y transmitirte un fraternal abrazo en
nombre propio y de todo el pueblo argentino”, señaló la Presidenta en el escrito
que luego publicó en las redes sociales. “Esta victoria, luego de una ardua
campaña electoral, muestra a la sociedad brasileña reafirmando su compromiso
inclaudicable con el proyecto político que garantiza crecimiento económico con
inclusión social”, destacó, emparentando las políticas llevadas adelante por el
modelo de-sarrollado por el kirchnerismo en materia social y las implementadas
en Brasil por los gobiernos petistas.
Voces
de apoyo
La
victoria de Rousseff en el ballottage también fue saludada por diversos
dirigentes del oficialismo.
-
Daniel Filmus, secretario de Asuntos
Relativo a las Islas Malvinas: “Grande Dilma, Lula y el PT: seguimos
transformando América latina. Dilma ganó y será presidenta de Brasil por cuatro
años más”, escribió en Twitter.
-
Aníbal Ibarra, legislador porteño: “Ganó
Dilma y ganó el desarrollo regional y el compromiso social. Perdieron los
conservadores y el anti-Mercosur. Estamos muy contentos”, tuiteó.
-
Jorge Rivas, diputado socialista del FpV:
“El triunfo de Dilma Rousseff en Brasil, el de Tabaré Vázquez y Raúl Sendic en
Uruguay demuestran que las mayorías populares de la región valoran los
proyectos de inclusión, distribución económica ampliación de derechos, y
vigencia plena de las libertades democráticas”.
-
Hernán Grana, diputado bonaerense por
Nuevo Encuentro: “La decisión del pueblo brasileño representa la voz de una
América latina que no está dispuesta a retroceder”.
- Mesa Nacional del Movimiento Evita:
“Lula les pidió a las madres y los padres de Brasil que les contaran a sus
hijos cómo era su país doce años atrás, y por suerte la memoria popular dijo
presente, por eso hoy el movimiento popular latinoamericano logra una nueva
victoria que incide notablemente en la política de toda la región”.
Ayer por la noche, en su discurso como presidenta
reelecta, Dilma Rousseff mencionó una serie de compromisos. La principal: una
reforma política de fondo, precisamente para que en el futuro ningún mandatario
tenga de someterse a lo que ella se sometió en su primer mandato, y seguramente
seguirá enfrentando en el segundo.
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DILMA OTRA VEZ ?.
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Eric Nepomuceno
Hay
muchas –y grandes– preguntas sobre el nuevo mandato de Dilma Rousseff como
presidenta de Brasil.
Un
ejemplo: ¿cuál será su equipo de confianza, quién ocupará cada uno de los
puestos considerados clave en su gobierno?
Otro:
¿cuál será la influencia, el peso, del ex presidente Lula da Silva,
indiscutiblemente su mentor y principal fiador, y la más sólida figura política
de Brasil actualmente?
Y
otro más: ¿cómo logrará Dilma, reelecta por estrecho margen, reconquistar la
confianza del sector privado? Y otra duda más: ¿cómo logrará Dilma enfrentar
una oposición parlamentaria especialmente dura, activa y agresiva?
Al
fin y al cabo, ella perdió, y de lejos, en las regiones más ricas del país. En
São Paulo, por ejemplo, más desarrollada y poblada provincia del país, Dilma
perdió por siete millones de votos. Una tremenda derrota: Eche logró 64 por
ciento de los votos de la provincia más industrializada, más rica del país,
frente al 36 por ciento de Dilma. Ya en los estados pobres del nordeste su
ventaja ha sido aplastante. Un dato importante: en Minas Gerais, provincia
natal de los dos adversarios, Dilma ganó con relativa tranquilidad. E
igualmente ganó en Río, provincia clave. Todo eso tendrá peso específico de
aquí en adelante.
Son
muchas las dudas que acechan sobre corazones y almas brasileñas luego de la
victoria de Dilma Rousseff. Para empezar, ¿cuál será su grado de independencia
frente a la figura omnipresente de Lula da Silva? Otra: luego de un equipo
económico bastante desprestigiado, ¿cómo logrará armar otro, capaz de
reconquistar la pérdida de confianza del mercado financiero? Y otra más: ¿cómo
establecer una política de incentivo a la recuperación industrial que sea capaz
de convencer a los industriales de que es la correcta y eficaz?
Entre
Dilma y el PT hay más distancia de lo que permiten suponer las apariencias. En
primer lugar, el PT es un partido con muchas corrientes internas, pero a la vez
muy adepto del asambleísmo. Es decir: en asambleas se vota y se decide, y luego
–más o menos– se cumple lo decidido.
Dilma
es pez que no integra ese acuario. Es centralizadora, autoritaria, tiene voz
propia y se cerca de un grupo muy restricto de su confianza absoluta. Tiene,
por supuesto, un inmenso respeto por Lula da Silva, pero ese sentimiento no se
extiende automáticamente al resto del partido. El diálogo no siempre fluye de
manera natural.
Parte
sustancial de los problemas que enfrentó en su primera presidencia se deben,
acorde con los allegados más íntimos de Dilma, a la influencia de las
corrientes del partido que impusieron, o forzaron, la presencia de determinados
nombres en puestos clave de la administración.
Reelecta,
Dilma tratará de armar su propio equipo. Lula seguirá siendo, claro está, una
sombra permanente y determinante. Pero ella tratará de escapar de las mañas y
artimañas internas del PT.
Tiene
nombres de confianza, y con tránsito libre entre las diferentes corrientes
internas del PT. Miguel Rosseto es uno, Jacques Wagner, que gobernó Bahía por
dos mandatos seguidos y logró, de manera sorpresiva, elegir al sucesor, es
otro. Pero hay nombres tradicionales del PT, como Aloisio Mercadante, que
conquistaron las gracias de Dilma con la misma velocidad con que conquistaban
el rechazo de Lula y su poderoso grupo.
Nadie
tiene ninguna ilusión en Brasil: los próximos cuatro años serán especialmente
difíciles, principalmente a raíz de la cuestión económica.
Pero
la mayoría –pequeña, es verdad– del electorado optó por la continuidad, por el
mantenimiento de los programas verdaderamente revolucionarios del PT, que integraron
al mapa social brasileño unos 50 millones de personas. Gente que nunca tuvo
futuro alguno, y que ahora por lo menos tiene una garantía, muy concreta, de
futuro.
Serán
años duros y difíciles. Como duros y difíciles, más imposibles que duros y
difíciles, han sido los años antes de que el PT llegase al poder.
Ayer, Brasil hizo su opción. Y optó por el desafío de continuar, en
lugar de la propuesta agresivamente neoliberal de retroceder.
Frente a la orientación de continuidad de las
políticas sociales como eje central del gobierno, con una acción dinámica del
Estado, fortaleciendo las alianzas regionales y con el Sur del mundo, de
garantía del nivel de empleo y de aumentos de los salarios por encima de la
inflación.
***
POR EL CAMINO INICIADO POR LULA.
*****
*****
Emir Sader *
Por
cuarta vez consecutiva el PT gana las elecciones presidenciales en Brasil que,
por cuarta vez, se han vuelto un plebiscito entre candidatos del PT y del PSDB
(el partido de Cardoso). Esta vez la campaña tuvo idas y vueltas, especialmente
desde mitad de agosto hasta la segunda vuelta, a fines de octubre, y terminó
con la decisión de los brasileños de seguir el camino iniciado en 2003 con el
primer gobierno de Lula.
En
el enfrentamiento entre el modelo neoliberal de la oposición y la vía de salida
del neoliberalismo del gobierno, por cuarta vez los brasileños han reafirmado
el camino que Lula ha empezado. Serán por lo menos 16 años seguidos de
gobiernos del PT, el período más largo de continuidad de un partido en el
gobierno, en período democrático en Brasil.
Lula
decía que era mejor ganar en segunda vuelta, porque en la contraposición de dos
proyectos, las alternativas y sus diferencias quedan más claras. Y así fue: se
han contrapuesto políticas de centralidad del mercado, de libre comercio, de
reducción del peso del Estado, de rebaja salarial, de aumento del desempleo, de
contracción de los bancos públicos, de alianzas internacionales privilegiando a
Estados Unidos, entre otras, por el candidato de la oposición.
Frente
a la orientación de continuidad de las políticas sociales como eje central del
gobierno, con una acción dinámica del Estado, fortaleciendo las alianzas
regionales y con el Sur del mundo, de garantía del nivel de empleo y de
aumentos de los salarios por encima de la inflación.
La
duda era si el Brasil de Lula seguiría adelante o si la importante experiencia
de los gobiernos del PT se terminaría en 2014. Hubo oscilaciones en la campaña
electoral, pero la disputa más grande fue alrededor de las agendas: cuáles son
los temas que más importan a los brasileños.
La
oposición jugó fuerte en dos planos, valiéndose del monopolio de los medios de
comunicación: por una parte, una supuesta crisis económica, que tendría
reflejos en el descontrol inflacionario, en el desempleo, en el estancamiento
económico. Una encuesta de Folha de S. Paulo ha revelado que una de las razones
del crecimiento de Dilma ha sido el fracaso de ese terrorismo económico. La
gran mayoría de los brasileños –incluidos los que votan por la oposición– son
optimistas respecto de la situación económica de Brasil, acreditan que la
situacion mejorará el próximo año, que los precios están bajo control y que los
salarios van a aumentar.
El
otro tema central son las denuncias de corrupción, que en el último período de
la campaña se han concentrado sobre Petrobras. El cansancio respecto de la
campaña de denuncias –tantas de ellas sin pruebas– ha hecho que ese tema
perdiera efecto.
La
campaña de Dilma, valiéndose de los programas televisados y de la
intensificación de la movilización política conducida por ella y por Lula en
todo el país, asociados a una gran participación de la militancia del PT y de
toda la izquierda, logró convencer a la gran mayoría de que las conquistas
fundamentales de los gobiernos del PT estarían en riesgo en caso de que ganara
la oposición. Al igual que la contraposición de las trayectorias personales y
políticas de los dos candidatos sirvió para enaltecer las cualidades de Dilma,
en contraste con la fragilidad de las de Aécio.
En
su conjunto, se fue diseñando, desde el domingo anterior a la segunda vuelta,
una situación en que el nivel de rechazo de Aécio superaba el de Dilma,
prenunciando un viraje que se consolidó a lo largo de la última semana, hasta
llegar a la victoria de ayer. La militancia de izquierda ganó las calles de todo el país,
la segunda vuelta fue de una clara contraposición entre izquierda y derecha,
configurando el viraje y el triunfo de Dilma.
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