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Buena llegada sobre el término sicariato. Pero es como si del cuerpo
humano solo tomas la mano derecha ( con la cual realizamos
todo, absolutamente todo, hasta agarramos armas) - y te olvidas de todos los
demás componentes del cuerpo, la
estructura es la economía ilegal, criminal, una de las áreas más
"dinámicas y activas" que soporta la globalización neoliberal -
la del capital corporativo global de las
mega-transnacionales - (Otra es la economía de la guerra, sino échele una
mirada al sistema-mundo y analice su riesgo en la coyuntura actual, como
sociedad global (comenzando con el Ocaso
imparable de Occidente). El en contexto global de la economía criminal,
ilegal hoy se mueve más del (10%)? de la economía global (paraísos fiscales,
corrupción, evasión de impuestos, lavado de activos, mafias, prostitución de
menores, narcotráfico, migración ilegal transcontinental (Grito universal del Papa Francisco como la globalización de la
indiferencia), y hoy la minería criminal ilegal, sumando a todo ello las
bandas de criminales armados hoy mundializado, las mismas que han generado la
absoluta inseguridad ciudadana – miedo, pánico, terror, muerte – en el espacio
público – Aquí reclutados por bandas de
criminales – aún intocables – por eso expreso hablan de sicarios, asesinos a sueldo, pero nadie se da el tiempo
de hablar la raíz, la estructura donde está ubicado, el productivo del mal
criminal, el crimen, entre menores y jóvenes abandonados totalmente por el
Estado – sin educación, sin asistencia en salud, extrema pobreza, sin servicios
públicos, sectores, barrios o vecindades “productoras” exclusivas de lumpen, es
decir, en “cristiano”, esta la desigualdad económico-social (ciega, sorda y
desnuda) como hoy lo presentan los “genios
de los medios de comunicación y los “opinólogos” de los medios Tv y Radio.
Incluso vamos más allá, en la propia estructura del Estado – un estado
burocrático, centralista, corrupto en sus instituciones, elefantiásico
– y un modo de producción “ancestral”
extractivo exportador de materias primas, absolutamente devastador de nuestra
madre naturaleza, producto de esta realidad tenemos una Democracia profundamente cuestionada, sin credibilidad social,
ausencia absoluta de confianza – en su estructura dialéctica – (confianza personal,
social e Institucional) y sin legitimidad institucional desde la opinión
pública: Conclusión, tenemos y es la
parte del problema –no la solución – que nuestra Democracia – sin Ciudadanía Política – carece de participación de
los pueblos, graves dolencias de civismo, solidaridad y comunicación
intercultural, ni tenemos líderes y nuestra Política – como estructura social – está enferma, en sala de cuidados
intensivos. De
allí el riesgo de la sociedad global y la presencia cada vez más intensa de la
anomia social.
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"Padrinos"
de las mafias hoy mundializadas - italiana,. rusa, japonesa,. china, de Centro
América y con fuerza en países de América Latina, en crecimiento
macro-económico - sin desarrollo económico social, sólo favorable a una
élite financiero-política -nuevas oligarquías dominantes - ha originado el
surgimiento que nuestro continente el de la población más joven del mundo, pero
con tres males destructivos: el de mayor y extensa desigualdad
económico-social; el de mayor "peso" en todas las ramas de la
economía criminal y el de las ciudades más violentas e inseguras del mundo. En
los últimos tiempos nos han sumado un nuevo Título: El continente que
centraliza hoy el Nuevo Consenso de los Commodities - raíz y base de las nuevas
formas de acumulación mundial del capitalismo - el capitalismo de la
desposesión - saqueo, pillaje y explotación- de los recursos naturales, la
biodiversidad y los conocimientos ancestrales. Observen y miren en su
estructura, ahí encontraran la economía criminal - a su lado las mafias,
sicarios, ladrones, y también –increíble, más allá con el rostro cubierto - las
"bandas" organizadas de destructores de la Política.(Pillos,
farsantes, podridos).
***
LA GLOBALIZACIÓN DEL SICARIATO.
(O globalización de la economía criminal?).
*****
Lima Nueva
Crónica miércoles 22 de octubre del 2014.
Roberto
Mejía Alarcón.
La ciudadanía se
encuentra, con justa razón, sumamente preocupada por el avance del sicariato o
asesinato por encargo. Un abrumador 92 por ciento de la población capitalina
expresa tal estado de ánimo. Escasamente un 6 por ciento, como si el problema
no fuera con ellos, manifiesta que no es un problema grave. Y aun más, un 2 por
ciento se esconde, se coloca una mordaza en la boca, guarda silencio y no
precisa su opinión. Con todo, el escrutinio ha permitido exteriorizar un
mensaje claro y corresponde, por tanto, al gobierno central adoptar las medidas
correctivas del caso. Más aun cuando a estas alturas, regiones como La
Libertad, en primer lugar, Lima, luego y Callao a continuación, están siendo
sacudidas por una ola de violencia nunca antes vista.A la fecha la cifra de
asesinatos se aproxima a los 290, más que el año pasado.
Tal preocupación se ahonda
al comprobarse que los protagonistas de tales crímenes son adolescentes y
jóvenes entre los 14 y 25 años de edad, en su mayoría sin ocupación conocida y
viviendo al margen de la ley. Este hecho habla por si solo. Significa que ,a
diferencia de lo que están realizando las autoridades pertinentes en países
cercanos, en nuestro medio se viene practicando desde años atrás, una política
desafortunada que privilegia la represión en lugar de la prevención. La
inmediatez para una sociedad que clama por seguridad pública. La aplicación de
una legislación penal obsoleta y una administración de justicia que, ciega y
muda, no dice nada al respecto. Esto, en medio del silencio de un Poder
Legislativo, cuyos integrantes están más preocupados en participar de
escándalos para obtener, de esa absurda manera, espacios de publicidad gratuita
en la prensa sensacionalista. Quizás ignoran o no son sensibles para comprender
que el sicario adolescente es una víctima de los males de la sociedad y, al
mismo tiempo, un victimario. Pobreza, desigualdad y delincuencia, son los
factores que lo llevan a vivir dentro de una cultura de muerte violenta.
Por otro lado, llama la
atención que en medio de este cuadro de terror, haya quienes tomen a la chanza
la afirmación que el sicariato forma parte de un proceso de globalización. No
se trata de ponerse del lado de quien así lo expresó. Pero lo cierto es que
este mal social, como otros que se han mundializado, tiene por lo menos diez
años de crecimiento en América Latina. Colombia trata de poner coto a este
problema desde mucho atrás, mientras México, Guatemala, Argentina, Brasil, Ecuador,
Nicaragua, Honduras y El Salvador sufren la desesperación de controlar la
sucesión de crímenes, cuya autoría se adjudica con más frecuencia a las
organizaciones que se dedican al tráfico ilegal de drogas, al igual que a la
corrupción política y al paramilitarismo. La Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales- Flacso-, con sede en Ecuador, subraya que este es un proceso
que está creciendo en la oscuridad "porque se niega su existencia o porque
se le recubre bajo el manto de la definición de homicidio agravado". No se
toma en cuenta que su impacto afecta a las instituciones tutelares del sistema
penal como la policía y la justicia, a las instituciones de la sociedad civil,
como los medios de comunicación e instituciones académicas, y a la vida cotidiana
de la colectividad, donde se dan casos de una cultura de resolución de
conflictos al margen del Estado.
Lo ocurrido en la puerta
del comedor barranquino, donde un sujeto fue asesinado de ocho balazos a plena
luz del día, hace creer a cierta prensa que el sicariato es algo nuevo. Y no es
así. El término tiene vieja data a nivel mundial, en especial en el campo de la
investigación penal y criminológica. Guilllermo Cabanellas, en su diccionario
enciclopédico de derecho usual, editado a fines del siglo pasado, precisa que
sicario es "el que comete homicidio por precio, lo cual hace que que el
hecho se convierta en un asesinato; es decir, por orden o promesa ajena".
Hay que agregar que la Real Academia de la Lengua define al sicario como
"asesino o matón a sueldo" o simplemente "pistolero".
No se crea tampoco entre
quienes tienen espíritu bromista que este proceso de globalización apareció en
América Latina. El origen histórico tiene sus raíces en la antigua Palestina y
la población judía. El origen latino viene de "sicae" (daga) palabra
que agregada al hombre con daga, tiene como resultado el concepto
"sicarii", que quiere decir "hombre-daga", considerado en
esos tiempos lejanos un asesino asalariado, contratado, que perpetraba su
delito apuñalando con esa arma blanca que llevaba debajo de sus ropas. En el
Derecho Romano se le tipifica en el año 81 antes de nuestra era, mediante la
lex cornelia de sicariis et veneficis ( ley cornelia sobre apuñaladores y
envenenadores).
Los siglos han pasado y el
concepto ha evolucionado en la manera de matar. Si antes las técnicas
eran rudimentarias, con escasa planificación, cuchillas, dagas, hoy en día el
sicario cuenta con más recursos, además de dinero, armas de fuego, transporte,
toda una maquinaria para lograr su cometido. La Convención de las Naciones
Unidas contra la delincuencia organizada trasnacional, llamada también
Convención de Palermo, en su artículo segundo, inciso a) refiere que "Por
grupo delictivo organizado se entenderá un grupo estructurado de tres o más personas
que exista durante un cierto tiempo y actúe concertadamente con el propósito de
cometer uno o más delitos graves o delitos tipificados con arreglo a la
presente Convención con miras a obtener, directa o indirectamente, un beneficio
económico u otro beneficio de orden material. Dicha jornada se realizó en
diciembre del año 2000 en Palermo, Italia, con la participación de 148 países,
todos preocupados por el sicariato en particular.
Las intervenciones que se
dieron en tal Convención demostraron que el sicariato iba generalizándose en el
mundo y que las grandes redes criminales estaban financiando campañas políticas
en Italia, Colombia, México, entre otros países. Algo parecido a lo ocurrido en
las recientes elecciones regionales y municipales habidas en el país, con
muerte de candidatos, activistas y familiares, además de amenazas contra
líderes de la oposición y periodistas que se habían atrevido a revelar
gestiones estatales manchadas por la corrupción y que buscaban una
reelección.El caso del expresidente regional de Ancash, César Alvarez,
supuestamente involucrado en tal delito, es un ejemplo de lo que está
ocurriendo con el sicariato, lavado de dinero, corrupción de políticos, etc.
Como antecedente, no debo
dejar en el olvido que el nuevo concepto de criminalidad sicaria tuvo sus
inicios en Italia, de la mano del término "mafia". Corría el año 1658
en Sicilia y en el siglo XIX la mafia italiana modernizó el modo de operar,
recurriendo a las armas de fuego en lugar de los puñales. Posteriormente se centra
en una familia, con una estructura jerarquizada presidida por el capo o jefe de
familia que tenía todo el poder, el sotto capo, el segundo que hacia las veces
de vocero del grupo criminal y controlaba las operaciones mafiosas, el
consiglieri, con función de consejero, el contable a cargo de las finanzas y
los sgarristas, encargados de consumar materialmente el delito. Estas
organizaciones pasaron luego a los Estados Unidos de Norte América, con el
agregado que infiltraron el poder político, el poder judicial y la policía.
Tal fenómeno se ha
repetido con características propias con los "yakusas" en Japón
y las "triadas" en China. En Japón se recuerda el caso de los
guerreros "kabuki-mono", conocidos como el lado oscuro de los samurai
y que eran matones al servicio del señor feudal. En determinado momento
formaron un ejército privado de casi medio millón de mercenarios, que luego se
convirtieron en ladrones que saqueaban pueblos enteros. Estoy hablando del año
1700, cuando estos delincuentes dieron origen a la mafia denominada
"yakusa", la misma que alcanzó en 1980 a tener influencia en la
economía del país de los cerezos. Utilizaban negocios de apariencia legal para
lavar el dinero malhabido. También con cierto parecido a lo que ha ocurrido en
nuestro país y otros del mundo.La globalización del sicariato, en consecuencia,
con toda su peligrosidad sigue latente. No es tiempo, por eso, de jugar a la política con chanzas
irresponsables. Se la hace un grave daño a la colectividad peruana.
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