Las que mayor difusión tuvieron desde un primer
momento fueron las encaminadas a paliar la debacle que
se cernía sobre los más desfavorecidos, que comenzaron a quedarse sin
trabajo, sin ingresos y sin la cobertura de servicios sociales básicos. Clínicas de atención primaria y farmacias
para quienes quedaban fuera del sistema público de salud, comedores sociales,
guarderías... y, al tiempo, redes de intercambio de bienes y servicios, huertos
urbanos colectivos y lo que se denominó en un primer momento el “movimiento de la patata”, en todas sus
variantes. Muchas alcaldías se prestaron para organizar encuentros semanales o
quincenales en los que productores locales ponían a la venta, sin intermediarios y a precios mucho más bajos
que en los supermercados, todo tipo de alimentos de primera necesidad como
patatas, aceite, leche, quesos y un largo etcétera de artículos. Los puntos de
distribución comenzaron a crecer, así como las listas de productos ofertados,
llegando en la actualidad a conformar una extensa red en la que, bajo la forma
de cooperativas de consumo, se venden una amplia variedad de productos. El
papel de las mujeres. Un aspecto
destacado dentro de esta actividad organizativa ha sido el papel de las mujeres
a la hora de poner en pie y mantener en funcionamiento numerosos proyectos.
Como nos explicaron desde el Movimiento de Mujeres contra la Deuda y la Austeridad,
los efectos de las políticas neoliberales “nos afectan especialmente a las
mujeres en todos los aspectos de nuestras vidas. Así que debemos organizarnos
para resistir, pues nadie más lo va a hacer por nosotras. Con la eliminación o
la privatización de los servicios públicos, el Estado se deshace de sus
compromisos con los ciudadanos trasladando la responsabilidad a las familias”.
En otras palabras: “Las mujeres se ven obligadas a sustituir, o más bien a
reemplazar, el Estado del bienestar”. Y, además, gratis.
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GRECIA, LA HORA
DE LAS ALTERNATIVAS.
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Antonio Cuesta.
Diagonal.- viernes 3 de octubre del 2014.
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Mientras la manifestación
en las calles menguaba, una multitud de proyectos sociales nacía en la Otra
Grecia.
La crisis ha golpeado con
fuerza a todas las estructuras de Grecia, desde las económicas a las sociales,
pasando por las políticas. Tras un primer periodo de huelgas, manifestaciones y
ocupaciones de edificios públicos, el reflujo en la contestación política ha
venido acompañado de una creciente actividad organizativa. En pocos años,
Grecia ha visto nacer y asentarse una miríada de proyectos e iniciativas que
buscan resolver necesidades materiales, afectivas o culturales a partir de la
cooperación, constituyendo una verdadera emergencia de una nueva economía
social y solidaria que sitúa a las personas y su bienestar en el centro.
Aunque la llegada de la
crisis abonó el terreno para la germinación de pequeños proyectos, fueron las
políticas de austeridad, aplicadas a partir de 2010, las que multiplicaron el
crecimiento de estos grupos, que apuestan por la democracia directa, el
igualitarismo y la solidaridad como mecanismos para superar la recesión
económica y la descomposición social.
A las decenas de pequeñas
cooperativas, tiendas de comercio justo y cafés-restaurante organizadas de
manera asamblearia y autogestionada, sin jerarquías ni propietarios, vinieron a
sumarse nuevas iniciativas surgidas a partir de las protestas de los indignados
griegos desarrolladas en la plaza Syntagma de Atenas en 2011. Su
impulso procedió del mismo tejido social de los barrios, de las asambleas
vecinales, de los grupos de mujeres o de trabajadores desempleados que
apostaron por fórmulas cooperativas para poner en marcha pequeñas empresas o
reflotar las quebradas.
Las que mayor difusión
tuvieron desde un primer momento fueron las encaminadas a paliar la debacle
que se cernía sobre los más desfavorecidos, que comenzaron a quedarse sin
trabajo, sin ingresos y sin la cobertura de servicios sociales básicos.
Clínicas de atención primaria y farmacias para quienes quedaban fuera del
sistema público de salud, comedores sociales, guarderías... y, al tiempo, redes
de intercambio de bienes y servicios, huertos urbanos colectivos y lo que se
denominó en un primer momento el “movimiento de la patata”, en todas sus
variantes. Muchas alcaldías se prestaron para organizar encuentros semanales o
quincenales en los que productores locales ponían a la venta, sin
intermediarios y a precios mucho más bajos que en los supermercados, todo tipo
de alimentos de primera necesidad como patatas, aceite, leche, quesos y un
largo etcétera de artículos. Los puntos de distribución comenzaron a crecer,
así como las listas de productos ofertados, llegando en la actualidad a
conformar una extensa red en la que, bajo la forma de cooperativas de
consumo, se venden una amplia variedad de productos.
El papel de las
mujeres.
Un aspecto destacado dentro
de esta actividad organizativa ha sido el papel de las mujeres a la hora de
poner en pie y mantener en funcionamiento numerosos proyectos. Como nos
explicaron desde el Movimiento de Mujeres contra la Deuda y la Austeridad,
los efectos de las políticas neoliberales “nos afectan especialmente a las
mujeres en todos los aspectos de nuestras vidas. Así que debemos organizarnos
para resistir, pues nadie más lo va a hacer por nosotras. Con la eliminación o
la privatización de los servicios públicos, el Estado se deshace de sus
compromisos con los ciudadanos trasladando la responsabilidad a las familias”.
En otras palabras: “Las mujeres se ven obligadas a sustituir, o más bien a
reemplazar, el Estado del bienestar”. Y, además, gratis.
Ha sido necesario que se
abriera una sima estructural a los pies del sistema de libre mercado para que
muchas alternativas económicas comenzaran a demandar espacio y preeminencia
ante un modelo insostenible y agotado. Su reivindicación se basa en una
relectura de las relaciones sociales y en la interpretación de nuevos acuerdos
entre la actividad productiva y el ecosistema urbano o natural. El
agrietamiento del “pacto social” por el Estado del bienestar ha venido a revivir
los instrumentos que el movimiento obrero construyó en otras épocas
–mutualidades, redes de apoyo–, convirtiendo a los ciudadanos en sujetos
activos
La hora de las
alternativas.
Pero ¿de qué modo los
proyectos económicos alternativos pueden contribuir al cambio de paradigma que
se está tratando de llevar a cabo en Grecia? Por una parte, la implicación de
los trabajadores y trabajadoras en pie de igualdad en los procesos de
construcción de modelos cooperativos –bien sean para la producción o para la
comercialización de bienes o servicios– trae a un primer plano los
principios de la democracia participativa, tan lejana de la representativa
a nivel político como de la toma de decisiones en el mundo laboral. La adopción
de este tipo de prácticas no sólo influye en el ámbito de las decisiones dentro
de la empresa, también alcanza al espacio común de la política local, un paso
imprescindible para el avance de un modelo alternativo. Sin duda queda aún
mucho por hacer en la lucha del movimiento social en Grecia, pero resulta
innegable que la hora de las alternativas ya ha llegado.
Los recortes en la
financiación de los hospitales públicos, así como en el volumen de sus
plantillas, y el establecimiento de tasas por el uso de los servicios
sanitarios ha dejado a cerca de un tercio de la población fuera del sistema
público de salud. Como consecuencia las clínicas sociales han tenido una
rápida y amplia difusión por toda la geografía griega.
Uno de estos centros, quizá
el de mayor experiencia y recursos, es la Clínica Comunitaria Metropolitana de
Elliniko, en las afueras de Atenas. Según explicaron a Diagonal, la consigna “nadie
está solo durante la crisis” no es sólo una frase para las más de 200
personas que trabajan a diario de forma voluntaria, sino un código ético. La
clínica ofrece una veintena de especialidades y cuenta con una farmacia que
provee medicinas, fundamentalmente a enfermos crónicos sin recursos. Las
intervenciones quirúrgicas o las enfermedades graves que no pueden ser tratadas
en el centro son atendidas de forma gratuita tanto en el sector público como en
el privado por profesionales que han aceptado saltarse las normas. Se calcula
que en los dos primeros años de funcionamiento se han llevado a cabo más de
22.000 consultas.
El desarrollo de
iniciativas de comercialización o intercambio de productos y servicios ha
corrido paralelo a la diversificación y el fortalecimiento del movimiento
social que las ha generado. Con la idea de fomentar un tipo de relaciones no
consumistas, surgió la Red de Intercambio y Solidaridad de la ciudad de Volos,
de 100.000 habitantes. Uno de sus promotores, el ingeniero Jristos, lo expresó
de este modo: “Nuestra iniciativa no vino motivada por la crisis económica,
sino por la necesidad de aplicar nuestros valores y cambiar el actual sistema
económico”. Otra de las fundadoras, Marita Hupis, nos explicó las bases del
proyecto: “igualdad, paridad, transparencia, solidaridad y participación”.
Basado en una moneda de intercambio –el TEM– y un avanzado sistema informático,
tan sencillo en su funcionamiento como eficaz en los resultados, la Red
facilita el intercambio de productos y servicios que van desde la fruta y
verdura hasta la ropa, pasando por ópticas, carnicerías o talleres mecánicos,
además de múltiples trabajos profesionales (médicos, abogados, electricistas).
El 11 de junio de 2013, el
Gobierno griego cerró en cuestión de unas horas la Radio Televisión de Grecia
(ERT) mediante una acción ilegal y antidemocrática. Cinco canales de
televisión, 29 emisoras de radio, junto a la orquesta y el coro de la ERT,
fueron clausurados, mientras que 2.600 empleados quedaron en la calle. Desde el
primer momento los trabajadores ocuparon todas las instalaciones de la ERT y
comenzaron a emitir de manera ininterrumpida informaciones y entrevistas. Tras
más de 15 meses, un canal de televisión y 16 estaciones de radio continúan
en el aire a través de internet gracias a la autogestión de una parte
importante de la plantilla y al apoyo económico de miles de personas. Ni
siquiera el desalojo por la fuerza, el 7 de noviembre de 2013, de los estudios
centrales de la cadena consiguió acabar con un modelo informativo libre, social
y de calidad.
“Los trabajadores han
demostrado que ellos solos pueden hacer funcionar la cadena, sin necesidad de
jefes”, nos relata Babis Kokosis, uno de los locutores de radio, sin que esto
sea una tarea fácil, pues “la mayoría de los que continúan en el proyecto
han tenido que buscarse otros trabajos, o fuentes de ingreso alternativas”.
Para Loukas Panourgias, otro de los participantes, la iniciativa no sólo ofrece
información y entretenimiento, sino que “está preservando bienes, instalaciones
y un espacio radioeléctrico que pertenecen a los griegos y que a los políticos
que ordenaron el cierre parece no importarles”.
Los recortes más
salvajes de la historia.
Grecia comenzó a principios
de 2010 con los recortes, que fueron endureciéndose una vez que acordó su
paquete de ayudas con la UE y el FMI en mayo de ese año. Y todavía más cuando
se amplió el préstamo con la firma del segundo memorando, llegando la oleada de
ajustes a todos los rincones de la sociedad y la economía. Los acuerdos
aprobados incluyeron medidas de excepción que afectaron a los salarios, las
pensiones y los servicios públicos, al tiempo que se inició un aumento
progresivo de la presión fiscal y un vasto programa de privatizaciones como en
ningún país occidental se había aplicado nunca.
Una iniciativa
contra los intermediarios.
Una variante de la eclosión
de nuevos métodos de comercialización es la ideada por la cooperativa de
ganaderos de Tesalia-Pieria, organización nacida en 2011. Desde su creación, la
cooperativa ha buscado formas rentables para eliminar a los intermediarios y
servir la leche de forma directa a los consumidores. Para algunos de los
cooperativistas más jóvenes las crisis imponen redefinir las relaciones entre
el productor y el consumidor. Finalmente decidieron aplicar en Larissa, capital
de la comarca, un modelo existente en algunos países europeos que consiste en
suministrar leche fresca, en perfecto estado de conservación, 24 horas al día,
a través de máquinas expendedoras similares a las de los refrescos. El resultado
obtenido rompió todas las previsiones y en poco tiempo tuvieron que ampliar el
número de puntos de venta.
¿Qué pasó con el
periódico recuperado? .
En agosto de 2011, la
empresa editora de Eleftherotypia dejó de pagar a sus más de 800 empleados.
Cuatro meses después se declaró una huelga indefinida. El 15 de febrero de 2012
vio la luz el primer número del periódico Los trabajadores de Eleftherotypia, publicado
bajo la ocupación de facto de las instalaciones y en régimen de autogestión.
Diez días después se publicó el segundo –y último– número. En noviembre de
2013, se anunció que un nuevo grupo editorial se haría cargo de la revista
dominical y la página web de Eleftherotypia. La mayoría de los trabajadores
respiraron tranquilos, pero para los más inquietos fue el momento de anunciar
la creación de Efimerida ton Syntakton (Diario de Periodistas). El nuevo
periódico apareció pocos días después y ha llegado a estabilizar su tirada en
torno a los 8.000 o 9.000 ejemplares.
Kinisi 136, por
el agua pública.
A medio camino entre una
cooperativa autogestionada y un movimiento político reivindicativo se encuentra
Kinisi 136 (Iniciativa 136), una plataforma ciudadana opuesta a la
privatización de la Empresa de Agua y Saneamiento de Tesalónica (EYATH) y que
propone la gestión social de la misma a través de cooperativas en cada
distrito. Trabajadores, organizaciones vecinales e incluso instituciones
locales decidieron optar por la compra para evitar la especulación y la
inseguridad sanitaria y medioambiental que supondría la gestión privada de un
bien como el agua. El objetivo de los promotores es “proporcionar agua a
hogares y empresas, garantizando alta calidad, precios bajos, protección del
medio ambiente, funcionamiento democrático y justicia social”. Pese a que la
iniciativa consiguió reunir todos los condicionamientos legales, técnicos y
financieros para participar en la licitación, fue apartada de forma ilegal y la
decisión se encuentra en los tribunales. El pasado 26 de mayo el Tribunal
Supremo Administrativo consideró inconstitucional la venta de la Empresa Pública de Agua de
Atenas, lo que a buen seguro puede repetirse en el caso de EYATH.
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Antonio Cuesta es Corresponsal
en Grecia de la agencia Prensa Latina y autor del libro ‘Solidaridad y autogestión en Grecia’.
Además forma parte Dyskolo, un proyecto editorial sin ánimo
de lucro, concebido contra los que pretenden convertir los libros en mercancía
y buscando establecer una nueva relación entre quienes escriben y cuantas
personas disfrutan de la lectura. Los libros de Dyskolo (solo en formato
digital) no tienen un precio marcado, ni se reservan derechos de autoría, ni
DRM. Pero en contrapartida contribuyen a difundir la cultura y generan un
beneficio social.
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