domingo, 10 de agosto de 2025

DE INQUIETANTE ACTUALIDAD, por Marisa Glave. “Centenario. La Escena Contemporánea del Amauta José Carlos Mariátegui”.

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“En el estudio preliminar, Bergel destaca algunos conceptos que sirven de brújula para comprender el texto y al autor. Junto con la idea de intérprete, desarrolla los conceptos de Época, Crisis y Revolución, elementos presentes en el pensamiento mariateguiano que el mismo Mariátegui califica como “un poco periodístico y un poco cinematográfico”. Pero, si bien no está explícitamente desarrollado en el libro, la idea del mito, en particular del mito movilizador, sí se vislumbra en La Escena Contemporánea. Al analizar cada uno de los grandes acontecimientos que se incluyen en el libro, hay un esfuerzo del Amauta de mostrar la dimensión subjetiva en el quehacer político, el misticismo y la pasión. Hoy, que vemos cómo se repite la historia como farsa, tenemos la tarea de romper la parálisis a la que nos somete y reencontrar elementos movilizadores que nos permitan el sueño colectivo en busca del pan y la belleza.

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DE INQUIETANTE ACTUALIDAD,

por Marisa Glave.

“Centenario. La Escena Contemporánea del Amauta José Carlos Mariátegui”.

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Pensar históricamente supone ubicarse en un momento de la historia, sabiendo su trascendencia, incluso un siglo después, como se puede desprender de La Escena Contemporánea

Por Marisa Glave. Socióloga.

Fuente. La República domingo 10 de agosto del 2025.

Vemos resurgir en el mundo alternativas fascistas, sin pudor y ganando legitimidad por encima de lo que queremos admitir. Resurgimiento íntimamente vinculado con una crisis de la democracia, como régimen de gobierno que no ha logrado dar solución a problemas sociales que se agudizan, como el aumento de la desigualdad y el surgimiento de sectores no solo empobrecidos, sino expulsados física y económicamente. Este momento global tiene inquietantes similitudes con el que vivió José Carlos Mariátegui a inicios de los años 20 del siglo pasado.

Nacido en Moquegua a fines del XIX, Mariátegui no quiso ser un mero observador de las transformaciones políticas, sociales y culturales del cambio de siglo, sino que se convirtió en intérprete de estas y en una pieza clave para el pensamiento crítico latinoamericano. Para entender nuestro país y nuestra región, Mariátegui abrió la mente y el corazón al mundo.

Este año se cumplen 100 años de la primera edición de La Escena Contemporánea, primer libro de José Carlos Mariátegui, publicado en 1925 con sus ensayos sobre personajes y sucesos clave mundiales que conoció durante su periplo por Europa, particularmente en Italia, donde vivió más de 3 años. El Fondo de Cultura Económica ha publicado una edición especial por el centenario del libro, en su Colección Popular, con un estudio preliminar de Martín Bergel. Ambos, el libro y el estudio preliminar, merecen ser leídos hoy.



Pensar históricamente

Mariátegui no era solo un narrador de noticias globales o un difusor de sucesos relevantes; era un “intérprete”, como sostiene Bergel, que, imbuido en la clave marxista que adopta explícitamente, busca dar profundidad a los hechos, ir más allá de lo que reporta la prensa.

Se puede decir entonces que el Amauta buscaba transmitir la totalidad del fenómeno, partiendo de la particularidad de los hechos, pero sin perderse en ella. Da cuenta de procesos históricos, de movimientos temporales, pone en evidencia su complejidad y los elementos contradictorios que puede haber en su interior. Mariátegui era un marxista opuesto al reformismo, pero sin ser dogmático ni creer en soluciones simples ni autoritarias.

Pensar históricamente supone ubicarse en un momento de la historia, sabiendo su trascendencia, incluso un siglo después, como se puede desprender de La Escena Contemporánea. Interpretar el presente, pero teniendo una mirada de futuro, así como un compromiso con el futuro deseado.

Repetir la historia

Como decía Marx, en El 18 brumario, la historia se repite, primero como tragedia y luego como farsa. Lo que debe interpelarnos sobre la similitud, incluso violenta, del siglo pasado con lo que vivimos hoy. En La Escena Contemporánea, Mariátegui pone en evidencia los límites serios de las soluciones alcanzadas tras la Primera Guerra Mundial y anticipa, hasta cierto punto, lo que se vendría luego con una nueva guerra. Hoy, que hemos reemplazado la llamada Sociedad de Naciones por la Organización de Naciones Unidas (ONU), constatamos su inutilidad frente a un genocidio en curso.

Somos testigos de cómo el sionismo —del que también habla Mariátegui en el libro— se transforma en un tipo de racismo que lleva a la casi aniquilación de un pueblo con el patrocinio de la principal potencia global. Miles de niños palestinos han muerto, más de dieciocho mil. Muertos por balas y también por hambre. La desesperación, la angustia y la muerte aparecen en tiempo real ante la mirada inerte de los líderes globales, perdidos en discusiones estériles sobre el reconocimiento o no del Estado Palestino y los términos de un alto al fuego. Todos sabemos quiénes están matando y quiénes están muriendo. Todos sabemos quiénes son los cómplices de esta masacre. El Sistema de Naciones Unidas languidece y se muestra intrascendente frente a lo realmente trascendental: la defensa de la vida.

Con cada niña que pierde la vida en la Franja de Gaza, con cada niño que entierra a sus padres y enfrenta la crueldad del mundo en soledad, se muere un poco más la promesa democrática de Occidente.



El mito movilizador

Pero hay algo marcadamente diferente entre el tiempo de Mariátegui y el nuestro. En La Escena Contemporánea, encontramos a un intelectual joven que está descubriendo los primeros logros de la Revolución Rusa, en particular en materia de educación y cultura. Está siendo testigo de la posibilidad de la revolución y de la construcción de alternativas al capitalismo. No fue testigo de su deterioro y transformación en un régimen dogmático y represor de toda vanguardia creativa. No hay hoy un paradigma utópico que aglutine a los pueblos del mundo en una lucha por justicia, igualdad y libertad. Esta es quizá la tarea más apremiante de las nuevas generaciones.

En el estudio preliminar, Bergel destaca algunos conceptos que sirven de brújula para comprender el texto y al autor. Junto con la idea de intérprete, desarrolla los conceptos de Época, Crisis y Revolución, elementos presentes en el pensamiento mariateguiano que el mismo Mariátegui califica como “un poco periodístico y un poco cinematográfico”. Pero, si bien no está explícitamente desarrollado en el libro, la idea del mito, en particular del mito movilizador, sí se vislumbra en La Escena Contemporánea.

Al analizar cada uno de los grandes acontecimientos que se incluyen en el libro, hay un esfuerzo del Amauta de mostrar la dimensión subjetiva en el quehacer político, el misticismo y la pasión. Hoy, que vemos cómo se repite la historia como farsa, tenemos la tarea de romper la parálisis a la que nos somete y reencontrar elementos movilizadores que nos permitan el sueño colectivo en busca del pan y la belleza.

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