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AMERICA LATINA. NUESTRA AMERICA. LA PATRIA GRANDE. EN DEFENSA DE LA PATRIA DE BOLIVAR.
“Entre la invasión y la
amenaza. Es evidente que detrás de la campaña de intervención militar en Venezuela y el derrocamiento del gobierno presidido por Maduro está la facción liderada por María Corina Machado, quien coordina el
lobby para supuestamente llevar la democracia de regreso a Venezuela,
de forma similar al que realiza Eduardo Bolsonaro, hijo de Jair, quien gestiona todo tipo de sanciones para Brasil
con el fin de impedir el juicio que tiene
pendiente su padre por intentar dar
un golpe de Estado el 8 de enero de
2023. A pesar de la campaña mediática contra Maduro y su
equipo al acusarlos de liderar un cártel
del narcotráfico, no parece viable
que
una operación con intervención militar de Estados Unidos pudiera tener éxito. Este tipo de amenazas externas producen reacciones
de unificación de las fuerzas políticas, como ha ocurrido en Brasil con el tema arancelario. Por
otro lado, los propios informes de la DEA
del año 2024 y 2025 no mencionan a
Venezuela como un factor de importancia en el tráfico de drogas hacia Estados
Unidos, con lo cual las acusaciones
podrían no calzar con la realidad.
“Estados Unidos evalúa los regímenes autoritarios con un doble rasero. Es simple: te sometes a mi
esfera de influencia o el costo será
muy alto. Así, poco se difunde que el Presidente Nayib Bukeke, de El Salvador, haya modificado la Constitución para poder ser reelecto indefinidamente, además de haber incurrido en múltiples casos de violación de derechos humanos. En cualquier caso, es inadmisible que muchos países latinoamericanos respalden con su silencio estrategias que, aun cuando
solo queden como amenazas,
involucren la intervención militar de
Estados Unidos, o de cualquier otro
país en nuestra región, bajo acusaciones, en este caso de narcoterrorismo internacional, que nos
acerquen a una guerra.
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Fuentes: El Cohete a la Luna - Imagen: Estados Unidos envió tres destructores y 4.500 marines al mar Caribe.
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CAMPAÑA DE TRUMP CONTRA MADURO
Y AMENAZA DE INTERVENCIÓN MILITAR.
El Turno de Venezuela.
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Por | 25/08/2025 | EE.UU.
Economista Peruana.
Fuente. Revista Rebelión lunes 25 de agosto del 2025.
La imagen acechante de los
tres buques de guerra estacionados en el mar Caribe frente a las costas de
Venezuela y el prepotente mensaje del Presidente Trump a través de la
portavoz de la Casa Blanca, Karoline
Leavitt, constituyen otro hecho
injerencista que se suma a los que ya han tenido lugar en el continente entre
Estados Unidos y Canadá, Panamá,
Colombia, México y Brasil. El martes,
consultada sobre la posibilidad de enviar militares a Venezuela, Leavitt dijo que Trump había sido claro y consistente al señalar que está preparado para usar
todos los elementos del poder
estadounidense para detener la inundación de drogas en nuestro país. Asimismo, señaló que
“Maduro no es un Presidente legítimo, es un fugitivo, líder de
un cártel narcoterrorista, y tenemos que traer a los responsables a la
justicia” de Estados Unidos.
Después de esas declaraciones, la agencia de noticias Reuters informó que se habían enviado tres destructores estadounidenses con misiles guiados y 4.000 efectivos y marines cerca del límite marítimo de Venezuela. Un funcionario estadounidense, quien declaró bajo condición de anonimato, dijo que el proceso se extendería durante varios meses y que el plan era que operaran en el espacio aéreo y las aguas internacionales. Señaló también que los navíos pueden utilizarse no solo para realizar operaciones de inteligencia y vigilancia, sino también como plataforma de lanzamiento para ataques selectivos si se tomaba la decisión. Maduro, además de prohibir el vuelo y la comercialización de drones en Venezuela, señaló que no toleraría ninguna incursión extranjera dentro del territorio y convocó a una campaña de alistamiento del ejército en todo el país, además de la movilización de 4,5 millones de milicianos.
Reacciones
La Presidenta mexicana
Claudia Sheinbaum calificó el despliegue naval estadounidense frente a la
costa venezolana como “inaceptable” por violar
los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos”. Sheinbaum siente en carne propia
las presiones de la Casa Blanca
por querer incursionar en territorio mexicano. De hecho, esta semana tuvo que desmentir
que en la frontera norte del país
estuviera en marcha un “operativo
especial” de la Administración de Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos, y reclamó para que la entidad dependiente de la Casa Blanca
diera una explicación de por qué publicó un comunicado referente al
denominado proyecto Portero, destinado a
desmantelar a “los guardianes” de
los cárteles del narcotráfico en la frontera, como si estuviera vigente.
El Presidente de Colombia,
Gustavo Petro, dijo que
“cualquier operación militar que no tenga aprobación de los
países hermanos es una agresión contra Latinoamérica y el Caribe”. Recordó que
Colombia y Venezuela “son el mismo pueblo, la misma bandera, la misma
historia”, y advirtió que una intervención militar estadounidense en Venezuela
sería “el peor error” y traería consecuencias negativas para la región.
Asimismo, el asesor internacional del Presidente Lula, Celso Amorim, expresó su
“preocupación” por el riesgo de una escalada y reiteró que “el principio de la
no intervención es fundamental” en la política exterior brasileña.
Los gobiernos de la
Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestramérica (ALBA) se manifestaron en contra de cualquier operativo militar estadounidense que suponga la violación de la soberanía de cualquier país latinoamericano
o caribeño, con independencia del
motivo esgrimido por la Casa Blanca.
Otros gobiernos de la región como Ecuador y República Dominicana han respaldado la decisión de Estados Unidos de declarar a los cárteles latinoamericanos como organizaciones terroristas; Paraguay ha comprado por completo la
posición de Trump y ha calificado al Cártel de los Soles como grupo
terrorista.
En cuanto a países fuera de la región, la portavoz de la cancillería china dijo que su país se opone a la injerencia de fuerzas externas en los asuntos internos de Venezuela bajo cualquier pretexto. El canciller ruso, Serguéi Lavrov, expresó su solidaridad con el gobierno venezolano y respaldó sus esfuerzos para defender la soberanía nacional y garantizar la estabilidad institucional, en medio de las crecientes presiones externas sobre Caracas. El gobierno de Irán también lo ha respaldado y ha denunciado la intervención de Estados Unidos por la presencia de buques cerca de la costa del país.
Petróleo y otras riquezas.
Durante su campaña
electoral, Trump llegó a decir, en una velada crítica a su adversario Joseph Biden:
“Cuando me fui, Venezuela estaba lista para colapsar. Si la
hubiéramos tomado, tendríamos todo ese petróleo, pero ahora estamos comprando
petróleo de Venezuela, así que hacemos a un dictador rico. ¿Pueden creerlo?”
Es así que, apenas asumió el gobierno
el 20 de enero, Trump emitió una orden
ejecutiva que estableció un proceso mediante el cual ciertos cárteles internacionales y otras organizaciones (como el Tren de Aragua y la Mara Salvatrucha) serían clasificados
como “Organizaciones Terroristas
Extranjeras”, toda vez que constituían una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos.
Según la orden ejecutiva –sin ningún atisbo de
crítica sobre la permisividad de la actuación de los narcotraficantes en el territorio de Estados Unidos, el mayor consumidor de drogas en el mundo–,
“los cárteles han emprendido una campaña de violencia y terror
en todo el hemisferio occidental que no sólo ha desestabilizado países de gran
importancia para nuestros intereses nacionales, sino que también ha inundado a
Estados Unidos con drogas mortales, criminales violentos y pandillas viciosas”.
Como si el dramático tema de las drogas solo
tuviera que abordarse desde el lado
de la oferta –y no de su consumo–,
la orden señala que, en ciertas zonas de México, los cárteles funcionan como entidades cuasi gubernamentales, controlando casi todos los aspectos de la sociedad y
sus actividades. Por lo tanto, su proximidad
e incursiones en el territorio
físico de Estados Unidos representan
un riesgo inaceptable para la seguridad
nacional de este país.
Un mes después, el Departamento de
Estado anunció la designación del cártel
de Sinaloa, el cártel de Jalisco
“nueva generación”, el cártel del
Noreste, la nueva familia michoacana,
el cártel del Golfo y “Cárteles Unidos” como
organizaciones
terroristas extranjeras; y Tren de Aragua, Mara Salvatrucha –la pandilla nacida en las calles de Los Ángeles en la década del ‘80 y que durante décadas causó estragos en El Salvador– como terroristas globales especialmente designados.
Muchos analistas
consideran que la calificación de los cárteles de drogas como organizaciones terroristas
“no garantiza una intervención militar, pero se acerca”, por lo que resulta polémica. “Todos queremos combatir a los cárteles de la droga”, había dicho ya la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, pero “ellos en su territorio, nosotros en nuestro territorio”, aclaró, y recordó que el nuevo secretario de Estado y asesor de Seguridad Nacional estadounidense, Marco Rubio, había apostado por privilegiar la cooperación.
Los partidos políticos de
oposición en México cerraron filas con el oficialismo y rechazaron cualquier
posibilidad de intervencionismo extranjero.
A pesar de ello, en abril, Trump
insistió en que Sheinbaum permitiera
al ejército estadounidense combatir a los cárteles de la droga en
territorio de su país. Ella rechazó la idea.
A fines de julio, el Departamento del Tesoro
de Estados Unidos incorporó al cártel
de los Soles como una organización
terrorista internacional, por ser un grupo
criminal que, según Washington, había corrompido las altas esferas
políticas, militares y judiciales en Venezuela desde finales de los años
90 para enviar drogas a Estados
Unidos. En su comunicado, el Departamento del Tesoro acusa directamente al Presidente Nicolás
Maduro de liderar el grupo.
Días después, Marco Rubio emitió una
declaración en la que acusaba a Maduro de haber robado las elecciones, afirmaba que no era el Presidente de Venezuela y que
su
“régimen no es el gobierno legítimo (…) Maduro es el líder de la
organización narcoterrorista designada Cártel de los Soles, y es responsable
del tráfico de drogas a Estados Unidos y Europa”. Añadió que “Maduro está
actualmente imputado por nuestra nación, ha corrompido las instituciones de
Venezuela para ayudar al plan criminal de narcotráfico del cártel hacia Estados
Unidos”.
El 8 de agosto una publicación del New York
Times dio cuenta de un
paso clave en la estrategia
injerencista de Trump en México y Venezuela:
la firma, en secreto, de una directiva dirigida al Pentágono para que comience
a utilizar la fuerza militar contra
los cárteles de la droga que el
gobierno califica como organizaciones terroristas. Según el diario, la orden proporciona una base
oficial para la posibilidad de
operaciones militares directas en el mar y en territorio extranjero contra los cárteles. Cuatro días después, Marco Rubio confirmó el despliegue de fuerzas navales y aéreas al sur del mar
Caribe para combatir el narcotráfico,
aunque no ahondó en detalles que permitieran dar cuenta de la duración y alcances de la operación.
Paralelamente a este
anuncio, los Presidentes
de Colombia y Venezuela anunciaron la
articulación de sus ejércitos para hacerle frente al tráfico internacional de drogas en la extensa frontera común.
Maduro detalló que el objetivo terminal es garantizar que las zonas fronterizas
estén libres de violencia, mientras que su par colombiano, Gustavo
Petro, aseguró que la estrategia ha
dado frutos, especialmente contra el
Ejército de Liberación Nacional (ELN), que “ha sido golpeado en ambos lados de la frontera, militarmente”.
Apuntando al Presidente
Maduro, la fiscal
general de Estados Unidos, Pam Bondi, anunció
un incremento de 25 a 50 millones de
dólares por información conducente a su captura. Maduro es acusado por las autoridades
estadounidenses desde hace años de
encabezar un cártel de drogas, sin la presentación de pruebas. Además, la fiscal acusó a Venezuela de pagar sobornos a cambio de espacio aéreo
e informó que el gobierno de Trump había
confiscado más de 700 millones de dólares en activos a Maduro
(que incluían dos aviones de uso
oficial confiscados en la República Dominicana), mansiones en La Florida y República Dominicana, vehículos,
granjas de caballos y millones de dólares en joyas, además de efectivo. Las autoridades venezolanas
calificaron esos dichos de “circo
mediático” y “brutal, criminal y feroz campaña”.
Entre la invasión y la
amenaza.
Es evidente que detrás de la campaña
de intervención militar en Venezuela
y el derrocamiento del gobierno
presidido por Maduro está la facción
liderada por María Corina Machado,
quien coordina el lobby para
supuestamente llevar la democracia de
regreso a Venezuela, de forma similar
al que realiza Eduardo Bolsonaro,
hijo de Jair, quien gestiona todo
tipo de sanciones para Brasil con el fin
de impedir el juicio que tiene pendiente su padre por intentar dar un golpe de
Estado el 8 de enero de 2023.
A pesar de la campaña mediática
contra Maduro y su equipo al acusarlos
de liderar un cártel del narcotráfico, no
parece viable que una operación con intervención militar
de Estados Unidos pudiera tener
éxito. Este tipo de amenazas
externas producen reacciones de unificación de las fuerzas
políticas, como ha ocurrido en Brasil
con el tema arancelario. Por otro lado, los propios informes de la DEA del año 2024 y 2025 no mencionan a Venezuela como un factor de importancia en el tráfico de drogas hacia Estados
Unidos, con lo cual las acusaciones
podrían no calzar con la realidad.
Estados Unidos evalúa los regímenes
autoritarios con un doble rasero. Es simple: te sometes a mi esfera de influencia o el costo será muy alto. Así, poco se difunde que el Presidente
Nayib Bukeke, de El Salvador,
haya modificado la Constitución para
poder ser reelecto indefinidamente,
además de haber incurrido en múltiples
casos de violación de derechos humanos.
En cualquier caso, es inadmisible que
muchos países latinoamericanos
respalden con su silencio
estrategias que, aun cuando solo queden
como amenazas, involucren la intervención
militar de Estados Unidos, o de
cualquier otro país en nuestra región, bajo acusaciones, en este caso de narcoterrorismo internacional, que nos
acerquen a una guerra.
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