miércoles, 27 de julio de 2016

¿ ES EL CRECIMIENTO DEL DESEMPLEO Y DE LA PRECARIEDAD CONSECUENCIA DE LA REVOLUCIÓN DIGITAL?

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Desempleo, precariedad, pobreza y desigualdad económico-social-laboral.- El ejemplo más objetivo y final de esta realidad, donde se combina, las consecuencias directas de las políticas neoliberales de la austeridad absoluta desde el Estado y las políticas directas de la revolución digital, la encontramos en España, hoy. “Esta debilidad del mundo laboral explica también la gran pérdida de protección social entre los trabajadores. Entre 2010 y 2014, el gasto en prestaciones por desempleo se ha reducido casi en un 25% a pesar del gran crecimiento del desempleo. Según datos de la EPA, las personas que llevan dos años o más en el paro representan casi el 45% del total de los desempleados, con más de 1,6 millones de hogares en los que ninguno de sus miembros tiene trabajo. Y entre los trabajadores, solo entre 2010 y 2013 el salario medio había descendido en 600 euros. En realidad, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el número de trabajadores pobres (es decir, que ingresan menos de lo que se considera el umbral de pobreza en España) ha pasado a ser uno de los más altos de la UE-15. La disminución de los salarios y del empleo ha sido la mayor causa del crecimiento de la pobreza, ya en sí muy alta antes de la Gran Recesión. Casi el 30% de la población española está en situación de riesgo de pobreza. La media de ingresos familiares es en España de 26.775 euros, y la media de los ingresos individuales es de 10.531 euros, habiendo descendido (en ambos casos desde 2009) un 11% en las rentas familiares y un 7% en las individuales. De nuevo, la revolución digital ha tenido muy poco que ver con estos hechos. La principal causa ha sido la avalancha del mundo del capital (que ha sido el promotor de las políticas neoliberales) en contra del mundo del trabajo, que ha ido perdiendo en este conflicto”.


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La revolución digital - la cuarta revolución - en el escenario de la globalización neoliberal y la imposición de sus políticas  de austeridad absoluta desde el Estado, genera la gran pregunta.¿ es fuente o no de mayor extensión y profundización del desempleo y la precariedad social y humana en los países desarrollados?.
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¿ ES EL CRECIMIENTO DEL DESEMPLEO Y DE LA PRECARIEDAD CONSECUENCIA DE LA REVOLUCIÓN DIGITAL?
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Vicenç Navarro.
Público. Martes 26 de julio del 2016.
Hace unos días que publiqué un artículo (La falacia del futuro sin trabajo y de la revolución digital como causa del precariado) en el que indicaba que los datos empíricos existentes no avalan la ampliamente extendida creencia de que la revolución digital es una de las causas (sino la mayor causa) del elevado desempleo y precariedad en los mercados de trabajo de los países capitalistas más desarrollados, creencia que vaticina que en un futuro próximo casi el 50% de los puestos de trabajo existentes hoy habrán sido destruidos, creando un futuro sin trabajo. En el artículo mostré datos que no apoyaban tal creencia.

Como era de esperar, el artículo creó una predecible avalancha de comentarios, algunos favorables y otros desfavorables. Algunos estaban basados en una tergiversada lectura de mi artículo, pues no negué en él que la revolución digital podría destruir empleo. En realidad señalé que sí que podría destruir empleo, señalando los sectores económicos donde ello podría ocurrir. Ahora bien, indiqué que si bien tal revolución digital (como la robótica) puede destruir trabajo, lo cierto es que también puede crear empleo. Por regla general la robótica ha permitido abaratar los precios de los productos, con lo cual se crea en el mismo o en otros sectores un aumento de la demanda específica o general, que contribuye al crecimiento de la actividad económica y a la creación de empleo. Por otra parte, la misma aplicación de la robótica requiere la creación de empleo. Todas las revoluciones tecnológicas anteriores, desde la introducción de las cadenas de montaje y las máquinas de vapor, hasta la introducción de la electricidad, han ido acompañadas de un aumento de la actividad económica y de la creación de empleo.
Como indiqué en el artículo, la evidencia científica acumulada durante todos estos años muestra que el impacto de la revolución digital sobre el empleo (y sobre los salarios) depende primordialmente del contexto político que configura la aplicación de tal revolución tecnológica. La robótica, por ejemplo, puede destruir empleo o puede permitir sustituir trabajo repetitivo por otro más intelectualmente estimulante, o puede facilitar la reducción del tiempo de trabajo, pasando a ser de 30 horas en lugar de las 40 horas de trabajo semanales.

¿Ha aumentado la productividad durante el periodo de la supuesta revolución digital?

Pero la crítica que creo que merece mayor atención es aquella que reconoce que, si bien en el pasado las nuevas tecnologías, como las máquinas de vapor o la electricidad, no habían destruido empleo, esta revolución –la digital– sí que ha destruido empleo, pues al aumentar la productividad (ahora un trabajador puede hacer el trabajo de muchos antes) se aumenta la destrucción de puestos de trabajo, y con ello aumenta el desempleo. Y frente a los datos que yo mostraba en el artículo de que, durante los años conocidos de revolución digital, la productividad apenas había aumentado, permaneciendo en unos niveles muy bajos, mis críticos señalaban que yo estaba errado, pues si hubiera incluido un periodo mayor hubiera visto un aumento muy marcado de la productividad a partir de la década de los años noventa en el pasado siglo XX. En tal crítica se reconocía que el crecimiento de la productividad fue muy bajo (1,7% de crecimiento anual) durante la década de los años setenta (1971-1980), y también muy bajo (1,7%) en los años ochenta (1981-1990). Ahora bien, los autores de tal crítica añadieron que el crecimiento fue mucho más rápido (2,3%) en la siguiente década (1991-2000), crecimiento que se mantuvo alto (2,4%) en la siguiente década (2001-2010). Y dichos autores atribuían tal expansión de la productividad a la revolución digital.
El problema en este argumento es que al tomar el cambio anual de la productividad medido por décadas (la de los años setenta versus los años ochenta, versus los años noventa, versus la primera década del siglo XXI), no estamos comparando manzanas con manzanas, sino con rábanos. Hay que comparar los datos del crecimiento de la productividad anual por ciclos económicos y no por décadas. El periodo 2000-2010, por ejemplo, incluye un periodo de fuerte crecimiento de la economía y de la productividad al principio de la década, seguido de otro periodo caracterizado por un crecimiento económico y un aumento de la productividad muy débil, que no alcanzó a ser del 1,0%. En realidad, tanto el crecimiento económico como el crecimiento de la productividad fueron mucho más bajos después del 2005 que los que hubo durante todo el periodo 1975-1995. Si se analiza el crecimiento de la productividad en los sectores no agrícolas de EEUU, puede verse (U.S. Bureau of Labor Statistics) que tal crecimiento es muy bajo. Si la revolución digital hubiera sido tan efectiva y extendida como mis críticos sostienen, tendríamos que haber visto un gran crecimiento de la productividad. No lo vimos.

¿Cómo se explica el desacoplamiento del crecimiento de la productividad y el crecimiento de empleo?

Otro argumento que se aduce a favor del impacto negativo de la revolución digital en el empleo es que mientras que los periodos anteriores de gran crecimiento económico y de gran aumento de la productividad fueron acompañados de una gran creación de empleo, a partir del año 2000 el crecimiento económico y de la productividad no ha ido acompañado de un crecimiento de ese empleo. Y ello se atribuye, de nuevo, a la revolución digital.
Pero tal como acabo de indicar (y expandí en mi artículo anterior), el crecimiento de la productividad no ha sido mayor, sino al revés, ha sido menor que en épocas anteriores. Podría argumentarse que ello se debe a que tal revolución digital ha sido menos extensa de lo que se asume, o que el impacto de esta revolución digital depende de otras variables, de las cuales las políticas –como yo sostengo en mi tesis- son las determinantes. Es siempre necesario no confundir el crecimiento de la productividad en un sector de la economía con el crecimiento de la productividad promedio en toda la economía. Una cosa es el establecimiento de una tecnología y otra es su difusión. Por otra parte, toda la evidencia apunta a que las variables políticas, y muy en particular la relación capital-trabajo (lo que solía llamarse la lucha de clases), son determinantes para entender la evolución del empleo.

La precariedad en España.

Los datos muestran claramente que la precariedad en el mercado español ha crecido masivamente durante los años de la Gran Recesión. Tal fenómeno ha ocurrido con especial intensidad en el sur de Europa (y muy en especial en Grecia, España y también en Portugal), donde el mundo empresarial ha tenido históricamente un gran poder, mientras que el mundo del trabajo ha sido débil (con sindicatos débiles y con partidos de izquierdas divididos y en conflicto). Estas son las raíces del enorme crecimiento del desempleo, de la baja tasa de ocupación, del gran deterioro del mercado de trabajo y del descenso de los ya muy bajos salarios. Y son también estos países los que tienen unos de los gastos públicos por habitante en las transferencias y servicios públicos del Estado del Bienestar más bajos de la UE-15 (el grupo de países económicamente más avanzados de la UE). En ninguna de estas situaciones la revolución digital ha tenido mucho que ver con tales hechos. En realidad, tal revolución digital está mucho más atrasada en el sur que en el norte de Europa.

¿La recuperación económica? La precariedad continúa siendo altísima.

He escrito extensamente mostrando que las políticas públicas neoliberales (las políticas de austeridad, causa de los enormes recortes del gasto público social, y las reformas laborales, responsables del enorme deterioro del mercado del trabajo) han tenido un impacto muy negativo en el mundo del trabajo, causando una disminución de las rentas del trabajo a costa del crecimiento de las rentas del capital (ver mi libro Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante, Editorial Anagrama, 2015). España es uno de los países de la UE-15 que tiene unas de las rentas del trabajo más bajas. En este país, los ingresos salariales han alcanzado un récord a la baja: en el año 2013 representaron solo un 47,2% del PIB. A principios de la crisis, en 2007, eran casi el 50% del PIB.

Últimamente el gobierno español alardea de que España es el país de la UE-15 que crea más empleo, sin aclarar que la gran mayoría de este empleo es precario, precariedad que alcanza dimensiones masivas entre los jóvenes que consiguen tener trabajo. En realidad, la situación entre los jóvenes es incluso peor de lo que señalan estos datos, en sí deprimentes. Y ello se debe a que estas cifras ocultan que un número muy elevado de jóvenes ha tenido que exiliarse para encontrar trabajo y otros han abandonado la búsqueda de trabajo, alargando deliberadamente el periodo de estudios.

Una nota importante que cabe señalar es que la precariedad aparece tanto entre los trabajadores con elevadas cualificaciones como entre los poco cualificados. La precariedad se presenta no solo en el comercio, la construcción, el turismo, los servicios domésticos y el trabajo agrícola, sino también en sectores de elevada cualificación y en personal cualificado, tales como los médicos, los ingenieros, los arquitectos, los abogados o los maestros. Los contratos cortos, temporales, con salarios bajos, se han estado expandiendo en estos sectores, que se consideraban protegidos. Y, de nuevo, ello tiene poco que ver con la revolución digital, y sí mucho que ver con la debilidad del mundo sindical o asociativo.

El ataque al mundo del trabajo.

Esta debilidad del mundo laboral explica también la gran pérdida de protección social entre los trabajadores. Entre 2010 y 2014, el gasto en prestaciones por desempleo se ha reducido casi en un 25% a pesar del gran crecimiento del desempleo. Según datos de la EPA, las personas que llevan dos años o más en el paro representan casi el 45% del total de los desempleados, con más de 1,6 millones de hogares en los que ninguno de sus miembros tiene trabajo. Y entre los trabajadores, solo entre 2010 y 2013 el salario medio había descendido en 600 euros. En realidad, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el número de trabajadores pobres (es decir, que ingresan menos de lo que se considera el umbral de pobreza en España) ha pasado a ser uno de los más altos de la UE-15. La disminución de los salarios y del empleo ha sido la mayor causa del crecimiento de la pobreza, ya en sí muy alta antes de la Gran Recesión. Casi el 30% de la población española está en situación de riesgo de pobreza. La media de ingresos familiares es en España de 26.775 euros, y la media de los ingresos individuales es de 10.531 euros, habiendo descendido (en ambos casos desde 2009) un 11% en las rentas familiares y un 7% en las individuales. De nuevo, la revolución digital ha tenido muy poco que ver con estos hechos. La principal causa ha sido la avalancha del mundo del capital (que ha sido el promotor de las políticas neoliberales) en contra del mundo del trabajo, que ha ido perdiendo en este conflicto.

Y las consecuencias económicas, sociales y humanas han sido enormes. En realidad, estas políticas de austeridad y de reformas laborales han creado un enorme problema de falta de demanda, la principal causa del escaso crecimiento de la UE y de España. El descenso de los ingresos al Estado es el resultado de ello, como bien muestran los datos. A pesar del “enorme” aumento del número de cotizantes a la Seguridad Social (que es presentado errónea y maliciosamente por parte del gobierno Rajoy como señal de su éxito en la creación de empleo), los ingresos a la Seguridad Social apenas han crecido. Mientras, la cuantía del gasto público dedicado a crear empleo se ha visto reducida a la mitad durante la Gran Recesión, y como he indicado anteriormente, el gasto en el seguro público de desempleo ha disminuido (desde 2010) casi un 25%. Todo ello ha tenido un coste humano tremendo. Es bien conocido que las crisis económicas tienen un coste elevadísimo para la salud, la calidad de vida y el bienestar de las poblaciones. Esta realidad está bien documentada (ver el libro de Vicenç Navarro y Carles Muntaner, The Financial and Economic Crises and Their Impact On Health and Social Well-Being, Baywood, 2014).

En España la situación es incluso más acentuada. La siniestralidad laboral creció un 3,3% en los primeros seis meses del año, una situación en la que casi dos trabajadores mueren, como promedio, por condiciones laborales cada día. La “violencia” laboral es mayor que cualquier tipo de violencia en España. Y digo violencia porque un gran número de tales muertes, aunque son evitables, no se evitan. Esta violencia es resultado del miedo que el trabajador precario tiene a perder el empleo. Y, de nuevo, esto tiene poco que ver con la revolución digital.

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martes, 26 de julio de 2016

UNA IZQUIERDA LATINOAMERICANA SIN ECOLOGÍA CAERÁ DE NUEVO EN LA CRISIS DE LOS PROGRESISMOS.

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Pero el problema es que esa relación entre los nuevos gobiernos y la temática ambiental comenzó a crujir. Esas administraciones optaron por estrategias de desarrollo donde priorizaban metas económicas a costa de altos impactos ambientales. Sus expresiones más claras fueron la explotación minera y petrolera, y los monocultivos. Se generó una relación perversa, ya que a medida que más se profundizaba ese perfil extractivista, menos se podían atender las cuestiones ambientales, y más protestas y resistencias ciudadanas se acumulaban. Muchos ambientalistas que estaban dentro de los gobiernos se alejaron, y lo que permanecieron se desprendieron de sus compromisos con la Naturaleza. Algo similar ocurrió en otras áreas, especialmente las políticas sociales, volcándose al asistencialismo monetarizado. Es de esta manera que estaba en marcha la divergencia entre las izquierdas plurales y abiertas iniciales y un nuevo estilo político, el progresismo. La maduración hacia al progresismo ocurrió en todos los países. Más allá que en algunos casos se citaba a Marx o Lenin, en todos se acentúo la subordinación a los mercados globales como proveedores de materias primas, los planes de ataque a la pobreza se enfocaron sobre todo en paquetes de asistencias monetarizadas, y se rompieron las relaciones con muchos movimientos sociales. Ese progresismo no es neoliberal, pero está claro que abandonó los compromisos de aquellas izquierdas iniciales en cuestiones como la radicalización de la democracia, ampliar las dimensiones de la justicia y proteger el patrimonio ecológico.


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UNA IZQUIERDA LATINOAMERICANA SIN ECOLOGÍA CAERÁ DE NUEVO EN LA CRISIS DE LOS PROGRESISMOS.
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Eduardo Gudynas.

Rebelión martes 26 de julio del 2016.

Comencemos planteando con claridad algunas cuestiones recientes en las relaciones entre izquierda y ambiente en América Latina: los progresismos gobernantes actuales son regímenes políticos distintos a las izquierdas que les dieron origen, y en esa diferenciación, la incapacidad para abordar la temática ambiental jugó unos papeles clave. Por lo tanto, cualquier renovación de la izquierda sólo es posible si se incorpora la mirada ecológica. En caso contrario, la izquierda volverá a caer en meros progresismos.

Las izquierdas latinoamericanas, por lo menos desde la década de 1970, tuvieron unas enormes dificultades en aceptar y abordar la problemática ambiental. Unos veían esos temas como excentricidades burguesas importadas del norte; otros consideraban que entorpecerían planes de industrialización; y finalmente, estaban los que entendían que en la militancia, por ejemplo, en las fábricas, era inviable atender cuestiones ecológicas.

Pero también existían algunos grupos o militantes que abordaban esas cuestiones, por muy diversos motivos. Unos respondían a demandas ciudadanas, por ejemplo las que partían de organizaciones campesinas que denunciaban tanto injusticias económicas como la contaminación de sus tierras y aguas. Otros entendían que una crítica radical al capitalismo era incompleta sino se consideraba el papel subordinado de América Latina como proveedora de materias primas (o sea recursos naturales). Se pueden sumar otras cuestiones, pero más allá de todo eso, debe reconocer que todos ellos desempeñaban papeles secundarios en el seno de la mayor parte de las organizaciones políticas de la izquierda.

Las cosas no eran mejor a nivel internacional, ya que sea en agrupamientos partidarios como en la reflexión teórica, la cuestión ambiental era minimizada o marginada. Esfuerzos intensos en poner sobre el tapete, por ejemplo a un Marx en clave ecológica (como es la propuesta de John Bellamy Foster) o la insistencia en una ecosocialismo (apuntada por Michael Lowy), tuvieron impactos acotados.

Un cambio sustancial ocurrió a fines de los años noventa y principios de la década del 2000. Buena parte de ambientalismo políticamente militante colaboró, apoyó o participó directamente en conglomerados de unas izquierdas más amplias y plurales que luchaban contra gobiernos conservadores y posturas neoliberales. En varios países esos grupos las elecciones. Hubo un aporte ambientalista en las victorias de Alianza Pais en Ecuador, el PT y sus aliados en Brasil, el MAS en Bolivia, y el Frente Amplio en Uruguay; en menor medida también participaron en Venezuela.

En los planes de aquellas izquierdas se incorporaban temas ambientales, en varios casos con mucha sofisticación al proponer cambios radicales en las estrategias de desarrollo, el ordenamiento territorial o el manejo de los impactos ambientales. Unos cuantos ambientalistas entraron a esos nuevos gobiernos, y desde allí se lanzaron algunas iniciativas remarcables.


El caso más destacado tuvo lugar en Ecuador, donde esos militantes verdes cosecharon algunos éxitos notables. Fueron claves en instalar, por ejemplo, la propuesta de una moratoria petrolera en la Amazonia, no solamente como una defensa de su biodiversidad sino también como un aporte para el cambio de la matriz energética. Ellos también representaron un apoyo clave en el reconocimiento de los derechos de la Naturaleza en la nueva constitución ecuatoriana, convirtiéndola en la más avanzada del mundo en esa materia. La izquierda más institucionalizada que se encontraba en los países del Cono Sur (Argentina, Chile y Uruguay) no ponderó como debía las innovaciones ambientales en el primer gobierno de R. Correa.

Pero el problema es que esa relación entre los nuevos gobiernos y la temática ambiental comenzó a crujir. Esas administraciones optaron por estrategias de desarrollo donde priorizaban metas económicas a costa de altos impactos ambientales. Sus expresiones más claras fueron la explotación minera y petrolera, y los monocultivos. Se generó una relación perversa, ya que a medida que más se profundizaba ese perfil extractivista, menos se podían atender las cuestiones ambientales, y más protestas y resistencias ciudadanas se acumulaban. Muchos ambientalistas que estaban dentro de los gobiernos se alejaron, y lo que permanecieron se desprendieron de sus compromisos con la Naturaleza. Algo similar ocurrió en otras áreas, especialmente las políticas sociales, volcándose al asistencialismo monetarizado. Es de esta manera que estaba en marcha la divergencia entre las izquierdas plurales y abiertas iniciales y un nuevo estilo político, el progresismo.

La maduración hacia al progresismo ocurrió en todos los países. Más allá que en algunos casos se citaba a Marx o Lenin, en todos se acentúo la subordinación a los mercados globales como proveedores de materias primas, los planes de ataque a la pobreza se enfocaron sobre todo en paquetes de asistencias monetarizadas, y se rompieron las relaciones con muchos movimientos sociales. Ese progresismo no es neoliberal, pero está claro que abandonó los compromisos de aquellas izquierdas iniciales en cuestiones como la radicalización de la democracia, ampliar las dimensiones de la justicia y proteger el patrimonio ecológico.

Incluso en Ecuador, el mismo gobierno que sancionó una nueva Constitución con los derechos de la Naturaleza, incumplió ese mandato allí donde ponía en riesgo los extractivismos; los que lograron su primera victoria electoral gracias al apoyo de movimientos sociales, al poco tiempo se burlaría y hostigaría a indígenas y ambientalistas.

Hoy se admite que ese progresismo está en crisis, como es evidente en Brasil, y que incluso ha perdido elecciones nacionales (Argentina) o regionales (Bolivia). Pero ha pasado desapercibido para algunos es que en esa diferenciación entre izquierdas y progresismos, la temática ambiental jugó un papel clave. El progresismo aceptó los impactos ambientales de los extractivismos ya que priorizó como opción económica la exportación de materias primas. A su vez, a medida que escalaba la resistencia ciudadana a esos emprendimientos, esos regímenes pasaron a ignorar, rechazar e incluso criminalizar a las organizaciones ciudadanas que ponían en evidencia los impactos negativos de esos extractivismos.

Hay muy poco de la sensibilidad social de izquierda en que un gobierno le imponga a comunidades campesinas un proyecto megaminero, o que fuerce la entrada de petroleras dentro de tierras indígenas, o que amenace con exiliar a los miembros de ONGs que alertan sobre esos impactos.

Los progresismos a medida que más se alejaban de la izquierda, más se hundían en contradicciones teóricas y prácticas. No dudaron entonces en apelar a mezclas bizarras entre citas marxistas y denuncias al imperialismo, junto a acuerdos comerciales con empresas transnacionales que se llevaban sus recursos. Invocaban al pueblo pero no dudaban en criminalizar la protestas ciudadana, e incluso en unos casos pasaron a la represión.

La lección de estas experiencias es que la ausencia de una dimensión ambiental en la izquierda, en América Latina, y en este momento histórico, no constituye un pequeño déficit. Por el contrario, es uno de los factores que explica que esa izquierda pierda su esencia para convertirse en meros progresismos.

Por el contrario, una izquierda propia de nuestro continente debe abordar las cuestiones ambientales porque América Latina se caracteriza por una enorme riqueza ecológica. Aquí se encuentran las reservas más grandes de áreas naturales y las mayores disponibilidades de suelos agrícolas. El uso que se hace sobre ese patrimonio ambiental no sólo involucra las necesidades de nuestra propia población, sino que nutre a múltiples cadenas productivas globales con enormes repercusiones geopolíticas.

Además, una izquierda del siglo XXI debe ser ecológica porque la actual evidencia indica sin lugar a dudas que estamos sobreexplotando esos recursos, que las capacidades del planeta para lidiar con los impactos ambientales han sido rebasadas, y que problemas planetarios como el cambio climático ya se están manifestando. Por lo tanto, pensar una izquierda sin ecología sería una apuesta política desconectada de América Latina y de la coyuntura actual.

Finalmente, el compromiso de esta nueva izquierda está en la justicia social y ambiental, donde una no puede ser alcanzada sin la otra. Esto permite un reencuentro con muchos movimientos sociales, un redescubrimiento de los problemas reales de las estrategias de desarrollo actuales, y un llamado a una renovación teórica. Es por eso que en esa íntima asociación entre la justicia social y ambiental, están los mayores desafíos para una renovación de las izquierdas en América Latina.

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Versión revisada de la contribución para el lanzamiento de la sección en ecología y ambiente de La Izquierda Diario www.laizquierdadiario.com (Argentina), 22 julio 2016. Eduardo Gudynas es militante en temas de ambiente y desarrollo, integra el equipo del Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES), es docente en distintas universidades latinoamericanas y acompaña a diferentes movimientos ciudadanos. Twitter: @EGudynas


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lunes, 25 de julio de 2016

ESTADOS UNIDOS: ¿ CUÁL VA USTED A ESCOGER: HILLARY O TRUMP?.

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¿DONALD O HILLARY, HILLARY O DONALD?.- ARTILIO BORON.- Estos días, después de la nominación de Donald Trump como candidato por el partido republicano, varios medios me preguntaron quién sería más conveniente para América Latina, si él o Hillary Clinton.

Mi respuesta: ninguno de los dos, porque lo que importan no son tanto las personas como la alianza social a quien ellos representan. Y esta alianza es la “burguesía imperial” o el “complejo militar-industrial-financiero”, al cual ambos responden si bien con características idiosincráticas propias. Por eso creo que la pregunta está mal formulada. Ningún presidente de Estados Unidos se ha apartado, desde George Washington hasta aquí, de las premisas fundantes que guían las relaciones hemisféricas y que condenan a nuestros países a la condición de inertes satélites del centro imperial:

(a) mantener América Latina y el Caribe como el “patio trasero” de Estados Unidos que no admite la intromisión de terceras potencias (Doctrina Monroe, 1823);

(b) fomentar la desunión y la discordia entre los países del área y oponerse con total intransigencia ante cualquier proceso de integración o unificación. Por eso, Washington sabotea a la UNASUR, a la CELAC, mismo al MERCOSUR, ni hablemos del ALBA-TCP, Petrocaribe, Banco del Sur o Telesur. Esta política arranca desde los tiempos del Congreso Anfictiónico de Panamá en 1826 y continúa hasta hoy.

(c) el tristemente célebre “corolario de (Theodore) Roosevelt”, de 1904, en el que Estados Unidos se arroga el derecho a intervenir en los países del área sus gobiernos sean “incapaces de mantener el orden dentro de sus fronteras y se comporten con una justa consideración hacia sus obligaciones con el extranjero.” Y más adelante prosigue diciendo que: “siempre es posible que las acciones ofensivas hacia esta nación (Estados Unidos) o hacia los ciudadanos de esta nación (eufemismo por empresas norteamericanas) de algunos Estados incapaces de mantener el orden entre su gente, incapaces de asegurar la justicia hacia los extranjeros que la tratan bien, pudieran llevarnos a adoptar acciones para proteger nuestros derechos; pero tales acciones no se adoptarían con miras a una agresión territorial y serían adoptadas sólo con una extrema aversión y cuando se haya hecho evidente que cualquier otro recurso ha sido agotado”.


Fieles a estas premisas no tiene sentido alguno preguntarse si Trump ni Clinton serían más convenientes para América Latina. Quizás podríamos especular sobre quien sería menos malo. En tal caso creo que entre estas dos malas personas, inmorales y corruptas, tal vez la menos dañina podría ser Hillary, pero nada más que eso. Ella y Trump representan, con ligeros matices, lo mismo: la dictadura "legal" del gran capital en Estados Unidos.

Trump es más impredecible y esto no necesariamente sería malo. Hasta podría despegarse ocasionalmente del “complejo militar-industrial-financiero”, pero su compañero de fórmula –un cristiano evangélico de ultraderecha- es un troglodita impresentable.

Hillary es muy predecible, pero su record como Secretaria de Estado en la administración Obama es terrible. Recuérdese, entre muchas otras cosas, la carcajada con que recibió la noticia del linchamiento de Muammar El Gadaffi, gesto moralmente inmundo si los hay. Como senadora se consagró como una descarada lobbista de Wall Street, del complejo militar-industrial y del Estado de Israel.

América Latina no puede esperar nada bueno de ningún gobierno de Estados Unidos, como lo ha demostrado la historia a lo largo de más de dos siglos. Puede, ocasionalmente, aparecer algún presidente que marginalmente pueda producir situaciones puntualmente favorables para nuestros países, como ha sido el caso de James Carter y su política de Derechos Humanos, concebida para hostigar a la Unión Soviética e Irán pero que, indirectamente, sirvió para debilitar las dictaduras genocidas de los años setentas. Pero nada más que eso. Nosotros tenemos que forjar la unidad de nuestros pueblos, como lo querían Artigas, Bolívar y San Martín en los albores de las luchas por nuestra independencia. No tenemos nada bueno que esperar de los ocupantes de la Casa Blanca cualquiera sea el color de su piel o su procedencia partidaria.


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ESTADOS UNIDOS: ¿ CUÁL VA USTED A ESCOGER: HILLARY O TRUMP?.
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Yuri Weky Silva.

ALAI. Viernes 22 de julio del 2016.

Esa debe ser la pregunta que se formulan entre amigos y familiares los vecinos del norte. Están frente a un juego sin salida, en el cual el pueblo siempre pierde ya que las votaciones allá son sui generis. “Se  vota  por  un partido   y ese  partido  o  el  candidato designa  los  Grandes  Electores  que  a su  vez  conforman  un  Colegio  electoral que  al  final es  quien  elige  al presidente  sin  respetar  la  voluntad  electora  ni   el número  de  votos  que  obtenga   el candidato”.[1] El árbitro lo sabe, pero los participantes   se desentienden.  Juego al gato y al ratón y el gato gana. Cuando, diariamente, leemos las noticias internacionales y nos informamos de quienes son los personajes en la contienda electoral de EEUU, qué hacen, qué han hecho, qué dicen, pensamos en el pasado de nosotros - como país- y las votaciones que se sucedían aquí entre los partidos del puntofijismo. No suelo ocuparme de nombres cuando escribo sin embargo en este caso quiero contrastar, sólo  como ejercicio, de lo que declaran y  se reseña a través de las páginas de reconocidos diarios mundiales.

Las ofertas de los candidatos, que nos ocupan, no responden a un país que se encuentra en un estado de violencia, de crisis económica, de cuestionamiento moral por las sucesivas guerras que provocan, las invasiones e injerencias contra gobiernos legítimos. No leemos sus programas en los cuales se incluyan- con respeto- las mayorías (afroamericanos, latinos, pueblo). No leemos sobre un plan de salud, educación gratuita, vivienda, catástrofes. ¿Qué dicen sobre Guantánamo y el bloqueo a Cuba? ¿Qué dicen sobre el respeto a la Región y sus gobiernos progresistas?  El show es entre contrincantes que quieren poder. Avergüenza que la campaña se base en insultos y acusaciones entre los personajes ejemplo de ello, Donald Trump dijo: “La precandidata del Partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Hilary Clinton, ha ladrado como un perro para ilustrar una de sus ideas”.

Leemos  las graves acusaciones por parte de la demócrata , favorita del poder financiero y los lobbies a quien ya llaman “Killary”, cuando públicamente señaló que los republicanos fueron los que organizaron, entrenaron y financiaron el estado islámico al igual que hicieron con Al Qaeda en Afganistán en 1985.  Las contradicciones de la candidata nos advierte de su compromiso con el terrorismo cuando en noviembre del 2015 declara: de ser elegida no apoyará una declaración formal de guerra contra el Estado Islámico. ¿Se contraría a si misma con respecto al tema? ¿Estamos ante un terrorismo planificado y financiado, desde su patio, para expoliar a Siria? Responde el Estado Islámico a una política de Estado de expansión y hegemonía de los EEUU? ¿Con ello han logrado petróleo barato con la complicidad de Turquía?

La aspirante -comprometida con el status quo- expuso en New Hampshire que: una declaración de guerra contra el Estado Islámico (EI) podría ser ineficaz por ser una organización extendida en todo el Oriente Medio. ¿Nos inquirimos es que acaso su país no es la primera fuerza militar en el planeta?   En septiembre del 2015 nos vuelve a sorprender con sus argumentos. Mientras defendió el acuerdo nuclear iraní [2]  afirmó que: no dudará en usar la fuerza militar si Irán intenta obtener un arma atómica.  Olvidó los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki ordenados por Harry Truman presidente de los Estados Unidos (6 y 9 de agosto del 45) La jefatura del mundo decide que deben hacer o no los países. ¿No es su país, su gobierno un supra poder?   ¿Habla de injerencia?  No olviden sus palabras referentes a Libia: “Fuimos, vimos y él murió” al referirse al asesinato de Gadafi.   Esto son sólo pocos ejemplos para conocerla. 

En tanto el multimillonario Donald Trump habla en Denver de construir un muro en la frontera con México para frenar las inmigraciones. Inevitablemente pensamos en.el territorio Mexicano (1846- 1848) y la política expansionista de EEUU que condujo a la pérdida de casi un 50 por ciento de Texas. Pensamos también en la cantidad de desplazados colombianos que han encontrado una patria en Venezuela (con todos los derechos en salud y educación) y todo el escándalo generado por la prensa internacional por el cierre de las fronteras para frenar el contrabando de extracción de combustible y alimentos, aunado al paramilitarismo proveniente de Colombia y su consecuente sicariato y desapariciones forzadas en nuestro país.

Nos escandaliza el empresario estadunidense, en un mitin en Ohio. Defiende la tortura para militantes del Estado Islámico y precisó que la técnica del ahogamiento simulado que fue utilizado durante el gobierno de George Bush con los sospechosos de terrorismo:

Me gusta mucho la idea. No creo que sea lo suficientemente dura”. Su conducta belicista se expresa cuando afirma que de ser elegido como presidente el 8 de noviembre: “Es muy posible que tengamos que utilizar para combatir el EI a las fuerzas militares de la OTAN". ¿Estamos en presencia de una conflagración mundial anunciada? ¿Qué ha pasado hasta ahora cuando EEUU ha luchado contra este grupo? ¿Es superior el EI o no se le ha combatido?

Ante esas dos fuerzas que se confrontan para llegar al poder, de obtener el triunfo cualquiera de los dos, nos preguntamos: ¿Por quién votaran los vecinos del norte? ¿Por cuál de dos candidatos si Trump insulta a los inmigrantes, a las mujeres, a los musulmanes, a los afroamericanos, a los judíos además de representar los intereses del gran capital? Por Hilary, guerrerista, expansionista, cómplice de las políticas del gobierno de B. Obama desde su ejercicio en la Secretaria de Estado desde el 2009 al 2013?

¿Qué se puede esperar de quien resulte electo para gobernar?

1)      ¿Hay esperanza de que cese la injerencia contra el País bolivariano?
2)      ¿Se derogará el Decreto de Obama con respecto a Venezuela?  
3)       ¿Continuarán, desde EEUU, minando la estabilidad en el mundo?
4)       ¿Prolongarán el financiamiento a la ultra derecha venezolana?
5)    ¿Habrá cambios positivos de orden sociopolíticos para la mayoría estadounidense?
6)       ¿Se evitará la guerra, se luchara por la paz y la justicia social?
7)      ¿Se pondrá fin a las sanciones contra Cuba y Rusia?
8)      ¿Propulsarán una política exterior pacifista y respetarán los gobiernos legítimos y las soberanías de las naciones?
9)       ¿Se retirarán las Bases militares esparcidas por el mundo?
10)   ¿Se respetarán los tratados internacionales para la preservación de la vida en el planeta?
11)   Cesará el racismo y la represión contra la población afroamericana en EEUU?
12)   ¿Dejaran de expoliar los pueblos?
13)   ¿Por qué estos candidatos no se han pronunciado con respecto a la recuperación -con el concurso de la Fuerza Aérea de Rusia- de la ciudad de Palmira, que permanecía tomada desde el año pasado por el EI?
14)  ¿Por qué se silencian contra la represión que ejerce la policía en su país?
15)  ¿Democratizarán la educación? 
16)  ¿Eliminarán la pena de muerte en los 31 estados que aún la practican?  Hago la siguiente acotación, entre los delitos federales por los que una persona puede ser condenada a muerte están: la traición a la patria, el espionaje, los crímenes de guerra, el uso de arma química. No puedo obviar un comentario: En Venezuela se pretendió este año 2016 desde la Asamblea Nacional-dominada por la derecha opositora al gobierno bolivariano- poner en vigencia una ley de amnistía que perdonaba todos los delitos contra la patria.

Ante las declaraciones de los candidatos entiendo por qué los vecinos se preguntan: Lemuel allez-vous choisir:   Hilary o Trump?,  Which will you choose: ¿Hilary o Trump?,

Cuál va usted a escoger: ¿Hilary o Trump?

Caracas, 4 de julio de 2016.

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[1] Weky Y. Breve parangón entre dos maneras de elegir. Caracas   2012.

 [2] Nota: China, EE.UU., Francia, Inglaterra, Rusia y Alemania llegaron a un acuerdo para limitar el programa nuclear iraní a cambio de levantar las sanciones internacionales y multilaterales. Julio 2015.

Yury Weky Silva.

Profesora de castellano y literatura y licenciada en Letras 
Autora  de  “La  Revolución  es  un  camino  sin  tregua” (2003) “Por los  caminos” (2005) “Caminos  de  revolución” (2007) coautora de “El socialismo  en el siglo XXI” (2006).


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domingo, 24 de julio de 2016

ESTADOS UNIDOS: ARMAS, JUGUETES Y RACISMO.

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Armas, juguetes, racismo- pobreza y exclusión social -violenta en la Ciudad de Cleveland, más allá fiesta y despilfarro financiado por el erario público. Convención Nacional de los republicanos, Elección y aceptación de su Candidato Presidencial el sr. Trump. Presencia de la Asociación Nacional del Rifle - NRA - esa poderosa organización militarista, racista - que permite la compra y exhibición de las armas en las calles en forma libre - portadas en sus cinturones - una policía, siempre con armas disponibles en el instante contra los derechos humanos de la población afro-descendiente, afro-americana - contaminada con la muerte de niños y la violencia y finalmente era un "acontecimiento" de seguridad nacional, por ,lo tanto los servicios secretos estaban a la orden, cuando se presentó en las afueras de la Convención una "simple protesta social" de una cuantas mujeres que presentaban unas 500 pelotas de Tenis como símbolo de protesta ante el uso libre de las armas. Este es el escenario nacional más el "vibrante, elocuente" discurso del Candidato - discurso lleno de políticas xenofóbicas" y su terrible Muro de separación con México y la migración ilegal. 


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Amy Goodman, periodista y Conductora del Noticiero Democracy Now. Estados Unidos.

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ESTADOS UNIDOS: ARMAS, JUGUETES Y RACISMO.
Convención Nacional Republicana.
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Amy Goodman y Denis Moynihan.

Democracy Now!.

Rebelión sábado 23 de Julio del 2016.

Bienvenidos a la ciudad de Cleveland, donde esta semana se celebró la Convención Nacional Republicana. La Convención Republicana es una fiesta privada minuciosamente guionada y montada, con una puesta en escena calibrada hasta el detalle y con gran despilfarro que se financia con fondos públicos. Aquí, los delegados acreditados, la mayoría de los cuales son activistas del Partido Republicano provenientes de todo el país, circulan en el interior de un perímetro militarizado demarcado para lo que las autoridades han designado como un “evento especial de seguridad nacional”. Por lo tanto, el Servicio Secreto de Estados Unidos ha tomado control total de la zona, en este caso, el centro de Cleveland. La zona está rodeada por un vallado de acero negro, provisorio pero imponente, patrullado por todo el espectro policial, desde la policía local hasta equipos SWAT federales. Aún así, debido a que Ohio cuenta con leyes extremadamente tolerantes para la regulación de las armas de fuego, la gente puede “portarlas libremente” aquí. Y lo hacen. Al caminar por calles del centro de la ciudad, muchos de los simpatizantes de Trump han exhibido con orgullo las armas de fuego que portan en el costado de su cuerpo, incluso armas semiautomáticas como el AR-15.

Sin embargo, no todo se puede portar libremente. Muchas cosas están prohibidas: las pelotas de tenis, los sobres de dormir, los palos para autofotos o selfie sticks y los productos enlatados. Para poner de manifiesto lo absurdo de la situación, la organización pacifista de mujeres Code Pink llevó a cabo una manifestación ante el puesto de control de acceso a la Convención Republicana. Aproximadamente una docena de mujeres vestidas de rosado llevaban en sus carteras 500 pelotas de tenis rosadas y verdes que tenían escrita la frase “Prohíban las armas, no las pelotas". Frente al puesto de control, las mujeres comenzaron a lanzarse las pelotas entre ellas.

Rápidamente la policía de Cleveland formó un cordón policial que intentó hacer un círculo en torno a las manifestantes. Los agentes procedieron a confiscar las pelotas de tenis. Hubo confusión cuando uno de los agentes consultó a un superior “¿Qué hacemos con las pelotas?”. “Pónganselas en los bolsillos”, fue la exasperada respuesta. La policía amplió con agresividad el cordón, empujando a observadores y periodistas para apartarnos. Logramos esquivarlos y acercarnos a las activistas para preguntar a la integrante de Code Pink Chelsea Byers qué era lo que estaba sucediendo:

“Estamos aquí, para decir que es ridículo que la Convención Nacional Republicana haya prohibido las pelotas de tenis y aún así sigan permitiendo que se porten armas libremente por estas calles. Si les preocupa la seguridad, deberían sacar las armas de estas calles en lugar de prohibir los juguetes".

Para apoyar a la policía de Cleveland, llegó un gran contingente de la Policía Estatal de Indiana y luego fue desplegada la policía antidisturbios. Finalmente, llegó un cuerpo de oficiales montados a caballo. Todo este despliegue por quince mujeres y un hombre de Code Pink y sus 500 pelotas de tenis.

La segunda velada de la Convención Republicana estaba por comenzar. Miles de personas ingresaban al Quicken Loans Arena. Por primera vez en la historia, un representante de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) estaba invitado a pronunciar un discurso en el marco de la Convención.

La cofundadora de Code Pink Medea Benjamin nos dijo durante la acción de protesta:

“Pensamos que, desafortunadamente, la Asociación Nacional del Rifle ha estado diagramando la agenda de todo el país, en especial la del Partido Republicano. Es lamentable que la NRA tenga tanto poder en este país. Es por eso que observamos armas en nuestras calles y gente baleada cada día, cada hora de cada día". Finalmente, una vez que todas las pelotas de tenis fueron confiscadas de manera segura, la policía se retiró.

A noventa cuadras de la Convención Republicana, en Cudell, un vecindario mayoritariamente afroestadounidense de Cleveland, se alza en un parque infantil del vecindario un pequeño santuario de peluches y cruces. El 22 de noviembre de 2014, Tamir Rice, de doce años de edad, estaba jugando en ese parque con un arma de juguete en sus manos. Alguien llamó al 911 para denunciar el arma, aunque aclaró en la llamada que era posible que el arma no fuera real. Dos agentes de policía de Cleveland se precipitaron al lugar. Condujeron velozmente por el césped y en cuestión de segundos abrieron las puertas del patrullero y le dispararon a Tamir en el estómago. La muerte de Tamir Rice a manos de la policía reavivó las protestas que se llevaban a cabo desde hacía algunos meses cuando la policía mató a Eric Garner en Staten Island y a Michael Brown en Ferguson, Missouri.

Mientras estábamos realizando nuestra cobertura de la Convención Republicana, visitamos el lugar donde Tamir recibió los fatales disparos. Nuestra guía fue la ex senadora estatal de Ohio Nina Turner. Como madre afroestadounidense, la exsenadora Turner mantuvo esa conversación tan familiar con su hijo acerca de la manera en que tiene que actuar frente a la policía... cuando no lleva puesto el uniforme. Su hijo es agente de policía, al igual que lo fue su esposo, que actualmente está jubilado. De pie en el lugar donde le dispararon a Tamir, justo el día en que fueron asesinados en Baton Rouge tres agentes de policía y una semana después de que otros agentes murieran baleados en Dallas, Nina Turner compartió con nosotros su punto de vista único:

“La mayor brecha que tenemos en este país es una brecha de valor, es el hecho de que la vida de un afroestadounidense en realidad no se valora como la de sus hermanas o hermanos blancos de este país. Tenemos que aceptarlo”, nos dijo mientras nos encontrábamos de pie junto al monumento en memoria de Tamir. .

En Cleveland, el Partido Republicano designó oficialmente a Donald Trump como el candidato a la presidencia de Estados Unidos por ese partido. Fuera de la convención, sus simpatizantes fueron libres de desfilar por las calles con rifles de asalto. Tamir Rice habría cumplido catorce años el mes pasado, si la policía simplemente le hubiera dado la posibilidad de soltar su arma de juguete. Esta mortal desigualdad continuará aterrorizando a este país hasta que nos comprometamos verdaderamente a enfrentar el racismo y la violencia armada.

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© 2016 Amy Goodman

Traducción al español del texto en inglés: Fernanda Gerpe. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español,

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.


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