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Estoy llamando la
atención sobre un problema pero no quiero ser absoluto. Basta entrar en www.biblioteca.clacso.edu.ar para comprobar que hay trabajos importantes. Tomemos el caso del equilibro macro-ambiental y el desarrollo
económico. Tomemos la relación entre movimientos sociales, ecológicos e
indígenas. No es un tema que esté siendo enfocado con la suficiente
profundidad. Sí tenemos un grupo de trabajo, pero es uno entre tantos. No hay una gran solución teórica sobre los
tipos de desarrollo en debate ni sobre las tensiones entre el preservacionismo
y el desarrollo. Por ejemplo el tipo
de Estado que debe corresponder a un nuevo ciclo histórico existente. Heredamos
un Estado que no está hecho para el cambio. Algunos países tomaron la
cuestión: Ecuador y Bolivia. Otro tema es el de la cultura y los valores. Somos
víctimas del modo de vida norteamericano como única forma visible de
sociabilidad. ¿Cuáles son los valores que corresponden a un nuevo tipo de
desarrollo volcado a las necesidades de la gente? No es un asunto sólo ideológico. Los intelectuales ayudan a
buscar fundamentaciones, ramificaciones, análisis desde perspectivas nuevas. El tercer tema que puedo citar es el tipo
de integración sudamericana, sobre todo ahora que ingresó al Mercosur Venezuela y probablemente
lo hagan después Bolivia y Ecuador.
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ENTREVISTA A EMIR SADER. Sobre la Investigación en
América latina.
“Hoy la intelectualidad no es contemporánea de lo
que vivimos”.
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Mañana empezará a sesionar en
México la Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales que
organizan Clacso y la Unesco. Emir Sader, secretario ejecutivo de Clacso,
cuenta su visión de las ciencias sociales en el continente.
Martín Granovsky.
Página /12 Lunes 5 de noviembre del 2012.
Secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales,
filósofo, sociólogo e investigador, el brasileño Emir Sader se despedirá del
cargo en medio de una conferencia continental que reunirá en México a 300
representantes institucionales de centros de investigación, 400 panelistas y 15
conferencistas magistrales, entre ellos Eduardo Galeano y Pablo González
Casanova.
–¿Las ciencias sociales están por delante de la política o por atrás de
ella?
–El pensamiento social latinoamericano tuvo a lo largo de muchas décadas
un papel de vanguardia. Fue el gran analista de lo que pasaba, un pionero de la
reflexión sobre la realidad y una fuente de pensamiento sobre los problemas y
las expectativas del futuro. Sin embargo, en este nuevo período la
intelectualidad no está siendo contemporánea de lo que se está viviendo. De los
dilemas que está experimentando el continente. Pasa en la Argentina, Brasil y
México. Son claramente procesos progresistas los que tienen lugar en la mayoría
de América del Sur. Pero se enfrentan a problemas no tematizados.
–¿Tan poco?
–Estoy llamando la atención sobre un problema pero no quiero ser
absoluto. Basta entrar en www.biblioteca.clacso.edu.ar
para comprobar que hay trabajos importantes. Tomemos el caso del equilibro
macroambiental y el desarrollo económico. Tomemos la relación entre movimientos
sociales, ecológicos e indígenas. No es un tema que esté siendo enfocado con la
suficiente profundidad. Sí tenemos un grupo de trabajo, pero es uno entre
tantos. No hay una gran solución teórica sobre los tipos de desarrollo en
debate ni sobre las tensiones entre el preservacionismo y el desarrollo.
–¿Qué otro tema de la agenda pública sería bueno que tuviese más
atención académica?
–Por ejemplo el tipo de Estado que debe corresponder a un nuevo ciclo
histórico existente. Heredamos un Estado que no está hecho para el cambio.
Algunos países tomaron la cuestión: Ecuador y Bolivia. Otro tema es el de la
cultura y los valores. Somos víctimas del modo de vida norteamericano como
única forma visible de sociabilidad. ¿Cuáles son los valores que corresponden a
un nuevo tipo de desarrollo volcado a las necesidades de la gente? No es un
asunto sólo ideológico. Los intelectuales ayudan a buscar fundamentaciones,
ramificaciones, análisis desde perspectivas nuevas. El tercer tema que puedo
citar es el tipo de integración sudamericana, sobre todo ahora que ingresó al
Mercosur Venezuela y probablemente lo hagan después Bolivia y Ecuador.
–En las redes sociales (http://bit.ly/LmjElH)
sigue circulando el discurso de Pepe Mujica, el presidente uruguayo, sobre los
patrones de consumo y la felicidad deseable en este mundo, que pronunció en
junio en la conferencia ambiental de Río + 20.
–Lo tengo presente y es una muestra de la discusión sobre las relaciones
entre la gente y sobre los ideales. Hubo ideales destruidos por la ideología
mercantil. Hay un enorme proceso de democratización económica y social. Pero a
los medios, por ejemplo, ese proceso llega con dificultades. Cuando llega. Y si
llega.
–¿Qué responsabilidad específica tiene Clacso?
–Clacso tiene una red de 340 centros. Cuando empezamos este mandato que
se aproxima a su fin, eran 160. Los próximos días una asamblea elegirá a las
nuevas autoridades. Y haremos una conferencia con grandes temas de análisis.
Algunos, como Pablo González Casanova, hablarán de lo que piensan. Al mismo
tiempo programamos docenas de grupos de trabajo que abordarán temas
específicos. Estarán los tres que mencioné: el del papel del Estado, del
desarrollo económico y del equilibro ecológico.
–La Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales se
realizará en México, que antes era un centro académico importante en la
reflexión sobre América latina y parece haber dejado de serlo.
–México tenía un rol histórico progresista hacia América latina. De
solidaridad con las luchas latinoamericanas incluso en períodos de dictaduras
militares. Luego muchos intelectuales se reunieron en México por los exilios y
esa mezcla, que no fue todavía analizada en todas sus dimensiones, generó un
espacio único en América latina. Se fortalecieron corrientes teóricas, se
publicaron colecciones de libros, se fundaron editoriales... Tuvo su auge del
’73 al fin de las dictaduras. Luego México adhirió a políticas neoliberales y
terminó con su esquizofrenia. Sesionaremos en México en medio de un cierto
clima de desaliento político de los propios mexicanos. Después de seis años que
comenzaron con un presidente electo de manera dudosa, tendremos allí un
presidente que no asume con legitimidad fuerte. Una sola vuelta y seis años de
mandato. Eso forma parte de otros condicionamientos a la reflexión teórica en México.
Las derrotas también se relacionan con el ánimo, ¿no?
–¿Y en el resto del continente?
–América latina sufrió retrocesos graves. Dictaduras militares en países
importantes, la crisis de la deuda que cerró el ciclo de crecimiento más
importante hasta ese momento y luego gobiernos neoliberales radicales. Los
gobiernos actuales reaccionan a ese retroceso, pero a veces necesitan movilizar
a la juventud, por ejemplo, y plantearse metas audaces. Si no, el consenso es
pasivo. Consultada, la gente se manifiesta a favor. Pero no mucho más. Bueno,
esa pasividad se está recomponiendo.
–¿Los últimos resultados electorales tienen que ver con esa
recomposición?
–La elección más importante fue la de Venezuela, que confirma una
segunda década de gobiernos progresistas en América latina. Llevará seguramente
a la victoria de Rafael Correa en Ecuador y después a la de Evo Morales en
Bolivia. Confirmó la mayoría política. A la vez, el proceso demostró que hay
dificultades. El propio Hugo Chávez habla de mejorar la administración pública.
Las elecciones de Chile fueron importantes para consolidar en lo político el
desgaste social de Sebastián Piñera y de la derecha, que hasta perdió alcaldías
importantes. Michelle Bachelet aparece con gran popularidad para las próximas
elecciones presidenciales de 2013. El movimiento estudiantil catalizó otras
quejas y quebró la imagen de Piñera como empresario de éxito. En Brasil, con
las municipales de octubre, el gran ganador fue el gobierno y la gran derrotada
fue la oposición, que siguió bajando en su nivel de apoyo electoral.
–Y la victoria de un candidato del Partido de los Trabajadores en San
Pablo, una de las ciudades más grandes del mundo.
–Fue muy importante la victoria en sí misma, y más importante todavía si
tenemos en cuenta que en San Pablo se concentra la sede de los principales
medios, la riqueza de la soja y el poder económico del centro-oeste. El triunfo
de Fernando Haddad también prueba otra vez la capacidad de Lula de proponer
nuevas figuras políticas y llevarlas a la victoria.
–Volviendo al tema inicial de las ciencias sociales, ¿hay una relación
directa entre pensamiento de izquierda e investigación?
–Históricamente casi siempre la hubo. El cambio general del mundo, con
el fin del planeta bipolar, revela que aun gente que no estaba de acuerdo con
el modelo soviético sintió la derrota. Unos quedaron con un pensamiento crítico
pero de manera un poco utópica, sin comprender cómo el socialismo puede volver
a plantearse como una alternativa real. Más aún cuando Europa se fue a la derecha,
y a una derecha muy conservadora. Hubo un desconcierto general. América latina
está tratando de rescatar al pensamiento de ese desconcierto, pero cuesta. La
hegemonía norteamericana se debilita pero no aparece una nueva hegemonía. Un
segundo grupo se convirtió en una suerte de ultraizquierda pesimista y
precozmente escéptica ante los cambios. Otros no reconocen lo que hay de
progresista en la realidad. Hay una discusión sobre el espacio del pensamiento
crítico. Se trata de ubicarse en el único polo progresista a escala mundial,
que está en Sudamérica, y en ese marco pelear una alternativa que sea
antineoliberal y a la vez anticapitalista.
–¿Cómo se relacionan esos dos anti?
–La mercantilización de la economía y la centralidad de la economía de
mercado es antisocial. La anarquía del mercado capitalista está destrozando la
capacidad del hombre. La conciencia anticapitalista es fundamental hasta para
ser antineoliberal. Incluso los procesos progresistas están limitados por el
eje de la economía mundial, que es fuertemente capitalista y está dirigida por
grandes empresas transnacionales y la especulación financiera. Por un lado, los medios de producción. Por otro, la capacidad
de trabajo del hombre. La vieja historia.
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