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“Hace 65 años, este mismo día, la Asamblea General adoptó la resolución 181, que partió a Palestina. Ahora la Asamblea General se enfrenta a un deber moral, que no puede ser pospuesto. Deben dar un certificado de nacimiento a la realidad de Palestina”, concluyó Abbas antes de recibir un cerrado aplauso. Después de la votación, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo que tras una jornada que calificó de “histórica” es “urgente” que los palestinos e israelíes reanuden unas “negociaciones” directas. “Creo que los palestinos tienen su legítimo derecho a tener su propio Estado independiente e Israel tiene derecho a vivir con seguridad dentro de sus fronteras”, subrayó Ban, quien reiteró que “no puede haber sustitutos a las negociaciones directas”. Una vez confirmado el nuevo estatus, Palestina tendrá acceso a varias agencias del sistema de Naciones Unidas, como ya ocurrió el año pasado con la Unesco, y a tribunales internacionales como la Corte Penal Internacional (CPI). El gobierno israelí, a cargo del derechista Bibi Netanyahu, viene atizando a la opinión pública internacional con una amenaza. Sostiene que, como Estado observador de la ONU, lo primero que hará Palestina es llevar las acciones militares israelíes a la Corte Penal Internacional para pedir su juzgamiento como crímenes de lesa humanidad. Argumenta el gobierno de Israel que esa movida dejará a los israelíes en un estado de completa indefensión.
Pero el voto de ayer fue histórico.
Primero, porque tuvo el apoyo de regiones enteras como América del Sur, de las grandes potencias emergentes (China, India, Rusia, Brasil) y de importantes países europeos encabezados por Francia. Por contraste, la posición israelí en contra del reconocimiento, si bien generó un fuerte apoyo de Estados Unidos, quedó prácticamente reducida a un puñado de países. Segundo, porque la votación en la Asamblea revirtió el fracaso del año pasado, cuando Estados Unidos vetó en el Consejo de Seguridad de la ONU el ingreso de Palestina como miembro pleno. Para sortear ese obstáculo, este año Palestina presentó su candidatura como Estado observador no miembro, similar al Vaticano, que no requiere la aprobación del Consejo sino la de la Asamblea, donde ningún país puede vetar lo que decide la mayoría. Tercero, porque llega en un momento crucial en las negociaciones entre Israel y Palestina para levantar el bloqueo en la Franja de Gaza y frenar las colonizaciones en Cisjordania. La aceptación del Estado palestino implica la aceptación del territorio palestino. Por ende, ya no se podrá hablar tan fácilmente de “territorio en disputa”, como rutinariamente hace el gobierno israelí al referirse a Cisjordania y el este de Jerusalén en los foros internacionales. A partir de ahora, para la ONU, Cisjordania y el este de Jerusalén son “territorio ocupado”.
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Mahmud Abbas, en su discurso ante la Asamblea de la ONU, pide el reconocimiento del Estado palestino.
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NACIONES UNIDAS: Un paso histórico para el Estado de los palestinos.
La Asamblea General de las Naciones Unidas, reconoció a la Autoridad palestina como Estado Observador no Miembro.
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La resolución impulsada por el líder palestino, Mahmud Abbas, contó con 138 votos a favor, incluyendo Argentina, nueve en contra, incluyendo Israel y EE.UU., y 41 abstenciones. La ONU hizo un llamado para un acuerdo de paz.
Página /12 Viernes 30 de noviembre del 2012.
En un día de júbilo para el pueblo palestino, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó ayer por mayoría absoluta una resolución que reconoce a la Autoridad Palestina (AP) como un Estado observador no miembro. En una votación directa en el pleno de la Asamblea General la resolución impulsada por el líder palestino, Mahmud Abbas, contó con 138 votos a favor, nueve en contra y 41 abstenciones. La resolución, que “reafirma el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación e independencia en un Estado de Palestina a partir de las fronteras de 1967”, eleva el estatus de la AP de “entidad observadora” a Estado observador no miembro.
Además, expresa la “urgente necesidad” de reanudar y acelerar las negociaciones para alcanzar un acuerdo de paz “justo, duradero y completo” entre palestinos e israelíes basado en las resoluciones de la ONU, los principios de Madrid y la hoja de ruta del Cuarteto. La resolución de la Asamblea General confía en que ese eventual acuerdo ayude a resolver los temas pendientes más importantes: “Los refugiados palestinos, Jerusalén, los asentamientos, las fronteras, la seguridad y el agua”.
Antes de la votación, el presidente de la Autoridad Palestina (AP) Mahmud Abbas, explicó que su iniciativa de solicitar un nuevo estatus se debe a que es un creyente de la paz y “porque su pueblo la necesita desesperadamente”. “Vamos a continuar luchando para llegar a la paz, nuestro pueblo no va a renunciar a sus derechos”, exclamó frente a las representaciones. Añadió que Palestina no pretende desconocer a Israel con su intención de ser parte de la ONU, solo “queremos que nos reconozcan nuestra independencia”.
“Hace 65 años, este mismo día, la Asamblea General adoptó la resolución 181, que partió a Palestina. Ahora la Asamblea General se enfrenta a un deber moral, que no puede ser pospuesto. Deben dar un certificado de nacimiento a la realidad de Palestina”, concluyó Abbas antes de recibir un cerrado aplauso.
Después de la votación, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo que tras una jornada que calificó de “histórica” es “urgente” que los palestinos e israelíes reanuden unas “negociaciones” directas. “Creo que los palestinos tienen su legítimo derecho a tener su propio Estado independiente e Israel tiene derecho a vivir con seguridad dentro de sus fronteras”, subrayó Ban, quien reiteró que “no puede haber sustitutos a las negociaciones directas”. Una vez confirmado el nuevo estatus, Palestina tendrá acceso a varias agencias del sistema de Naciones Unidas, como ya ocurrió el año pasado con la Unesco, y a tribunales internacionales como la Corte Penal Internacional (CPI).
La decisión, apoyada por una abrumadora mayoría, abre un nuevo capítulo en una lucha que se prolonga por más de seis décadas y deja a Israel y a Estados Unidos en un fuerte aislamiento diplomático. Los países que votaron en contra fueron Canadá, República Checa, Palau, Nauru, Micronesia, Isla Marshall, Panamá, Estados Unidos e Israel.
La votación no supone la admisión de Palestina como miembro pleno de la ONU, un paso que corresponde al Consejo de Seguridad, ni tiene consecuencias inmediatas en cuanto a la creación efectiva de un Estado.
No obstante, este ingreso como Estado observador, da a los palestinos renovada legitimidad en su lucha contra la ocupación y llama la atención mundial sobre la urgente necesidad de poner fin a un problema que explica en gran medida el clima permanente de inestabilidad y violencia en Medio Oriente.
Por ello, Estados Unidos e Israel no han escatimado medios en los últimos dos años para obstaculizar los esfuerzos palestinos. Incluso, Washington utilizó su poder de veto para bloquear la oferta de la plena adhesión de Palestina en el Consejo de Seguridad en 2011. No obstante, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), ya había aprobado el ingreso de Palestina como Estado miembro, una acción que le costó sanciones económicas por parte de Estados Unidos.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dijo que el reconocimiento que obtuvo Palestina en la ONU como Estado observador “no acercará más la paz, sino que de hecho la alejará más”, y no cambiará nada sobre el terreno”, ya que “un Estado palestino sólo puede surgir de las negociaciones con Israel”. “No importa cuántas manos se levanten contra nosotros”, dijo Netanyahu sobre la votación de la ONU, “no hay poder sobre la tierra que me haga renunciar a la seguridad de Israel”, que ocupó Cisjordania y Jerusalén Este desde 1967.
Por su parte, Estados Unidos insistió ante la Asamblea General de la ONU en que la resolución aprobada ayer para que la Autoridad Palestina tenga el estatus de Estado observador no miembro es “contraproducente”. “Es una resolución desafortunada y contraproducente, y por eso hemos votado en contra”, afirmó la embajadora estadounidense ante Naciones Unidas, Susan Rice.
A su vez Francia pidió que se reanuden “sin condiciones y lo antes posible” las negociaciones entre Israel y Palestina para lograr una “paz justa y global”. El presidente de Francia, François Hollande, se expresó de esa manera en un comunicado después de que la Asamblea General de la ONU aprobara, con el voto francés, la resolución. “Francia ha hecho la elección coherente con el objetivo, afirmado desde 1947, que dos Estados vivan en paz y seguridad”, agregó el presidente francés.
La Asamblea General de las Naciones Unidas aceptó la entrada de Palestina cómo Estado Observador de la ONU.
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Un horizonte Diplomático.
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Por Martín Granovsky
Hace 65 años, cumplidos con exactitud ayer, las Naciones Unidas decidieron partir la tierra palestina bajo dominio inglés y diseñar un plan para crear dos Estados: uno judío y otro árabe. Habían pasado sólo dos años del fin de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. Votaron a favor de la partición 33 países, entre ellos los Estados Unidos, la Unión Soviética y Brasil. Se opusieron 13, entre ellos los árabes y la India. Y se abstuvieron 10. La Argentina y el Reino Unido revistaron juntos en el último grupo.
Tras una guerra de guerrillas, el Estado de Israel fue constituido en 1948. En cambio, el Estado árabe en tierra palestina quedó entre las asignaturas pendientes del sistema internacional.
Ayer, una Asamblea General mucho más representativa que la del ’47 reconoció en carácter de Estado observador a la actual Autoridad Palestina. Israel votó en contra. Los Estados Unidos también.
Crear un Estado o reconocer a otro nuevo, incluso en la categoría de observador y no de miembro pleno, dista de ser un seguro contra las guerras. Tampoco garantiza la paz. Pero la mayor institucionalidad sí puede convertirse en un modo de ayudar a las negociaciones diplomáticas.
El gobierno israelí, a cargo del derechista Bibi Netanyahu, viene atizando a la opinión pública internacional con una amenaza. Sostiene que, como Estado observador de la ONU, lo primero que hará Palestina es llevar las acciones militares israelíes a la Corte Penal Internacional para pedir su juzgamiento como crímenes de lesa humanidad. Argumenta el gobierno de Israel que esa movida dejará a los israelíes en un estado de completa indefensión.
Afortunadamente, Netanhayu no expresa a todos sus ciudadanos. Un editorial publicado ayer en el diario Haaretz señaló que el reconocimiento a un Estado palestino “no es un obstáculo para la paz”. Recordó el editorial que el presidente palestino Mahmoud Abbas se comprometió a retomar conversaciones con Israel inmediatamente después del reconocimiento. La recomendación de Haaretz a Bibi es sencilla: que el primer ministro sea el primero en felicitar a Abbas “por el logro” y que acuerde “una fecha pronta para las tratativas”. Termina así el texto: “No sólo los palestinos se merecen un horizonte diplomático. También los israelíes”.
Quienes están en contra de la mayoría de la ONU, dentro y fuera de Israel, omiten que el compromiso de los palestinos con el propio reconocimiento del Estado israelí puede ser mayor tras el voto en la Asamblea General. Soslayan la posibilidad de que el doble negacionismo iraní –negacionismo activo del Holocausto, negacionismo de la existencia del Estado de Israel– pierda legitimidad en lugar de ganarla, como lo viene haciendo entre sectores musulmanes.
La Argentina, esta vez, votó con la mayoría. La posición oficial combina el reconocimiento a Israel con el apoyo a una institucionalidad palestina de mayor calidad. Esa postura admite la complejidad y elude opiniones dogmáticas que, con frecuencia, coquetean con el antisemitismo. Amos Oz, el gran escritor israelí, dijo en una entrevista con Letras Libres en 2004: “Ambos, palestinos e israelíes, están viviendo ahí y ninguno tiene otro lugar al que ir. Ninguno. Es la única patria para los palestinos y la única patria para los judíos israelíes. Tienen que llegar a un compromiso. Y no hay un final feliz para nadie. Puede haber un compromiso pragmático”.
Otra respuesta de Amos Oz se aplica al futuro que comenzó luego del voto de ayer: “Los intelectuales progresistas europeos odian Hollywood porque ahí sólo se representa el blanco y el negro, los buenos y los malos de la película. Pero cuando esto se refiere a Oriente Medio quieren saber inmediatamente dónde están los chicos buenos y los malos: firman una petición a favor de los chicos buenos, odian a los chicos malos y se van a dormir. Mi modo de estar en la izquierda y mi actitud son muy diferentes: no estoy en el negocio de recogida de firmas, ni en el de impresionar a la gente. Sé que en Oriente Medio los israelíes y los palestinos viven una tragedia, no una película del Oeste. Los palestinos llevan adelante una causa muy dura, y lo mismo pasa con los israelíes. No es nada simple y no se puede mirar en términos de blanco y negro”.
Los padres de Amos Oz huyeron de Europa y llegaron al territorio palestino bajo mandato británico en 1933, el mismo año del ascenso de Adolf Hitler. El escritor nació en 1939, año del comienzo de la Segunda Guerra. Peleó en la Guerra de los Seis Días de 1967 y en la de Yom Kipur de 1973. Después fundó el movimiento Paz Ahora.
Por lo visto, nada es simple.
Estado con Derechos.
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Por Santiago O’Donnell
Palestina es un país sufrido, el paria del mundo árabe, huérfano de muchas bendiciones, pero muy tenaz y persistente en la lucha por sobrevivir. Ayer festejó su ingreso a las Naciones Unidas como Estado observador no miembro, lo cual significa un reconocimiento del organismo multilateral a la existencia del Estado palestino. Claro, nadie necesita decirles a los palestinos que existen, ni que sus instituciones, territorios y tradiciones cívicas conforman el plexo de lo que bien puede considerarse un Estado. Los mismos palestinos te dirán que ellos son Estado desde que declararon la independencia en 1988. También está el reconocimiento de más de 130 países que ya alojaban delegaciones diplomáticas palestinas a modo de apoyo simbólico y explícito a la noción de soberanía palestina.
Pero el voto de ayer fue histórico.
Primero, porque tuvo el apoyo de regiones enteras como América del Sur, de las grandes potencias emergentes (China, India, Rusia, Brasil) y de importantes países europeos encabezados por Francia. Por contraste, la posición israelí en contra del reconocimiento, si bien generó un fuerte apoyo de Estados Unidos, quedó prácticamente reducida a un puñado de países.
Segundo, porque la votación en la Asamblea revirtió el fracaso del año pasado, cuando Estados Unidos vetó en el Consejo de Seguridad de la ONU el ingreso de Palestina como miembro pleno. Para sortear ese obstáculo, este año Palestina presentó su candidatura como Estado observador no miembro, similar al Vaticano, que no requiere la aprobación del Consejo sino la de la Asamblea, donde ningún país puede vetar lo que decide la mayoría.
Tercero, porque llega en un momento crucial en las negociaciones entre Israel y Palestina para levantar el bloqueo en la Franja de Gaza y frenar las colonizaciones en Cisjordania. La aceptación del Estado palestino implica la aceptación del territorio palestino. Por ende, ya no se podrá hablar tan fácilmente de “territorio en disputa”, como rutinariamente hace el gobierno israelí al referirse a Cisjordania y el este de Jerusalén en los foros internacionales. A partir de ahora, para la ONU, Cisjordania y el este de Jerusalén son “territorio ocupado”.
El futuro está abierto. Israel y Estados Unidos habían amenazado a Palestina con sanciones económicas si se llevaba adelante la votación. Quedan pendientes una negociación en Oslo con la Autoridad Palestina y otra en Egipto con Hamas. La postura israelí es sólo discutir un posible Estado palestino después de un acuerdo de paz con ese país. Pero ante los hechos consumados, esa postura podría cambiar.
Faltan acuerdos para el regreso de millones de palestinos exiliados, el estatus de Jerusalén, el límite territorial preciso del nuevo Estado y el arreglo de seguridad con Israel para que funcionen los pasos fronterizos y personas y bienes puedan circular libremente. El gobierno israelí, con apoyo estadounidense, sostiene que ninguno de estos temas se pueden arreglar si se le entrega a Palestina el derecho a ser un Estado antes de exigirle que renuncie al terrorismo y a promover la destrucción de Israel. El desafío de Palestina será demostrar que, por el contrario, sólo un Estado con derechos puede constituirse en un Estado de Derecho. Hoy se unió en el festejo un pueblo sufrido y dividido. Pero más que un premio, el reconocimiento de Naciones Unidas es un impulso, un mandato, una gran responsabilidad. Un obstáculo menos en el camino hacia una paz digna y confiable.
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