&&&&&
Tal y como sucedió con el turismo
internacional de estancia, la estampida del turismo de cruceros se inició cuando la actividad fue dejando de ser
concebida como un lujo elitista y comenzó
a comercializarse como un lujo pero destinado a las masas consumidoras,
principalmente de países centrales. Aunque años más tarde que en el turismo internacional de estancia,
este incipiente proceso de masificación de los cruceros turísticos tuvo
resultados similares: fuerte crecimiento
de la demanda y diversificación de la oferta, reducción de los precios de venta
y nacimiento de nuevos itinerarios y destinos. Asimismo, implicó una clara
tendencia hacia la concentración de los operadores e incrementó sobremanera las
consecuencias negativas derivadas de la actividad. El turismo de cruceros es el
subsector que mayor crecimiento ha experimentado durante las últimas décadas
en la economía globalizada: la demanda
mundial se ha multiplicado cuarenta veces en cuatro décadas, y durante los
últimos seis años se ha duplicado, superando en 2011 los veinte millones de
consumidores. Sin embargo, su techo
parece estar todavía lejos de alcanzarse. En cuanto a la oferta, que está
cada vez más segmentada, a bordo de las embarcaciones, que llegan a tener
capacidad hasta para seis mil personas,
se incluyen servicios como pistas de
tenis y de patinaje sobre hielo, piscinas, casinos, centros de belleza,
planetario, centros comerciales, campos de golf, galerías de arte, centros de negocios, cines, spa, rocódromos,
trampolines, capillas, lavandería, servicio de revelado de fotografías, y hasta una ola
artificial para deslizarse dentro del crucero, entre otros.
/////
Un paradigma de la globalización. Turismo de Cruceros: lo que hunden mientras flotan.
*****
Rodrigo Fernández Miranda.
Rebelión. Sábado 17 de noviembre del 2012.
Alba Sud/Adital.
El turismo
de cruceros ha evolucionado desde el elitismo a una progresiva masificación,
hasta convertirse en el subsector que más crece durante las últimas décadas
en la economía globalizada. De forma crítica se analiza este proceso en dos
nuevos "papers" de la colección Opiniones en Desarrollo publicados
por Alba Sud.
|
Después de
un importante proceso de reconversión de una industria naviera en decadencia
por las innovaciones en materia de transporte producidas durante los períodos
bélicos, a finales de los Años Dorados de la economía mundial (1948-1973)
aparece el turismo de cruceros moderno. En aquel momento como una modalidad
elitista del turismo internacional. A partir de entonces, esta actividad ha
mostrado un incremento exponencial de la demanda y una sensible innovación y
evolución cualitativa de la oferta.
Esta práctica
turística tiene su origen en la fusión, por una parte, entre la industria del
ocio y el turismo y, por la otra, la del transporte marítimo de personas. Así,
el turismo de cruceros representa una combinación entre transporte, alojamiento
y entretenimiento, uniendo en un mismo espacio flotante las infraestructuras
necesarias para el desplazamiento, la estancia, el esparcimiento y los demás
servicios destinados a los consumidores.
Tal y como
sucedió con el turismo internacional de estancia, la estampida del turismo de
cruceros se inició cuando la actividad fue dejando de ser concebida como un
lujo elitista y comenzó a comercializarse como un lujo pero destinado a las
masas consumidoras, principalmente de países centrales. Aunque años más tarde
que en el turismo internacional de estancia, este incipiente proceso de
masificación de los cruceros turísticos tuvo resultados similares: fuerte
crecimiento de la demanda y diversificación de la oferta, reducción de los
precios de venta y nacimiento de nuevos itinerarios y destinos. Asimismo,
implicó una clara tendencia hacia la concentración de los operadores e
incrementó sobremanera las consecuencias negativas derivadas de la actividad.
El turismo
de cruceros es el subsector que mayor crecimiento ha experimentado durante las
últimas décadas en la economía globalizada: la demanda mundial se ha
multiplicado cuarenta veces en cuatro décadas, y durante los últimos seis años
se ha duplicado, superando en 2011 los veinte millones de consumidores. Sin
embargo, su techo parece estar todavía lejos de alcanzarse. En cuanto a la
oferta, que está cada vez más segmentada[1], a bordo de las embarcaciones, que
llegan a tener capacidad hasta para seis mil personas, se incluyen servicios
como pistas de tenis y de patinaje sobre hielo, piscinas, casinos, centros de
belleza, planetario, centros comerciales, campos de golf, galerías de arte,
centros de negocios, cines, spa, rocódromos, trampolines, capillas, lavandería,
servicio de revelado de fotografías, y hasta una ola artificial para deslizarse
dentro del crucero, entre otros.
Se trata de
una actividad en la que el territorio del Estado español, principalmente
algunos de sus puertos, tiende a posicionarse entre los principales mercados de
la Unión Europea: como país emisor, la demanda se quintuplicó en los últimos
diez años, y como receptor, en 2011 hubo más de cinco millones de visitas de
cruceristas. Mientras tanto, el Mediterráneo casi ha duplicado su cuota de
mercado mundial como destino de los cruceros en los últimos cinco años.
En esta
carrera por el crecimiento, la huella social, económica y medioambiental que va
dejando tras de sí el subsector del turismo de cruceros se agrava de manera
proporcional a su crecimiento. La masificación de esta actividad, cada vez más
integrada en los patrones de consumo turístico en los países centrales, deriva
en que sus impactos sean cada vez más profundos y, muchos de ellos,
irreversibles.
Un paradigma
de la globalización.
Por otra
parte, el turismo de cruceros es un nítido paradigma del funcionamiento de la
globalización económica en el Siglo XXI. En primer lugar, características
definitorias de esta actividad (como la movilidad física, la posibilidad de
recolocación del capital en tiempo y lugar a conveniencia de los intereses de
las operadoras, contar con una población trabajadora que puede proceder de
cualquier parte del planeta, la posibilidad de seleccionar las condiciones
fiscales y laborales nacionales que resulten más provechosas para las empresas
o la ausencia de regulaciones globales estrictas para la actividad, entre
otras), aunque más radicalizadas, son también características definitorias de
esta globalización.
A esto se
deben añadir otros dos aspectos: en primer lugar, en la oferta el nivel de
concentración de los operadores es superior seguramente a todas las actividades
económicas globalizadas, con tres empresas transnacionales oligopólicas que
controlan prácticamente todo el mercado mundial. El segundo aspecto son las
condiciones laborales "de conveniencia” a las que están sometidas las
personas trabajadoras a bordo: una precarización extrema del empleo facilitada
por el uso de las "banderas de conveniencia” en este tipo de
embarcaciones.
Por su
parte, en la demanda es destacable que, a través de un fuerte incremento en la
inversión publicitaria, se está logrando que el cruceros turísticos comience a
integrar los patrones de consumo de ocio en los países del Norte económico,
tendiendo a configurarse como un objeto de deseo masivo y promoviendo así el
consumo aspiracional entre las clases medias consumidoras.
Finalmente,
también son un emblema de esta globalización económica los graves impactos que
esta actividad conlleva a todos los niveles, constituyéndose así también como
un paradigma de las desigualdades estructurales, de la insostenibilidad del
modelo productivo y del estilo de vida hegemónico en los territorios opulentos
del planeta.
Los
principales impactos de esta actividad se pueden resumir de la siguiente
manera: la contaminación del aire, el agua y la tierra y la destrucción de
biodiversidad marina en materia medioambiental. En el ámbito social, la
violación sistemática de derechos sociales, laborales y sindicales, y prácticas
discriminatorias por motivo de origen étnico o racial, nacionalidad o género a
las personas trabajadoras a bordo de las embarcaciones. Por último, la
impunidad fiscal y el oscurantismo financiero a través del uso de
"banderas de conveniencia” y paraísos fiscales, además de las fuertes
dinámicas de control y concentración de los beneficios de la actividad, con una
competencia desigual para las pequeñas y medianas explotaciones turísticas en
los destinos, y prácticamente sin derramas para las poblaciones anfitrionas.
Detrás del
escenario del lujo y la exclusividad, las bambalinas del turismo de cruceros
ponen en evidencia un ejemplo radical de esta globalización económica diseñada
únicamente para el beneficio del gran empresariado, y que está resultando
empobrecedora para las mayorías, explotadora para los trabajadores y
trabajadoras, saqueadora para los recursos y los materiales, y devastadora para
las condiciones naturales del conjunto del planeta.
Lo peor,
¿por venir?
En el
storytelling [2] dominante existe un interesado olvido de los límites
biogeofísifos de inputs (por ejemplo, el agotamiento de los recursos) y de
outputs (por ejemplo, la saturación de los sumideros) con los que,
necesariamente, se enfrentan los modelos de producción, transporte,
distribución y consumo. Este es uno de los relatos ficcionales con un fuerte
contenido ideológico y, seguramente, con una menor carga lógica y verídica.
Aunque, a pesar de ello, haya logrado convertirse en todo un reflejo del
imaginario colectivo de las sociedades de consumo.
Sin embargo,
la realidad se impone, y muestra que las evidencias medioambientales de la
insostenibilidad del modelo son cada vez más incuestionables. Por ejemplo, el
cambio climático, la contaminación del agua, la tierra y el aire, la pérdida de
biodiversidad o el agotamiento de las materias primas, los recursos y las
fuentes de energía son algunos de los elementos que pueden ilustrar este
escenario.
En este
contexto de crisis ecológica, energética y climática que atraviesa el planeta,
el turismo de cruceros aparece como una apuesta de presente y futuro del gran empresariado
turístico, en un sentido contrario a esta realidad de los límites. Mientras que
el turismo internacional masivo de estancia parece acercarse a una situación de
saturación, la historia comercial de los cruceros turísticos parece estar
comenzando a escribirse. El hecho de pensar que el auge y los records de
desplazamientos de este subsector pueden estar todavía por llegar, obliga a
poner especial atención en estas cuestiones.
El modelo de
desarrollo turístico en el capitalismo global está auto-condenado al
crecimiento infinito para garantizar su propia supervivencia, por lo que,
viviendo en un mundo finito y de recursos limitados, se podría decir que es un
modelo suicida. Por ello, para contrarrestar este sinsentido se hace cada vez
más imprescindible una reflexión crítica sobre las formas de viajar, de
disfrutar, de conocer y de descansar en el marco de las sociedades de consumo,
a la vez que se van construyendo y promoviendo alternativas Norte – Sur para
otros turismos.
Así, las
iniciativas impulsadas desde los movimientos por un turismo responsable se
apoyan en un conjunto de principios y criterios fuera de las lógicas
productivista y economicista, y relacionados con valores, como la equidad, la
solidaridad, la justicia o el respeto por el medioambiente. En cuanto a las
formas de producción, se plantea que un turismo responsable debe promover el
desarrollo local de las comunidades receptoras, contribuir a la protección y
conservación de las condiciones naturales del territorio, ser social y
económicamente sostenible, producirse a pequeña escala y con condiciones
laborales dignas. Respecto a las formas de consumo, se propone un turismo fuera
de las lógicas y dinámicas del consumismo, se apela a la responsabilidad de las
personas viajeras, se insta al respeto a las culturas locales y a unos
intercambios interpersonales con roles horizontales.
En este
sentido se trata, por una parte, de una transformación sociocultural que incida
directamente en un cambio esencial en el estilo de vida de las clases medias
consumidoras en las sociedades del Norte económico. Por otra parte, de una
evolución que ponga a la vida en el centro, a la economía al servicio de las
personas, y a la
sostenibilidad social y medioambiental como norma de un nuevo modelo económico,
productivo y de desarrollo.
*****
Notas:
[1] Entre
los distintos segmentos en el turismo de cruceros se pueden destacar: cruceros
de golf, enológicos, para singles, temáticos, para gais, naturistas, para
empresas, de gran lujo, entre otros.
[2] Este
concepto se puede explicar de la siguiente manera: "…el poder que tienen
las historias para constituir una realidad […] Y el storytelling ha llegado a
rivalizar con el pensamiento lógico […] Una historia que procura una
explicación tranquilizadora de los acontecimientos también puede engañar al
eliminar las contradicciones y las complicaciones”. Fuente: Lynn Smith,
"Not the same old story", The Los Angeles Times, 2001.
Rodrigo
Fernández Miranda es miembro del equipo de investigación de Alba Sud, donde
gestiona el blog Terminales, sobre los
impactos de las sociedades de consumo en el capitalismo global. Descargue
los "papers" aquí: primera parte y segunda parte
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario