CUENTAS BANCARIAS.- La Justicia suiza anunció ayer la entrega a Estados
Unidos de los documentos de 50 cuentas bancarias en las que se sospecha se
depositaron fondos procedentes de sobornos a altos directivos del fútbol
internacional. Según señaló la Oficina
Federal de Justicia de Suiza (OFJ), se trata de los primeros elementos de
prueba que son girados a Estados Unidos en el marco de la investigación que
lleva adelante la fiscalía norteamericana. “Se
trata de documentos relativos a cuentas bancarias en las cuales se habrían
depositado fondos procedentes de sobornos por la atribución de los derechos de
comercialización relacionados con diversos torneos de fútbol en Latinoamérica y
en los Estados Unidos”, señaló el
comunicado de la OFJ. Según el comunicado, los documentos corresponden a
“unas 50 cuentas en diez diferentes bancos en las que se habrían depositado a altos funcionarios de la
FIFA fondos procedentes de sobornos”.
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Joseph Blatter, directivo caído en desgracia tras las
denuncias por sobornos.
EL ESCOCÉS QUE
DESNUDÓ A LA FIFA.
El trabajo del
Periodista Andrew Jennings, para denunciar los sobornos.
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Prohibido,
perseguido o censurado por los corruptos de la FIFA que hoy piden clemencia a
cambio de información, afirma ser quien le dio al FBI “los documentos cruciales
que dispararon los arrestos” de los directivos acusados.
Gustavo Veiga.
Página /12 jueves 31 de
diciembre del 2015.
La
cloaca de la FIFA no la descubrió ni la destapó la fiscal estadounidense
Loretta Lynch. Con muchos menos recursos que la Justicia de la primera potencia
planetaria, un periodista escocés, Andrew Jennings, lo hizo posible mucho antes
o, al menos, empezó a intentarlo. El mismo describió de qué manera lo hizo:
“Cuando asistí a mi primera conferencia de prensa de Joseph Blatter, en Zurich,
Suiza, a principios de 2001, sabía lo que buscaba. Sabía que el presidente
dirigía una sistemática organización de sobornos que disminuía cualquier cosa
que hubiera pasado en el COI, aunque no tenía pruebas”. Lo contó hace unos años
en una conferencia magistral de la Universidad de Palermo, presentado por el
periodista Ezequiel Fernández Moores, su amigo.
En
este 2015 al que apenas le quedan algunas horas, los cimientos de la FIFA
crujieron como nunca antes había sucedido. La noticia de las primeras
detenciones de dirigentes en Suiza el 27 de mayo la publicó The New York Times.
Esa primicia mundial, con el caso de los sobornos ya judicializado, era el
producto de capas geológicas de investigación periodística a las que Jennings
había hecho un aporte fundamental. Este cronista de 72 años, veterano de varias
pesquisas (algunas célebres, como una sobre la conexión británica en el
escándalo Irán-Contras), hizo el camino inverso al que transitan a menudo los
periodistas deportivos.
Comenzó
su carrera lejos del fútbol, es más, cierta vez dijo que le aburría –como todos
los deportes–, pero la impunidad del poder, como tema totalizador, le resultó
irresistible. Y el poder de la FIFA, se sabe, es el de una corporación
globalizada que vende un producto de consumo masivo. Un producto que, como el
pan, no necesitaría de intermediarios ni corruptelas para comercializarse.
En
aquella conferencia, Jennings describió cómo trabaja, hasta con cierta
ligereza: “Hace dos décadas la llamé ‘teoría magnética del periodismo’: cuantas
más noticias pesadas usted publique, más primicias le van a ofrecer. Lo único
que tiene que hacer es no usar corbata y aprender a ser rudo con los malos”.
Prohibido,
perseguido o censurado por los corruptos de la FIFA que hoy piden clemencia a
cambio de información, publicó en 2006 un trabajo que dio la vuelta al mundo
con sus denuncias contra la multinacional de la pelota: Tarjeta roja, el libro
secreto de la FIFA (sobornos, manipulación de votos y escándalos con las
entradas). Nueve años después, escribió en Twitter: “Yo le di al FBI los
documentos cruciales que dispararon los arrestos. Hay más, Blatter es el
blanco”. Y así fue, el suizo terminó suspendido por ocho años.
El
Comité de Etica de la FIFA (parece una broma del Día de los Inocentes) lo
inhabilitó por ocho años para cumplir cualquier función relacionada con el
fútbol. Michel Platini recibió la misma sanción por percibir un pago de 2
millones de dólares en 2011 con la venia del suizo. Por ahora sólo recibieron
ese castigo administrativo. No están presos como otros acusados que ya se
cuentan por decenas y esperan distintos trámites de extradición a Estados
Unidos. Jennings le dijo una vez a la agencia EFE por qué se puso a hurgar
entre tanta basura: “Quiero que los aficionados al fútbol sepan lo que pasa,
porque este deporte mueve a muchas personas”.
El simpático escocés, adelantándose a todos, fue ganando el desierto.
Por sus investigaciones, su constancia para perseguir literalmente a los
dirigentes más poderosos del fútbol mundial, “todo el crédito debe ir a la
obsesión de un solo periodista: Andrew Jennings”, informó The Guardian el 28 de
mayo pasado, cuando la cloaca ya se exponía a cielo abierto. A él se debe, en
gran medida, que 2015 pase a la historia como el año en que se cayó a pedazos
una organización que bien podría definirse con el título de su último libro: Omertá, la FIFA de Sepp
Blatter, familia del crimen organizado.
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