“Una
de las últimas medidas del Ministerio de Justicia de la Administración Obama fue publicar
un informe sobre el comportamiento policial en Chicago. Una evaluación
devastadoramente cruda de las sistemáticas violaciones que comete la policía
contra los derechos civiles de sus habitantes. En un primer momento, el fiscal general de EEUU, Jeff Sessions,
desestimó el informe por considerarlo "anecdótico", incluso después
de admitir que no lo había leído. Sessions
se mostró en contra de los llamados "decretos de consentimiento" entre el DOJ y los departamentos de policía, [pensados para que el Departamento
de Justicia intervenga y ayude a mejorar el funcionamiento de las policías
locales].
El
informe del DOJ identificó la práctica generalizada de abusos y añadió una
serie de recomendaciones, como la de "trabajar con los miembros de la
comunidad procedentes de los diversos grupos
raciales, religiosos, étnicos, de género y de discapacidad en Chicago para
generar una conciencia cultural conjunta con la policía, informar y sumar
propuestas de medidas posibles que mejoren la relación entre la policía y la
comunidad".
La inclusión de
la discapacidad en ese listado es una muestra del trabajo del AYLP, entre otros. Pero Trump y Sessions están tratando de tirar el informe a la
basura. Como escribió Rachel Cohen en la revista Vice,
los expertos en el tema y los activistas dicen que el alcalde de Chicago, Rahm Emanuel, está aprovechando el mensaje
antireformista de Sessions para debilitar las reformas en la ciudad. Cuando
terminábamos nuestra conversación, Huff
admitió que, a veces sentía un "vínculo
traumático" con esta zona de Chicago. "Sé que no soy la única
persona que tiene un vínculo traumático con el lugar en que creció. ¿A quién se
le ocurre alejarse de una experiencia traumática y volver a esa mierda?"."No es una coincidencia que estés
viviendo aquí, que estemos en esta plaza. ¿En qué otro lugar podrías
estar?", le dije.
/////
Protestas raciales en Estados Unidos tras la muerte de dos jóvenes negros a manos de la policía. EFE.
BRUTALIDAD POLICIAL. EL PRECIO DE SER NEGRO
Y CON DISCAPACIDAD EN ESTADOS UNIDOS.
*****
David Perry.
The Guardian/ El Diario. España.
Rebelión jueves 29 de junio del 2017.
“Puede haber justicia sin abordar el estigma de la
raza y de la discapacidad? Los procedimientos estándares de la policía a menudo
obligan a las personas con diversidad funcional a aislarse, incluso para sí
mismas.
En la mañana del pasado domingo, Charleena Lyles llamó a la policía de Seattle para informar de un robo. Lyles era una mujer negra, embarazada, madre de cuatro hijos (uno
de ellos con síndrome de Down) y vivía en un piso de realojo para personas que
antes habían estado en la calle. Los oficiales se presentaron en el lugar,
encontraron a Lyles en medio de una
crisis nerviosa, supuestamente armada con un cuchillo, y la mataron.
El asesinato
provocó una gran indignación en todo el país, ¿pero que más se puede hacer para
superar esto? ¿Cómo se termina, de una vez por todas, con la relación que hay
entre violencia policial y racismo, clasismo y discriminación contra las
personas con discapacidades psico-sociales o mentales ?
Cuando se difundió la noticia de la evitable muerte de Lyles,
un grupo de activistas no blancos y con discapacidad de Chicago se tomó la
noticia con una triste naturalidad. Ya se saben la canción. Y les preocupa que
les estén quitando una de las mejores herramientas que tienen para frenar la
violencia.
Internamientos
forzados.
Chris Huff intentó
suicidarse en 2005 y fue internado, contra su voluntad, en el hospital Michael
Reese del barrio South Side de Chicago. "Mi
mamá me llevó para un estudio. Solo iban a hacerme un estudio y, de repente, me
estaban internando", contó Huff.
La internación no fue de mucha ayuda. Tres meses
después, Huff llevó un arma a su
escuela secundaria, presa del miedo y la paranoia, como luego lo describió. Se
le abalanzaron, Huff sacó el arma y
disparó. Le levantaron cargos como si fuera adulto: intento de homicidio,
violencia física agravada y uso de un arma de fuego en un establecimiento
público. Huff tenía 15 años.
Ahora tiene 27 y vive en Ogden Park (Englewood), un
vecindario del South Side de Chicago. Conduje hasta allí para conocerlo.
Mientras la calurosa tarde llegaba a su fin, pasamos una hora hablando a la
sombra de unos plátanos, sentados en un banco inclinado de madera.
Huff estaba
inquieto. Se sentaba. Se ponía de pie. Iba y venía fumando. Poco a poco, comenzó a
desgranar sus teorías sobre discapacidad, raza, pobreza, vigilancia policial y
sobre el círculo vicioso en el que se ven atrapados los residentes negros y con
discapacidad de Chicago.
Chris Huff es miembro de
Advance Youth Leadership Power, un grupo de apoyo que se organiza a través de Access
Living (una de las principales organizaciones de Chicago en derechos de las
personas con discapacidad) con el objetivo de luchar en dos complicados
frentes. En primer lugar intentan mostrar a todo el que le interese el
comportamiento policial (incluido el cuerpo especial creado en el Ministerio de
Justicia para controlarlo), cómo se inscribe el factor de la discapacidad en la
narrativa generalizada de abusos de la policía de Chicago: entre un tercio y la mitad de las personas asesinadas por la policía
tenían algún tipo de diversidad funcional.
En segundo
lugar, y tal vez aún más importante, los activistas de este grupo tienen la
esperanza de ayudar a sus propias comunidades a comprender las conexiones que
hay entre discapacidad y justicia racial y económica.
Charleena Lyles // Cortesía de su familia
Una
ola de muertes por disparos de la policía
En 2015 hubo en
Chicago una sucesión de muertes provocadas por disparos de la policía. Empezó con
el caso de LaQuan McDonald y
continuó con los también notorios de Philip Coleman, Quintonio Legrier y Bettie Jones. Los tres
hombres tenían una discapacidad o patología psiquiátrica. La mujer, Jones, fue
asesinada cuando la policía buscaba a Quintonio.
Las repercusiones políticas de esa ola de muertes
terminaron provocando la dimisión del jefe de policía. El Ministerio de
Justicia (DOJ, por sus siglas en inglés) investigó las actuaciones policiales
en la ciudad abriendo foros para que los vecinos pudieran compartir sus
experiencias.
Fue en uno de esos foros donde conocí a Chris Huff. En pie frente a la
multitud, contaba su historia de vida, instruía a los demás. "No creo que
haya sido coincidencia que tres meses después de que me diagnosticaran mi
patología, yo estuviera usando un arma en la escuela", recuerda Huff sobre
su arresto.
En su opinión, fue afortunado
por no haber pasado mucho tiempo en la cárcel. Con la ayuda del Instituto
Northwestern su madre pudo ponerle abogados y lograr que un juez les permitiera
mudarse al estado sureño de Georgia, lejos de Chicago, mientras esperaban el
juicio.
En lugar de la sentencia de varias décadas que le
podía haber caído si lo juzgaban como adulto (una posibilidad que contempla la
ley), Huff terminó pasando unos
pocos meses en un centro para delincuentes juveniles de Illinois. Cuando
cumplió los 18, se borraron sus antecedentes penales. Después llegó el momento
de la universidad, en el sur, y más tarde, el regreso al South Side de Chicago para un postgrado. Allí sigue hoy, en el Instituto Vera de Justicia,
ayudando a jóvenes recién encarcelados.
Hombres
negros con algún tipo de diversidad funcional.
Nadie sabe con certeza cuántas víctimas de la
violencia policial son personas enfermas o con discapacidad. Para todo el país
hay algunos datos (que en 2015 yo puse sobre papel para la Fundación Ruderman) pero dependen demasiado de los
testimonios. Los distintos departamentos de policía y los gobiernos de los
estados se han mostrado reacios a registrar y controlar el uso de la fuerza.
Aún así, los testimonios siguen siendo reveladores. Los principales casos
investigados por el DOJ en Chicago involucraban a hombres negros con una
discapacidad.
LaQuan McDonald tenía trastorno por estrés postraumático (TEPT) y una discapacidad
mental no especificada. Philip Coleman,
muerto durante el arresto, estaba sufriendo una crisis nerviosa cuando la
policía llegó a la casa después de que los padres llamaran al 911.
"Nosotros no los llevamos al hospital, los llevamos a la cárcel",
dijeron los agentes mientras lo detenían. En un vídeo publicado a finales de
2015, se puede ver a Coleman recibiendo descargas con una pistola eléctrica y
siendo arrastrado de su celda sin oponer resistencia. Un policía de Chicago mató a Quintonio Legrier, un joven
negro que sufría una crisis nerviosa, y también disparó contra la vecina que lo
estaba vigilando, una mujer negra llamada Bettie
Jones.
En julio de
2016, el grupo Advance Youth Leadership Power (AYLP) y sus activistas decidieron
tomar cartas en el asunto con una manifestación en la puerta de la audiencia
que trataba el caso, donde también entraron a declarar.
Yo estaba ahí y
vi a un niño de 11 años, acompañado por su madre, hablar de su trauma. Cuando
tenía 6, la policía entró violentamente en el patio de atrás de su casa con las
armas desenfundadas. La persona que buscaban estaba en la misma manzana, pero a
varias casas de distancia. Su madre, Melinda
Manson, describió los años de pesadillas que había sufrido su hijo tras el
episodio.
Timotheus
Gordon, un estudiante de doctorado en la Universidad de Illinois, de raza negra y
autista (se describe a sí mismo como "un jugador de fútbol americano negro
y con rastas"), habló sobre el temor constante a ser detenido por la
policía y no responder rápido y de una manera que los agentes consideren
satisfactoria. Los familiares de Stephon
Watts, un joven negro autista asesinado por la policía en la cercana ciudad de
Calumet, hablaron de la pérdida de su ser querido. Huff también
contó su historia.
El mensaje era claro: no habría justicia para los
habitantes de Chicago hasta que no se abordase el tema de la discapacidad tanto
como el de la raza para entender el comportamiento de la policía.
Lo bueno es que
los investigadores del DOJ entendieron el mensaje y colaboraron con el grupo AYLP en la organización de una serie de
reuniones, algunas públicas y otras privadas (más seguras), para asegurarse de
que estos habitantes de Chicago pudieran contar su historia.
El
problema es del sistema y de la estigmatización.
Durante el otoño entrevisté a varios miembros del grupo AYLP para conocer su punto de
vista. Aunque con formas diferentes, todo el tiempo escuché mencionar dos
temas.
El primero, que estas personas creen que el sistema
legal está diseñado para maximizar la opresión de la gente negra y con
discapacidad. El segundo, que dentro de la comunidad negra del área de Chicago,
la estigmatización hace que la gente evite hablar de la discapacidad. En otras
palabras, muchos piensan que referirse a la discapacidad de LaQuan McDonald es una forma de
minusvalorarlo, o que el debate sobre las enfermedades mentales y el accionar
policial debería ser diferente al debate sobre el autismo.
Candace
Coleman, coordinadora para la juventud en el AYLP, no está de acuerdo. "Soy negra, tengo discapacidad y soy del
South Side, en Chicago", dice. Pero
Coleman también sabe que la estigmatización existe. Siempre supo que tenía
discapacidad (tiene varias afecciones, entre ellas parálisis cerebral y asma, y
toda su vida ha estado entrando y saliendo de los hospitales), pero le llevó
mucho tiempo poder sentirse verdaderamente orgullosa de esa parte de su
identidad.
Coleman es hoy una de
las líderes del movimiento de orgullo en la discapacidad, pero reconoce que va
a pasar mucho tiempo antes de que todos sientan ese orgullo. En muchas
comunidades, "no se puede hablar
sobre salud mental". "Te automedicas, haces lo que tienes que hacer
para salir adelante pero, incluso hoy, sigue sin estar bien hablar del
tema", dice. Y cuando nadie habla del tema, ni siquiera los reformistas
bienintencionados pueden escuchar.
Para Chris, la estigmatización es algo que le sirve a un sistema
disfuncional. Ese día que nos encontramos en el parque me lo explicó por
encima. En su análisis, las circunstancias opresivas generan estigmatización y
profundizan los efectos negativos, especialmente de los problemas mentales;
esos efectos negativos a su vez hacen que se provoque la interacción con las
fuerzas policiales; como las fuerzas de seguridad manejan muy mal ese tipo de
interacciones, castigan con demasiada frecuencia a los que se comportan de
manera diferente, reforzando así la necesidad de aislarse (incluso de sí
mismas) que tienen las personas con discapacidad.
La
policía castiga a los que son diferentes.
"Una vez que salí al mundo, ya tenían una serie de sistemas listos
para mí", dice Huff. "Ya
tenían preparado mi vecindario, la comunidad... debido a la segregación. Ya
estaba todo planeado de antemano. Lo que creo que está pasando verdaderamente
es que una gran parte de la enfermedad sí tiene que ver con un factor genético,
pero son desórdenes provocados por el hombre. Me tengo que adaptar al sistema y
a la estructura actual para recibir educación, trabajo y vivienda".
Una de las
últimas medidas del Ministerio de Justicia de la Administración Obama fue publicar
un informe sobre el comportamiento policial en Chicago. Una evaluación
devastadoramente cruda de las sistemáticas violaciones que comete la policía
contra los derechos civiles de sus habitantes. En un primer momento, el fiscal general de EEUU, Jeff Sessions,
desestimó el informe por considerarlo "anecdótico", incluso después
de admitir que no lo había leído. Sessions
se mostró en contra de los llamados "decretos de consentimiento"
entre el DOJ y los departamentos de policía, [pensados para que el
Departamento de Justicia intervenga y ayude a mejorar el funcionamiento de las
policías locales].
El informe del
DOJ identificó la práctica generalizada de abusos y añadió una serie de
recomendaciones, como la de "trabajar con los miembros de la comunidad
procedentes de los diversos grupos raciales, religiosos, étnicos, de género y
de discapacidad en Chicago para generar una conciencia cultural conjunta con la
policía, informar y sumar propuestas de medidas posibles que mejoren la
relación entre la policía y la comunidad".
La inclusión de la discapacidad en ese listado es una
muestra del trabajo del AYLP, entre
otros. Pero Trump y Sessions están
tratando de tirar el informe a la basura. Como escribió Rachel Cohen en la revista Vice,
los expertos en el tema y los activistas dicen que el alcalde de Chicago, Rahm Emanuel, está aprovechando el mensaje
antireformista de Sessions para debilitar las reformas en la ciudad.
Cuando terminábamos nuestra conversación, Huff admitió que, a veces sentía un
"vínculo traumático" con esta zona de Chicago. "Sé que no soy la
única persona que tiene un vínculo traumático con el lugar en que creció. ¿A
quién se le ocurre alejarse de una experiencia traumática y volver a esa
mierda?".
"No es una coincidencia que estés viviendo aquí, que estemos en esta
plaza. ¿En qué otro lugar podrías estar?", le dije.
Huff miró hacia otro lado. "Solo
intento sumar una voz en el debate sobre la discapacidad. Me gustaría entender
cómo la violencia estructural crea o perpetúa las discapacidades psico-sociales
o las discapacidades mentales, cómo la violencia estructural crea o contribuye
a las disfuncionalidades que se experimentan en la vida".
Huff siente que no
tiene opción, que la disfunción del sistema está en todas partes y que tiene
que adaptarse. Pero termina diciendo: "Creo que si uno se adapta a la disfunción, al final
está adoptando esa disfunción".
David Perry es periodista por los derechos de
las personas con discapacidad. Su trabajo se centra en la violencia y en la
criminalización. Actualmente escribe un libro para la editorial Beacon Press,
con el título provisional Disability Is Not a Crime (La discapacidad no es un
crimen).
Traducido por
Francisco de Zárate.
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