Interesante, documento de CLACSO, sobre
un Tema sumamente Polémico, existe o no el NEO NEOLIBERALISMO, y quién precisamente aporta a esta “nueva” propuesta
política de que realizan algunos sectores políticos de la “nueva izquierda democrática” latinoamericana. Álvaro García Linera,
actual Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, es uno de los
personajes políticos, que desde el Pensamiento
Crítico Latinoamericano, nos proporciona una Introducción al Tema. Mejor le
damos una lectura.
“Estamos en una encrucijada. Lugares
del continente están retrocediendo; lugares del continente
se están afianzando. ¿Qué va a pasar? Una de las opciones es una especie de
neo-neoliberalismo. Ya su mismo nombre suena fosilizado, anquilosado…, es
decir, una reedición deslucida, desteñida de las políticas de los años 80s, 90s
que se están dando en algunos países de América Latina. ¿Es una probabilidad?
¡La es! ¿Cuál es mi punto de vista? No es una probabilidad irradiante, no es un
horizonte seductor, es un horizonte por defecto, es una opción por defecto…
Pero es distinto el neo-neoliberalismo de hoy, de 2017, al de los años 80’…”
(http://bit.ly/ 2qmwF4F).
La anterior cita fue pronunciada por
el actual vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera (2017), en Montevideo
(Uruguay) durante el Ciclo de conferencias: “Ser de izquierda en el Siglo XXI”,
convocado por el Frente Amplio y la Fundación Liber Seregni, el 12 de mayo
pasado. García Linera señala la existencia de un “nuevo neoliberalismo”.
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Ecuador. Rafael Correa. Los laberintos de la Revolución Ciudadana. O el nuevo "neo neoliberalismo"
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NUEVO NEO NEOLIBERALISMO.
*****
Juan
Francisco Puello Socarrás.
CLACSO
junio del 2017.
“Estamos
en una encrucijada. Lugares del continente están retrocediendo; lugares del
continente se están afianzando. ¿Qué va a pasar? Una de las opciones es una
especie de neo-neoliberalismo. Ya su mismo nombre suena fosilizado,
anquilosado…, es decir, una reedición deslucida, desteñida de las políticas de
los años 80s, 90s que se están dando en algunos países de América Latina. ¿Es
una probabilidad? ¡La es! ¿Cuál es mi punto de vista? No es una probabilidad
irradiante, no es un horizonte seductor, es un horizonte por defecto, es una
opción por defecto… Pero es distinto el neo-neoliberalismo de hoy, de 2017, al
de los años 80’…” (http://bit.ly/ 2qmwF4F).
La anterior cita fue pronunciada por
el actual vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera (2017), en Montevideo
(Uruguay) durante el Ciclo de conferencias: “Ser de izquierda en el Siglo XXI”,
convocado por el Frente Amplio y la Fundación Liber Seregni, el 12 de mayo
pasado. García Linera señala la existencia de un “nuevo neoliberalismo”.
En simultáneo, Alberto Acosta –ex
ministro durante el primer año del mandato de Rafael Correa en Ecuador- y John
Cajas, en un artículo titulado: “Correa, un neo-neoliberal”, plantearon:
(…)
el gobierno de Correa comparte muchos objetivos de los gobiernos neoliberales
de los años 80 y 90. Pero mientras el viejo neoliberalismo apartaba y reducía
al Estado para que los grandes capitalistas exploten libremente, el nuevo
neoliberalismo fortalece al Estado y le reúne con el gran capital -local y
transnacional- para explotar a trabajadores y Naturaleza. Así, Correa -y su
gobierno- ha instaurado una suerte de neoliberalismo transgénico con la
Intervención del Estado: una fase superior del neoliberalismo a la cual
llamaremos neo-neoliberalismo [http://bit.
ly/2qqAzJd].
Un poco antes de todas estas
declaraciones, New Left Review incluyó un artículo de William Davis (2016,
132-133: http://bit. ly/2rGm1d9) donde se proponía un “neoliberalismo 3.0”, “El
Nuevo Neoliberalismo”:
Si
hoy vivimos bajo el neoliberalismo, este es manifiestamente diferente del
neoliberalismo que subió al poder a finales de la década de 1970 y comienzos de
la de 1980, y diferente también al que predominó a partir de la de 1990, en el
prolongado auge que precedió a 2008… Lo que ha surgido, quiero sugerir, no es
simplemente otro “pos”, sino una nueva fase del neoliberalismo organizada en
torno a unos valores y actitudes de castigo… Lo que ha cambiado desde 2008 no
son tanto las técnicas de poder –que se han mantenido inquietantemente
constantes- como el espíritu o el significado de su aplicación práctica.
Más allá de estas provocaciones, el
término “neo-neoliberalismo” viene siendo paulatinamente recurrido no sólo en
los debates y análisis políticos de América Latina en particular sino también
como una forma de aproximar respuestas ante las interrogantes irresueltas y las
supuestas paradojas que emergen en medio de la crisis más espectacular del
capitalismo histórico, eufemísticamente bautizada por la hegemonía reinante
como La Gran Recesión.
¿Es conveniente teóricamente y útil
políticamente hablar de un “nuevo neoliberalismo”? Ciertamente. No sólo sería
justo con la historia de los hechos. También resulta un ejercicio de reflexión
necesario con el propó- sito de cuestionarlo radicalmente, de raíz, en un
sentido teórico y práctico.
Si nos referimos genéricamente al
neoliberalismo como el capitalismo hoy realmente existente; una fase histórica
específica dentro del capitalismo, y más puntualmente, un período singular del
sistema en su estadio tardío, uno de los errores que deslizan con frecuencia
los análisis –a diestra y siniestra del espectro político contemporáneo- es la
omisión de su naturaleza compleja, diversa, dinámica y, especialmente,
resiliente –capacidad de renovación (ver: http://bit.ly/1aGM07u).
Resulta
no sólo necesario sino también esencial, distinguir entre un ‘viejo’ (primer)
neoliberalismo, y otro emergente, de nuevo cuño.
Por ello, resulta no sólo necesario sino
también esencial, distinguir entre un ‘viejo’ (primer) neoliberalismo, y otro
emergente, de nuevo cuño.
La versión inaugural del
neoliberalismo in vivo estuvo basado en la ortodoxia del fundamentalismo de
mercado, adosado por una aversión obsesiva en contra del intervencionismo de
Estado y, más allá, enemigo de la Planificación centralizada de los llamados
Socialismos ‘reales’. Mientras tanto, su versión sucedánea viene respaldada
bajo los lemas: “Estado fuerte [para lograr], Mercados Libres” y “Tanto Mercado
como sea posible, tanto Estado como sea necesario”.
Una distinción clave entre ambas
versiones es la existencia de un tipo de neoliberalismo tendiente hacia la
desregulación (estatal de los mercados); y, otro tipo que articula la
regulación estatal (para favorecer las dinámicas de mercado, y “corregir” sus
fallas, se insiste últimamente) [ver: http://bit.ly/2n3ztSR].
Develando ‘el misterio del
posneoliberalismo’, magistralmente Beatriz Stolowicz ha verificado que, uno y
otro, antes que contraponerse, se complementan. Teórica, política y, sobre
todo, históricamente.
Las tres referencias mencionadas
coinciden en varios aspectos. Pero también caen en -al menos- tres errores
fundamentales:
Minimizar el neoliberalismo como una
cuestión de “políticas públicas” (ya sean económicas o sociales), sin insistir
lo suficiente en su ontología crucial: un proyecto político de clase. Se
equivoca Acosta et alter al plantear una especie de “neoliberalismo
intervencionista” cuando el neoliberalismo en general, viejo o nuevo, es
claramente anti-intervencionista; la acción del Estado interventor es una cosa,
el Estado regulador, otra.
Vincular cronológicamente la
emergencia del neoliberalismo con los años 80s y 90s; incluso, “finales de la
década de 1970”, como se lee en Davis; dejando de lado que la inauguración del
neoliberalismo está estrechamente asociada con el autoritarismo y el terrorismo
de Estado, y las dictaduras cívico-militares en América Latina, desde la década
de 1960 aunque, especialmente, en la década de 1970 (aquí los ejemplos
paradigmáticos son Chile en Pinochet y Argentina en Videla; no Thatcher y
Reagan, sucesos posteriores).
El nuevo neoliberalismo, está lejos
de ser “deslucido” siquiera “desteñido”, como propone García Linera. Todo lo
contrario. No hay que subestimar que se trata de una versión renovada y, en
términos globales -como lo han observado y demostrado, entre otros, Mirowski o
Crouch- desde el colapso financiero de corto plazo (2007-2008) y la consecuente
profundización de la crisis capitalista de largo plazo (1970-actual), el neoliberalismo
sale, antes bien, fortalecido.
De allí que las élites mundiales
hayan optado por intentar superar (sin éxito, hasta este momento) la actual
crisis, no sólo con más capitalismo sino peor aún: con más neoliberalismo. Eso sí, el
neoliberalismo de hoy abandona la “desregulación” y potencia la “regulación”
estatal.
*Colombia,
miembro del GT Crisis y Economía Mundial, Escuela Superior de Administración
Pública.
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