EL PESO DE LA HISTORIA TODA GRAN REVOLUCIÓN VA MUY POR DELANTE
DE SU TIEMPO. Las grandes revoluciones hacen avanzar unos
principios que significan un progreso respecto a las fases históricas
precedentes. Por eso logran despertar
mucho entusiasmo y apasionar a grandes grupos de personas incluso mucho
tiempo después. Pero en general la realización de los objetivos de estas
revoluciones no es cosa fácil. El peso de la historia es más pesado que el
plomo.
ASÍ,
LA REVOLUCIÓN FRANCESA convirtió en un logro definitivo los derechos
políticos y el principio de igualdad. Sin embargo, la propia Revolución llevó al Terror y a la introducción de la guillotina,
a la prohibición de toda posibilidad de sindicatos o de huelga, así como a
las guerras imperialistas de conquista llevadas a cabo por Napoleón y que costaron tres millones y medio de vidas. Eso no quita que la Revolución
francesa siga siendo a justo título un hito importante de la historia mundial.
A esa luz es a la que hay que ver y juzgar la Revolución de Octubre.
LENIN,
EL ARTÍFICE DE LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE, era
perfectamente consciente del hecho de que la realización de los ideales
revolucionarios no sería fácil, pero al mismo tiempo, de que la Revolución
constituía un paso importante en la historia: “Esta
primera victoria no es aún la victoria
definitiva y nuestra Revolución de Octubre la ha conseguido con dolores y
dificultades sin precedentes, con inauditos sufrimientos, con una serie de
graves desaciertos y errores nuestros. […] Nosotros hemos empezado la obra.
Poco importa saber cuándo, en qué plazo y en qué nación culminarán los proletarios
esta obra. Lo
esencial es que se ha roto el hielo, que se ha abierto el camino, que se ha
indicado la dirección ” .
/////
EN
EL CENTENARIO DE LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE.
Diez
días que estremecieron al mundo.
*****
Josef Mampuys y Marc Vandepitte.
Rebelión martes 7 de noviembre del 2017.
Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.
El título de este artículo remite a unos de los
primeros libros sobre la Revolución de Octubre, Diez días que estremecieron al mundo, del
periodista estadounidense John Reed, publicado en 1919. Todavía hoy este libro
se considera uno de los documentos periodísticos más importantes del siglo XX.
John Reed, ‘‘Dix jours qui ébranlèrent le monde", Edition République des
lettres, París, 2017. [Hay muchas traducciones al castellano, una de las más
recientes es la de Angel Pozo Sandoval, Diez días que estremecieron al
mundo, Tres Cantos, Akal, 2004].
Las grandes revoluciones siempre van por delante de su tiempo. Siguen unos objetivos que suponen un progreso respecto a las fases históricas precedentes. La Revolución de Octubre fue el primer intento a escala mundial de acabar con la miseria y la opresión del capitalismo. Ejerció una influencia decisiva en todo el siglo XX. Volvamos sobre este acontecimiento.
Relación con la Primera Guerra Mundial
Cuando se aproximan las conmemoraciones de la
Primera Guerra Mundial, ahora es el momento de un nuevo centenario: el de la
Revolución de Octubre, que tuvo lugar en 1917 en el Imperio ruso y llevó a la
creación de la Unión Soviética. No es casual que ambos aniversarios se solapen
ya que están estrechamente ligados.
La Primera Guerra Mundial estalló como un conflicto
entre las grandes potencias europeas de entonces que esperaban reforzar y
expandir su posición de fuerza. Pero al cabo de cuatro años de una lucha
militar cada vez más extendida y sin salida, y con un importante deterioro de
las condiciones de vida en las naciones beligerantes, la Primera Guerra Mundial
provocó la caída de no menos que cuatro imperios. La Rusia zarista ni siquiera
conoció el final de la guerra. La abdicación de zar Nicolás II en marzo de 1917
ponía fin a 300 años de dominación dinástica de los Romanov. El final de la
Primera Guerra Mundial en noviembre de 1918 provocó después la caída del
Imperio alemán, la de la doble monarquía austro-húngara de los Habsburgo y del
Imperio otomano.
Antecedentes.
La Primera Guerra Mundial, que había estado
precedida de un largo periodo de problemas y conflictos, supuso en cierto modo
el golpe de gracia del Imperio zarista. Tras la supresión del vasallaje en 1861
y la entrada en la revolución industrial no había dejado de aumentar el
descontento provocado por el autoritarismo del régimen zarista. En 1881 el zar
Alejandro II fue asesinado por un grupúsculo de conspiradores. El hermano mayor
de Lenin se vio implicado en un intento de asesinato del nuevo zar, Alejandro
III. Fue detenido y condenado a muerte en 1887. Lenin y compañía sacaron sus
conclusiones de ello y se unieron al Partido Obrero Social Demócrata de Rusia
(POSDR) fundado en marzo de 1898, precursor del futuro Partido Comunista.
El campo seguía padeciendo unas condiciones de vida
feudales. Los grandes propietarios tenían todo el poder. Representaban solo el
0,3 % de la población, pero poseían más de la mitad de todas las tierras. Las
condiciones de existencia de los campesinos rusos eran similares a las del
campesinado francés y belga del siglo XIV. Todos los levantamientos sucesivos
de campesinos fueron aplastados sin piedad.
También en las ciudades reinaba el descontento.
Hacia finales del siglo XIX la población estaba cada vez más insatisfecha y después
de la derrota de Rusia en la guerra ruso-japonesa (1904-1905) se multiplicaron
los motines de soldados y las manifestaciones. El Domingo Rojo del 9 de enero de 1905 la guardia imperial abrió
fuego y causó cientos de víctimas entre los manifestantes. Las manifestaciones
y huelgas no hicieron más que aumentar, el zar se vio obligado a hacer
concesiones con unas reformas económicas e instauró una primera Duma (parlamento).
Pero como las reformas propuestas apenas supusieron mejoras, la agitación
persistió.
Mientras tanto, el POSDR se había dividido en dos
facciones: los menchevikes, más bien
moderados, y los
bolcheviques, radicales. A principios
de la Primera Guerra Mundial el zar había vuelto a fortalecer su poder y la
agitación dio paso a un patriotismo entusiasta. Pero era una ilusión. A medida
que avanzaba la guerra el ejército zarista sufría cada vez más derrotas y la
economía se desarticulaba. Hacia finales
de 1916 Rusia estaba al borde de un desmoronamiento militar y económico
total. El coste en vidas humanas fue particularmente elevado. Perecieron dos
millones y medio de rusos. El descontento que desde 1905 estaba a punto de
estallar se convirtió en un inmenso rumor que culminó en 1917 y se realizó
definitivamente con la Revolución de
Octubre.
De la revolución de febrero…
A finales de febrero
de 1917 estallaron en Petrogrado unos disturbios de gran magnitud. En pocos
días las huelgas en la fábrica de municiones desembocaron en una huelga
general. Las mujeres salían cada vez más a la calle para reclamar pan. “¡Pan, trabajo!” se convirtió en la
consigna más coreada y a ella se añadía a continuación “¡Abajo la guerra!”, la causa de todo. Cuando las tropas del zar ya
no se mostraron dispuestas a disparar contra los insurgentes el Imperio ruso de
desmoronó en unos días. Se había producido la Revolución de Febrero.
El 2 de
marzo de 1917 abdicaba el zar Nicolás II. Se formó un gobierno provisional
dirigido por el príncipe Lvov con el apoyo de casi todas las fuerzas de
oposición al zar, salvo los bolcheviques. Y es que en el intervalo se habían
instaurado consejos de obreros y de soldados en todas partes, en Petrogrado y
en otras grandes ciudades. Empezó así el periodo del “doble poder”.
La cuestión de la guerra constituía un punto de
divergencia crucial. Los bolcheviques eran los únicos que deseaban que
terminara la guerra. Era indispensable para poder concentrarse en los problemas
sociales y económicos.
El gobierno
provisional, por su parte, deseaba seguir con la guerra.
Los
dirigentes bolcheviques en el exilio seguían muy de cerca estos
acontecimientos en sus países de acogida. El emperador alemán esperaba que
prevalecieran los sóviets y su reivindicación de detener la guerra por lo que
llegó a un acuerdo para que Lenin pudiera abandonar Suiza y atravesar Alemania
hasta Rusia en un vagón de tren sellado.
Lenin llega
a Petrogrado en abril y preconiza en sus “Tesis de abril” que todo el poder debe ir a los sóviets, los
cuales deberán actuar radicalmente para detener la guerra, lograr la
distribución de tierras y la equidad alimentaria. Las tensiones entre el
gobierno provisional y los sóviets se exacerban a medida que aumenta la
influencia de los bolcheviques en los sóviets. Como el gobierno provisional
estaba cada vez más dominado por los antiguos generales zaristas, los
dirigentes bolcheviques tuvieron que pasar a la clandestinidad o, como Lenin,
huir otra vez al extranjero.
…a
la Revolución de Octubre
A principios
de octubre la mayoría de los dirigentes bolcheviques decidió que era necesario
un levantamiento armado y que los sóviets tenían que hacerse con la dirección
del Estado. Así, el 25 de octubre (2) miembros de los sóviets y soldados
simpatizantes toman por asalto el Palacio de Invierno del zar en Petrogrado y
hacen prisioneros a los miembros del gobierno provisional. Esa misma tarde se
reúne el II Congreso Panruso de los
Sóviets con 649 delegados, 390 de los cuales eran bolcheviques,
provenientes de más de 400 comités locales de todas las regiones de Rusia.
El congreso
de los sóviets anunció un armisticio con Alemania, concedió
tierras a quienes las explotaran, introdujo la jornada de ocho horas,
nacionalizó los bancos y las grandes empresas al tiempo que acababa con las
discriminaciones basadas en la nacionalidad. Poco después siguieron decretos
sobre el control de los trabajadores en las empresas y la separación de la
Iglesia y el Estado.
La reacción no se hizo esperar. Los partidarios del gobierno provisional,
los blancos, no cedieron. Las oligarquías de las grandes potencias no veían con
buenos ojos una revolución en el patio trasero de Europa y prepararon una
invasión.
Las grandes potencias tenían otra razón para querer
acabar con esta revolución en ciernes: el riesgo de contagio. Poco después de que los bolcheviques
hubieran proclamado un armisticio con Alemania se extendió por Europa
central una oleada de huelgas políticas y de manifestaciones en contra de la
guerra. Muchos países estaban tan hartos de la guerra como sensibilizados por
la revolución. Después de la guerra
estallaron levantamientos en Hungría, Austria, Checoslovaquia, Bulgaria, Italia
y Alemania. La mayoría de las insurrecciones estaban mal preparadas y mal
organizadas. Fracasaron una tras otra, no sin hacer que les zumbaran los oídos
a las clases dirigentes.
A principios
de 1918 empezó una guerra civil entre los “rojos”, los bolcheviques recién llegados al poder,
y los “blancos”, que estaba apoyados
por los antiguos generales zaristas
y por muchas intervenciones aliadas (Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia,
Italia, Japón). La guerra civil duró hasta 1921
y causó millones de muertos, sobre todo debido a la inmensa hambre que le
acompañó.
A finales
1922 se creó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) o Unión
Soviética. Aquel año la salud de Lenin conoció una primera alerta, sin duda
consecuencia tardía de un atentado perpetrado contra él en agosto de 1918. Tras
diversos empeoramientos murió el 21 de enero de 1924. La lucha interna por su
sucesión inició una nueva fase en la historia de la Unión Soviética.
Balance de la revolución
Económico
Al empezar la revolución Rusia era un país
subdesarrollado. Los países industrializados producían por cabeza de 10 a 15
veces más carbón y de 10 a 20 veces más energía. Los ingresos por habitante en
Rusia eran inferiores a los de América Latina. Además de un retraso importante respecto a los países ricos, las
circunstancias en las que debía desarrollarse el país eran particularmente
desfavorables. Aparte de la destrucción causada por la Primera Guerra Mundial el país había sido devastado entre 1918 y
1921 por una violenta guerra civil y por invasiones extranjeras. Veinte años
después el país iba a sufrir la gigantesca destrucción provocada por la
invasión alemana (4). La joven
revolución sufría también un embargo económico. Y al contrario que la mayoría
de las naciones occidentales el país no podía contar con unas colonias que le
suministraran gratis o casi gratis materias primas y fuerza de trabajo.
A pesar de estas condiciones, la Unión Soviética tuvo un crecimiento espectacular. Entre 1920 y 1938 la producción
industrial aumentó más de un 6.000 %, mientras que la media en el resto del
mundo era de un 96 % . En 30 años pasó de ser un país relativamente atrasado a
ser una superpotencia capaz de competir con Estados Unidos en el plano tecnológico. Tenía que serlo por razones
de seguridad. En la década de 1930 el país tuvo que construir rápidamente un
aparato militar capaz de resistir a la amenaza de una guerra de aniquilación
por parte de la Alemania nazi. Y desde la década de 1950 hizo frente a una
carrera de armamentos nucleares (6).
No obstante, la carrera por la modernización resultante de ello se hizo de
manera forzada y tuvo un alto coste humano (7).
A mediados de la década de 1950 el crecimiento
empezó a ralentizarse. El crecimiento económico seguía siendo correcto aunque
se tradujo mucho menos en una mejora y un aumento de los bienes de consumo. En
este aspecto el retraso respecto a Estados Unidos aumentó y se mantuvo, lo que
provocó más frustración y menos apoyo a la dirección política (8). Pero incluso con este retraso de
crecimiento y a pesar de todas las miserias de la guerra económica, entre 1917
y 1989 creció una vez y media más rápido que el resto del mundo (9).
Social
La Revolución de Octubre fue un grito contra la
miseria y el subdesarrollo, un grito que no se dio en vano. La nueva República
de los Sóviets dio muestras de un progreso nunca visto en esa época. Se
erradicó el analfabetismo en poco tiempo. El nivel de instrucción llegó
rápidamente a un nivel comparable al de los países industrializados. Se eliminó
el paro y se instauró la jornada de ocho horas. La semana laboral en la Unión Soviética se convirtió en una de las
más cortas del mundo. Se creó un sistema de seguridad social, con una pensión
de jubilación completa. Se anuló la discriminación de la mujer y se legalizó el
aborto.
Aumentó la esperanza de vida. Al inicio de la
revolución los ciudadanos soviéticos morían 16 años antes que los ciudadanos
estadounidenses. En 1973 la diferencia ya era solo de dos años y medio . Un
factor de desarrollo social todavía más importante, la mortandad infantil por
debajo de 5 años: en 1960 era de cuatro a ocho veces más baja en la Unión
Soviética que en los países vecinos que cuarenta años antes todavía tenían un
nivel igual de desarrollo .
Influencia internacional
Sería difícil sobrestimar la importancia de la Revolución de Octubre para la historia
reciente del mundo. La Unión Soviética se ha convertido en el símbolo visible
de la alternativa socialista al liberalismo hasta entonces dominante y a la
sociedad capitalista. Todo el siglo XX, incluida una guerra fría de casi medio
siglo de duración, iba a estar dominado por el antagonismo del capitalismo
frente a socialismo. En el lado socialista la Unión Soviética como nación marcó
la pauta hasta el final de su existencia a principios de la década de 1990. En
ese sentido, la Revolución de Octubre
fue determinante para el carácter del siglo XX.
Gracias a esta revolución el socialismo dejó de ser
un ideal lejano o una utopía que no estaba al alcance para convertirse en una
posibilidad realizable. Y fue una realidad con efectos contagiosos. La Revolución de Octubre contribuyó a
muchas otras revoluciones y fue la fuente de inspiración de decenas de
movimientos de liberación en todo el mundo. En muchos otros países la Unión Soviética representaba un apoyo
sólido para la creación y desarrollo de partidos comunistas. Cuarenta años
después del asalto a Palacio de Invierno un tercio de la humanidad vivía en un
país socialista.
A su vez, la existencia y el éxito de los partidos
comunistas en el mundo ejercieron una presión sobre las relaciones de fuerza en
la política. Así, por temor al éxito de los partidos comunistas tanto
empleadores como partidos políticos tradicionales se mostraron proclives a
hacer grandes concesiones en el plano social. Basta con mencionar nuestro país,
Bélgica, tras cada una de las dos
guerras mundiales. Victorias importantes de la clase obrera de las democracias
occidentales, como el sufragio universal, el reconocimiento de los sindicatos,
el establecimiento de la concertación social y de la seguridad social, se
obtuvieron sobre todo gracias a la existencia de los partidos comunistas y al
miedo que suscitaban a los empleadores y partidos tradicionales.
Por último, la
Unión Soviética tuvo una importancia capital en dos acontecimientos
centrales del siglo XX: la victoria sobre el fascismo y el desmoronamiento del
sistema colonial. En casi todos los países ocupados durante la Segunda Guerra
Mundial los partidos comunistas desempeñaron un papel fundamental en la
resistencia al fascismo. Tres cuartas partes de las pérdidas alemanas durante
la Segunda Guerra Mundial se
debieron al Ejército Rojo. Sin estas pérdidas Europa habría sufrido sin duda el
yugo fascista durante mucho tiempo. La
Unión Soviética también desempeñó un papel importante en la
descolonización. Muchos países postcoloniales deseosos de seguir un camino
soberano respecto al mundo occidental pudieron contar con el apoyo económico,
tecnológico y militar de Moscú, apoyo que a menudo fue indispensable para su
supervivencia.
Evaluación
El peso de la historia
Toda gran
revolución va muy por delante de su tiempo. Las grandes revoluciones hacen
avanzar unos principios que significan un progreso respecto a las fases
históricas precedentes. Por eso logran despertar mucho entusiasmo y apasionar a
grandes grupos de personas incluso mucho tiempo después. Pero en general la
realización de los objetivos de estas revoluciones no es cosa fácil. El peso de
la historia es más pesado que el plomo.
Así, la
Revolución francesa convirtió en un logro definitivo los derechos
políticos y el principio de igualdad. Sin embargo, la propia Revolución llevó al Terror y a la introducción de la guillotina,
a la prohibición de toda posibilidad de sindicatos o de huelga, así como a
las guerras imperialistas de conquista llevadas a cabo por Napoleón y que costaron tres millones y medio de vidas (14). Eso no quita que la Revolución
francesa siga siendo a justo título un hito importante de la historia mundial.
A esa luz es a la que hay que ver y juzgar la Revolución de Octubre.
Lenin,
el artífice de la Revolución de Octubre, era
perfectamente consciente del hecho de que la realización de los ideales
revolucionarios no sería fácil, pero al mismo tiempo, de que la Revolución
constituía un paso importante en la historia:
“Esta primera victoria no es aún la victoria definitiva y nuestra
Revolución de Octubre la ha conseguido con dolores y dificultades sin
precedentes, con inauditos sufrimientos, con una serie de graves desaciertos y
errores nuestros. […] Nosotros hemos empezado la obra. Poco importa saber
cuándo, en qué plazo y en qué nación culminarán los proletarios esta obra. Lo
esencial es que se ha roto el hielo, que se ha abierto el camino, que se ha
indicado la dirección ” .
Fracaso o pequeño milagro
Según una opinión corriente, la Revolución de Octubre demuestra que el comunismo no funciona,
que es un fracaso. Es la visión de los vencedores, que no tienen en absoluto en
cuenta las circunstancias en las que se tuvo que desarrollar la Revolución. Según los artífices del
marxismo una sociedad socialista prosperaría mejor en las zonas más
industrializadas del mundo. Además, su viabilidad exigía que una revolución
socialista tuviera lugar simultáneamente en diferentes países. Ninguna de esas
dos condiciones se había cumplido en la Unión
Soviética: el país estaba solo y
debía construir el socialismo sobre la base de una economía principalmente
agraria.
Por otra parte, las potencias imperialistas
hicieron todo lo posible para debilitar la
Revolución y destruirla. Invadieron el país en varias ocasiones y le
impusieron un embargo económico y tecnológico. A finales de la década de 1930
empujaron a la Alemania nazi a volverse contra la Unión Soviética con la esperanza de que ambos países se agotaran y
aniquilaran mutuamente (16). Las
guerras y guerras civiles que atormentaron al país los 30 primeros años no solo
provocaron una sangría económica, sino que también privaron a la dirección
política de cuadros competentes y experimentados. A partir de la década de 1950, con una economía totalmente
destruida, el país se enfrentó además a una carrera de armamentos nucleares extraordinariamente
cara.
En estas circunstancias peligrosas es un pequeño
milagro que la Revolución de Octubre
se haya producido y aún más que la unión Soviética se haya mantenido durante 70 años. En este contexto más bien se
debe describir el conjunto del proceso como una proeza en vez de calificarlo de
fracaso.
En todo
caso, una mayoría pequeña de los habitantes de la antigua Unión Soviética no
considera la Revolución de Octubre
un fracaso. Veinte años después de la caída del Muro de Berlín un 54 % consideraba positivo el comunismo. Entre los
alemanes del Este un 57 % afirma que la RDA tenía más lados buenos que malos y
solo un 23 % de checos considera que actualmente tienen una vida mejor. Hoy un
55 % de los rusos añora la Unión Soviética (17).
Errores fundamentales.
El hecho de que fuera una proeza no significa que
no se cometiera ningún error fundamental. El sistema soviético no cayó tras una
acción o una intervención exterior.
Implosionó desde el interior, a causa de una acumulación de problemas, de
penurias y de decisiones equivocadas.
1. El déficit democrático . La opción de la industria pesada se justificaba
por razones de seguridad, pero fue a costa del consumo individual. Este tipo de
opción requiere una base amplia, lo que significa que una gran mayoría
concienciada la debe seguir y que la población se implique en la toma de
decisión. Sin duda este no fue siempre
el caso. A menudo las medidas se tomaron de forma autoritaria y represiva.
A veces la represión degeneró totalmente, sobre todo a partir de la segunda
mitad de la década de 1930, lo que puso extraordinariamente a prueba la
confianza de la población en sus dirigentes. El sistema ofrecía al ciudadano
soviético una seguridad social fuerte pero, por otra parte, un consumo
mediocre, sobre todo comparado con el del Oeste. Todo ello provocaba un
sentimiento general de indiferencia y de alienación. Los obreros no se sentían
en absoluto “propietarios” de sus
medios de producción y estaban poco dispuestos a trabajar más duro o de forma
más productiva. Fue sobre todo a partir de la década de 1970 cuando el fenómeno
adquirió proporciones importantes.
2. La burocratización . El
establecimiento del socialismo requiere un elevado grado de conciencia política
y de participación de la población. Son dos misiones importantes para el Partido Comunista. Pero el déficit
democrático metamorfoseó al partido en una élite burocratizada que cada vez
estaba menos en contacto con la población ordinaria. Las organizaciones de
masas se fueron convirtiendo poco a poco en correas de transmisión del partido,
lo que les hizo perder su alma y su fuerza de atracción entre la población. El partido perdió ahí gran parte de su
crédito. Cada vez era menos capaz de suscitar la creatividad y la participación
de amplios estratos de población para seguir desarrollando el socialismo. La
democracia interna del partido se vació de su sustancia. Se desarrollaron la
autosatisfacción y el laxismo. Entre los cuadros aumentó el arribismo y
disminuyó la cualidad.
3. El modelo económico . El modelo
económico fue particularmente eficaz para sacar rápidamente al país del
subdesarrollo. Para la fase siguiente había que ajustar este modelo y
actualizarlo, y eso es lo que no se logró. Los progresos tecnológicos y
científicos fueron impresionantes, pero no se tradujeron en un salto económico
hacia adelante. En el plano del consumo y de la agricultura el crecimiento
permaneció por debajo del nivel requerido. El
modelo era excelente para un desarrollo extensivo (crecimiento
cuantitativo, más de las mismas cosas) pero no para un desarrollo intensivo
(crecimiento cualitativo basado en una mejor productividad).
Por una parte, sin duda se importó demasiado y
demasiado fácilmente elementos del mercado. Por otra, toda la economía estaba
estatalizada hasta la menor prestación de servicios. El grado de centralización
fue muy alto, lo que era útil en tiempos de guerra aunque inútil en tiempos de
paz. También se suprimieron demasiado rápido los estímulos materiales (18).
4. Debilidades teóricas . La Revolución de Octubre fue el primer intento a gran escala de elaborar una sociedad
socialista. No existía un esquema director que indicara hacia dónde
ir, ni un plan detallado sobre cómo llegar ahí. La teoría revolucionaria no es
un libro de recetas elaborado, acabado, sino la síntesis de la práctica y de
las experiencias revolucionarias. Por consiguiente es un “work in progress”.
Ahí es donde reside el error: la teoría producida en la fase de inicio pronto
se canonizó y se cerró. Tras el periodo inicial ya no se consideró, o no se
volvió a considerar, desarrollar creativamente la teoría revolucionaria ni
enriquecerla.
Por otra parte, varias concepciones eran erróneas;
citaremos unas cuantas. Por un lado se sobrevaloraron las posibilidades propias
y se subestimó el carácter largo y complejo de la fase de transición entre el capitalismo y el comunismo. Por otro lado, hubo
desconocimiento de la capacidad de resiliencia del capitalismo. Se dio
demasiada poca importancia al combate de las ideas, a la cultura, a la
religión, etc.
5. La escisión del movimiento comunista internacional . Después de la Segunda Guerra Mundial un tercio
de la humanidad vivía en un país socialista, en muchos países del tercer mundo
ya estaban presentes muchos gérmenes socialistas y el comunismo gozaba de un
prestigio sin parangón. La unidad de los países comunistas era un elemento de fuerza en el escena internacional,
además de que ofrecía a los partidos comunistas de todo el mundo un excelente
foro para intercambiar y enriquecer visiones y concepciones. Pero a finales de
la década de 1950 la acentuación de las diferencias político-ideológicas provocó una ruptura e incluso una animosidad
entre China y la Unión Soviética.
Fue un duro golpe para el movimiento comunista mundial y para todas las fuerzas
progresistas internacionales. También fue un regalo del cielo para Estados
Unidos que, bajo el presidente Nixon, supo mostrarse mucho más pragmático (19).
Cada una de
estas lagunas fue un fallo o un paso en falso importante. Unidas a unas
circunstancias difíciles, contribuyeron a la implosión del sistema soviético a
finales de la década de 1980. Sin embargo, no se trataba de problemas
irresolubles. En los peores momentos la población soviética había sabido
demostrar resiliencia y motivación para resolver los problemas como, por
ejemplo, durante la guerra contra la Alemania
nazi y durante la reconstrucción del país tras la Segunda Guerra Mundial.
En la década de 1980 Gorbatchov
emprendió unas reformas draconianas que se descontrolaron y provocaron el fin
de la Unión Soviética. Puede que fuera demasiado tarde para poder poner orden.
Las lecciones de la historia
Según Marx y Engels, el socialismo es el
resultado del empeoramiento de las contradicciones en el seno del capitalismo.
La experiencia soviética nos enseña al menos tres cosas al respecto. En primer lugar, que una sociedad
socialista lleva en sí misma un potencial muy fuerte para superar las
calamidades del capitalismo, tanto en el plano social y económico, como
respecto a las relaciones fraternales entre los países.
La segunda
lección es que este potencial no se realiza automáticamente una vez que la
sociedad ha elegido la vía socialista. Unas circunstancias difíciles y malas
decisiones pueden echarlo todo a perder. El camino del socialismo es complejo,
largo y duro, y no es irreversible.
Si se piensa
que el socialismo se podría implantar rápidamente basta, sin
embargo, con ver la historia del capitalismo. Su implantación costó siglos, con
altos y bajos (20). Para muchos
autores, el desmoronamiento de la Unión Soviética fue la prueba del fracaso del
proyecto de sociedad socialista/comunista. El politólogo estadounidense Fukuyama habló incluso del “final de la historia” porque estaba
demostrado definitivamente que el capitalismo neoliberal era la mejor forma de
sociedad.
Pero desde la crisis económica de 2008 cada vez más
personas están convencidas de que el capitalismo neoliberal es todo excepto la
mejor forma de sociedad. Desde entonces el pensamiento social crítico de la
izquierda vuelve con fuerza tanto en su forma moderada (ecología social) como
más radical (socialista/comunista). ¿Necesitamos acaso una nueva “Revolución de Octubre” para
convertir estas ideas en realizaciones concretas?
*****
Traducción
del neerlandés [al francés]: Anne Meert para Investig’Action
Bibliografía
sucinta:
Notas:
(2) ¿La
Revolución de Octubre en noviembre? En 1582 la mayoría de los países europeos
se pasaron al calendario gregoriano, excepto Rusia y el gigantesco imperio de
los zares, que conservará el calendario juliano hasta el 1 de febrero de 1918.
Aquel día Rusia pasó al 14 de febrero. En el siglo XX la diferencia entre ambos
calendarios era de 13 días. Por consiguiente, la Revolución de Octubre, fechada
el 25 de octubre, tuvo lugar el 7 de noviembre para la mayoría de los demás
países.
(4) En 1920,
después de la guerra y la posterior invasión militar y guerra civil, la
producción industria había descendido a un 20 % del nivel que tenía en 1913 y
la producción alimentaria a un 60 %. Tras la Segunda Guerra Mundial la población
había pasado de 194 millones de habitantes a 170 millones. 30.000 fábricas
estaban destruidas. La producción agrícola había disminuido a la mitad y 1.710
ciudades y 30.000 pueblos estaban muy o totalmente destruidos. En términos de
desarrollo económico esta guerra representa un retroceso de nueve años.
(6) Los gastos militares en porcentaje del PNB pasaron del
3,4 % en 1933 al 33 % en 1940. En la década de 1950 ascendieron de nuevo al 24
%. Nove A., “An economic history of the U.S.S.R., 1917-1991”, Londres, 1992, p.
230 y 328.
(7) Se trata de la llamada la colectivización. Para
poder financiar las inversiones en la industria pesada se contaba con los
excedentes agrícolas. Y para poder obtener estos excedentes se colectivizó la
agricultura, lo que provocó el descontento de, sobre todo, los campesinos
medios, los kulaks , que boicotearon el proceso. Según las
fuentes (no siempre fiables debido a la Guerra Fría) esto costó la vida a
decenas de miles, incluso a millones, de personas .
(8) Los alemanes del Oeste tenían casi cuatro veces más
bienes de consumo que los ciudadanos soviéticos y 2,3 veces más que los
alemanes del Este. Los Wessies [los primeros] tenían
proporcionalmente seis veces más coches que los Ossies [los
segundos] . Frantzen D., “Van Revolutie tot Perestrojka”, p. 193.
(9) En esta época el resto del mundo conoció un
crecimiento económico del 240 %, la Unión Soviética del 375 %. En 1917 América
Latina tenía un PNB similar por habitante al de la Unión Soviética. La región
registró un crecimiento del 251 % durante este periodo
(14) Durante el periodo comprendido entre 1792 y 1794,
llamado “el Terror”, los dirigentes revolucionarios emprendieron una lucha
implacable contra todas las fuerzas que amenazaban la revolución. Decenas de
miles de personas fueron asesinadas. En La Marseillaise se
refleja el ambiente sangriento de este periodo. Su estribillo dice: “¡A las
armas, ciudadanos! ¡Formad los batallones! Marchemos, marchemos, que una sangre
impura anegue nuestros surcos”.
(16) Fue la línea que se siguió tanto en Gran Bretaña
como en Francia . La relación entre la Alemania nazi y los capitales
internacionales no se cortó y hacia finales de la década de 1930 las
inversiones extranjeras en Alemania incluso aumentaron. Soete L., “Het
Sovjet-Duitse niet-aanvalspact van 23 août 1939”, Berchem, 1989, pp. 98-110.
(17) 54 % en el caso de los habitantes del Bloque del
Este. Es una media. En algunos países las cifras son más altas: un poco más del
60 % de los búlgaros considera el régimen comunista mejor que el actual y
también un 63 % de rumanos, un 72 % de húngaros, un 78 % de bielorrusos, un 81
% de serbios y un 90 % de ucranianos.
(18) Marx había previsto una fase intermedia en el
desarrollo hacia el comunismo: el socialismo. En la fase socialista los
estímulos materiales todavía desempeñan un papel importante, en el comunismo se
abandona. O, como los formulaba Marx, en el comunismo cada uno recibe “según
sus necesidades”, en el socialismo todavía había lugar para la desigualdad y,
por consiguiente, para un salario según trabajo. Marx K., Critique du
programme de Gotha ,
(19) En 1969 se intensificaron las tensiones entre China
y la Unión Soviética. El presidente Nixon jugó hábilmente con ello y trató de
acercarse a China. Logró así dividir aún más el campo socialista y se encontró
reforzado respecto a Moscú, lo que podía ser útil en la guerra contra Vietnam.
(20) Los primeros intentos datan de hace unos 500 años
en las ciudades-Estado italianas, pero fracasaron.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario