miércoles, 15 de noviembre de 2017

LA IDEOLOGÍA ES COMO LA SOMBRA, SIEMPRE NOS ACOMPAÑA.

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“IDEOLOGÍA E IDEOLOGIAS.- TODOS TENEMOS IDEOLOGÍA. La creencia de que la ideología es sólo cuestión de quienes se interesan en política es una ingenuidad. Como profesor de Teoría del Conocimiento, no puedo cansarme de enseñar a mis alumnos universitarios que la ideología más fuerte es la de aquellos que creen no tenerla.

Es que la ideología no es una idea acerca de la política, sino las nociones que todos tenemos –y no siempre de manera plenamente consciente– sobre qué es la sociedad, qué es el individuo, qué es la justicia social, qué es el poder, etcétera. Para sostener esas ideas, no se requiere pensar explícitamente en política. Todos vivimos en sociedad y tenemos un modelo implícito de qué es bueno y qué es malo para la sociedad, aunque jamás hayamos dicho una palabra específica sobre el sistema político.

De tal manera no existen las personas “independientes”, no hay quienes no respondan a ideología alguna. Todos dependemos de nuestras ideas, y –lo peor– es que no todos somos conscientes de que las tenemos y mucho menos de cuál es el origen de las mismas, no sabemos a menudo por qué pensamos como pensamos.

Las ideas no nos vienen del cielo ni del interior de nuestra cabeza. Son la resultante de una serie de influencias que hemos pasado en nuestra vida: el sector social al que pertenecemos, el género, la época, las escuelas a que fuimos, las iglesias a las que pudiéramos haber pertenecido, los clubes, los amigos. Todos ellos han hecho que seamos los que somos. Nadie se inventa a sí mismo: a lo sumo, cada uno recombina a su manera las ideas que no ha producido por sí solo.

Entonces, no hay gente que tenga ideología y otra que pueda ufanarse de no tenerla; estos últimos suelen creer –erróneamente– que pueden ponerse “por encima” de quienes asumen explícitamente su ideología. Pero en verdad, ideología tenemos todos. Están los que saben que la tienen, y por ello pueden razonar sobre ella, modificarla. En cambio, los que se creen “independientes” ni siquiera se han enterado de la ideología que los atraviesa. Por tanto suelen creer, con ingenuidad conmovedora, que ellos dicen “cómo son las cosas”, que sus opiniones son neutras y objetivas. De tal manera, confunden el modo singular en que sus lentes les hacen ver la realidad, con la realidad misma”. Página /12.  Roberto Follari. Dr. En Filosofía. Universidad de Cuyo.

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LA IDEOLOGÍA ES COMO LA SOMBRA, SIEMPRE NOS ACOMPAÑA.

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Leonardo Boff.

Koinomia.

Miércoles 15 de noviembre del 2017.


El tema de la ideología está a la orden del día: ideología de género, política, económica, religiosa etc. Intentemos poner en claro esta cuestión.

1. Todo el mundo tiene una determinada ideología. Es decir, cada uno se hace una idea (de ahí ideología) de la vida y del mundo. Tanto el vendedor de palomitas de maíz de la esquina como la persona que atiende el teléfono o el profesor universitario. Es inevitable, porque somos seres pensantes con ideas. Querer una escuela sin ideología es no entender nada de ideología.

2. Cada grupo social o clase proyecta una ideología, una visión general de las cosas. La razón es que la cabeza piensa a partir de donde pisan los pies. Si alguien tiene los pies en la favela, tiene una cierta idea del mundo y de la sociedad. Si alguien tiene los pies en un apartamento de lujo junto a la playa, tiene otra idea del mundo y de la sociedad. Conclusión: no solo el individuo, sino también cada grupo social o clase, elaboran inevitablemente su visión de la vida y del mundo a partir de su lugar social.

3. Cada ideología personal o social, así como todo sabertiene intereses detrás, no siempre explicitados. El interés del trabajador es aumentar su salario. El del patrón, aumentar su ganancia. El interés de un habitante de la favela es salir de esa situación y tener una casa decente. El interés del morador de un apartamento de clase media es poder mantener ese status social sin estar amenazado por la ascensión de la gente de abajo. Los intereses no convergen porque si aumenta el salario, disminuye la ganancia y viceversa. Aquí se instaura un conflicto.


4. El interés escondido detrás del discurso ideológico debe ser calificado: puede ser legítimo y es importante explicitarlo. Por ejemplo: tengo interés en que ese grupo de familias cree una pequeña cooperativa de productos orgánicos, de hortalizas, tomates, maíz etc. Este interés es legítimo y puede ser dicho públicamente. Puede ser también un interés ilegítimo y ser mantenido oculto para no perjudicar a quien lo propone. Ejemplo: hay grupos que combaten el desnudo artístico para, en realidad, encubrir la homofobia, la supremacía de la raza blanca y la persecución a los grupos LGBT. O un político de un partido neoliberal cuyo proyecto es disminuir los salarios, reducir las pensiones y privatizar bienes públicos y se presenta como alguien que va a luchar por los derechos de los trabajadores, de los jubilados y a defender la riqueza de Brasil. Él oculta ideológicamente los verdaderos intereses partidarios para no perder votos. Esa ocultación es la ideología como falsedad y él, un hipócrita.

5. La ideología es el discurso del poder, especialmente del poder dominante. El poder es dominante porque domina varias áreas sociales. Las élites brasileras tienen tanto poder que pueden comprar a las demás élites. Porque son dominantes, imponen su idea sobre la crisis brasilera, culpando al Estado de ineficiente y perdulario, a los líderes de corruptos y a la política de ser el mundo de lo sucio. Por otro lado, exaltan las virtudes del mercado, las ventajas de las privatizaciones y la necesidad de reducir las reservas forestales de la Amazonia para permitir el avance del agronegocio. 

Aquí se oculta conscientemente la corrupción del mercado, donde actúan las grandes empresas que sustraen millones de los impuestos debidos, mantienen una caja B, promueven intereses altos que favorecen al sistema especulativo financiero que drena dinero público, sacado del pueblo, hacia los bolsillos de unas minorías, que, en el caso brasilero, son seis multimillonarios que poseen igual riqueza que 100 millones de brasileros pobres. Estas élites ocultan las agresiones ecológicas, la desnacionalización de la industria y hacen propaganda de que el agro es pop. Practican una ideología descarada como engaño. Hay redes de televisión que son máquinas productoras de ideología de ocultación, negando al pueblo datos sobre la gravedad de la situación actual, generando espectadores alienados, pues creen en tales versiones irreales. Para encubrir su dominación, apoyan proyectos que benefician a niños o patrocinan grandes eventos artísticos para parecer benefactores públicos. Por detrás ocultan desfalcos y apoyan abiertamente a determinados candidatos, satanizando la imagen del principal opositor.

Existe también la ideología de los sin poder, de los sin tierra y sin techo, y otros que para sustentarse elaboran discursos de resistencia y de esperanza. Esa ideología es benéfica pues los ayuda a vivir y a luchar.

La ideología es como una sombra: nos acompaña siempre. Para superar las ilegítimas, es menester desenmascararlas y sacar a la luz los intereses escondidos. Y cuando hablamos a partir de un determinado lugar social, conviene explicitar en el discurso nuestra ideología. Concientizada, la ideología se legitima y democráticamente puede ser discutida o aceptada.

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