“IDEOLOGÍA E IDEOLOGIAS.- TODOS TENEMOS IDEOLOGÍA. La
creencia de que la ideología es sólo cuestión de quienes se interesan en
política es una ingenuidad. Como profesor de Teoría del Conocimiento, no puedo
cansarme de enseñar a mis alumnos universitarios que la ideología más fuerte es
la de aquellos que creen no tenerla.
Es que la ideología no es
una idea acerca de la política, sino las nociones que todos tenemos –y no
siempre de manera plenamente consciente– sobre qué es la sociedad, qué es el individuo,
qué es la justicia social, qué es el poder, etcétera. Para sostener esas ideas, no se requiere pensar explícitamente en
política. Todos vivimos en sociedad y tenemos un modelo implícito de qué es
bueno y qué es malo para la sociedad, aunque jamás hayamos dicho una palabra
específica sobre el sistema político.
De
tal manera no existen las personas “independientes”, no hay quienes no
respondan a ideología alguna.
Todos dependemos de nuestras ideas, y –lo peor– es que no todos somos
conscientes de que las tenemos y mucho menos de cuál es el origen de las
mismas, no sabemos a menudo por qué pensamos como pensamos.
Las
ideas no nos vienen del cielo ni del interior de nuestra cabeza. Son la resultante de una serie de
influencias que hemos pasado en nuestra vida: el sector social al que
pertenecemos, el género, la época, las escuelas a que fuimos, las iglesias
a las que pudiéramos haber pertenecido, los clubes, los amigos. Todos ellos han hecho que seamos los que
somos. Nadie se inventa a sí mismo: a lo sumo, cada uno recombina a su manera
las ideas que no ha producido por sí solo.
Entonces,
no hay gente que tenga ideología y otra que pueda ufanarse de no tenerla; estos
últimos suelen creer
–erróneamente– que pueden ponerse “por encima” de quienes asumen explícitamente
su ideología. Pero en verdad, ideología tenemos todos. Están los que saben que
la tienen, y por ello pueden razonar sobre ella, modificarla. En cambio, los
que se creen “independientes” ni siquiera se han enterado de la ideología que
los atraviesa. Por tanto suelen creer, con ingenuidad conmovedora, que ellos
dicen “cómo son las cosas”, que sus opiniones son neutras y objetivas. De tal manera,
confunden el modo singular en que sus lentes les hacen ver la realidad, con la
realidad misma”. Página /12.
Roberto Follari. Dr. En Filosofía. Universidad de Cuyo.
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LA IDEOLOGÍA ES COMO LA SOMBRA, SIEMPRE
NOS ACOMPAÑA.
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Leonardo Boff.
Koinomia.
Miércoles 15 de noviembre del 2017.
El tema de la ideología está a la orden del día:
ideología de género, política, económica, religiosa etc. Intentemos poner en
claro esta cuestión.
1. Todo el
mundo tiene una determinada ideología. Es decir,
cada uno se hace una idea (de ahí ideología) de la vida y del mundo. Tanto el
vendedor de palomitas de maíz de la esquina como la persona que atiende el
teléfono o el profesor universitario. Es inevitable, porque somos seres
pensantes con ideas. Querer una escuela sin ideología es no entender nada de
ideología.
2. Cada
grupo social o clase proyecta una ideología, una visión
general de las cosas. La razón es que la cabeza piensa a partir de donde pisan
los pies. Si alguien tiene los pies en la favela, tiene una cierta idea del mundo
y de la sociedad. Si alguien tiene los pies en un apartamento de lujo junto a
la playa, tiene otra idea del mundo y de la sociedad. Conclusión: no solo el
individuo, sino también cada grupo social o clase, elaboran inevitablemente su
visión de la vida y del mundo a partir de su lugar social.
3. Cada
ideología personal o social, así como todo saber, tiene
intereses detrás, no siempre explicitados. El interés del trabajador es
aumentar su salario. El del patrón, aumentar su ganancia. El interés de un habitante
de la favela es salir de esa situación y tener una casa decente. El interés del
morador de un apartamento de clase media es poder mantener ese status social
sin estar amenazado por la ascensión de la gente de abajo. Los intereses no
convergen porque si aumenta el salario, disminuye la ganancia y viceversa. Aquí
se instaura un conflicto.
4. El
interés escondido detrás del discurso ideológico debe ser calificado:
puede ser legítimo y es importante explicitarlo. Por
ejemplo: tengo interés en que ese grupo de familias cree una pequeña
cooperativa de productos orgánicos, de hortalizas, tomates, maíz etc. Este
interés es legítimo y puede ser dicho públicamente. Puede ser también un
interés ilegítimo y ser mantenido oculto para no perjudicar a
quien lo propone. Ejemplo: hay grupos que combaten el desnudo artístico para,
en realidad, encubrir la homofobia, la supremacía de la raza blanca y la
persecución a los grupos LGBT. O un político de un partido neoliberal cuyo
proyecto es disminuir los salarios, reducir las pensiones y privatizar bienes
públicos y se presenta como alguien que va a luchar por los derechos de los
trabajadores, de los jubilados y a defender la riqueza de Brasil. Él oculta
ideológicamente los verdaderos intereses partidarios para no perder votos. Esa
ocultación es la ideología como falsedad y él, un hipócrita.
5. La
ideología es el discurso del poder, especialmente del poder dominante. El poder es
dominante porque domina varias áreas sociales. Las élites brasileras tienen
tanto poder que pueden comprar a las demás élites. Porque son dominantes,
imponen su idea sobre la crisis brasilera, culpando al Estado de ineficiente y
perdulario, a los líderes de corruptos y a la política de ser el mundo de lo
sucio. Por otro lado, exaltan las virtudes del mercado, las ventajas de las
privatizaciones y la necesidad de reducir las reservas forestales de la
Amazonia para permitir el avance del agronegocio.
Aquí se oculta
conscientemente la corrupción del mercado, donde actúan las grandes empresas
que sustraen millones de los impuestos debidos, mantienen una caja B, promueven
intereses altos que favorecen al sistema especulativo financiero que drena
dinero público, sacado del pueblo, hacia los bolsillos de unas minorías, que,
en el caso brasilero, son seis multimillonarios que poseen igual riqueza que
100 millones de brasileros pobres. Estas élites ocultan las agresiones
ecológicas, la desnacionalización de la industria y hacen propaganda de que el
agro es pop. Practican una ideología descarada como engaño. Hay redes de
televisión que son máquinas productoras de ideología de ocultación, negando al
pueblo datos sobre la gravedad de la situación actual, generando espectadores
alienados, pues creen en tales versiones irreales. Para encubrir su dominación,
apoyan proyectos que benefician a niños o patrocinan grandes eventos artísticos
para parecer benefactores públicos. Por detrás ocultan desfalcos y apoyan
abiertamente a determinados candidatos, satanizando la imagen del principal
opositor.
Existe también la ideología de los sin poder, de los sin
tierra y sin techo, y otros que para sustentarse elaboran discursos de
resistencia y de esperanza. Esa ideología es benéfica pues los ayuda a vivir y
a luchar.
La ideología
es como una sombra: nos acompaña siempre. Para superar las ilegítimas, es
menester desenmascararlas y sacar a la luz los intereses escondidos. Y cuando
hablamos a partir de un determinado lugar social, conviene explicitar en el
discurso nuestra ideología. Concientizada, la ideología se legitima y democráticamente
puede ser discutida o aceptada.
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