Las actuales dictaduras neoliberales latinoamericanas,
tiene hasta hoy, Origen distinto - un golpista - Otro, Elegido en Democracia. Ambos hoy presentes en un "mundo de corrupción" y con
destino estratégico igual, servir fielmente a los intereses de clase de los poderes facticos internos y externos. Las
nuevas "dictaduras" de las
burguesías político-empresariales
neoliberales y feroz política contra los Derechos Sociales del Pueblo. Se
habla de la imposición de políticas de una "neoliberalismo
tardío", “políticas modeladas desde el imperio” por su propia naturaleza,
de imposición, fracasadas históricamente las Políticas del Consenso de Washington, sin embargo, hoy vuelven, retornan
adocenadas, pintadas, revestidas de "Democracia
Empresarial" (Democracia de Mercado). Pero nuevamente el fracaso de
estos modelos trasnochados, violentos, represivos, está "incendiando la pradera", es decir, ante la ausencia de “políticas
propias” ( que nunca las han tenido) hoy como respuesta, vuelve la represión, persecución y cárcel de los opositores políticos, la
privatizaciones de Derechos sociales
Los MAESTROS en América latina, en respuesta al
proceso de privatización de la EDUCACIÓN, bajo Presupuesto
Nacional (Locales destruidos y Medios de Enseñanza absolutamente No
modernos) y Salarios de sobrevivencia de los
Maestros – como organización Gremial-SINDICAL, hoy asumen la gran
responsabilidad histórica en el escenario de las clases y la lucha de clases,
de forja y construcción de los NUEVOS
SUJETOS SOCIALES - actores y protagonistas - de los grandes CAMBIOS Sociales y Políticos, que hoy
exigen los Pueblos de Nuestra América,
la Patria Grande; además en este mismo escenario continental en los últimos
tiempos han (in)surgido otros sectores
Sociales - Juventud Universitaria, Juventud Desocupada, Trabajadores Estatales,
MUJERES – y su lucha hoy mundializada – así como la lucha de los Comunidades históricas y Pueblos Originarios,
primero en defensa de sus Derechos Sociales y segundo unido, concatenado, con
las luchas de los Pueblos – la CIUDADANÍA
– las políticas de los Nuevos Consensos
de los COMMODITIES
y en los últimos tiempos contra las nuevas formas de explotación, saqueo y
dominación de los DERECHOS SOCIALES
como nuevas formas de acumulación mundial
del capitalismo corporativo global. Finalmente es necesario y obligado
precisar que en este contexto local-global – escenario de escenarios de las
clases y la lucha de clases – lugar histórico, de la NUEVA SOCIEDAD CIVIL, EL
PODER POPULAR de la CIUDADANÍA, no
se agotó, no está liquidada, al contrario se prenden nuevas luces, cuando el Pueblo hoy lucha nuevamente en defensa
de sus DERECHOS, comienza a forjar y
construir en Democracia nuevas y superiores alternativas estratégicas de hacer
realidad con la UNIDAD, CONFIANZA,
DIGNIDAD, FORTALEZA Y PARTICIPACIÓN ACTIVA la construcción social y
política de una Nueva
PATRIA, en Nuestra AMÉRICA, la PATRIA GRANDE, SI ES POSIBLE.
BRASIL, hoy un escenario de escenarios de las clases y la lucha de clases
contra la dictadura - encubierta de corrupción institucional - y el
gobierno golpista que impone feroces políticas de liquidación y destrucción de
los Derechos Sociales del Pueblo. Se
suma la lucha contra el racismo, la defensa del feminismo y los Derechos de la
Mujer, (el cobarde asesinato de la activista social, feminista, Socióloga,
MARIELLE FRANCO – salida de las Favelas – y activa defensora de los Derechos
Sociales, lucha frontal contra el gobierno golpista y corrupto, así como la
ocupación militar de las grandes ciudades, -
como Río -. para enmascarar, el fracaso y corrupción de Temer en el gobierno, se suman los Movimientos
Ambientalistas ante la entrega de la Amazonia a las empresas transnacionales.
México,
hoy representa otro escenario múltiple, complejo, turbulento, donde la clases y
la lucha de clases – con los MAESTROS
– en el Liderazgo de la Lucha en defensa de los DERECHOS SOCIALES – la EDUCACIÓN – la lucha contra la deportación
de cientos de mexicanos a diario por el Gobierno del sr. TRUMP, la oposición del pueblo sobre la construcción de un
nuevo MURO, (separación, aislamiento
y nuevas formas de dominación del pueblo mexicano) así como internamente, la
denuncia contra los secuestros, asesinados de Dirigentes Populares, Periodistas, Universitarios, Mujeres con representación
Social, hoy son víctimas directas de las mafias y grupos del narcotráfico,
carteles de la droga y un país envuelto
en la CORRUPCIÓN, han logrado
destruir y disfrazar la Democracia, con una Democracia FALLIDA, un Estado Inviable,
producto de la narco-política, un
Narco-Estado.
/////
Protesta en Honduras contra el fraude electoral y la reelección del Presidente.
LAS NUEVAS DICTADURAS
LATINOAMERICANAS.
*****
Jorge Beinstein.
ALAI. América Latina en Movimiento.
Viernes 16 de marzo del 2018.
El ascenso autoritario.
La
radicalización reaccionaria de los gobiernos de países como Paraguay, Argentina, Brasil, México u
Honduras comienza a generar la polémica en torno de su
caracterización.
Ninguno
de esos regímenes ha sido el resultado de golpes de estado militares, en los
casos de Brasil, Honduras o Paraguay la destitución de los presidentes fue
realizada (parodia constitucional mediante) por el poder legislativo en
combinación más o menos fuerte con los poderes judicial y mediático. En Brasil
la Presidencia pasó a ser ejercida por el vicepresidente Temer (ungido por un
golpe parlamentario), cuyo nivel de aceptación popular, según diversas
encuestas, rondaría apenas el 3 % de los ciudadanos. En Paraguay ocurrió lo
mismo, y el presidente destituido fue remplazado por el vicepresidente a través
de un procedimiento parlamentario exprés y luego fueron realizadas elecciones
presidenciales que consagraron a Horacio Cartes un personaje de ultraderecha
claramente vinculado al narcotráfico.
En Honduras se realizaron elecciones
presidenciales en noviembre 2017, la “Alianza
de Oposición contra la Dictadura” había ganado claramente pero el
gobierno haciendo honor al calificativo con que lo había marcado la oposición
consumó un fraude escandaloso afirmando así la continuidad del dictador Juan
Orlando Hernández.
Un
caso por demás curioso es el de Argentina
donde se realizaron en 2015 elecciones presidenciales en medio de una avalancha
mediática, económica y judicial sin precedentes contra el gobierno y favorable
al candidato derechista Mauricio Macri.
El resultado fue la victoria de Macri
por escaso margen quien apenas asumió la presidencia avanzó sobre los otros
poderes del Estado logrando al poco tiempo de hecho la suma del poder público.
Si a esa concentración de poder le agregamos el control de los medios de
comunicación y del poder económico nos encontramos ante una pequeña camarilla
con una capacidad de control propia de una dictadura. Completa el panorama el
comportamiento cada vez más represivo del gobierno que por primera vez desde el
fin de la dictadura militar en 1983 ha decidido la intervención de las Fuerzas
Armadas en conflictos internos mediante la constitución de una “fuerza militar de despliegue rápido” integrada por efectivos del
Ejército, la Marina y la Aeronáutica y la conformación de una fuerza operativa
conjunta con la DEA utilizando la excusa de la “lucha contra el narcotráfico y el terrorismo”. De ese modo Argentina se incorpora
a una tendencia regional impuesta por los Estados Unidos de reconversión
convergente de las Fuerzas Armadas convencionales, las policías y otras
estructuras de seguridad en policías-militares capaces de “controlar” a las
poblaciones de esos países. No siguiendo el viejo estilo
conservador-cuartelario inspirado en la “doctrina de seguridad nacional” sino estableciendo
espacios sociales caóticos inmersos en el desastre, precisamente atravesados
por el narcotráfico (promovido, manipulado desde arriba) y otras formas de
criminalidad disociadora siguiendo la doctrina
de la Guerra de Cuarta Generación.
En México como sabemos se suceden los
gobiernos fraudulentos inmersos en una creciente ola de barbarie y en Colombia la abstención electoral
tradicionalmente mayoritaria llegó recientemente a cerca de dos tercios del
padrón electoral adornada por un muy publicitado “proceso de paz” que logró la rendición de las FARC asegurando al mismo tiempo la preservación de la dinámica de
saqueos, asesinatos y concentración de ingresos que caracteriza
tradicionalmente a ese sistema. En estos dos casos no nos encontramos ante algo
“nuevo” sino frente a regímenes relativamente viejos que fueron evolucionando
hasta llegar hoy a constituir verdaderos ejemplos exitosos de aplicación de las
técnicas más avanzadas de desintegración social. La tragedia de esos países
muestra el futuro que aguarda a los recién llegados al infierno.
El
panorama queda completado con las tentativas de restauración reaccionaria en Bolivia y Venezuela. En el caso
venezolano la intervención directa de Estados
Unidos busca recuperar (recolonizar) la mayor reserva petrolera del mundo
en momentos en que el reinado del petrodólar (fundamento de la hegemonía
financiera global del Imperio) entra en declinación rápida ante el ascenso de China (el mayor comprador internacional
de petróleo) que busca imponer su propia moneda respaldada por oro (el
petro-yuan-oro) en alianza precisamente con Venezuela y otros gigantes del
sector energético como Rusia e Irán.
En Bolivia el aparato de inteligencia imperial
realiza una de sus manipulaciones de manual inspirada en la doctrina de la Guerra de Cuarta Generación.
Pone en acción sus apéndices mediáticos locales y globales intentando desplegar
la histeria (en este caso racista) de franjas importantes de las clases medias
blanca y mestiza contra el presidente indio. Aquí no solo se trata de barrer a
un gobierno progresista sino de apropiarse de las reservas de litio, las
mayores del mundo (según distintas prospecciones Bolivia contaría con aproximadamente el 50 % de las reservas de
litio del planeta), pieza clave en la futura reconversión energética
global.
Brasil, hoy un escenario de escenarios de las clases y la lucha de clases contra la dictadura - encubierta de corrupción institucional - y el gobierno golpista que impone feroces políticas de liquidación y destrucción de los Derechos Sociales del Pueblo. Hoy se suma la lucha contra el racismo, la defensa del feminismo y los Derechos de la Mujer, así como los Movimientos Ambientalistas ante la entrega de la Amazonia a las empresas transnacionales.
***
Principales características.
Las actuales
dictaduras tienen
todas las características de presentar una imagen
civil con apariencia de respeto a los preceptos constitucionales,
manteniendo un calendario electoral con pluralidad de partidos y demás rasgos
de un régimen democrático de acuerdo a las reglas occidentales. Por otra parte
no nos encontramos ante mecanismos explícitos de censura y aunque marginales o
en posiciones muy secundarias se escuchan algunas voces divergentes. Los prisioneros políticos pasan casi
siempre por los juzgados donde los jueces los condenan de manera arbitraria
pero aparentando apoyarse en las normas legales vigentes. Los asesinatos de
opositores son minimizados u ocultados por los medios de comunicación y quedan
por lo general envueltos por mantos de confusión que diluyen las culpas
estatales amalgamando de manera sistemática los crímenes políticos con las
violencias policiales contra pobres y pequeños delincuentes sociales y
represiones a las protestas populares
Esa máscara
democrática,
prolijamente desprolija, resulta ser lo que es: una máscara, cuando constatamos
que los medios de comunicación convertidos en un instrumento de manipulación
total de la población están controlados por monopolios como el grupo Clarín en Argentina, O Globo en Brasil o
Televisa en México cuyos propietarios forman parte del estrecho círculo del
Poder. O cuando llegamos a la conclusión de que el sistema judicial está
completamente controlado por ese círculo del que participan los principales
intereses económicos (transnacionalizados) manejando a discreción al aparato
policial-militar. Y que en consecuencia los partidos políticos significativos, los
medios de comunicación, las grandes estructuras sindicales y otros espacios de
potencial expresión de la sociedad civil están estratégicamente controlados
(más allá de ciertos descontroles tácticos) mediante una embrollada maraña de
represiones, chantajes, crímenes selectivos, abusos judiciales, bombardeos
mediáticos apabullantes disociadores o disciplinadores y fraude electoral
más o menos descarado según el problema concreto a
resolver.
El
nuevo panorama ha provocado una notable crisis de percepción donde la realidad
choca con principios ideológicos, conceptualizaciones y otras componentes de un
“sentido común” heredado del pasado. No somos víctimas de un rígido
encuadramiento de la población con pretensiones totalitarias explícitas
anulando toda posibilidad de disenso, buscando integrar al conjunto de la
sociedad a un simple esquema militar, sino ante sistemas flexibles, en realidad
embrollados, que no intentan disciplinar a todos sino más bien desarticular,
degradar a la sociedad civil convirtiéndola en una víctima inofensiva,
apabullada por la tragedia.
No
se presentan proyectos nacionales desmesurados, propios de los militares “salvadores de la patria” de otros tiempos o imágenes
siniestras como la de Pinochet, ni siquiera discursos hiper optimistas como el
de los globalistas neoliberales de los años 1990 o personajes cómicos como Carlos
Menem, sino presidentes sin carisma, por lo general torpes, aburridos
repetidores de frases banales preparadas por los asesores de imagen que conforman una red regional globalizada de
“formadores de opinión” made in USA.
En
suma, las dictaduras blindadas y triunfalistas del pasado parecen haber sido
reemplazadas por dictaduras o protodictaduras grises que ofrecen poco y nada
montadas sobre aplanadoras mediáticas embrutecedoras. Siempre por detrás (en
realidad por encima) de estos fenómenos se encuentran el aparato de
inteligencia de los Estados Unidos y
los de algunos de sus aliados. La CIA,
la DEA, el MOSSAD, el M16 según los casos manipulan los ministerios de
seguridad o de defensa, los de relaciones exteriores, las grandes estructuras
policiales de esos regímenes vasallos y diseñan estrategias electorales
fraudulentas y represiones puntuales.
Los une el capitalismo del desastre y su obediencia absoluta al amo imperial, aunque ambos tienen origen político distinto, sin embargo, los une objetivos políticos estratégicos.
Capitalismo de desintegración.
Se
forjan así articulaciones complejas, sistemas de dominación donde convergen
élites locales (mediáticas, políticas, empresarias, policial-militares, etc.)
con aparatos externos integrantes del sistema de poder de los Estados Unidos.
Estas
fuerzas dominan sociedades marcadas por lo que podría ser calificado como
“capitalismo de desintegración” basado en el saqueo de recursos
naturales y la especulación financiera, y la creciente marginación de
población, radicalmente diferente de los viejos capitalismos subdesarrollados
estructurados en torno de actividades productivas (agrarias, mineras,
industriales). No es que en los viejos sistemas no existiera el saqueo de
recursos ni el bandidaje financiero, en algunos momentos y países ocupaban el
centro de la escena pero en el largo plazo y en la mayor parte de los casos
quedaban en un segundo plano. La superexplotación de la mano de obra y el
acaparamiento de las ganancias productivas aparecían como los principales
objetivos económicos directos de aquellas dictaduras.
Tampoco
es cierto que ahora las élites dominantes se desinteresen de los salarios o de
la propiedad de la tierra, por el contrario desarrollan una amplio abanico de
estratagemas destinadas a reducir los salarios reales y adueñarse de
territorios, ya que si en los viejos capitalismos no existía solamente
producción sino también especulación y saqueo, en los actuales la base
productiva, en retracción a causa del pillaje desmesurado, sigue siendo una
fuente importantísima de beneficios. Sin embargo su preservación, su
reproducción en el largo plazo no está en el centro de las preocupaciones
cotidianas de las élites atrapadas psicológicamente por la dinámica parasitaria
de la especulación financiera y su entorno de negocios turbios.
Entre
otras cosas porque en el actual
imaginario burgués ha desaparecido el largo plazo, sus operaciones más
importantes están regidos por el corto plazo
lumpecapitalista. En el saqueo de recursos naturales a través de la
megaminería a cielo abierto, de la extracción de gas y petróleo de esquisto o
de la agricultura basada en transgénicos, se utilizan tecnologías orientadas
por la velocidad del ritmo financiero al servicio de gente que no tiene tiempo
ni interés para dedicarse a temas tales como la salud de la población afectada,
el equilibrio ambiental y otras áreas impactadas por los “daños colaterales” del éxito empresario (financierización del
cambio tecnológico, la cultura técnica dominante como auxiliar del saqueo).
Estos capitalismos de
desintegración son
conducidos por élites que pueden ser
caracterizadas como lumpenburguesías,
burguesías principalmente parasitarias, transnacionalizadas, financierizadas,
oscilando entre lo legal y lo ilegal, crecientemente alejadas de la producción.
Son inestables no por accidentes de la coyuntura sino por su esencia decadente.
Por encima de ellas se encuentran las grandes potencias y sus élites embarcadas
desde hace tiempo en el camino de la degradación, en un planeta donde los
productos financieros derivados representaban a fines de 2017 unas siete veces
el Producto Bruto Global, donde la
deuda global total (pública más privada) era de casi tres veces el Producto
Bruto Global, donde solo cinco grandes bancos estadounidenses disponían de “activos financieros derivados” por
unos 250 billones de dólares (13 veces el Producto
Bruto Interno de los Estados Unidos), donde sumadas las ocho personas
más ricas del mundo disponen de una riqueza equivalente al 50 % de la población mundial (los más
pobres).
La
formación y encumbramiento de esas élites
latinoamericanas son el resultado de prolongados procesos de decadencia
estructural y cultural, de un subdesarrollo que incluyó hace ya varias décadas
componentes parasitarias que se fueron adueñando del sistema, lo fueron
carcomiendo, envenenando, pudriendo, siguiendo la lógica sobredeterminante del
capitalismo global, no de manera mecánica sino imponiendo especificidades
nacionales propias de cada degeneración social.
Por
debajo de esas élites aparecen poblaciones fragmentadas, con trabajadores integrados
desde el punto de vista de las normas laborales vigentes separados de los trabajadores informales, precarios. Con
masas crecientes de marginales urbanos, de pobres e indigentes estigmatizados
por los medios de comunicación, despreciados por buena parte de las clases
integradas que se van achicando en la medida en que avanzan los procesos de
concentración económica y pillaje de riquezas.
No
se trata entonces de espacios sociales estancados, segmentados de manera
estable sino de sociedades sometidas a la reproducción ampliada de la rapiña elitista transnacionalizada,
a la sucesión interminable de transferencias de ingresos de abajo hacia arriba
y hacia el exterior, a la degradación ascendente de la calidad de vida de las
clases bajas pero también de porciones crecientes de las capas medias.
Algunos
autores se refieren al fenómeno calificándolo de “neoliberalismo tardío”, algo así como un regreso a los
paradigmas ideológicos neoliberales que tuvieron su auge en los años 1990 pero en un contexto global
desfavorable a ese retorno (ascenso del
proteccionismo comercial, declinación de la unipolaridad en torno de los
Estados Unidos, etc.). Nos encontraríamos entonces frente a una aberración
histórica, un contrasentido económico y geopolítico protagonizado por círculos
dirigentes empecinados en su subordinación al Imperio norteamericano,
interrumpiendo la marcha normal, racional, progresista y despolarizante que
predominaba en América Latina. Las
derechas latinoamericanas se encontrarían embarcadas en un proyecto a
contramano de la evolución del mundo.
Pero
ocurre que el mundo no se encamina hacia una nueva armonía, un nuevo ciclo
productivo, sino hacia la profundización de una crisis de larga duración,
iniciada hace casi medio siglo. La misma se caracteriza entre otras cosas por
la declinación tendencial de las tasas de crecimiento de las economías
capitalistas centrales tradicionales y la hipertrofia financiera (financierización
de la economía global) impulsando el
quiebre de normas, legitimidades institucionales y equilibrios socioculturales
que aseguraban la reproducción de la civilización
burguesa más allá de las turbulencias políticas o económicas. La
mutación parasitaria-depredadora del capitalismo tiene como centro a Occidente
articulado en torno del Imperio norteamericano pero envuelve al conjunto de la
periferia y también afecta a potencias emergentes como China o Rusia muy dependientes de sus exportaciones donde los mercados
de Europa, Estados Unidos y Japón
cumplen un papel decisivo. Así es como las tasas de crecimiento del Producto
Bruto Interno de China se vienen
desacelerando y la economía rusa oscila entre la recesión, el estancamiento y
el crecimiento anémico.
Un
aspecto esencial de la nueva situación
global es el carácter abiertamente devastador
de las dinámicas agrarias, mineras e industriales motorizadas tanto por las
potencias tradicionales como por las emergentes, cuyos efectos han dejado de
ser una borrosa amenaza futura para convertirse en un desastre presente que se
va amplificando año tras año.
Todo
ello nos debería llevar a la conclusión de que los regímenes reaccionarios de América Latina no tienen nada de
tardío, de desactualizado, de desubicación histórica sino que son la expresión
de la podredumbre radical de sus élites,
de su mutación parasitaria enlazada con un fenómeno global que las incluye. Lo
que nos permite descubrir no solo la fragilidad
histórica, la inestabilidad de esas burguesías, tan prepotentes y voraces
como enfermas, sino también las vanas
ilusiones progresistas negadoras de la realidad, que al calificar de tardío al
lumpencapitalismo
dominante lo marcan como anormal, anómalo, a destiempo, alentando la
esperanza del retorno a la “normalidad” de un nuevo ciclo de
prosperidad en la región, más o
menos keynesiano, más o menos productivo, más o menos
democrático, más o menos razonable, ni muy derechista ni muy izquierdista, ni
tan elitista ni tan populista. El
sujeto burgués de ese horizonte burgués fantasioso solo está en su
imaginación, la marcha real del mundo lo ha convertido en un habitante
fantasmagórico de la memoria. Mientras tanto los grandes “empresarios”, los
círculos concretos de poder, participan de cuerpo y alma en la orgía de la
devastación, tan desinteresados en el largo plazo y el desastre social y
ambiental como en la racionalidad progresista (a la que consideran un estorbo,
una traba populista al libre funcionamiento del
“mercado”).
Los MAESTROS en América latina, en respuesta al proceso de privatización de la EDUCACIÓN, bajo Presupuesto Nacional y Salarios de sobrevivencia de los Maestros - han asumido la gran responsabilidad histórica en el escenario de las clases y la lucha de clases, de forja y construcción de los NUEVOS SUJETOS SOCIALES - actores y protagonistas - de los grandes CAMBIOS Sociales y Políticos, que hoy exigen los Pueblos de Nuestra América, la Patria Grande.
***
Reacciones populares y profundización de la
crisis.
La
gran incógnita es la que se refiere al futuro comportamiento de las grandes mayorías populares que fueron
afectadas tanto desde el punto de vista económico como cultural por la
decadencia del sistema. Las élites
pudieron aprovechar la desestructuración, las irracionalidades sociales
generadas por un fenómeno perverso que atravesó tanto las etapas derechistas
como las progresistas. Durante los períodos de gobiernos de derecha civiles o
militares promoviendo y garantizando privilegios y abusos de todo tipo,
afirmando un “sentido común” egoísta,
disociador, subestimador de identidades culturales solidarias. Pero cuando
llegaron las experiencias progresistas esas élites utilizaron la degradación
social existente, la fragmentación neoliberal heredada (enlazada en algunos
casos con tradiciones de marginación muy enraizadas) impulsando irrupciones racistas, neofascistas de las capas medias
extendidas a veces hasta espacios medio-bajos donde se mezclan el pequeño
comerciante con el asalariado integrado (en consecuencia por encima del
marginado, del precario).
Vimos
así en Brasil, Argentina, Bolivia o
Venezuela movilizaciones histéricas de clases medias urbanas neofascistas
exigiendo las cabezas de los gobernantes “populistas”,
manipuladas por los medios de comunicación y los poderes económicos que el
progresismo había respetado como parte de su pertenencia al sistema (admitida
abiertamente, silenciada o negada de manera superficial o insuficiente).
Ahora
las llamadas restauraciones conservadoras o derechistas no están restaurando el
pasado neoliberal sino instaurando
esquemas de devastación nunca antes vistos. Pudieron triunfar gracias a las
limitaciones y desinfles de progresismos acorralados por las crisis de sistemas
que ellos pretendían mejorar, reformar o
en algunos casos superar de manera indolora, gradual, “civilizada”.
Pero las crisis
nacionales no se
detienen, por el contrario son incentivadas por los comportamientos saqueadores
de las derechas gobernantes que siguen practicando sus tácticas disociadoras,
de embrutecimiento colectivo, buscando generar odio social hacia los pobres. Los medios de comunicación trabajan a
pleno detrás de esos objetivos y como la declinación económica avanza empujada
por las políticas oficiales y por la marcha de la crisis global, las manipulaciones mediáticas comienzan a
demostrarse impotentes ante la marea ascendente de protestas populares. La virtualidad del marketing neofascista
empieza a ser desbordado por la materialidad de las penurias no solo de los
pobres sino también de capas medias que se van empobreciendo. Males materiales
que al amplificarse les abren la puerta a la rebeldía de quienes nunca fueron
engañados y de los que han sido embaucados. Es así como en Brasil el repudio
popular al gobierno de Temer es abrumador o en Argentina la imagen edulcorada de
Macri se va diluyendo velozmente mientras se extienden las protestas populares.
La represión, la
militarización de los gobiernos de derecha aparece entonces como alternativa de
gobernabilidad, las
dinámicas dictatoriales de esos regímenes van engendrando dispositivos
policial-militares con la esperanza de controlar a los de abajo, van
funcionando con cada vez mayor intensidad los mecanismos de “cooperación hemisférica”: operaciones
conjuntas con la DEA, suministro de
armamento y capacitación para el control de protestas sociales, multiplicación
de estructuras represivas nacionales y
regionales monitoreadas desde los Estados Unidos.
Se
trata de un combate con final abierto entre fuerzas sociales que buscan
sobrevivir y que al hacerlo pueden llegar a engendrar vastos movimientos de regeneración nacional,
radicalmente antisistémicos y élites degradadas e inestables, dependientes
del amo imperial (que se reserva el derecho a la intervención directa, si las circunstancias
lo requieren y permiten), animadas por un nihilismo portador de pulsiones
tanáticas.
- Jorge Beinstein es economista argentino,
docente de la Universidad de Buenos Aires.
*****
1 comentario:
Buenas tardes, quisiera saber sobre la editorial y el año de publicación de su libro "GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL. HISTORIA, CRECIMIENTO Y CRISIS". Espero pronta respuesta. Gracias
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