"Esta guerra
existe y no la quería el presidente. Pero los fragores del combate se dejan oir
hace meses, y su intensidad es creciente. Por eso será necesario, antes que sea
demasiado tarde, diseñar una efectiva contraofensiva. No hacer nada, permanecer
impávidos sería fatal. “De pensamiento es la guerra que se nos libra” –decía
José Martí- “ganémosla a fuerza de pensamiento.” Simular que la guerra
comunicacional no existe condenará a este gobierno –y al campo popular- a una
gravísima derrota. Aún estamos a tiempo, pero no por mucho más. Es hora de
pasar a la contraofensiva y la primera tarea es informar a la opinión pública,
meticulosa y reiteradamente, sobre la magnitud del desastre
económico-financiero heredado del macrismo. Esto tendrá que ser expuesto en
todos sus detalles y no sólo una que otra vez. Deberá ser una campaña
permanente porque de lo contrario la opinión pública rápidamente olvidará lo
ocurrido y achacará todos los males a la presidencia de Alberto. Por ejemplo,
denunciar una y mil veces que PAMI, (Nación) y IOMA (Provincia de Buenos Aires)
adeudan sumas exorbitantes a los laboratorios farmacéuticos y las farmacias,
con pagos vencidos desde Agosto de 2018 poniendo en riesgo la atención médica
de la población. Hay decenas de casos como estos, que hablan inclusive de una
eventual malversación e incumplimiento de deberes del funcionario público".
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Dr.en Sociología Atilio A Boron.
LA
CONTRAOFENSIVA COMUNICACIONAL
*****
Atilio A. Boron.
Rebelión, lunes 3 de
febrero del 2020.
Luego de
unas necesarias (no sé si
merecidas, que suena demasiado arrogante) vacaciones la semana pasada
retomé mi insalubre rutina de leer los periódicos nacionales y, muy
especialmente, La Nación y Clarín, los más letales
instrumentos de la (de)formación permanente a que está sometida la opinión
pública en la Argentina. No haré un recuento histórico de la contumacia con
que jugaron ese papel porque es de sobras conocido. Pese a ello, y a la
indignación que vastos sectores de la sociedad argentina sienten ante su
complicidad con la dictadura cívico-militar de 1976-1983, lo cierto es
que su influencia sobre la conciencia y el sentir de la población continúa
siendo avasalladora. Ambos periódicos son la cabeza de un enorme
conglomerado multimediático cuyos tentáculos se extienden por todo el
país a través de una enorme red de radioemisoras de AM y FM, televisoras de
aire y por cable, redes de transporte informático para telefonía, cable
e internet, compañías cableras amén de un sinnúmero de empresas en
los más diversos sectores de la economía, desde el agro a las
finanzas. Como si lo anterior fuera poco durante la dictadura estos
pulpos comunicacionales se adueñaron de la peor manera de Papel Prensa,
empresa que detenta un virtual monopolio del papel que se necesita para imprimir
diarios y que lo vende a sus competidores según sus conveniencias y
en condiciones absolutamente leoninas. Todo ante la inexplicable
indiferencia del Estado que nunca ha tomado cartas en este asunto para
corregir una cuestión vital para garantizar la libertad de expresión.
Para
corroborar lo anterior me ceñiré a unos pocos ejemplos de los muchos que a
diario podríamos extraer de ambos
periódicos. ¿Ejemplos de qué?, podría preguntarme quien me estuviera
leyendo. Respuesta: Ejemplos de distorsión informativa, ocultamiento de
información, confusión entre ésta y la opinión haciendo pasar a la segunda como
si fuera información genuina. Veamos: la nota en Clarín del 25
de enero de Raúl Roa (nada menos que el editor del periódico)
insidiosamente titulada “Ministros a los que les sobra tiempo” comienza
preguntándose qué es lo más importante, y cito: “¿El proyecto de Kicillof de
incorporar el lenguaje inclusivo en la administración provincial, como el ‘todes’
o el ‘chiques’? ¿O poner las energías en resolver la crisis que el mismo
Kicillof ha denunciado y que se expresa en el riesgo de default, la inseguridad
de cada día y la pobreza? No hace falta romperse la cabeza para encontrar la
respuesta. Sale sola.”. Sin menospreciar en lo más mínimo lo primero
-¿quién podría decir que la batalla cultural contra el machismo y el
patriarcado es irrelevante?- es obvio que lo más urgente en el momento
actual es aventar el riesgo del default y reconstruir las devastadas finanzas
provinciales. Pero nada de esto dice Roa, pese a que una información
periodística seria y rigurosa debería ser precedida -con datos de contexto para
poder descifrar y comprender cabalmente la información- por alguna referencia a
la desastrosa situación financiera heredada de la gestión de María E.
Vidal, quien a juicio de numerosos informantes calificados fue la peor
gobernación padecida por Buenos Aires desde el retorno de la democracia.
Durante sus cuatro años de gobierno no construyó un solo hospital, una sola
escuela, un solo jardín infantil. Remodeló sobre todos algunas salas de
emergencia (que es lo que se vé desde afuera) pero nada más. Junto a
Rodríguez Larreta, Vidal es una de las dos únicas piezas de recambio que
la derecha tiene el 2023 en el muy probable caso de que Mauricio Macri no “mida
bien” en las encuestas.
Reunión Histórica de dos Argentinos: el papa Francisco y el Presidente Alberto Fernández. Coincidieron con grandes temas sobre Argentina el apoyo al problema de la Deuda con el FMI, la Pobreza y extrema pobreza, así como el alto nivel de Desempleo, como también en la lucha contra la inhumana Desigualdad Económico-social y en Defensa del Medio Ambiente.
***
Esto explica
el blindaje de la “prensa seria”, el silencio cómplice ante su
desastrosa gestión que si fuera exhaustivamente conocida por el electorado
descalificaría a Vidal de por vida para aspirar a un cargo de representación
pública. Lo suyo, como lo de su jefe Mauricio Macri, fue una operación de
saqueo de las riquezas -nacionales y provinciales- y el dinero de las y
los argentinos maquillado mediante una astuta operación de neuromarketing
político. Una fachada vistosa, detrás de lo cual yacían las ruinas de la
provincia más rica de la Argentina. Cuatro años de ocultamiento, de
encubrimiento, que sigue hasta nuestros días. La desidia de la gobernadora
ni siquiera dejó a salvo la residencia oficial que hasta hace poco carecía de
agua y estaba en una situación de completo abandono. Esta actitud no sólo
refleja dejadez sino también el tradicional desprecio de la derecha por todo lo
que sea público, comenzando por el Estado del cual sólo cuidan las
agencias o las prácticas que favorecen sus políticas de saqueo y las que les
garantizan el poder represivo para enfrentar la protesta social. Del resto,
que se ocupe Dios… Nada de esto dijo Roa a la hora de preguntarse qué era
lo importante que debía hacer el gobierno de Axel Kicillof. Poco serio, de
verdad, poco serio. Cero periodismos.
La Nación no se queda corta a la hora de desinformar.
Un siglo y medio de manipulación noticiosa vale más que tres doctorados en esta
materia. En una nota de Alan Soria Guadalupe aparecida un par de semanas antes
se anunciaba, con titulares resaltados y el edificio de la ONU en Nueva York de
fondo que “El Gobierno le debe 150 millones de dólares a organismos
internacionales”. Y la bajada explicaba que
Tres párrafos más abajo el articulista aclaraba que esa deuda se originó en una decisión del gobierno de Mauricio Macri, alguien paradojalmente interesado en hacer que la Argentina “regrese al mundo” luego que “el mejor equipo de los últimos 50 años” hubiese insistido hasta el cansancio que el kirchnerismo había proyectado a la Argentina fuera de este mundo, al espacio exterior. Ni una palabra se dice en la nota de la absoluta irresponsabilidad del macrismo que permitió que se llegara a una situación que nos avergüenza ante la comunidad internacional. La media verdad es una de las formas más incisivas de las “fake news”, y es cultivada con fruición, en contra del actual gobierno, por los dos pulpos multimediáticos de la Argentina. Lo que queda en la mayoría de las y los lectores es que “el gobierno”, o sea, el actual, ha incumplido sus obligaciones con los organismos internacionales incurriendo en un acto de lesa irresponsabilidad.
“La Cancillería asegura que el
país tiene deudas con entidades como la ONU, el Mercosur, la OMS y la OIT;
comenzarán a regularizar los pagos”.
Tres párrafos más abajo el articulista aclaraba que esa deuda se originó en una decisión del gobierno de Mauricio Macri, alguien paradojalmente interesado en hacer que la Argentina “regrese al mundo” luego que “el mejor equipo de los últimos 50 años” hubiese insistido hasta el cansancio que el kirchnerismo había proyectado a la Argentina fuera de este mundo, al espacio exterior. Ni una palabra se dice en la nota de la absoluta irresponsabilidad del macrismo que permitió que se llegara a una situación que nos avergüenza ante la comunidad internacional. La media verdad es una de las formas más incisivas de las “fake news”, y es cultivada con fruición, en contra del actual gobierno, por los dos pulpos multimediáticos de la Argentina. Lo que queda en la mayoría de las y los lectores es que “el gobierno”, o sea, el actual, ha incumplido sus obligaciones con los organismos internacionales incurriendo en un acto de lesa irresponsabilidad.
La visita
del presidente al Papa fue motivo de renovados ataques a la Casa Rosada este
sábado 1º de Febrero. Clarín tituló en primera página que
“Alberto le pidió al Papa por la deuda y el Vaticano presionó contra el aborto”
y La Nación lo hizo del siguiente modo:”La deuda y el aborto
ejes de la visita de Fernández al Vaticano.” Lo cierto es que tal como lo señala
el segundo y definitivo comunicado de la Santa Sede fueron múltiples los temas
tratados en las dos reuniones de Alberto en el Vaticano: con el Papa y con el
Secretario de Estado Pietro Parolin y que
“No todos los temas citados en el
Comunicado de Prensa sobre la Audiencia con el Presidente de la República
Argentina han sido afrontados en todas las conversaciones: algunos han sido
examinados en el curso del encuentro con la Secretaría de Estado, otros en el
marco del encuentro con el Santo Padre.”
Conclusión: el sutil lenguaje
diplomático del Vaticano indica que no hay evidencia alguna que permita inferir
que Francisco “presionó” al presidente o que el aborto haya sido uno de los
“ejes” de la conversación entre el Papa y Alberto. Pero la “media verdad”, o la
“plus mentira” instaló en el imaginario colectivo la idea de que hubo una
controversia entre la Santa Sede y la Casa Rosada.
Alberto dijo
más de una vez que el conflicto con la prensa, en realidad, los medios
hegemónicos, era cosa del pasado. Por desgracia no es así porque aún cuando el
presidente no tenga voluntad de pelear éstos ya se han embarcado en una guerra
sin cuartel (aunque no abiertamente declarada) contra la Casa Rosada. Ofensiva
que no encuentra su razón en el hecho de que el presidente haya coartado en lo
más mínimo la libertad de prensa. No ha habido en su gestión una sola
iniciativa comparable al atropello vandálico contra los medios como la que
perpetrara Mauricio Macri desde su primer día de gobierno. Su Torquemada
predilecto, el infausto Hernán Lombardi, no se privó de nada en su obsesión por
imponer a lo bestia la “verdad oficial” y en “hacer creer” a argentinas y
argentinos que una política de saqueo de la nación era la segura fórmula hacia
el desarrollo y garantía de la famosa “lluvia de inversiones.” Despidos masivos
de periodistas y comunicadores sociales, cierre de fuentes informativas,
“purgas” en la televisión y la radio públicas, hostigamiento con la pauta
oficial a medios “desafectos”, terminación de programas, persecuciones y
“listas negras”, ataques permanentes a cargo de una legión de “trolls”
financiados por los dineros públicos desde la Jefatura de Gobierno, etcétera.
Todos estos
ataques con la complacencia de la “prensa seria y los “periodistas
independientes” que no vieron en esta barbarie nada digno de ser condenado o
limitación alguna a la libertad de expresión. Absolutamente nada de eso ha
ocurrido con el actual gobierno, y sin embargo la “prensa hegemónica” lo acosa
sin respiro. La razón es muy clara: ésta no hace periodismo sino que es el
mascarón de proa de una alianza entre los poderes económico-financiero
concentrados que necesitan crear un clima de opinión favorable a sus intereses
corporativos y para su proyecto de rapiña y saqueo. Para tan innoble propósito
necesitan un compinche: y allí está la “prensa seria” presta a cumplir esa
función de engañar, ocultar, blindar, difamar y chantajear a unos y otros con
la delictiva complicidad de jueces y fiscales corruptos, partícipes necesarios
de este verdadero crimen que se perpetra contra la democracia en la Argentina.
Esta guerra
existe y no la quería el presidente. Pero los fragores del combate se dejan oir
hace meses, y su intensidad es creciente. Por eso será necesario, antes que sea
demasiado tarde, diseñar una efectiva contraofensiva. No hacer nada, permanecer
impávidos sería fatal. “De pensamiento es la guerra que se nos libra” –decía
José Martí- “ganémosla a fuerza de pensamiento.” Simular que la guerra
comunicacional no existe condenará a este gobierno –y al campo popular- a una
gravísima derrota. Aún estamos a tiempo, pero no por mucho más. Es hora de
pasar a la contraofensiva y la primera tarea es informar a la opinión pública,
meticulosa y reiteradamente, sobre la magnitud del desastre
económico-financiero heredado del macrismo. Esto tendrá que ser expuesto en
todos sus detalles y no sólo una que otra vez. Deberá ser una campaña
permanente porque de lo contrario la opinión pública rápidamente olvidará lo
ocurrido y achacará todos los males a la presidencia de Alberto. Por ejemplo,
denunciar una y mil veces que PAMI, (Nación) y IOMA (Provincia de Buenos Aires)
adeudan sumas exorbitantes a los laboratorios farmacéuticos y las farmacias,
con pagos vencidos desde Agosto de 2018 poniendo en riesgo la atención médica
de la población. Hay decenas de casos como estos, que hablan inclusive de una
eventual malversación e incumplimiento de deberes del funcionario público.
Será inútil
esperar que Clarín o La Nación, a través de sus
centenares de dispositivos comunicacionales (radios, televisoras, etcétera)
informen de esto. O lo hace el gobierno actual y la prensa independiente, débil
en extremo por el ahogo de los oligopolios mediáticos, o nadie lo hará. Y el
malhumor social resultante se dirigirá en contra del gobierno actual y no en
contra de quienes cometieron tamaño desastre que afecta a millones de
argentinas y argentinos. Las dos batallas políticas cruciales de la época
actual se libran en los medios, en el terreno de la comunicación, y en las calles, o sea, en la organización del campo popular.
La fuerza política que no entienda esto labrará su propia ruina.
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