CHILE. 5 MESES
DESPUÉS LA LUCHA CONTINUA. LOS POLÍTICOS ESTÁN TOTALMENTE DESACREDITADOS ANTE
LA CONFIANZA CIUDADANA. EL FESTIVAL DE VIÑA DEL MAR. PIÑERA DENUNCIÓ
"DEMASIADA VIOLENCIA” Y CARABINEROS REFORZÓ SU OPERATIVO POLICIAL. LAS REACCIONES A LOS SERIOS INCIDENTES EN
LA APERTURA DEL FESTIVAL DE VIÑA DEL MAR. El
mandatario chileno volvió a exigir un "GRAN ACUERDO POR LA
DEMOCRACIA, CONTRA LA VIOLENCIA Y POR LA PAZ". SEÑOR Y CONTRA LA
DESIGUALDAD INHUMANA que destruye a su Pueblo. Acuerdo señor con CARABINEROS
– la criminalidad en la calles- SÍ con los más de 300 JÓVENES – hombres
y mujeres. Que han perdido la VISTA- CIEGOS por su seudo democracia señor
Piñera. Y porque NO paga Impuestos, como la han denunciado, siendo uno
de los Empresarios más ricos en Chile. En PERÚ
tampoco paga impuestos su Línea de Aviación. Esa es la gran ventaja
de “oportunidades que da el MERCADO a todos los MILLONARIOS, hoy en su
Modelo Neoliberal. Solo los CIUDADANOS de a pie. Pagamos Impuestos.
FESTIVAL DE VIÑA DEL MAR. Ayer lunes
estuvo marcado por un estado de tensa calma en las calles. Pero Señor presidente cuantos años mintió a su
propio pueblo, solo en la herencia del criminal fascista Pinochet, son más
de 30 años de engaño, dominación, explotación. Unos cuantos ejemplos LA EDUCACIÓN lo mantuvo PRIVADA –
porque así fue impuesta por “Los CHICAGO BOYS” y el neoliberalismo que
entró con balas, fusiles y miles de muertos. Se “modificó” en algo desde los
años 2005 con la lucha del Movimiento Escolar de “LOS
PINGUINOS” y después UNIVERSITARIO; privatizó señor el AGUA que es un Derecho Humano. Chile y el Reino
Unido los únicos países en el mundo que privatizaron el AGUA. Chile,
fue el “lugar de nacimiento de las AFP – la muerte lenta de hambre y miseria
de los JUBILADOS. Y así habla de DEMOCRACIA.
EN SU PRIMERA APARICIÓN PÚBLICA luego de los
serios incidentes en VIÑA DEL MAR, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, dijo que el país "YA
HA SUFRIDO DEMASIADA VIOLENCIA". En ese sentido, exigió a todos
los sectores de la sociedad y la política que condenen cualquier acto que
atente contra la democracia. Sin embargo, su respuesta al conflicto
fue, una vez más, el refuerzo del APARATO REPRESIVO, los CARABINEROS. La
ciudad de VIÑA DEL MAR amaneció el lunes blindada por carabineros, que
reforzaron los puntos centrales de ese
CENTRO BALNEARIO luego de las masivas protestas contra el gobierno de
Piñera y los graves incidentes registrados el domingo por la noche. El
gobierno chileno teme que la efervescencia en las calles sea un anticipo de la
radicalización de las protestas a partir de marzo, mes en el que se esperan
varias manifestaciones.
"LLEGÓ EL TIEMPO DE UN GRAN ACUERDO POR LA
DEMOCRACIA, contra la violencia y
por la paz. Este acuerdo tiene que incluir no solo condenar la violencia, no
solo defender la DEMOCRACIA y el ESTADO DE DERECHO, - pero para todos los Ciudadanos
en igualdad de Condiciones - sino también, condenar a quienes no condenan
la violencia y a los que atentan contra la democracia", destacó Piñera,
que el lunes retomó su agenda
política con una reunión con todos los ministros a la vuelta de sus vacaciones.
Pablo Raúl martes 25 de febrero del 2020.
/////
CONTINUA EL ESTALLIDO SOCIAL-POLÍTICO EN CHILE. Iniciado
en octubre del 2019, las protestas populares han destrozado totalmente – a niveles
jamás visto – la CONFIANZA CIUDADANA, tanto en los políticos de derecha, centro
e izquierda. Porque ninguno ha logrado canalizar las protestas y reivindicaciones
de la Calle y la Plaza Pública. Todo el sistema político vigente se encuentra
seriamente cuestionado como es la Participación Ciudadana, los Partidos
Políticos, Organizaciones Sindicales, Movimientos Sociales, Medios de
Comunicación – la DESCONFIANZA ES GENERAL-. El sistema está totalmente
asfixiado. Una Nueva CONSTITUCIÓN – es una vía en un camino muy empedrado de obstáculos
– hacia un sistema diferente y superior.
***
CHILE: LAS BRUTALES TENSIONES DEL DERRUMBE DE
LOS POLÍTICOS.
*****
Eduardo Gudynas
Rebelión 22 de enero del 2020.
Nueve
de cada diez chilenos no tienen confianza en los partidos políticos. Esa
es una situación impactante, y más cuando son los políticos los que deberían
encaminar el proceso hacia una nueva Constitución,
el mecanismo más urgente para superar la crisis que quedó en evidencia desde
octubre de 2019. Estos y otros resultados arrojaron la muy reciente encuesta
del CEP (Centro de Estudios Públicos), confirmando la debacle de la política
convencional, pero también dejando en claro que esa crisis es más profunda de
lo que asume buena parte de la clase política, sea por derecha como por
izquierda (1).
Esta
nueva evaluación muestra que Chile enfrenta unas tensiones que
sólo pueden ser descritas como brutales. Es que la salida a la crisis por medio
de una nueva constitución que deje atrás definitivamente las herencias
pinochetistas, está en manos de políticos, pero casi nadie los respalda. El
98% de los chilenos desconfía de los partidos, el 97 % del congreso y el 95%
descreen del gobierno. La política convencional ha
quedado en manos de una minúscula minoría a la que casi nadie apoya.
A
pesar de ello, los partidos políticos que sostienen al gobierno siguen
insistiendo en que una de las salidas puede ser una convención
constitucional «mixta», con un 50% de parlamentarios. No entienden que los
congresistas apenas reciben un 3% de confianza. El sentido común
demandaría centrarse en la otra opción, una convención con constituyentes
específicamente elegidos para esa tarea, y sobre todo provenientes de
movimientos sociales. De todos modos, esos políticos convencionales ya
están entorpeciendo o bloqueando la postulación de candidatos independientes.
Lo hacen de varios modos, como exigirles los mismos mecanismos que usan los partidos
políticos, desatendiendo la paridad de género, impidiendo que exista
representación específica para los pueblos originarios, y hasta
entorpeciendo el acceso a la televisión.
Al
mismo tiempo, Sebastián Piñera, quien de alguna manera sigue coordinando
acciones para salir de este atolladero, se sumergió en el más bajo nivel de
apoyo público a un presidente en el continente: sólo el 6% de los chilenos lo respaldan. Esto es menor que
las adhesiones a Dilma Rousseff en Brasil (7 %) cuando se trataba su
destitución; y también menos que las recibidas por Fernando de la Rúa en
Argentina (8%) al tiempo de huir en helicóptero desde la casa
presidencial. Dicho de otro modo, casi todos los chilenos desconfían
o creen incapaz a la persona que debería mostrar los caminos de salida a la
crisis.
Ni
siquiera los partidos políticos de la oposición parecen entender esta
problemática ya que repiten posturas que los siguen
alejando de los reclamos ciudadanos. Por ejemplo, para enfrentar la protesta en las calles, los
parlamentarios de la coalición de gobierno están aprobando una «ley antisaqueos» con
duras penas. En ella, acciones como la interrupción de la libre circulación de
personas o vehículos mediante violencia o intimidación o la instalación de barricadas,
pueden ser penadas de 61 días a casi un año y medio de prisión; y los
que lanzan objetos cortantes, punzante o contundentes (como una piedra), pueden
ser encarcelados hasta por tres años (2). Es
una norma durísima, que criminaliza la protesta,
pero que de todos modos recibió votos de apoyo de parlamentarios opositores, e
incluso de aquellos que se llaman a sí mismos de izquierda en Chile, como el
PPD de Ricardo Lagos o legisladores del Partido Socialista.
Esto
permite entender que el descrédito no afecta únicamente al presidente,
sino que golpea a todos los demás actores en todo el espectro
ideológico. Según la encuesta del CEP, las evaluaciones negativas
superan largamente a las positivas en líderes de la derecha política, como
Jacqueline van Rysselberghe de la UDI (74% de imagen negativa o muy negativa
frente a 6% positiva, lo que la ubica como la peor evaluada, incluso por
debajo de Piñera). Pero la oposición política también es castigada por la opinión pública.
Por ejemplo, Camila Vallejo, diputada por el
Partido Comunista cosecha un 61 % de imagen negativa. Los líderes
más jóvenes que ilusionaban con una renovación desde la izquierda al
provenir del movimiento estudiantil, sufren el mismo padecimiento: Gabriel
Boric recibe un 46 % de imagen negativa y sólo un 19% positiva,
y Giorgio Jackson, líder de Revolución Democrática y uno de los
promotores del Frente Amplio, tiene 49%
de imagen negativa y 19% de positiva.
Más
allá de los límites de encuestas como las del CEP, y la calidad de esos indicadores,
lo que parece evidente es que las mayorías ciudadanas no sólo no se
sienten reflejadas en los dichos y acciones de los políticos, sino que
cada vez más desconfían de ellos. El problema es mucho más agudo para las izquierdas, ya que se esperaría que
sintonizaran mejor con las demandas en las calles.
De
hecho, el viraje hacia la izquierda que ocurrió en varios
países vecinos a inicios de los años 2000 fue el resultado de severas
crisis en gobiernos conservadores o neoliberales, y que incluyeron estallidos sociales en
algunos casos. En esos países, las izquierdas escucharon, aprendieron, aprovecharon y
lideraron esos procesos, y por ello vencieron en las elecciones. Es
cierto que, una vez alcanzado el gobierno, esos grupos político
partidarios transitaron desde aquella izquierda al
progresismo, como sucedió en Ecuador con Alianza País con Rafael
Correa, o en Bolivia con el Movimiento al Socialismo con Evo Morales. Pero
ese progresismo se conformó como resultado de un largo proceso que tuvo
lugar mientras estaban en el gobierno, alimentado entre otras cosas por
repetidas concesiones al economicismo convencional o los extractivismos.
Al
contrario de esa evolución, parecería que la izquierda
chilena muta rápidamente al progresismo, sin haber ganado el gobierno y
estando en la oposición. Esto no es exagerado y basta repasar la reciente carta
de renuncia de casi 70 militantes al Partido Socialista
(PS), quienes claramente sostienen que su partido «hoy vive la
deslegitimación social más profunda de su historia», por un liderazgo
que nunca asumió la voluntad de la militancia en favor de un «programa
antineoliberal y crítico al capitalismo», y que se alejó de los movimientos sociales, para sumarse a un «polo
socialdemócrata conservador». La carta es lapidaria: «Chile despertó, pero
el PS sigue sumido en el letargo» (3).
Similares
reclamos se escuchan desde importantes líderes que actuaban dentro del Frente
Amplio (FA). El alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, expresa la raíz del
problema:
«No
entiendo cómo el FA prefiere dialogar con estos sectores autoritarios de la
derecha y no con los movimientos sociales», y
agrega que la derrota de ese autoritarismo no se hará con la derecha sino «trabajando
y construyendo con la gente» (4). Sharp renunció en el pasado noviembre a
Convergencia Nacional, uno de los grupos del Frente Amplio, cuando su líder, Gabriel
Boric, se sumó al programa del gobierno para una nueva Constitución.
Los
analistas y académicos más cercanos a los partidos y más alejados de los movimientos sociales no
siempre parecen interesados en estas paradojas, y siguen apostado a la clase
política convencional. Por ejemplo, el sociólogo y consultor Eugenio
Tironi estima que, dado el bajísimo respaldo a Piñera, la
alternativa es «cogobernar» con el parlamento y en lo posible con los
municipios, en lo que llama un «semipresidencialismo
de facto» (5).
Pero esto lleva a preguntarse si Tironi, como muchos otros académicos,
realmente entienden lo que esa altísima desconfianza significa, ya que su receta es persistir con
quienes gobiernan con el 97 % y 95 % de rechazo. No hay novedad sustancial
en ello. Por eso no puede sorprender que alabe a Piñera, afirmando que
«ha
demostrado el tipo de ductilidad que se adquiere en el mundo de los negocios y
eso es meritorio para gobernar en los tiempos» actuales.
En
esa afirmación se revela que Tironi, como otros analistas, siguen
apostando a una estrategia de gobierno como si fuera un gerenciamiento
empresarial; no es el país el que está en crisis, sino la «compañía» y basta
un buen «gerente» para lidiar con ello. No habría una crisis profunda en
los modos de concebir y practicar la política como discusión pública, sino que
lo que se padece es una mala gestión.
Por
el contrario, es más apropiado aceptar que el estallido social de octubre de
2019
resulta de unas tensiones y contradicciones mucho más complejas y profundas que
un simple problema de gerenciamiento. En ese sentido, está mejor
encaminada Kathya Araujo, al alertar sobre un «efecto de fisión» de
instituciones de la vida en común, donde se rompen las adhesiones a las
normas, prevaleciendo la «desconfianza, la
impotencia, la resignación o, en su versión más preocupante», el rechazo
radical (6).
No
se está frente a la caída del respaldo o popularidad de algunas figuras
políticas, o de un partido, sino a un derrumbe generalizado
de la confianza en todos y cada uno de los
políticos y de sus organizaciones.
La gravedad es alarmante, pero
parecería que muchos todavía no lo entienden.
Las tensiones que se generan
son brutales.
Es
cierto que el rechazo a los modos convencionales de la política permite
nutrir reclamos de cambios profundos, como puede ser una nueva
constitución, terminar con la mercantilización de la seguridad social
o la medicina, recuperar el control sobre el
agua, tomarse en serio la plurinacionalidad,
y así sucesivamente. Esa reacción contra la política clásica ha permitido
romper con mitos anquilosados, retomar debates postergados,
alimentar el activismo, y una apertura a alternativas de cambio
que parecían impensables hace unos meses atrás.
VIÑA DEL MAR. febrero 2020.
MON LAFERTE
fue la responsable de abrir la segunda noche del Festival Viña del Mar 2020. Expresó:
“No se puede hacer una fiesta en medio de todas las injusticias sociales,
violaciones a los derechos humanos, no se puede hacer un festival en medio del
estallido, pocas personas me decían que tenía que venir”
***
Pero
a la vez, el rechazo puede ser tan extremo y sostenido, que
carcome las opciones de construcciones políticas
alternativas, justamente cuando más
se necesita de ellas. El proyecto de lograr una nueva constitución para
que sea exitoso requiere una recomposición del tejido político, un
regreso de la confianza. Esto no será
sencillo ya que, aunque amplios sectores de la ciudadanía han «despertado»,
los políticos convencionales y los gerentes siguen actuando para
silenciarlos. Es necesaria una apertura a la pluralidad de los movimientos,
y en lugar de criminalizarlos, callarlos o inmovilizarlos, es urgente
escucharlos, respetarlos y cobijarlos, ya que es con ellos que se podrá
reconstruir la confianza con la política. Al mismo tiempo, esos movimientos
también deben asumir desafíos: se están acercando al momento en que
deberán organizarse, coordinarse y representarse para que sus voces se
escuchen, deberán crear una política a su medida para
que sus demandas de cambio se realicen.
Referencias
1.
Estudio Nacional de Opinión Pública N° 84, diciembre 2019, Centro de Estudios
Públicos,
2.
Senado aprueba «ley antisaqueos» con división
opositora, F. Cáceres, La Tercera, 13 enero 2020,
3. Siguen las renuncias en el PS: 70
militantes dejan el partido con críticas a la directiva de Elizalde, El
Mostrador, 16 enero 2020
4. Jorge Sharp: «Tenemos que ver cómo
aprovechamos el proceso constituyente para ir por todo», entrevista de F.
Cáceres, La Tercera, 18 enero 2020,
5. Eugenio Tironi: «Piñera ha demostrado una
capacidad de dominar su propio ego que era bastante inimaginada», entrevista de
F. Artaza, La Tercera, Santiago, 19 enero,
6. Katya Araujo, «Desmesura, decepción y
desapego», Santiago No 8, Universidad Diego Portales, diciembre 2019.
EDUARDO
GUDYNAS es analista en temas de desarrollo en CLAES
(Centro Latino Americano de Ecología Social).
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario