PARÁSITOS’ Y EL POTENCIAL CULTURAL DE COREA DEL SUR. YEONGJO HWANGBO, PROFESOR EN UNA
UNIVERSIDAD DE COREA, ANALIZA EL ÉXITO DE LA GANADORA.
las contradicciones de clase entre familias ricas y
pobres, entre riqueza y desigualdad social. nuevas políticas de estado,
políticas culturales, educación, más moda (música) mundializada.
PARÁSITOS, UNA PELÍCULA SURCOREANA
dirigida por Bong Joon-ho, ganadora del Oscar a mejor película y
de la Palma de Oro del Festival de Cannes,
nos hace sonreír viendo la historia de una FAMILIA paupérrima y su
relación con una familia enormemente rica, y nos convence su alegato contra la DESIGUALDAD, una
forma de las CONTRADICCIONES ESTRUCTURALES DEL CAPITALISMO. Por otra
parte, BTS, una boy band surcoreana, empezó a ser reconocida a
nivel internacional en 2017 y consiguió entrar en la BILLBOARD Hot 100
(lista de los temas más vendidos en EE UU). BTS fue el primer grupo en
tener tres álbumes número 1 en la Billboard 200 en menos de un año
(2018-2019) desde que The Beatles lo lograran en 1995.
LA PELÍCULA PARÁSITOS Y LA
BANDA BTS son ejemplos representativos de la ola coreana o Hallyu. La ola coreana es un neologismo que se refiere al aumento de la
popularidad a nivel global de la cultura contemporánea de Corea del Sur desde
mediados de la década de 1990, según la periodista Lara Farrar. Al
principio, el término Hallyu, que se originó en China, hacía
referencia a los dramas coreanos que han ganado popularidad fuera del país. Entonces,
¿por qué Corea del Sur se ha convertido en una potencia cultural, tanto en
las series como en la música K-pop y el cine? Habría múltiples
fundamentos. Uno de ellos es, sin duda, los talentos excepcionales
individuales. Pero no voy a tratar de esos aquí. A mí me interesa las
razones más fundamentales y estructurales.
EN PRIMER LUGAR, LAS GRANDES TRANSFORMACIONES
APARECIDAS EN LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE COREA. El
país ha sufrido un conflicto fratricida equivalente a la Guerra Civil de
España. Después de la guerra (1950-1953), Corea del Sur experimentó un
período de rápido crecimiento económico conocido localmente como el MILAGRO
DEL RÍO HAN y pasó a considerarse globalmente como UNO DE LOS CUATRO TIGRES ASIÁTICOS. COREA DEL SUR también
ha sufrido la larga dictadura de Park Jung-hee, como la dictadura de Franco
en España. Es en 1987 cuando el país vivió sus primeras protestas civiles y
pacíficas, para después experimentar una modernización política y económica en
un corto período de tiempo. Con lo cual ha sufrido múltiples conflictos,
muchos dolores profundos y diversas transformaciones complicadas, que
a los coreanos les han dado la oportunidad de pensar e imaginar.
EN SEGUNDO LUGAR, COREA
DEL SUR trataba de articular el Estado en torno a la EDUCACIÓN y casi todos los ciudadanos
se han quemado las pestañas en creer el refrán “las cañas se vuelven
lanzas”. Así han conseguido un nivel educativo bastante alto. EN TERCER LUGAR, LOS COREANOS son muy sensibles a
la MODA. Por ejemplo, los aspirantes a cantantes y producción
cinematográfica son innumerables. Ahora sí la Moda con el nuevo opio de los
pueblos, en especial en los inmensos y desesperados sectores medios
ascendentes de la “clase media” con “deseos “incontrolables de hacer suya la Moda
Mundializada del Sistema.
FINALMENTE, LAS POLÍTICAS Y APOYOS DE LOS GOBIERNOS
Y LAS EMPRESAS. Especialmente, el presidente Kim
Young-sam (1993-1998) proporcionó apoyo y subsidió la producción cinematográfica
como parte de la estrategia de exportación del país en 1994. El mandatario
instó a tomar nota de cómo los ingresos totales generados por el filme Parque Jurásico habían
logrado el equivalente a la venta de 1,5 millones de automóviles Hyundai. En aquel tiempo, el MINISTERIO DE
CULTURA CREÓ UNA OFICINA DE INDUSTRIA CULTURAL y se alentó a muchos inversores a expandirse en el cine.
En 1996, SM Entertainment lanzó la banda de chicos H.O.T., quienes
se convirtieron en la primera banda de K-pop moderno
en obtener éxito en el extranjero. Pablo Raúl miércoles 12 de febrero del 2020.
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BONG JOON-HO "CUANTO MÁS EXTREMO ES
EL CAPITALISMO, MÁS EXTREMA ES LA DESIGUALDAD"
*****
Por: Luis Martínez
Otra Mirada sábado 22 de febrero del 2020.
El director coreano estrena "Parásitos", la película que tras ganar la Palma de Oro
en Cannes se propone como una de las
citas del año. No se puede decir que sea una sorpresa exactamente, pero un poco
sí. Parásitos, del coreano Bong Joon-ho (Daegu, 1969), obtuvo el Oscar a la película del año por varios
motivos: a) por la Palma de Oro
que le arrebató a Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar; b) por la facilidad para pintar el Apocalipsis
desde el dinamismo, la vehemencia y hasta la crueldad del cine de género;
c) por la pautada
descripción que ofrece del turbocapitalismo que nos acecha, y, ya puestos, d) por las risas. En efecto, estamos ante
una tragedia tan declaradamente triste que no queda más que reírse. La
película, cuenta la historia de dos familias idénticas. Eso sí, una vive
en un edificio del más pulcro diseño y la otra, en un sótano
hundido en el más turbio agujero. Una, rica; la otra, pobre. Y
así hasta que todo se confunde. Bong Joon-ho completa así un viaje que
le ha llevado por asuntos tan recurrentes como la incomunicación entre
clases, la obsesión por los espacios cerrados y la facilidad para
las metáforas brillantes. Póngase, una al lado de otra, The Host, Rompenieves,
La madre y Okja, y lo que sale es un relato cruel a medio camino
entre el horror, el slapstick y el absurdo. Pensábamos que era el
capitalismo y se trataba sólo del Apocalipsis.
P. ¿Quién es el parásito? ¿Quién parasita a quién?
R.
Nunca he pretendido proponer una metáfora elaborada.
Está claro que la familia pobre parasita a la rica. Viven escondidos en
su casa y se aprovechan de ello. Pero, obviamente, la idea es llegar a la idea
contraria. Es la familia rica la que hace valer sus privilegios de
parásitos de todo un sistema construido por ellos para ellos.
P. Esa idea de alguna forma
recorre su filmografía, pero aquí está analizada desde un punto de vista muy
íntimo. No hay criaturas gigantes ni trenes planetarios...
R.
Tras hacer grandes producciones como Okja o Rompenieves,
quería contar algo que me afectara de forma muy personal y que tuviera que ver
con mí día a día, que fuera como un arañazo en la mano.
P. ¿Cuánto debe su película
a referencias clásicas?
R.
Mucho. Pienso por ejemplo en los retratos de la pequeña burguesía de Claude
Chabrol o directamente en El sirviente, de Joseph
Losey. Vi las películas antes de empezar con el proyecto y están ahí. Por
lo demás, me considero un fan del cine de serie B y, puesto que ha sido
homenajeado aquí mismo, no puedo dejar de citar a John Carpenter. Pero,
en realidad, esta última veta de mi cine no está muy presente en esta película.
P. La imagen que ofrece de
Corea es contraria a la imagen que el país ofrece de sí misma como país
desarrollado, rico, poderoso...
Otro falso referente de las clases y la lucha de clases.
***
R.
No sé cuál es el gran problema de nuestro tiempo.
Pero uno de ellos es la fractura social entre ricos
y pobres. Hay más: el cambio
climático, las fronteras... Pero creo que todo deriva de esa distancia. El
ejemplo es mi país, Corea. Hemos vivido un desarrollo económico
tremendo, hemos exportado el K-pop... pero la violencia puede estallar
en cualquier momento precisamente por la desigualdad. La película provoca la misma sensación que cintas
como The Florida project, de Sean Baker. Nadie se imagina Florida
como se ve ahí, pero existe. Junto a la riqueza más evidente siempre
aparece una pobreza igual de desmedida. Creo que forma parte del capitalismo
preguntarnos constantemente por la clase a la que pertenece la gente. Obedece a
una curiosidad natural cuando vas en el metro saber cómo de rica es
la persona que tienes en frente. O la gente que encuentras en el aeropuerto:
¿viaja en clase económica o en business? Sin diferencia no hay capitalismo.
Cuanto más extremo es el capitalismo más extremo la diferencia.
No puede haber comunicación entre clases sociales que, cada vez más,
viven en mundos completamente diferentes. Y hasta opuestos. No puede haber una
idea común de sociedad.
P. ¿Considera su cine
político?
R.
En general, creo que el cine de género es una herramienta perfecta para leer la
sociedad; es la mejor manera de aproximarse a un problema
complejo. Consigue explicar las cosas dando un pequeño rodeo, pero de
forma mucho más efectiva. Rompenieves era evidentemente una película política. No
tengo reparos en admitirlo. En este caso, se trata de un drama entre ricos y
pobres. No hay nada más político que este punto de partida. De todas
formas, la idea es siempre ir más allá. No se trata de construir o proponer un
manifiesto sino de levantar la película desde los personajes, desde
sus motivaciones y contradicciones.
P. La lectura de su
película hasta cierto punto es muy pesimista. Sin desvelar nada, hay un amago
de reconciliación entre las generaciones más jóvenes, pero rápidamente es
abortado. ¿Cómo ve el futuro?
R.
No me considero pesimista en absoluto. Pero la realidad empuja a ello. La
realidad es triste. En los últimos años hemos vivido una revolución
increíble en todos los aspectos de la vida y ha servido para poco...
Está claro que las cosas no funcionan. No hay nada que haga pensar que
las cosas vayan a mejorar. Lo único que crece y mejora de manera
sostenida es el miedo. Mi única intención es ser honesto. Y eso
actualmente sólo nos lleva a la tristeza. Sí, es una película triste. Aunque a
veces te rías. De hecho, no creo que fuera capaz de hacer nada sin humor.
P. ¿Cree que la violencia
es nuestro único destino tal y como van las cosas?
R.
En la lógica de la película, sí. No hay otra salida. Además, el ser humano es
tan frágil, que la tragedia siempre acecha detrás
de cada suceso supuestamente inocente. Basta una simple coincidencia de
dos hechos insignificantes. No creo que ninguna de mis personajes sea mala.
No creo que muchas cosas horribles que suceden sean producto de unas pésimas y
malvadas intenciones. Tampoco creo en la bondad angelical de nadie. Los pobres
de mi película no son los buenos. Ésa es la gran ironía de todo esto
y de la propia película. Por eso es una tragedia.
P. Su anterior película fue
con Netflix, ¿repetiría?
R.
Sí, de hecho, tengo un proyecto con ellos. No soy de los que demoniza el cine
en streaming. Por supuesto que la manera correcta de ver una
película es una sala de cine. Eso siempre será así, pero los tiempos
cambian y las oportunidades de hacer determinadas
películas también. Ningún estudio habría financiado nunca Okja. Sólo lo hizo
Netflix.
*****
PARÁSITOS, OTRO FALSO REFERENTE DE LA LUCHA DE CLASES.
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El Captor
sábado 22 de febrero del 2020.
Conceptos
Económicos.
Un problema conceptual recorre los tiempos
presentes. Se ha perdido el
significado original de “fascismo”, “comunismo”, “democracia”,
“liberalismo”. Todo lo que hay en el momento actual y en el porvenir es una
parodia. Conceptos puros que han envilecido. Asistimos a una involución,
a una degradación del pensamiento. La vanguardia y la novedad han muerto.
Lo que nació en un tiempo anterior no conserva su significado primigenio.
Existe una inversión de significados y esencias. Ya nada es lo que era,
fuera lo que fuera.
El último ejemplo de toda esta
reflexión es Parásitos, avalada y premiada a partes iguales tanto en los Óscars como en las redacciones sociales. Que si “descripción magnífica de la lucha de clases”, que
si “reflejo extraordinario de las tensiones y las
diferencias sociales”, etc… Cine, propaganda y confusión. La
promiscuidad entre lo verdadero y falso prosigue su marcha.
Todo está impregnado de
parásitos, es cierto. Pero algunos son
la reina madre y otros son, simplemente, crías. Cientos de miles
de crías que no se sienten a sí mismas como crías. En cualquier caso,
maticemos: Parásito: organismo
vivo que invade otro organismo para vivir de su vitalidad y energía.
Y he aquí una película que presenta e identifica a los parásitos con
las clases bajas. ¿Dónde está aquí la lucha de clases de Marx?
La lucha de clases bien
entendida, y tal como se concibió en su origen, señalaba a las clases altas como parasitarias. Eran estas las que se nutrían de la vida, el
esfuerzo y el sacrificio de los organismos huéspedes, esto es, las clases
bajas. La película “Parásitos”, al contrario, presenta a las clases altas como clases
celestiales, sin maldad moral, generosas a la hora de conceder trabajo,
compartir su bienestar material y riqueza. Al mismo tiempo, circunscribe
a la clase obrera a una clase
torpe, irresponsable, poseedora de vicios
morales despreciables, comportamientos éticos reprobables e incluso
olor repugnante.
No solo eso. “Parásitos” señala que una clase
obrera con este tipo de valores no merece oportunidad alguna en el sistema,
algo que teniendo en cuenta todo lo advertido anteriormente, parece bastante
lógico. En todo caso, esta es la única óptica desde la que hay que entender
este film. Lo que ha premiado Hollywood
es: si la clase social inferior fracasa es por obra y causa de
sus propios errores, nunca por el bloqueo o la acción ejercida
desde arriba. La élite no es descrita en “Parásitos” como una élite discutible,
con errores, vicios, maldad. No hay crítica hacia la élite. Ella
simplemente está ahí, con su opulencia, su felicidad, su burbuja. No
hay rastro de los planos que emplearon para construir ese mundo desbordante.
Por lo tanto, atención: el único carácter metafórico de Parásitos se dirige a la clase dirigente y
es el siguiente; “no ignoren la conveniencia de identificar correctamente
la clase social diligente,
imbéciles. Aunque siempre terminen por ser grotescos
y miserables”.
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