MATAR DE HAMBRE A LA BESTIA, ALIMENTAR LA
RECESIÓN.
Los republicanos son los responsables de
que la ampliación de las ayudas económicas esté paralizada
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Dr. Paul Krugman, Premio Nobel de Economía y autor del presente artículo.
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Paul Krugman. Premio NObel de Economía.
The NewYork Times viernes 17 de abril del 2020.
De modo que, en una ruptura con toda práctica anterior,
el nombre de Donald Trump aparecerá en los cheques que mitigarán
ligeramente la recesión de Donald Trump causada por la pandemia de
Donald Trump. Se supone que debemos ponerle su nombre a todo, ¿no? Sin embargo,
la palabra clave es “ligeramente”. Resulta que esos cheques de 1.200
dólares son solo una pequeña fracción del paquete de rescate que el Congreso
aprobó hace unas semanas. Por otra parte, la Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad
Económica por Coronavirus (CARES por sus siglas en inglés) no cubría ni de
lejos las necesidades del país. Dada la escala del
desastre económico, necesitamos otro programa de ayudas enorme, tanto
para limitar los problemas financieros como para evitar el daño económico que
persistirá cuando la pandemia remita.
Pero tal vez no consigamos el programa que
necesitamos, porque los ideólogos antigobierno, momentáneamente prudentes
cuando se vio con claridad la magnitud de la crisis provocada por la covid-19, vuelven a recurrir a sus trucos
habituales.
En estos momentos la economía está en el
equivalente a un coma inducido, con sectores enteros cerrados para limitar
el contacto social y de ese modo ralentizar la difusión del coronavirus. No
podremos sacar la economía de este coma, como mínimo, hasta que hayamos
reducido drásticamente la tasa de nuevas infecciones y aumentado
espectacularmente la realización de pruebas de manera que podamos responder con
rapidez ante cualquier rebrote.
Dado que no estamos ni mucho menos cerca de llegar
a ese punto, faltan meses para poner
fin al cierre sin correr riesgos. Esto está causando graves penurias a
trabajadores, empresas, hospitales y —por último, pero no menos importante—
a los Gobiernos estatales y locales que, a diferencia del federal,
deben equilibrar sus presupuestos. Lo que la política puede y debería hacer es
mitigar esas penurias. Y el último paquete de ayudas hizo, de hecho, muchas de
las cosas que había que hacer, pero no las suficientes. Es verdad que una
parte del paquete de ayudas, la mejora de las prestaciones por desempleo,
podría resultar más o menos adecuada una vez que las desbordadas oficinas de
desempleo estatales consigan hacer que el dinero fluya, y suponiendo que no
prosperen los esfuerzos de Eugene Scalia, secretario de Trabajo de Trump,
por restringir el acceso.
Pero el programa especial de préstamos para
pequeñas empresas ya se ha agotado. Los Gobiernos estatales y
municipales están declarando pérdidas de ingresos drásticas y gastos
disparados. Y el Servicio Postal está al borde de la quiebra. Por lo tanto,
necesitamos otro paquete de ayudas para corregir estas lagunas. ¿De dónde
vendría el dinero? Se puede pedir prestado. Ahora mismo, la economía
está llena de ahorros excesivos que no tienen adónde ir. El tipo de interés
de los bonos federales protegidos contra la inflación es de -0,56%;
esencialmente, los inversores están dispuestos a pagar a nuestro Gobierno
para que use su dinero. Financiar la ayuda económica no es ningún problema.
Pero, en este momento, la legislación para ampliar las ayudas está paralizada.
Y seamos claros: los republicanos son responsables de la paralización.
Es cierto que los republicanos del Senado están
intentando que se apruebe la concesión de otros 250.000 millones de dólares para ayudar a pequeñas empresas, y los
demócratas están dispuestos a aceptar. Pero los demócratas insisten
también en que el paquete incluya ayudas de calado para los hospitales y
para las administraciones estatales y municipales. Y Mitch McConnell, líder
de la mayoría en el Senado, se niega a incluirlas. McConnell afirma
que estaría dispuesto a considerar medidas adicionales en una legislación
posterior. Pero seamos realistas. No hay absolutamente ninguna razón para no
incluir el dinero ahora.
Todos, y quiero decir todos, sabemos lo que está
pasando realmente: McConnell
está intentando obtener más dinero para las empresas y al mismo tiempo seguir engañando
a los Gobiernos estatales y municipales. Después de todo, lo de “matar de hambre a la bestia” —obligar a las
administraciones locales a recortar servicios por el método de dejarlas sin
recursos— ha sido la estrategia republicana durante décadas. Esto no es
sino es más de lo mismo.
Esta realidad no da a los demócratas más opción
que mantenerse firmes mientras sigan teniendo influencia. Tengan en cuenta que McConnell
podría tener el dinero que quiere mañana mismo si estuviera dispuesto a
encontrar un punto medio. Sin embargo, de momento, no lo está. Ah, y
Trump personalmente ha descartado la concesión de ayudas al Servicio Postal.
Por lo tanto, básicamente, los ideólogos
antigobierno nos están impidiendo responder adecuadamente al peor
desastre económico desde la Gran Depresión. Al obligar a recortar servicios
públicos básicos, su obstruccionismo causará un enorme sufrimiento. También
agravará los daños económicos.
En un futuro cercano, veremos millones de pérdidas
innecesarias de puestos de trabajo
a medida que las familias empobrecidas recortan el gasto, las
administraciones locales despiden a profesores y bomberos, y el servicio
de correos, si es que logra sobrevivir, se convierte en una sombra de lo
que fue. Y muchas de estas pérdidas de empleo persistirán probablemente
una vez remita la pandemia.
Cualquiera que espere una recuperación económica en
V, en la que volvamos rápidamente a donde estábamos hace unos meses, seguramente va a sentirse muy
decepcionado. Si en todo esto hay un aspecto positivo, es que los que están
saboteando nuestra respuesta económica ante la covid-19 podrían estar saboteando también su futuro político.
Al fin y al cabo, Trump cuenta con que una rápida recuperación
económica borre de la memoria de los ciudadanos su desastrosa gestión de la
pandemia. Pero él y sus aliados en el
Senado están haciendo que esa recuperación sea mucho menos probable.
Paul Krugman es premio Nobel de Economía
© The New York Times, 2020
Traducción de News Clips.
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TRUMP Y SU CATACLISMO ECONÓMICO-SANITARIO.
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Hedelberto
López Blanch.
Rebelión
viernes 17 de abril del 2020.
La
obstinación y poca visión del presidente estadounidense Donald Trump por
tratar de salvar a la economía por encima de las vidas de los
ciudadanos, ha provocado un cataclismo en el país como no había sucedido
antes en su historia moderna.
El
21 de enero se diagnosticó la presencia del Covid-19 en
Estados Unidos y sus primeras declaraciones fueron que la economía no se
debía detener por una pequeña gripe o
una influenza pasajera.
Dos
meses y medio después, Trump se vio obligado a decretar
en los 50 Estados de la nación la situación de desastre, tras aparecer
el virus en el estado de Wyoming. También pasaron a esa fase las Islas
Vírgenes estadounidenses, Islas Marianas del Norte, el Distrito de Columbia,
Guam y Puerto Rico.
Al
ofrecer la información, el subsecretario de prensa de la Casa
Blanca, Judd Deere, dijo que resultaba la primera vez en la historia de Estados
Unidos que sus 50 Estados se encuentran bajo proclamación de desastre federal de manera simultánea.
Alrededor
de 685.000 contagiados y más de 35.500 muertos han sido las alarmantes cifras
hasta el 17 de abril, las que seguirán en aumento porque como
expresa la mayoría de las autoridades sanitarias y especialistas, al
gigante norteamericano le será difícil controlar la transmisión por las enormes
deficiencias y dificultades que ha presentado el sistema
de salud.
El
magnate ha enfatizado en casi todas sus comparecencias diarias
en la Casa Blanca ante los medios de comunicación que le son afines (los
que no lo apoyan no son invitados), que “muy, muy pronto” con fecha primero
de mayo, abriría las puertas a la economía nacional, lo que ha sido
refutado por numerosos científicos como Anthony
Fauci quien aseguró que sería
un gravísimo problema tratar de abrir puestos de trabajo pues la contaminación
podría ser imparable.
Un
artículo del doctor Eric Topol,
publicado en Medscape, principal sitio de referencia en línea para médicos
y profesionales de la salud en todo el mundo, expresa que Estados
Unidos traicionó al personal sanitario en el desastre del coronavirus.
Topol
hace referencia que, en primer lugar,
tras detectarse el virus el 21 de enero, la Casa Blanca rehusó utilizar la
prueba de la OMS, y optó por desarrollar una propia a través del Centers
for Disease Control and Prevention que resultó fallida lo que representó uno de
los múltiples tropiezos del gobierno. A la par, quedaron en las calles
muchos contaminados asintomáticos al no realizárseles el estudio.
Segundo, se encontró un país con
pocos recursos de protección personal para médicos y pacientes que
debieron reutilizar días y días las mismas mascarillas y los enfermos compartir
un respirador en las salas de cuidados intensivos lo que motivó la infección y
propagación.
Como
tercer punto, el doctor Topol
señaló que el personal sanitario al estar expuesto a los pacientes más
graves sin buen resguardo, médicos y profesionales clínicos están
sucumbiendo ante el virus lo que es más
que una tragedia por los fiascos de omisión de pruebas y falta de equipos de
protección.
Concluye Topol: Tal
vez lo que recordaremos más en la comunidad médica es cómo nuestro país nos dio
la espalda en el momento en que más se necesitaban nuestros esfuerzos.
Ahora
podríamos preguntarnos, ¿podrá Trump con esta serie de errores
estratégicos detener la caída temporal de la economía? El premio Nobel de
economía, Joseph Stiglitz daba datos interesantes un mes antes de aparecer el covid-19
donde analizaba que la economía en tiempos de Trump era deficiente.
El
crecimiento, indicó, en el último trimestre de 2019 fue
de 2,1%, mucho menos que el 4%, 5% o el 6% que prometió el
presidente, y menos que el 2,4% promedio del segundo mandato de
Barack Obama.
Y puntualizó Stiglitz:
“es
un desempeño notoriamente malo si se tiene en cuenta el
estímulo suministrado por el billón de dólares de déficit y los
bajísimos tipos de interés. No es casualidad, ni cuestión de mala suerte,
porque las características distintivas de Trump son la incertidumbre, la
volatilidad y la ambigüedad, mientras que para el crecimiento se
necesitan confianza, estabilidad, certeza y también
igualdad. Así que además de fallar en
asignaturas esenciales como defender la democracia y proteger el
planeta, también se merece un “desaprobado” en economía”.
En
las últimas semanas, 16 millones de personas perdieron sus empleos lo que
representa una cifra sin precedentes, que cobra fuerza con el cierre
constante de restaurantes, cines, estadios deportivos, aeropuertos y oficinas
lo que augura que el declive económico inicial será más agudo y doloroso que
durante el ocurrido en 2008.
El
banco de inversiones Goldman Sachs y la Universidad de Harvard aseguran que
una recesión económica mundial durante el primer y parte del segundo semestre
es inminente y que la economía estadounidense se contraerá entre 35% y 25%.
A
esta desfavorable situación se une que la desigualdad
se incrementará en Estados Unidos pues los sectores
adinerados podrán resistir los embates financieros pero la mayoría de la
población que ha perdido sus empleos también tendrá mayores deudas por
lo cual la pobreza se extenderá por todos sus Estados.
Cierto
que la economía del país es fuerte y podrá a mediano plazo equilibrarse,
pero las malas gestiones del presidente ante la pandemia quedarán
grabadas en forma nefasta en la mayoría de la población estadounidense. ¿Lo tendrán presente el próximo noviembre? Esperemos.
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