“El mundo del Tercer Milenio ha mostrado la imposición de un sistema de dominio “intrínsecamente
perverso”, donde la riqueza social, conseguida a golpe de reivindicaciones,
luchas, prisión, represión y muerte de millones de hombres y mujeres a lo largo
de la historia, quedó concentrada en unas pocas manos. Un mundo
donde caminamos conscientemente hacia la autodestrucción
de la naturaleza. Una etapa histórica donde se ha agravado la brecha social, entre aquellos que todo poseen y
aquellos que viven en la miseria (sólo en Chile el 1.0 por ciento de la
población acumula el 28 por ciento del PBI total del país) entre
ricos y pobres, donde la pobreza se ahonda según se aleja de la holgura
soberbia de los poderosos. Un planeta
hegemonizado culturalmente y que ha quitado, bajo el resplandor de
espejos y vitrinas, los ideales y expectativas de cientos de millones
de seres humanos, mudos en una sociedad donde las corporaciones
mediáticas imponen “lo que la gente quiere ver y
escuchar”, como si de una decisión democrática se tratase”.
“El Nuevo Orden
Mundial Global, surgido tras la caída de los socialismos reales,
repite hasta la saciedad, que la panacea tiene nombre omniabarcador, es
el edén soñado y a quién se debe obedecer como un Moloch ávido de
subordinación y sangre fresca. La maravillosa posibilidad de comunicarnos en
tiempo real, en cualquiera de las herramientas tecnológicas, ha
posibilitado que, a lo menos en este campo, que aquellas fronteras que
suelen separar o impedir el libre tránsito hacia mejores perspectivas de vida
se difuminen y genera un estado de simultaneidad que tiene, indudablemente
beneficios a un amplio sector de la humanidad. Pero también esta maravillosa
visión ha posibilitado, que la hegemonía cultural de los poderosos se imponga en un mundo, donde el poder maneja el conocimiento, pero también las
frecuencias, las rotativas y el people meter”.
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GLOBALIZACIÓN EN TIEMPOS DE PANDEMIA (I)
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TELESUR
sábado 11 de abril del 2020.
Estamos en el año 2020 de la era cristiana, en el
año 1441 del calendario islámico, el 5780 del chino, el año 12477 en el
calendario del pueblo mapuche, entre otros muchos calendarios y todos ellos de
sociedades sujetas a los intentos hegemónicos del proceso de globalización, que
hace de su objetivo fundamental el imponer sólo el calendario y visión de la
cultura occidental.
Esa conducta, en el contexto de una pandemia global
está exigiendo cambios profundos.
Para la perspectiva basada en la omnipotencia, soberbia y dominio de las
potencias occidentales (liderado por Washington), la orden es
que las sociedades se asimilen o se atengan a las consecuencias de una época
de profundas transformaciones y que hoy, bajo el tremendo golpe que significan
los efectos del Covid-19, nos obliga a concebir, bajo nuevos parámetros,
una nueva organización política, social, económica y cultural, que supere
a un proceso globalizador, elemento distintivo de un capitalismo
decrépito, cansado, agotado, que no ha sido capaz de dar cuenta de las necesidades
de nuestro mundo, que nos impulsan a trabajar por prácticas y conductas
alejadas del individualismo extremo, que este sistema propugna.
La globalización ha intensificado un modelo
político y económico, centrado más en los réditos que puede dar el capital, la
imposición de ideologías políticas, con una visión y práctica tecnocrática, en
desmedro del necesario beneficio al ser humano. Un modelo que sólo favorece a las grandes
potencias, sus transnacionales y a las castas políticas y económicas de los
países donde el modelo capitalista se enseñorea, que representa a gran parte de
la humanidad. El requerimiento, desde los centros de poder, es que aquellos que
no son parte del poder trilateral capitalista (Estados Unidos, Japón, Unión
Europea) se asimilen o se atengan a las consecuencias en esta época de
profundas mutaciones, que nos obligó a concebir primero y constatar después, el
triunfo de este modelo político-económico llamado Globalización
y que genera esta cosmovisión y el objetivo del Pensamiento Único de
construir un Mercado también Único, que es el gran objetivo subyacente.
A inicios del nuevo milenio y como parte de un
trabajo de tesis para una maestría, sostuve en aquel documento llamado La globalización o el cuento del tío (1)
que
“nunca antes la humanidad ha tenido tal potencial
científico-tecnológico,
con la cierta posibilidad de dar respuesta a las necesidades de la humanidad,
con una formidable capacidad de generar riqueza y bienestar, como lo podría
hacer en la actualidad. Pero también, capaz de presentar la inequidad,
desigualdad y la brecha entre ricos y pobres, opulentos y miserables,
desarrollo y subdesarrollo, futuro y estancamiento y hasta atraso, que se
ha profundizado de la forma como se ha hecho en estos años. La coexistencia
de contradicciones marcadas, fuertes, notorias e injustas son el rastro imborrable
de los inicios de un milenio marcado a fuego por la presencia e imposición de
la injusticia como peculiaridad más indeleble que agonizante, junto a la afectación
de todas las instituciones con que la sociedad mundial se ha ido dotando, a
través de cientos de años de práctica política”
Entre esas instituciones, que se han visto
coartadas se encuentra el Estado-Nación, que ha visto mermada sus capacidades
en desmedro del poder adquirido entidades como la Organización Mundial de
Comercio, el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI)
entre otras, unido a los procesos de descentralización, a partir de los cuales
se le quita alguna de sus funciones, disminuyendo sus competencias. Alguna
vez se habló del conocimiento como poder, pero, en la borrachera triunfalista
de un Nuevo Orden Mundial Global – NOMG - ese ideario pasó al poder del
conocimiento y sobre la base de ese saber, manejado por las grandes
corporaciones transnacionales, se afianzó el reino del ultraliberalismo y la
Globalización.
En un artículo publicado recientemente Neoliberalismo y Covid-1 (2) señalaba que
“el Banco Mundial y el FMI se encuentran al acecho
de los países. Y en con esa conducta rapaz, en su momento, cuando un país o región está en
crisis se presentan estas instituciones como una especie de salvador,
proporcionando “facilidades” financieras para resolver los trances
económicos de estos países. Las políticas neoliberales obligan a los Estados
a arruinar aún más sus frágiles economías bajo las directrices de estos fondos
que actúan como verdaderos corsarios. Términos como ajuste fiscal, disminución
del papel del Estado, privatización del sector sanitario, educativo y de
pensiones son parte de las exigencias si los países recurrentes de apoyo
financiero desean acceder a esos fondos ofrecidos” esa realidad nos obliga a cambiar
estructuralmente las bases del capitalismo, avanzar hacia sociedades más
colaborativas.
El mundo del Tercer Milenio ha mostrado la imposición de un sistema de dominio
“intrínsecamente perverso”, donde la riqueza social, conseguida a golpe
de reivindicaciones, luchas, prisión, represión y muerte de millones de hombres
y mujeres a lo largo de la historia, quedó concentrada en unas pocas manos. Un
mundo donde caminamos conscientemente hacia la autodestrucción de la
naturaleza. Una etapa histórica donde se ha agravado la brecha social, entre
aquellos que todo poseen y aquellos que viven en la miseria (sólo en Chile
el 1.0 por ciento de la población acumula el 28 por ciento del PBI
total del país) entre ricos y pobres, donde la pobreza se ahonda según se
aleja de la holgura soberbia de los poderosos. Un planeta hegemonizado
culturalmente y que ha quitado, bajo el resplandor de espejos y vitrinas, los
ideales y expectativas de cientos de millones de seres humanos, mudos en una
sociedad donde las corporaciones mediáticas imponen “lo que la gente quiere
ver y escuchar”, como si de una decisión democrática se tratase.
El Nuevo Orden Mundial Global, surgido tras la
caída de los socialismos reales, repite hasta la saciedad, que la panacea tiene nombre omniabarcador, es el
edén soñado y a quién se debe obedecer como un Moloch ávido de
subordinación y sangre fresca. La maravillosa posibilidad de comunicarnos en
tiempo real, en cualquiera de las herramientas tecnológicas, ha
posibilitado que, a lo menos en este campo, que aquellas fronteras que suelen
separar o impedir el libre tránsito hacia mejores perspectivas de vida se
difuminen y genera un estado de simultaneidad que tiene, indudablemente
beneficios a un amplio sector de la humanidad. Pero también esta maravillosa
visión ha posibilitado, que la hegemonía cultural de los poderosos se
imponga en un mundo, donde el poder maneja el conocimiento, pero también las
frecuencias, las rotativas y el people meter.
A causa de la envergadura, la amplitud y celeridad
que han adquirido los cambios políticos y económicos se requiere de un permanente esfuerzo colectivo,
tanto de carácter nacional como internacional, para extraer las conclusiones
más idóneas, que conduzcan a establecer las mejores y más amplias condiciones
de igualdad en las relaciones internacionales políticas y económicas
internacionales. El rápido progreso de las ciencias fundamentales, en
especial todo el proceso de cambios tecnológicos como la informática, la biotecnología,
la Nanotecnología y otras ramas de punta de las ciencias favorece su papel
transformador, ya sea en el dominio de las fuerzas de la naturaleza como
también en la conversión de la ciencia en una “fuerza productiva directa” en
el sentido de la capacidad que tiene de entregar su caudal de conocimientos,
para la renovación material y la resolución de numerosos problemas sociales.
La revolución científico-técnica ha desplegado, de
manera poderosa, los instrumentos de producción y ha jugado un papel significativo; tanto en el
proceso de Globalización como en los cambios en la correlación de
fuerzas en la arena mundial particularmente, con la derrota del proyecto
socialista. En el momento histórico en que estamos inmersos, con el
desarrollo y uso de tecnologías que no se soñaban hace un par de décadas, con
un gobierno globalizador que responde al nombre de sociedades de mercados o
corporaciones transnacionales y con la necesidad imperiosa de participar en
el camino del desarrollo; entender, pero sobre todo luchar contra los
mecanismos de dominio y las características del NOMG, junto a las nuevas
formas de dominio que los países desarrollados ejercen sobre el conjunto de la
humanidad, resulta un imperativo.
Un predominio que conduce a la pregunta de ¿Quién
gobierna en el mundo? Aparentemente,
esta interrogante queda en una especie de brumosa inquietud. Los defensores
a ultranza de la globalización pretenden (3) hacernos creer que esta viene
acompañada por el canto de las democracias y la igualdad
entre los seres humanos. Pero, la realidad es otra, pues aquellos que están en la avanzada del proceso y por ende
reciben mayoritariamente sus beneficios, son los que gobiernan al mundo.
Cedido por www.segundopaso.es
1.http://www.lajiribilla.co.cu/2006/n279-09/279_12html
2.http://www.segundopaso.es/news/408/Virus-Mortales-Neoliberalismo-y-Covid-19
3.Con esta aparente nebulosa respecto a quienes parecen estar en la sombre del
poder, no eludo en modo alguno, la responsabilidad que nos cabe a cada uno de
nosotros, como ciudadanos en la actual conformación del mundo. Los gobiernos
de los países más poderosos del planeta realizan sus acciones sin contrapeso
porque no existe quien se oponga a sus designios y ello es tanto culpa del
victimario como de la víctima, del que pretende someter como aquel que
indignamente lo acepta.
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