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AMÉRICA LATINA, NUESTRA
AMÉRICA. RIO PARANA ASOLADO POR UNA SEQUÍA HISTÓRICA. CRISIS HIDRICA, SU
IMPACTO EN LOS ECO SISTEMAS, HUMEDALES, BIODIVERSIDAD. REFLEXIÓN HUMANA. El mundo en emergencia. el impacto que
provoca la sequía del Río Paraná. argentina el segundo río más largo de América
Latina. el POOPÓ es
el segundo lago más grande de Bolivia después del Titicaca, es ahora un desierto. Los
costos económicos de una bajante del río que ya lleva dos años y se profundiza.
América latina, Nuestra América, hoy
esta asediada por todos los lados por el Cambio Climático. Incendios,
Sequías, Aluviones, Huracanes, Terremotos, Clima alto y bajo de temperatura
nunca visto. Terrible Desglaciación de nuestras Cordilleras. RÍO PARANA. Los sobrecostos logísticos en la exportación de granos fueron de 315
millones de dólares en el primer semestre. Además, afecta la generación
de energía, la producción de arroz, la pesca artesanal y la disponibilidad de
agua potable. Quiere conocer en realidad que está pasando, con el RIO PARANÁ.
LA BAJANTE
DEL RÍO PARANÁ es extraordinaria por su intensidad, pero, sobre
todo, por su duración. Es el segundo río más largo de América Latina y el
impacto es acorde a su magnitud: 315
millones de dólares de sobrecostos logísticos en la exportación de granos durante el primer semestre y un Yacyretá produciendo energía al 50%. A medida que sigue su cauce, afecta a pequeñas
producciones que se realizan a campo inundado como el arroz y también a la pesca artesanal que
se realiza en Entre Ríos y Santa Fe. Además, genera cambios en el ambiente que
afectan a algunas producciones por la salinización del agua para riego o
consumo de ganado. Alerta sobre la
generación de agua potable para pueblos y ciudades aledañas.
LOS RIBEREÑOS dicen no haber visto nunca el río
así. Es que los registros marcan que la última vez que estuvo tan bajo fue en 1944. Desde junio del 2019, hace más de dos años, la tendencia es a
la baja. Y va a ser peor: según los
registros oficiales todavía no llegó a valores mínimos. El Instituto Nacional del
Agua (INA), que pronostica
semanalmente el estado situación de la cuenca, proyecta que los niveles
más bajos se podrían ver en primavera. Estos
ecosistemas funcionan como esponjas que
absorben y regulan el agua procedente de las precipitaciones. “Si bien el fuego
como práctica de manejo para los sistemas ganaderos se usa todos los años, lo
que se ha visto el año pasado es que las superficies que se prendieron
fuego fueron mucho mayores que otras veces. Esto probablemente tenga que ver con un
desplazamiento de la ganadería hacia
el territorio de humedales, ya que
antes se hacía en tierra firme pero hoy la mayor
parte está ocupada por la agricultura.
BARCOS SIN GRANOS. Uno de los impactos cuantificables de este desastre
natural tiene que ver con la dificultad
en la navegabilidad del río y su consecuente efecto en los costos
logísticos. Es que los buques deben cargar menos productos por la
escasa profundidad del canal de
navegación y, en muchos casos, completar sus bodegas en puertos del sur de la provincia de Buenos Aires, como Quequén
y Bahía Blanca, o hasta en el exterior, en Montevideo o Brasil. Otra de las consecuencias más
preocupantes de la CRISIS HÍDRICA es el
impacto en los ecosistemas que rodean el río. Además, suma
otra arista al problema de la recuperación de la biodiversidad: el impacto de los incendios y la reducción de humedales. Pablo
Raúl lunes 23 de agosto del 2021.
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EL IMPACTO QUE PROVOCA LA
SEQUÍA DEL RÍO PARANÁ. ARGENTINA.
El segundo Río más largo de
América Latina
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Los costos económicos de una bajante del
río que ya lleva dos años y se profundiza. América latina, Nuestra América, hoy
esta asediada por todos los lados por el cambio Climático. Incendios, Sequías, Aluviones,
Huracanes, Terremotos, Clima alto y bajo de temperatura nunca visto. Terrible
Desglaciación de nuestras Cordilleras.
Natalie Risso.
Página/12 lunes 23 de agosto del 2021.
Los sobrecostos logísticos en la exportación de granos
fueron de 315 millones de dólares en el primer semestre. Además, afecta la
generación de energía, la producción de arroz, la pesca artesanal y la
disponibilidad de agua potable.
La bajante del Río
Paraná es extraordinaria por su intensidad, pero, sobre
todo, por su duración. Es el segundo
río más largo de América Latina y
el impacto es acorde a su magnitud: 315
millones de dólares de sobrecostos logísticos en la exportación de granos durante
el primer semestre y un Yacyretá
produciendo energía al 50 por ciento.
A medida que sigue su cauce, afecta a pequeñas producciones que se realizan a
campo inundado como el arroz y también a la pesca artesanal que se realiza en Entre Ríos y Santa Fe. Además, genera
cambios en el ambiente que afectan a algunas producciones por la salinización
del agua para riego o consumo de ganado. Alerta sobre la generación de agua potable para pueblos y ciudades
aledañas.
Los ribereños dicen no haber visto nunca el río así. Es que los registros marcan que la última vez que estuvo tan bajo fue en 1944. Desde junio del 2019, hace más de dos años, la tendencia es a la baja. Y va a ser peor: según los registros oficiales todavía no llegó a valores mínimos. El Instituto Nacional del Agua (INA), que pronostica semanalmente el estado situación de la cuenca, proyecta que los niveles más bajos se podrían ver en primavera.
Barcos sin granos
Uno de los impactos
cuantificables de este desastre natural tiene
que ver con la dificultad en la navegabilidad
del río y su consecuente efecto en los costos logísticos. Es que los buques deben cargar menos productos por la escasa profundidad del
canal de navegación y, en muchos casos, completar
sus bodegas en puertos del sur de la provincia de Buenos Aires, como Quequén y Bahía Blanca, o hasta en el
exterior, en Montevideo
o Brasil.
Esta menor ocupación de las bodegas se denomina “falso
flete”, ya que el costo del embarque se prorratea en una menor cantidad de
toneladas transportadas. Además, la
ralentización del ritmo de embarques genera otros inconvenientes operativos
que vuelven a aumentar los costos. La
Bolsa de Comercio de Rosario estimó pérdidas de entre 6.600 y 9.200 toneladas por barco.
Los que terminan de completar la carga en los puertos del
sur suelen operar con una prima por sobre el precio de Rosario, por la disponibilidad geográfica y el costo del flete
terrestre.
"Este valor
tendió a incrementarse a medida que la carga en el Gran Rosario se fue
complejizando por la bajante",
aseguran desde la Bolsa de Comercio de
Rosario.
Por último, los rosarinos
denuncian que la incertidumbre adicional que significa para un buque ingresar al Río Paraná con la
bajante actual y tener que afrontar imprevistos castigan el precio de la harina y el aceite de soja de origen nacional.
Teniendo en cuenta estas inconveniencias, el organismo calculó que las pérdidas en la cadena de valor alcanzaron los 315 millones de dólares en el primer semestre del año. El año pasado los sobrecostos habían sido de 245 millones de dólares.
Pescadores sin peces
"El gobierno de la provincia de Santa Fe informa que a
partir del miércoles 11, comienza el pago de la ayuda económica para los pescadores artesanales en el marco
de la situación de emergencia sanitaria por la Covid-19 y de la bajante
histórica del Río Paraná",
Sintetiza la situación un comunicado del gobierno de una de las provincias litoraleñas que
impuso veda pesquera para proteger a los peces reproductores y no generar un
daño ambiental irreparable también para la actividad. El gobierno santafesino destinará 50 millones de pesos para los 4100
pescadores artesanales que viven del
río y hoy pueden hacerlo únicamente tres días a la semana.
También
impusieron veda pesquera de
algunos días, cupos, u obligatoriedad de devolución de peces para la pesca deportiva otras provincias
litoraleñas como Misiones, Entre
Ríos y Chaco. Además, se redujo a un tercio, de 18.000 toneladas en 2019 a 6.400
toneladas para 2021, el cupo de exportación de peces de río. "Esto es un problema para los
pescadores y para los frigoríficos", lamenta Gaspar Borra,
el subsecretario de Recursos Naturales de la provincia de Santa Fe.
La actividad
pesquera que se desarrolla sobre todo en Santa Fe y Entre Ríos, aunque también lo hace en menor medida en Buenos Aires, Corrientes, Chaco y Misiones,
tiene varios públicos: hay quienes pescan sábalo, bagre, patí, boga y dorado
para el autoconsumo, otros para comercializar en el mercado interno, o bien
para exportar a Colombia, Brasil y
Bolivia.
Luego de la crisis
de 2001 comenzó a tomar relevancia la exportación de pescado de río, particularmente sábalo. Con este fenómeno surgió un
nuevo negocio que desarrollan
frigoríficos que se instalaron desde el norte de Santa Fe hasta San
Nicolás. Con el tiempo, se quedaron además con buena parte del mercado interno,
cambiando las reglas del juego de cómo operaban las pesquerías. Los acopiadores
comenzaron a ser los únicos intermediarios posibles para que los pescadores
comercialicen con los frigoríficos, que son los que fijan el precio.
A 21 años de ese
suceso, ya hay 13 frigoríficos en la zona que monopolizan la comercialización:
"Hoy pagan entre 30 y 40 pesos por sábalo, y en Buenos Aires se vende a más de 150 pesos.
Ahí te das cuenta lo que pasa en el medio. Existe una inequidad en la cadena de
comercialización enorme y particularmente del acopiador
al pescador, y del acopiador al
frigorífico", asegura Claudio
Baigún, director del laboratorio de
Ecologia Pesquera en Unsam, que insiste en que la bajante es una catástrofe, pero a la vez una
buena oportunidad para visibilizar que la pesca
de exportación no es una actividad sostenible para un ecosistema de agua dulce.
"Hasta que la pesquería se recupere va a pasar un
tiempo importante, no es inmediato con la suba del río. Para reproducirse los
peces requieren altura y temperatura semicálida. Además, hay que darles tiempo
a las larvas para que crezcan hasta tener el tamaño para pesca", pronostica Borra.
Tierras secas
Otros impactos productivos que aún no cuentan con efecto económico son en la actividad
ganadera de islas; los problemas en la captación de agua por las arroceras, la mayor concentración salina en las tierras para la plantación
de frutillas, y la apicultura
por el impacto en la floración de
especies nativas o aparición de invasoras.
A la ciudad de
Coronda, en Santa Fe, se la conoce como la capital de la frutilla. Se
plantan 326 hectáreas que resultan
en alrededor de 40.000 frutillas por temporada:
"Hay un 80
por ciento de los productores que utiliza agua del río para riego por
su calidad. La salinidad del agua, que en tiempos
normales es de 0,4 por litro, ahora está en 4,9 por litro, casi 10 veces mayor.
El agua, con esas características actuales, va
directamente a la raíz de la planta que comienza un proceso de deterioro
progresivo", explica el intendente de
la ciudad y productor frutillero,
Ricardo Ramírez, que lamenta que "las raíces de las plantas de frutilla
no se están desarrollando y las hojas se están poniendo marrón por la
salinidad".
"Toda la zona del cauce del Paraná
es un complejo de islas y zonas litorales en las que existe ganadería. La sequía genera una baja disponibilidad de forraje para alimentar al ganado y de acceso al agua
de manera natural", asegura
Pablo Mercuri, el director del Centro de
Investigaciones de Recursos Naturales del INTA.
Hay algunos lugares que, por las características de
ubicación de las islas, ni los propios
ganaderos pueden acceder para ordenar la producción.
La producción de arroz se hace bajo riego por inundación, y hay 253.000
hectáreas que se riegan desde el Paraná.
"Queremos evitar demoras en la siembra, que es en los
próximos meses. Por eso cuantificamos la disponibilidad de agua que se va
tener. No va a faltar el arroz porque el 60 por
ciento es para exportación, pero sí se recomienda relocalizar las tomas de
agua", reflexiona Mercuri. Alfredo Marín, especialista en
arroz del INTA Corrientes,
complementa: “Frente al escenario
actual, se podrían ocasionar pérdidas de producción por la necesidad de reducir áreas de siembra, sumado
al incremento de los costos debido a las inversiones necesarias
para adecuar el sistema de bombeo o por ineficiencia en el uso de productos,
como fertilizantes o herbicidas”.
Pueblos sin agua
Además de las productivas, la baja altura del río trae aparejadas situaciones que impactan
directamente al medio ambiente, tales como
el incremento del riesgo de incendios de pastizales y un paisaje modificado con
brazos que se achicaron o bancos de arena devenidos en islas y la aparición de nuevas malezas o especies
invasoras.
Una de las consecuencias que más alertan en la zona tiene que ver con el descubierto de muchas de las tomas de agua
potable y la salinidad
que le otorga al agua la bajante:
"Seamos racionales en el consumo del agua para que todos podamos seguir teniendo agua
potable", afirmó la ministra de Infraestructura de Santa Fe, Silvina
Frana. Desde la provincia recomiendan que se evite lavar vehículos con agua potable, duplicar el uso del agua en el recambio
de las piletas, lavar la vajilla en una fuente y hacer el recambio para no
tener permanentemente la canilla abierta. La provincia compra
bombas y otros elementos para posibilitar la extracción del agua y que se siga
potabilizando el consumo humano, pero “este año se agravó la situación”.
La bajante empezó
hace dos años y aún no tiene fecha de
fin. Tampoco sus efectos a mediano y, sobre
todo, a largo plazo. Ante la pregunta acerca de si estos impactos son
recuperables una vez que el río recupere su cota, Pablo Mércuri es determinante:
"La verdad es
que ese es un gran tema a estudiar. Los sistemas productivos son resilientes y seguramente
algunas actividades se recuperarán más rápido que otras,
y puede que haya algunas que se
modifiquen para siempre".
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