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“PRESIDENTE OLEODUCTO. Los
atentados del 11 de septiembre fueron, en
cualquier caso, la excusa perfecta para
que Washington invadiera Afganistán
y expulsara a los talibanes del poder. De este modo, los
planes para el oleoducto todavía
podrían hacerse realidad. “La conquista
de Afganistán no tuvo nada que ver con Osama Bin Laden. Era simplemente un pretexto para
sustituir a los talibanes por un gobierno relativamente estable. Un gobierno
así debería permitir a la compañía Union Oil de California instalar su
oleoducto a beneficio de la junta de Cheney-Bush,
entre otros”, según dice Gore Vidal, un destacado columnista
estadounidense. Los hechos sobre el terreno lo demuestran. El 22 de
diciembre Hamed Karzai se
convertirá en el nuevo primer ministro
afgano. Es una figura de confianza
de la CIA y ha trabajado como asesor de Unocal, una gran empresa petrolera estadounidense que
desde hace tiempo tiene planes de construir un oleoducto a través de Afganistán.
"Otro asesor de esta empresa, Zalmay Khalilzad, fue nombrado por Bush nueve días después como enviado especial en Afganistán. Khalilzad había participado en el pasado en
conversaciones con funcionarios talibanes
sobre la posibilidad de construir gaseoductos
y oleoductos. Había instado a la administración Clinton a adoptar una línea más suave con los talibanes. Ambos hombres cumplieron
su cometido correctamente. El 30 de mayo
de 2002 la BBC informó de que Karzai había llegado a un acuerdo
con su homólogo pakistaní y turcomano para construir un oleoducto desde Turkmenistán hasta un puerto en Pakistán, atravesando
Afganistán.
"Unas semanas
antes Business Weekcomentaba así la evolución de la región:
“Los soldados
estadounidenses, los trabajadores del petróleo y
los diplomáticos han llegado a conocer este
lejano rincón del mundo muy rápidamente. Es el vientre de la Unión Soviética y una región que casi no había sido
tocada por los ejércitos occidentales desde Alejandro
Magno. Lo que está en juego para los estadounidenses es mucho. Lo que
intentan es nada menos que la mayor conquista de
una nueva esfera de influencia desde que Estados Unidos
se comprometió en Oriente Medio hace cincuenta años”. No
funcionó como estaba planeado. Los talibanes fueron derrotados, pero no acabados.
Además, tenían una moral mucho más alta que el ejército gubernamental,
que sólo pudo resistir gracias a la cobertura aérea de la
OTAN y otros apoyos logísticos. Cuando Biden decidió retirar ese apoyo hace unas
semanas, todo se derrumbó como un castillo de naipes".
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SEIS COSAS QUE DEBES SABER
SOBRE AFGANISTÁN Y LOS TALIBANES.
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Por 17/08/2021 | Mundo
Fuentes: De Wereld Morgen
Traducido
del neerlandés por Sven Magnus
Cuando se trata de Afganistán,
los principales medios de comunicación ocultan los hechos más incómodos para
Occidente. Si se tuvieran en cuenta, la historia cambiaría radicalmente.
1. La monstruosa alianza con los
yihadistas
La historia comienza en 1979. Afganistán tenía un gobierno de izquierdas que, por supuesto,
no era del agrado de Estados Unidos. Zbigniew Brzezinski, asesor del
presidente Carter, ideó el plan para
armar y entrenar a los yihadistas
-entonces todavía llamados muyaidines-
en Afganistán. El objetivo era provocar una invasión soviética, para cargar a Moscú con una situación como Estados
Unidos vivió en Vietnam.
Carter siguió su consejo y proporcionó a los muyaidines la ayuda necesaria. El plan
funcionó. El gobierno de Kabul tuvo
problemas y pidió ayuda al Kremlin.
El pantano afgano obligó a la Unión
Soviética a permanecer en el país centroasiático durante diez años.
Durante ese periodo la CIA inyectó 2.000
millones de dólares en ayuda, armas y apoyo logístico a los muyaidines. Incluso se les suministró
los infames misiles
Stinger con los que podían derribar aviones y helicópteros soviéticos. Rambo III, con Silvester Stallone, es
una versión de Hollywood de esta
colaboración. La película estaba dedicada
a “los valientes luchadores muyaidines”.
Mientras las tropas soviéticas permanecieran en el país, el gobierno de Kabul se mantenía. Sin embargo, en 1989 Gorbachov decidió poner fin a la ayuda militar. Una vez que las tropas soviéticas abandonaron el país, estalló la guerra civil. El grupo mejor organizado y más brutal, los talibanes, acabó imponiéndose y se hizo con el poder en 1996.
2. Creación de al Qaeda
La figura
más destacada que ha
surgido durante este periodo es Osama
bin Laden. En 1988 fundó al Qaeda,
un grupo
terrorista fundamentalista y despiadado. A través de Pakistán podía contar con un gran apoyo
de Estados Unidos. A cambio de esta
ayuda, al Qaeda les hacía “favores”
a Estados Unidos y sus aliados occidentales.
Durante la
guerra civil en Yugoslavia (1992-1995)
el Pentágono organizó el traslado de
miles de combatientes de al Qaeda a
Bosnia para apoyar a los musulmanes
de ese país. Durante la guerra contra
Yugoslavia en 1999, al Qaeda luchó codo con codo con los terroristas del ELK
(Ejército de Liberación de Kosovo, que luchaba por la separación de Kosovo de Yugoslavia y por una Gran Albania), cubiertos en el aire por
la OTAN. También
han aparecido combatientes de Al Qaeda
en Chechenia, Xinjiang (donde viven los uigures), Macedonia, y en muchos otros países de la región y más allá (1).
La cooperación entre la administración Bush y Osama bin Laden se detalla en el documental Fahrenheit 9/11 de
Michael Moore.
3. ¡Es el petróleo, estúpido!
Existen prometedoras reservas de petróleo
y gas en torno al Mar Caspio.
Pero para transportar esa energía al Occidente sólo hay tres posibilidades: a través
de Rusia, de Irán o de Afganistán.
Estados
Unidos, por supuesto, no se lo dará a
los rusos y, desde la caída del sha en 1979 Washington ha perdido su influencia en Irán.
Así que sólo queda una posibilidad: Afganistán.
Desde finales de 1994, en plena guerra civil, Estados Unidos
apoyó a los talibanes que en ese momento
tenían las mejores bazas para “estabilizar”
el país. Esto era una necesidad para la construcción del oleoducto.
Según la CIA, los talibanes eran
considerados “un posible instrumento en el ‘Gran Juego’: la carrera por los recursos
energéticos en Asia Central”.
Estados
Unidos se convirtió en el principal
patrocinador de este nuevo
régimen canalla. Poco importaba que los talibanes fueran en ese momento los más virulentos violadores de los derechos humanos en el mundo. Según
un diplomático
estadounidense, los talibanes
“evolucionarían como los saudíes. Hay Aramco [consorcio de empresas petroleras que controlan el petróleo saudí], oleoductos, un emir, ningún parlamento y mucha sharia. Podemos vivir con eso”.
4. Los talibanes no cumplen con su
cometido
Al principio
los talibanes
consiguieron un éxito militar tras otro,
pero finalmente no lograron conquistar
todo el país. La esperada estabilización, necesaria
para el oleoducto, no se materializó.
Estados Unidos cambió entonces de
estrategia y buscó la reconciliación de todas las partes en conflicto.
Washington
exigió que los talibanes entrasen en
conversaciones con la Alianza del Norte
para formar un gobierno de coalición. Las conversaciones, que duraron hasta finales de julio de 2001, fracasaron. Estados Unidos advirtió que no se
detendría ahí:
“O aceptáis
nuestra oferta de una alfombra de oro u os enterraremos bajo una alfombra de
bombas”, fue el mensaje de los
representantes estadounidenses a los talibanes a finales de julio.
Los
talibanes no cedieron y en
octubre comenzaron los bombardeos. Un poco más tarde se reveló que los planes
de ello ya estaban en el escritorio del Presidente
Bush dos días antes del 11 de
septiembre. En el Washington
Post del 19 de diciembre de 2000 el profesor Starr escribió que Estados Unidos
“ha empezado
a aliarse silenciosamente con aquellos en el gobierno ruso que están pidiendo
una acción militar contra Afganistán y está
jugando con la idea de otra incursión para eliminar a Bin
Laden”.
A finales de
junio de 2001, más de dos meses antes de los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono, la
revista Indiareacts.com
informó de que
“India e
Irán facilitarán los planes de Estados Unidos y Rusia para una ‘acción militar
limitada’ contra los talibanes”.
5. Presidente oleoducto
Los
atentados del 11 de septiembre fueron, en
cualquier caso, la excusa perfecta para que Washington invadiera Afganistán y expulsara a los talibanes del poder. De este modo, los
planes para el oleoducto todavía
podrían hacerse realidad.
“La
conquista de Afganistán no tuvo nada que ver con
Osama Bin Laden. Era simplemente un pretexto
para sustituir a los talibanes por un gobierno relativamente estable. Un
gobierno así debería permitir a la compañía Union Oil de California instalar su
oleoducto a beneficio de la junta de Cheney-Bush,
entre otros”, según dice Gore Vidal, un
destacado columnista estadounidense.
Los hechos
sobre el terreno lo demuestran. El 22 de diciembre Hamed
Karzai se convertirá en el nuevo primer ministro afgano. Es una figura de confianza de la CIA y ha trabajado como asesor de
Unocal, una gran empresa
petrolera estadounidense que desde hace tiempo tiene planes de construir un
oleoducto a través de Afganistán.
Otro asesor de esta empresa, Zalmay Khalilzad, fue nombrado por Bush nueve días después como enviado especial en Afganistán. Khalilzad había participado en el pasado en conversaciones con funcionarios talibanes sobre la posibilidad de construir gaseoductos y oleoductos. Había instado a la administración Clinton a adoptar una línea más suave con los talibanes.
Ambos
hombres cumplieron su cometido correctamente. El 30 de mayo de 2002 la BBC informó
de que Karzai había llegado a un acuerdo con su homólogo pakistaní y
turcomano para construir un oleoducto
desde Turkmenistán
hasta un puerto en Pakistán, atravesando Afganistán.
Unas semanas
antes Business
Weekcomentaba así la evolución de la región:
“Los soldados estadounidenses, los trabajadores
del petróleo y los diplomáticos han llegado a
conocer este lejano rincón del mundo muy rápidamente. Es el vientre de la Unión Soviética y una región que casi no había sido
tocada por los ejércitos occidentales desde Alejandro
Magno. Lo que está en juego para los estadounidenses es mucho. Lo que
intentan es nada menos que la mayor conquista de
una nueva esfera de influencia desde que Estados Unidos
se comprometió en Oriente Medio hace cincuenta años”.
No funcionó
como estaba planeado. Los talibanes
fueron derrotados,
pero no acabados. Además, tenían una moral
mucho más alta que el ejército
gubernamental, que sólo pudo
resistir gracias a la cobertura aérea de la OTAN y otros apoyos
logísticos. Cuando Biden decidió
retirar ese apoyo hace unas semanas, todo
se derrumbó como un castillo de naipes.
6. Coste y «resultados» de la guerra
Según el New
York Times, la guerra más larga
de la historia de Estados Unidos ha
costado más de 2 billones de dólares.
Anualmente, esto supone 100.000 millones
de dólares o casi 20 veces más que
el presupuesto
entero del gobierno de Afganistán.
A pesar de las enormes
cantidades de ayuda, los resultados
son asombrosos. Casi la mitad de la población vive hoy en la pobreza. La
mortalidad infantil es una de las más
altas del mundo y la esperanza de
vida una de las más bajas.
En el
periodo anterior a la guerra se erradicó casi por completo el
cultivo
de opio. Actualmente el 80% de la heroína del mundo se produce en Afganistán. La guerra
provocó 5,5
millones de refugiados. Es probable que esta cifra aumente ahora considerablemente.
El coste en vidas
humanas es elevado. En los últimos veinte años han muerto 47.000
civiles. En el aspecto
militar murieron 66.000 soldados y policías
afganos, 51.000
talibanes y otros rebeldes.
En el lado occidental murieron casi 4.000 soldados
estadounidenses y 1.100 soldados de otros países de la OTAN.
Tras veinte
años de ocupación volvemos a estar en
el punto de partida. Un periodista
de la television belga lo
describe como “una
catástrofe, un fracaso del modelo occidental para intentar cambiar un país como
Afganistán”.
Nota:
Chossudovsky
M., War and Globalisation. The Truth Behind
September 11, Ontario 2002;
Howard S., ‘The Afghan Connection: Islamic Extremism in Central Asia’, en National
Security Studies Quarterly Volume VI, nr. 3 (Verano 2000); Rashid A., L’ombre
des Taliban, París 2001.
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