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Dice el exministro del Ambiente, Gabriel Quijandría, que la deforestación -y la consecuente desertificación- es la principal fuente de emisión de GEI, con el 50%, seguida del transporte con el 15% (automóviles, camiones y transporte interprovincial. Más lejos vienen la industria, la generación de energía eléctrica y otros sectores. En su opinión, “el próximo gobierno debe tener el convencimiento de que el problema principal es la pérdida del ecosistema boscoso. Andamos sumergidos en una discusión sobre la tala ilegal, pero esta actividad supone una fracción de las 150,000 hectáreas de bosque que se pierden todos los años. Esto se debe a la expansión de la frontera agrícola, la minería ilegal, la falta de planificación de infraestructura, carreteras, por ejemplo. Cuando se abren carreteras sin planificación en territorios de baja gobernanza, el efecto es la pérdida del bosque. La economía ilegal tiende a ser la primera que llega a estos territorios remotos” (Los desafíos del próximo gobierno, en Crisis Climática, Especial de La República, Día Mundial del Ambiente, 05 de junio 2021).
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PERÚ. CAMBIO CLIMÁTICO: DERROTEMOS
LA RETÓRICA.
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Otra
Mirada Lima miércoles 13 de octubre del 2021.
Por Humberto Campodónico.
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El director de la Agencia Internacional
de Energía de la OCDE, Faith Birol, acaba de decir que si en
la reunión de la COP 26 en Glasgow -en
noviembre próximo- no hay planes concretos para reducir las emisiones de CO2, entonces no vamos a pasar a la
acción y nos quedaremos en la retórica, o sea “puro floro”. Algo parecido está sucediendo en el Perú,
como veremos en este artículo.
Pero
antes miremos un poco más de cerca lo que dice Birol, quien afirma que los grandes ejes de acción son:
1) la persistencia del
uso del carbón en muchos países industrializados y, también, en China e India (países en los que más del 60% de la electricidad proviene del carbón;
2) es urgente que
se aborde con seriedad el financiamiento
de las energías limpias en los países
emergentes, de donde provendrán en los próximos 20 años el 80% de las emisiones pero que, actualmente reciben menos
del 20% de las inversiones en energías
limpias;
3) el tercer punto es
político. Dice Birol que los
dirigentes de la COP deben enviar una
señal clara, sin ambigüedad, a los inversionistas: “si invierten en las viejas fuentes de energía, perderán dinero”
(ver, https://bit.ly/3oR8CMB)
El
tema #2 nos interesa sobremanera: como parte del Acuerdo de París del 2015
(Artículo 9), los países desarrollados acordaron comprometer US$ 100,000 millones en asistencia
anual hasta el 2020. Pero, dice un
informe independiente de diciembre del 2020 (ver el informe en: https://bit.ly/3iT5s78) que
solo se ha materializado una fracción de esa asistencia. Eso es un problema grande para los países en desarrollo, que se ha
visto agravado con los costos económicos de la pandemia, de la cual muchos, sobre todo, los países africanos, aún no han salido.
Por ello este apoyo es ahora aún más crítico para que se pueda impulsar la
agenda del cambio climático.
Hay que resaltar que este paquete de US$ 100,000 millones no es una dádiva para los países en desarrollo. Se trata de hacer justicia. Los países desarrollados son los que más han contaminado desde la Revolución Industrial, motivo por el cual les corresponde asumir las mayores responsabilidades, bajo el principio “el que más contamina es el que más paga”.
Mitigación y
adaptación
El
Perú, como muchos otros países
en desarrollo, no es un gran país contaminador, por tanto, sus esfuerzos para mitigar la emisión de
los Gases de Efecto Invernadero (GEI) no es tan grande. Sus
mayores esfuerzos se orientan sobre todo a la capacidad de adaptación al cambio climático: pérdida de
glaciares, bosques, pérdida de biodiversidad, contaminación de los océanos,
inundaciones, huaycos, friajes, sequías -las que golpean las ciudades y los
sectores rurales debido, sobre todo a los grandes déficits de infraestructura: caminos, sistemas de riego, agua y
desagüe-, entre otros.
Pero también estos países se han
comprometido a mitigar la emisión de los GEI, a través de las Contribuciones Nacionalmente Determinadas
(NDC, en inglés), las mismas que son elaboradas y cumplidas por cada uno de
ellos. Así, en diciembre del 2020 la
Comisión de Alto Nivel del Cambio
Climático del Perú aprobó el Reporte
de Actualización de las NDC. Nuestro compromiso original era reducir las
emisiones de GEI en 30% al 2030, la
misma que se sustentaba en inversiones y
gastos con recursos internos y externos, públicos y privados. Con la
actualización, la meta subió un 10%
adicional, al 40%
para el 2030. Pero, ojo, sujeta a la
llegada de financiamiento externo
que, como hemos visto, tiene serios problemas para materializarse (ver “Comisión de Alto Nivel de CC aprueba
nueva ambición climática del Perú, 16/12/2020, en https://bit.ly/2YFnZwi).
Dice
el exministro del Ambiente, Gabriel Quijandría, que
la deforestación
-y la consecuente desertificación-
es la principal fuente de emisión de
GEI, con el 50%, seguida del transporte con el 15% (automóviles, camiones y transporte interprovincial. Más lejos
vienen la industria, la generación
de energía eléctrica y otros
sectores.
En
su opinión,
“el
próximo gobierno debe tener el convencimiento de que el problema principal es
la pérdida del ecosistema boscoso. Andamos
sumergidos en una discusión sobre la tala ilegal,
pero esta actividad supone una fracción de las 150,000 hectáreas de bosque que
se pierden todos los años. Esto se debe a la expansión de la frontera agrícola, la minería
ilegal, la falta de planificación de infraestructura, carreteras, por ejemplo. Cuando se
abren carreteras sin planificación en territorios de baja gobernanza, el efecto es la pérdida del bosque. La economía ilegal tiende
a ser la primera que llega a estos territorios remotos” (Los desafíos del próximo gobierno, en Crisis Climática, Especial de La
República, Día Mundial del Ambiente,
05 de junio 2021).
Hay
compromisos, pero, ¿se cumplirán?
El
compromiso de ser un país carbono neutral al
2020
fue adoptado por el gobierno del Perú en
el Acuerdo de París del 2015. La reducción
de la emisión de los GEI al 40% para el
2030 se adoptó en diciembre del 2020
por la Comisión de Alto Nivel de Cambio Climático en diciembre pasado.
La
cuestión acá es: ¿esas
metas se cumplirán? No dudamos de los esfuerzos del Ministerio del Ambiente y otros ministerios, que ya han aprobado el
Plan Nacional de Adaptación y actualmente están implementando la Estrategia Nacional de Cambio Climático
(ENCC). Bien.
No
solo eso. Hace menos de un mes el presidente Pedro Castillo declaró en Naciones Unidas que Perú se declarará en Emergencia Climática y que cumplirá sus compromisos ya adoptados.
Muy bien por la declaración, la
cual, sin embargo, deberá llenarse de contenido. De su lado, el coordinador
nacional del Movimiento Ciudadano frente
al Cambio Climático, dijo:
“Esperamos
que con esta declaración se abra un diálogo para el desarrollo de la agenda
climática en el país con la implementación de las medidas de adaptación y mitigación, y que se asignen los
presupuestos necesarios”.
Esa es la clave: diálogo y presupuestos. Es
imprescindible que estos acuerdos se plasmen en un Plan de Mediano Plazo, con la participación
de todos los actores (gobierno, empresarios, universidades,
colegios profesionales y sociedad civil) que tenga un carácter vinculante,
es decir, obligatorio para todas las partes.
Esto
es lo que falta y no está sucediendo, por ejemplo, en la
meta, declarada, pero sin base legal
alguna, de que la generación de electricidad
sea producida, en un 15%, por energías
renovables no convencionales
(sobre todo solar y eólica, pero también biomasa y geotérmica). Lo peor es que
hace pocos meses el Congreso mandó al archivo el Proyecto de Ley # 6953, presentado por el Congresista Alberto de Belaúnde que, justamente
“proponía cambiar la estructura regulatoria
para permitir a la tecnología eólica y solar competir
en las mismas condiciones que las tecnologías que operan actualmente en el
mercado y sin crear ningún tipo de subsidio” (Brendan Oviedo, presidente de la Sociedad Peruana de Energías Renovables, en Crisis
Climática, ya citado).
Y
agrega:
“el aspecto más importante de este proyecto de ley era la convocatoria a un proceso de planificación energética, estratégica, inclusiva y transversal que estableciese objetivos de corto, mediano y largo plazo, y los mecanismos para lograr dichos objetivos. Nunca ha habido una planificación energética en el Perú, y sigue sin haberla” (op. cit.).
El Perú perdió el 51% de sus glaciares, debido al Cambio Climático El proceso de Desglaciación, continúa, imparable.
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Lo
más probable es que intereses económicos empresariales del sector energía no
desean la competencia que -sin subsidios-
proponen las energías renovables. Y
que esto también esté sucediendo en otros sectores. Esos intereses son los que
no deben primar. Si triunfan, nos quedaremos en
el plano de la retórica que menciona
Faith Birol. Volveremos pronto sobre ese tema.
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