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"La liberalización
del comercio y la especulación en la producción y distribución de alimentos
crean graves distorsiones. La
liberalización del comercio no solo supone la amenaza de importaciones más
baratas, que hunden los precios de los
cultivos, sino que también trae consigo una mayor volatilidad de los precios por la entrada de los precios internacionales en los mercados
nacionales. Esta liberalización
también amenaza con cambiar las formas de cultivo en los países en desarrollo
para adaptarlas a las exigencias de los Estados
más ricos, socavando así la
soberanía alimentaria. En 2010, el ex relator especial de la ONU sobre la extrema pobreza y los derechos humanos,
Olivier De
Schutter, advirtió sobre la forma en que los fondos de cobertura, los fondos de
pensiones y los bancos de inversión habían llegado a dominar la agricultura con
la especulación a través de los derivados de los commodities. Estos métodos financieros “generalmente no se preocupan por los fundamentos del mercado
agrícola”, señaló. La especulación
financiera en la agricultura es
un ejemplo del desprecio que el dinero tiene por un sistema de producción de alimentos equilibrado que podría
beneficiar tanto a productorxs como
a consumidorxs. Fomenta que el poder del dinero distorsione el sistema de
producción de alimentos".
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Fuentes Rebelión sábado 9 de octubre del
2021-10-09
UN
MUNDO SIN HAMBRE.
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Por Vijay Prashad 19/10/2021 | Mundo.
Fuentes:
Instituto Tricontinental de
Investigación Social
Propuestas de la plataforma política de
la Asamblea Internacional de los Pueblos.
El 1 de octubre, la
Asamblea
Internacional de los Pueblos (AIP), una red de
más de 200 movimientos sociales y
políticos lanzó su perfil público. La AIP se origina en una reunión celebrada en Brasil en
2015, en la que líderes de movimientos de todo el planeta se reunieron para
hablar sobre la peligrosa situación a la que se enfrenta el mundo. En este
evento, llamado Dilemas de la Humanidad, surgió la idea de crear la AIP y tres
proyectos asociados: una red de medios de comunicación ((Peoples Dispatch), una red de escuelas de formación
política (el Colectivo Internacionalista de Formación Política) y un instituto
de investigación (Instituto Tricontinental de Investigación Social).
En el transcurso de los próximos meses, escribiré más sobre la historia de la AIP y su
orientación general. Por ahora, celebramos su lanzamiento.
Cada 16 de octubre, Naciones Unidas
conmemora el Día Mundial de la Alimentación. Este año, la AIP, Peoples
Dispatch, el Colectivo Internacionalista de Formación Política y el Instituto
Tricontinental de Investigación Social harán una campaña para acabar con el
hambre. Como preparación para ese día, Peoples
Dispatch ha producido una serie de reportajes, en colaboración con seis
plataformas de medios de comunicación, que muestran el hambre en el mundo
actual y la resistencia popular a ella. A su vez, el Colectivo Internacionalista de Formación Política está llevando a
cabo una serie de seminarios,
denominada Crisis ambiental y
capitalismo, que explora elementos de la producción no sustentable de
alimentos.
No hay nada más obsceno que la
existencia del hambre, la terrible indignidad de trabajar duro y carecer de
medios para el sustento. Por ello, hemos redactado la Alerta
roja Nº 12, Un mundo sin hambre, para profundizar nuestra
reflexión sobre la alimentación en el mundo y mejorar nuestras campañas para
acabar con el hambre.
En un mundo de abundancia,
¿por qué persiste el hambre?
El hambre es intolerable.
El hambre en el mundo,
que había disminuido entre 2005 y 2014, ha comenzado a aumentar desde entonces y está ahora en
los niveles de 2010. La principal
excepción a esta tendencia ha sido China, que erradicó la extrema
pobreza en 2020. El informe 2021
de la Organización de las Naciones
Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), El
estado de la inseguridad alimentaria y la nutrición en el mundo,
señala que “casi una de cada tres personas en el mundo (2.370 millones) no tuvo acceso a una alimentación
adecuada en 2020, un aumento de casi 320 millones de personas en apenas un
año”. El Programa Mundial de Alimentos de la ONU proyecta que el número de personas que pasan hambre
podría casi duplicarse antes de que se contenga la pandemia de COVID-19, “a menos que se tomen medidas
rápidas”.
La comunidad científica informa que no
hay escasez de alimentos para la población: de hecho, el
suministro global de calorías per cápita ha aumentado en todo el mundo. Las personas están
pasando hambre no porque seamos demasiadas, sino porque lxs productorxs campesinxs de subsistencia en todo el mundo están
siendo expulsados de sus tierras por los agronegocios y empujados a los barrios
marginales de las ciudades, donde el acceso a alimentos depende de los ingresos
monetarios. Como resultado, miles de
millones de personas no tienen los medios necesarios para comprar alimentos.
Todas las investigaciones históricas
demuestran que las hambrunas no son causadas principalmente por la falta de
suministro de alimentos, sino por la falta de medios para
acceder a ellos. Como escribió la FAO en 2014,
“los sistemas actuales de
producción y distribución de alimentos no logran alimentar al mundo. Aunque la
agricultura produce suficientes alimentos para entre 12 y 14 mil millones de
personas, unos 850 millones —o una de cada 8 personas en el mundo— viven con
hambre crónica”.
Este fracaso puede medirse, en parte, por el hecho de que un tercio de los alimentos producidos se pierde en el procesamiento y transporte o se desperdicia. No es la sobrepoblación la que causa el hambre, como se suele argumentar, sino la desigualdad y un sistema alimentario dominado por el agronegocio y orientado solo a las ganancias, en el que la necesidad material básica de alimentos para cientos de millones de personas —como mínimo— se sacrifica para satisfacer el hambre de lucro de unos pocos.
¿Qué es la soberanía
alimentaria?
En 1996, dos
expresiones necesarias, seguridad alimentaria y soberanía
alimentaria, se volvieron moneda común.
La idea de seguridad
alimentaria, desarrollada a partir de las luchas socialistas y anticoloniales y establecida formalmente en la Conferencia Mundial de
la Alimentación de la FAO en 1974,
está estrechamente vinculada con la idea de autosuficiencia alimentaria nacional. En 1996, como parte de la Declaración de Roma, el concepto de seguridad alimentaria fue ampliado para
incluir la importancia del acceso
económico a los alimentos y los gobiernos se comprometieron a garantizar la
alimentación a todas las personas
mediante políticas de distribución de ingresos y alimentos.
A comienzos de los años 90, La
Vía Campesina, una red internacional que ahora incluye a 200 millones de campesinxs de 81 países,
perfiló la idea de soberanía alimentaria, para
insistir no solo en que los gobiernos entreguen alimentos, sino en que las personas estén empoderadas para producir
los alimentos básicos. La soberanía alimentaria se
definió alrededor de la creación de un sistema agrícola y alimentario que asegure
“el derecho de los pueblos a
alimentos saludables y culturalmente apropiados producidos con métodos
sostenibles y su derecho a definir sus propios sistemas alimentarios y
agrícolas”.
Más de una década después, en 2007, La Vía Campesina, la Marcha Mundial de Mujeres y
varios grupos ecologistas
organizaron un Foro Internacional
por la Soberanía
Alimentaria en Nyéléni (Mali). En este foro, elaboraron seis componentes básicos de la soberanía alimentaria:
1/. Centrarse en las
necesidades de las personas y no en las del capital.
2/. Valorar a las y los
productores de alimentos, concretamente creando políticas que valoren al
campesinado y mejoren sus medios de subsistencia.
3/. Fortalecer el
sistema alimentario garantizando que las redes locales, regionales y nacionales
colaboren con y valoren a quienes producen y a quienes consumen alimentos. Esto
fortalecerá la participación de las y los productores y consumidores de
alimentos en la creación y reproducción de los sistemas alimentarios, y
garantizará que los alimentos de baja calidad y no saludables no desborden el
intento de crear mercados de alimentos justos.
4/. Establecer el
control de la producción de alimentos a nivel local, en otras palabras, dar a
quiénes producen los alimentos el derecho a definir cómo organizar la tierra y
los recursos.
5/. Construir
conocimiento y habilidades, tomando en serio el conocimiento local sobre la
producción de alimentos y desarrollándolo científicamente.
6/. Trabajar en armonía
con la naturaleza minimizando el daño a los ecosistemas a través de prácticas
agrícolas que no sean destructivas para el mundo natural.
La idea de lo “local”
requiere una evaluación aguda de las jerarquías de clase, etnia y
género; no hay “comunidad local” o “economía local” que no esté desgarrada por la
explotación y la violencia de estas jerarquías. Del
mismo modo, el conocimiento local debe
considerarse junto con los avances de la ciencia moderna, cuyos progresos en el
campo de la agricultura no deben
menospreciarse. Lo que une a la plataforma de la soberanía alimentaria es la nítida línea que crea para distinguirse
de la forma capitalista de producción de alimentos.
La liberalización
del comercio y la especulación en la producción y distribución de alimentos
crean graves distorsiones. La
liberalización del comercio no solo supone la amenaza de importaciones más
baratas, que hunden los precios de los
cultivos, sino que también trae consigo una mayor volatilidad de los precios por la entrada de los precios internacionales en los mercados
nacionales. Esta liberalización
también amenaza con cambiar las formas de cultivo en los países en desarrollo
para adaptarlas a las exigencias de los Estados
más ricos, socavando así la
soberanía alimentaria. En 2010, el ex relator especial de la ONU sobre la extrema pobreza y los derechos humanos,
Olivier De
Schutter, advirtió sobre la forma en que los fondos de cobertura, los fondos de
pensiones y los bancos de inversión habían llegado a dominar la agricultura con
la especulación a través de los derivados de los commodities. Estos métodos financieros “generalmente no se preocupan por los fundamentos del mercado
agrícola”, señaló. La especulación
financiera en la agricultura es
un ejemplo del desprecio que el dinero tiene por un sistema de producción de alimentos equilibrado que podría
beneficiar tanto a productorxs como
a consumidorxs. Fomenta que el poder del dinero distorsione el sistema de
producción de alimentos.
El concepto de soberanía
alimentaria es un argumento
contra este tipo de distorsión, que
tiene su origen en el acaparamiento de tierras
por parte de las corporaciones
del agronegocio. Desde principios de este siglo, las corporaciones del agronegocio, como Unilever y Monsanto, han promovido el gran cercamiento global de
nuestro tiempo, desencadenando el mayor movimiento masivo de poblaciones de la historia y, al
hacerlo, destruyendo la relación entre
las personas y la tierra.
Dos resoluciones de las Naciones Unidas —una para declarar el derecho al agua (2010) y otra para afirmar los derechos del campesinado (2018)— nos ayudarán a dar forma a un nuevo sistema agrícola que ponga en el centro los derechos de lxs productorxs (incluido el acceso a la tierra) y el respeto a la naturaleza y que trate el agua como un bien común y no como una mercancía.
¿Cómo crear un sistema justo
de producción y distribución de alimentos?
Las organizaciones campesinas y de
agricultorxs han desarrollado
un conocimiento suficiente de los defectos de la forma capitalista de producción de alimentos. Sus demandas puntuales
proponen una forma diferente, que insiste en una mayor participación democrática en la construcción y reproducción de los sistemas alimentarios, una participación que incluye la
intervención de los gobiernos y no
de las agencias de ayuda o del sector privado. De sus múltiples
demandas, hemos recogido los siguientes puntos:
1/. Dar poder económico a los
pueblos al:
*Implementar una
reforma agraria para lxs campesinxs y agricultorxs, de modo que tengan acceso a
la tierra y a los recursos para cultivarla.
*Desarrollar
formas de producción adecuadas que fomenten —entre otras cosas— alguna forma de
acción colectiva para aprovechar las economías de escala.
*Instaurar un
autogobierno local en las zonas rurales, en el que lxs campesinxs tengan el
poder político necesario para elaborar políticas que beneficien sus vidas y que
protejan el ecosistema.
*Reforzar los
sistemas de seguridad social para que lxs campesinxs tengan protección en
épocas adversas (mal tiempo, malas cosechas, etc.).
*Construir
sistemas de distribución pública, con especial atención a la eliminación del
hambre.
*Garantizar la
disponibilidad de alimentos saludables en las escuelas y guarderías públicas.
2/. Desarrollar e implementar
medidas para asegurar que la agricultura sea
*Impedir el
vertido de alimentos abaratados procedentes de los sistemas agrícolas del Norte
Global que se benefician de subvenciones masivas.
*Ampliar el
acceso de lxs productorxs rurales a créditos bancarios asequibles y
proporcionando alivio a lxs prestamistas informales.
*Crear una política que
garantice precios mínimos para los productos agrícolas.
*Desarrollar
sistemas de irrigación, sistemas de transporte, instalaciones de almacenamiento
e infraestructuras sostenibles y financiadas con fondos públicos.
*Potenciar la
producción de alimentos del sector cooperativo y fomentar la participación
popular en los sistemas de producción y distribución de alimentos.
*Construir la
capacidad científica y técnica para una agricultura sostenible y ecológica.
*Eliminar las
patentes sobre las semillas y promover marcos legales para proteger las
semillas autóctonas de la mercantilización por parte de los agronegocios.
*Proporcionar insumos agrícolas modernos a precios asequibles.
¿Qué hacer para acabar con el Hambre?
***
3/- Diseñar un sistema de
comercio internacional democrático, mediante:
*La democratización de
la Organización Mundial del Comercio, que incluiría:
**Una mayor
participación nacional de los países del Sur Global en la conformación de las
normas de deliberación, una mayor apertura del proceso de negociaciones
(incluyendo la publicación de informes y la negociación de textos), y una mayor
participación de las organizaciones campesinas en el proceso de elaboración de
normas.
**Mayor
transparencia en los mecanismos de disputa comercial. Esto incluye el anuncio
oportuno de cualquier disputa y de la forma de arbitraje, así como los anuncios
públicos de los acuerdos judiciales.
*La disminución de
la dependencia para el diseño de políticas y la resolución de reclamaciones de
las poderosas plataformas del Norte
Global, como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y el
Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones del
Banco Mundial. Estos organismos están controlados por el Norte Global, y operan casi exclusivamente
en interés de las corporaciones multinacionales radicadas en el Norte Global.
Estas propuestas se recogen en la
plataforma política de la Asamblea Internacional de los Pueblos. No
dejen de seguir sus diversas plataformas de medios sociales en Facebook, Twitter e Instagram, donde se anunciará
más información sobre las actividades en torno a la campaña para acabar con el
hambre.
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