miércoles, 10 de noviembre de 2021

CHILE, LABORATORIO DE EXPERIENCIAS POLÍTICAS DE AMÉRICA LATINA. FRANCIA. MACRON LIDERA LOS SONDEOS EN MEDIO DE UNA OFERTA ELECTORAL CAÓTICA.

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DOS Artículos de extraordinaria importancia. El primeo sobre CHILE y su proceso electoral del presente mes, del reconocido Maestro Sociólogo brasileño Dr. Emir Sader y el segundo Artículo, también, sobre el proceso electoral del año siguiente en FRANCIA, presentado por el reconocido Periodista Eduardo Febbro. Sobre las propuestas políticas de la Izquierda la Derecha y todos sus partidos políticos que hoy se “proclaman” ser sus representantes. Así como el conjunto de “posiciones intermedias” como los Ecologistas, los Social-Demócratas /aún superviven/ como otras pequeñas tendencias o aspiraciones que pretender conseguir el apoyo de los electores. Mejor los Invito a su Lectura. Saludos.

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CHILE, LABORATORIO DE EXPERIENCIAS POLÍTICAS DE AMÉRICA LATINA.

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Por Emir Sader.

Página/12 miércoles 10 de noviembre del 2021.

Engels llamó a Francia el laboratorio de experiencias políticas, donde los acontecimientos se desarrollarían de la forma más radical, desde la Revolución de 1789, pasando por la Revolución de 1848, hasta llegar a la Comuna de París. Chile es el país que acumuló las experiencias políticas más expresivas de América Latina, mereciendo este título para nuestro continente.

A fines del siglo XIX, Chile fue el escenario del surgimiento de las primeras formas de organización obrera, debido a la existencia de las minas y las primeras formas de clase obrera. A principios del siglo XX, en el Colegio Santa María de Iquique, en el norte de Chile, tuvo lugar la primera gran masacre del siglo.

A finales de la segunda década del siglo se fundaron los Partidos Socialista y Comunista. A principios de la década de 1920, Luis Emilio Recabarren, fundador del PC en Chile y Argentina, fue candidato a la presidencia del país.

En la década de 1930, Chile era el único país de América Latina que tenía un gobierno de Frente Popular, con ministros de las dos centrales sindicales en ese momento. En la década de 1950, Salvador Allende fue un candidato lanzado por los partidos socialista y comunista a la presidencia de Chile. Candidato que volvió a postularse tres veces más, antes de ser elegido primer presidente socialista de Occidente, en 1970.

Chile lideró así el único intento de construir el modelo socialista a través del proceso electoral, de 1970 a 1973. Como reacción violenta a este intento, Chile tuvo la dictadura militar más simbólica del período en todo el continente, bajo el general Augusto Pinochet.

Derrotado en un plebiscito convocado por él mismo, Pinochet no pudo seguir en la presidencia de Chile, según la Constitución impuesta por él mismo, en pleno estado de sitio. Así comenzó, en 1990, la transición democrática, que tuvo características particulares en Chile.

Una coalición de partidos democristianos y socialistas jugó un papel protagónico en los gobiernos post-dictatoriales militares en Chile, pero manteniendo la política económica neoliberal heredada, así como la Constitución del régimen pinochetista, con algunas modificaciones. Fue, así, una transición que mezcló la democracia liberal como sistema político con la economía neoliberal.



La acumulación de contradicciones no resueltas solo estalló en 2019, luego de un ciclo de diversas movilizaciones masivas, en gran parte llevadas a cabo por estudiantes. Con grandes movilizaciones en todo el país, desde demandas contra el aumento de los precios del transporte, rápidamente se convirtieron en movilizaciones que comenzaron a reclamar una Asamblea Constituyente, que liquidaría los legados del período pinochetista, así como la superación del modelo neoliberal.

El estallido de la pandemia interrumpió esas manifestaciones, no evitando la continua erosión del apoyo del gobierno de Sebastián Piñera. Hasta que las manifestaciones se reanudaron y dieron lugar a la convocatoria de una Asamblea Constituyente y las elecciones presidenciales de 2021.

Era una nueva generación de dirigentes, que conforman la nueva izquierda chilena, organizados en torno al Frente Amplio, que agrupa a un gran número de nuevas organizaciones. La nueva izquierda convocó a un referendo para definir su candidato a la presidencia de Chile, con el candidato del Frente Amplio Gabriel Boric -quien había sido líder estudiantil- triunfando sobre el candidato del Partido Comunista.

Mientras tanto, se convocó la Asamblea Constituyente, se eligieron los diputados constituyentes, la gran mayoría de los cuales provenían de nuevas generaciones de líderes. Se inició la construcción de la nueva institucionalidad chilena, paralelamente a la elección del nuevo presidente del país.

Las encuestas señalan que Gabriel Boric, el candidato del Frente Amplio, con el candidato de extrema derecha, José Antonio Kast, deben llegar a la segunda vuelta. Boric es favorito para triunfar en la segunda vuelta. Les siguen los candidatos Yasna Provoste (exConcertación) y Sebastián Sichel, apoyado por Piñera. 




La consolidación de Kast como candidato de la derecha se da paralelamente al deterioro de la imagen de Piñera, que se refleja en la trasferencia de votos de Sichel hacia aquél. La aprobación por la Cámara de Diputados del impeachment de Piñera acelera esa tendencia, fortaleciendo todavía más a Kast como el candidato de la derecha en la segunda vuelta.

Desde que Chile terminó con el voto obligatorio, la participación electoral se ha reducido mucho, a menos de la mitad, con especial ausencia del voto de los jóvenes. Esta vez se espera una mayor participación, pero el resultado electoral del 21 de noviembre en la primera vuelta y del 19 de diciembre en la segunda dependerá, en gran medida, de su porcentaje.

Chile retoma así su carácter de laboratorio de experiencias políticas en América Latina, con una elección ejemplar, no solo porque está liderada por una nueva izquierda, sino porque tiene paralelamente el desarrollo de la Asamblea Constituyente.

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Francia. MACRON LIDERA LOS SONDEOS EN MEDIO DE UNA OFERTA ELECTORAL CAÓTICA.

A seis meses de los comicios, el presidente francés se posiciona hacia la reelección

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El electorado francés se compone de socialistas que mutan a favor del actual mandatario, conservadores que se inclinan por la ultraderecha y huérfanos de partidos, tanto de izquierda como de derecha. 

Por Eduardo Febbro.

Página/12 miércoles 10 de noviembre del 2021.

La modernidad política es un caos de cuyo torbellino ha ido surgiendo, en Occidente, la misma figura desestabilizadora: una suerte de Pinocho reactualizado, grosero, falsificador del presente y del pasado, inventor de un relato nacional falso, embustero, racista, de claro perfil de ultraderecha, agresivo, medio misógino, contra todos los derechos de igualdad de género y sus derivados y, por añadidura, contrario a las variantes del feminismo. En 2016 escribió un panfleto donde arremetía contra la “feminización” de la sociedad francesa. Le puso como titulo El Primer Sexo en oposición al célebre libro de Simone de Beauvoir El Segundo Sexo publicado en 1949. Ese Pinocho ya existe en Francia y el país sólo está a la espera de que el polemista y ex columnista del diario Le Figaro, Eric Zemmour, oficialice su candidatura presidencial. Zemmour es, al mismo tiempo, el grado cero de la política y la frecuencia más elevada del patriotismo racial, de la historia remodelada a su antojo, de la reivindicación de las páginas más negras del Siglo XX (Segunda Guerra Mundial), de la desconstrucción del Estado de Derecho y de la reinvención de un país que ni existió ni existe. Comparada con Eric Zemmour, la líder de la ultraderecha francesa, Marine Le Pen, es una princesa moderada. Su irrupción y el crédito electoral que le auguran las encuestas de opinión han trastornado el ya desdibujado diseño político de Francia. El electorado que votará dentro de seis meses para elegir a un nuevo presidente o reinstalar en el Palacio del Elíseo a Emmanuel Macron ya está compuesto por mutantes, huérfanos, nostálgicos y aturdidos.



Los mutantes son los electores socialistas y de la derecha clásica que optaron u optarán por mutar su voto en favor de Emmanuel Macron o las dos alternativas de la ultraderecha, es decir, Zemmour y Marine Le Pen. Más del 40% de los electores socialistas podrían votar por Macron en la primera vuelta. Desde 2017, sin partido arraigado y sin haber jamás ejercido una función electiva, el jefe del Estado se llevó con él a votantes y dirigentes socialistas y a líderes y adherentes de la derechaLos huérfanos son aquellos que, por izquierda y por derecha, se quedaron sin partido que los represente. El Partido Socialista francés se diluyó en una suerte de socialismo liberal. El mandato del expresidente socialista François Hollande (2012-2017) estampó la firma en el certificado de defunción de esa corriente socialdemócrata. La derecha nunca se repuso del tsunami de la presidencia de Nicolas Sarkozy (2007-2012) ni tampoco del vergonzoso episodio de la candidatura presidencial de 2017 asumida por un corrupto invisible, el ex Primer Ministro sarkozista François Fillon. Los nostálgicos solo añoran una recuperación de los bloques tradicionales que materializaron la alternancia política, o sea, socialistas y liberales conservadores. Los aturdidos son una legión que no entiende la explosión reinante, ni por qué desaparecieron como si nada las urnas en las que votaban ni cómo explicar en Francia la aparición de una mezcolanza como la que representa Zemmour. En ese mar revuelto, Macron se dirige hacia su reelección. Preside sin intervenir porque, cuanto más extensa es la confusión, más su figura brota como un oasis en un desierto sacudido por una tormenta de arena. La izquierda y la derecha, socialdemocracia incluida, se encaminan a observar con telescopio la disputa presidencial. El planeta presidencial es un sueño que se pierde en una galaxia lejana.

Marine Le Pen y Eric Zemmour totalizan más del 30% de las intenciones de voto (16% y 17% respectivamente según la última encuesta publicada por el matutino Le Figaro). Emmanuel Macron sigue en la punta con 25% y muy lejos, con un 13%, el probable candidato (aún no designado) del partido sarkozista Los Republicanos, Xavier Bertrand. Las izquierdas caben en un pañuelo sin que ningún candidato alcance el 10%. El líder de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, suma 8,5% de intenciones de voto, el candidato ecologista Yannick Jadot 7%, la candidata socialista e Intendenta de París Anne Hidalgo 5%, un ex ministro de François Hollande, Arnaud Montebourg, 2,5%, y el representante comunista 2%. Toda la izquierda junta rosaría el 25% de los votos, o sea, lo mismo que Emmanuel Macron solo y mucho menos que Zemmour y Le Pen juntos (33%). Así se han repartido, por ahora, los mutantes, los huérfanos, los nostálgicos y los aturdidos.

La izquierda se ha achicado como ropa vieja mal lavada. En 2017, Jean-Luc Mélenchon había obtenido 19,5% en la primera vuelta, muy cerca del candidato de la derecha, François Fillon, 20,1%. El análisis fino de los sondeos por categoría social demuestra el atractivo de la propuesta de Marine Le Pen y Emmanuel Macron en las clases populares. 28% de ese segmento votaría por ella, 18% por Macron, 17% a favor de Eric Zemmour, 9% por Jean-Luc Mélenchon, 7% elegiría al ecologista Yannick Jadot, 4% a Arnaud Montebourg, 2% a la socialista Anne Hidalgo mientras que, a la derecha, el precandidato Xavier Bertrand recogería 6%. Las izquierdas han perdido hace rato el voto popular. La ultraderecha supo capitalizar la conexión de las propuestas socialdemócratas y conservadoras con el voto urbano y su respectivo alejamiento del voto popular


Marine Le Pen. Sus posiciones de derecha en Francia, no resisten ante la extrema derecha del nuevo "Pinocho" Eric Zemmour.

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Observada en el espejo de este tramo final de 2021, la elección presidencial de 2022 parece ya jugada. Macron cabalga sereno sobre un territorio desolado, en donde los soldados se cambian de uniforme y de bandera, donde las certezas se derrumban y las convicciones políticas se venden al mejor postor o a las tendencias ideológicas de los sondeos. La ultraderecha ha instalado sólidamente sus ejércitos allí donde, hasta mediados de los años 80, era sólo un figurante anecdótico. Izquierda y derecha son ahora una chispa lejana. Apenas parecen brillar con la crónica anticipada de un nuevo fracaso.

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