lunes, 15 de abril de 2013

ROBERT CASTEL: Una Sociología al servicio de las demandas sociales más urgentes. Nuestro homenaje eterno. Gracias Maestro.

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Gracias Profesora y Colega Socióloga, por recordarnos este enorme legado en la Sociología que nos deja Robert Castel. Solamente deseo abordar el ámbito del Estado de Bienestar, el histórico "Estado Keynesiano", base y columna vertebral del Modo Social Europeo – el más grande legado político y Democrático que Europa, ha hecho al mundo -, construido por todas las clases y sectores sociales de la Europa Occidental, como el mejor producto post Segunda Guerra Mundial, forjado y consolidado social y políticamente durante los "30 años de oro del capitalismo", años de la Guerra Fría y de la Bipolaridad Mundial, capitalismo Socialismo. Hoy no sólo el Estado de bienestar, la propia democracia liberal representativa y el sistema capitalista en su modelo financiero-especulativo están siendo destruidos por las salvajes políticas de la Troika Europea - con su política de austeridad absoluta", ahí está ahora su nuevo modelo de acumulación mundial, el capitalismo depredador, con políticas de pillaje despojo y saqueo de los recursos naturales, en especial de América latina – hoy el tesoro de la reina de las corporaciones transnacionales – políticas brutales y violentas contra la ciudadanía, ratificadas la presente semana en la Cumbre de Dublín. De las entrañas de la crisis estructural del sistema capitalista actual, estamos plenamente seguros alumbrara un nuevo mundo, una nueva civilización humana. Robert Castel estará con su legado sociológico histórico, junto a las Nuevas Generaciones que luchan por el Derecho al Futuro y una Nueva Democracia, de Ciudadanos, Participativa, Intercultural, Solidaria y de profundo respeto a nuestra Madre Naturaleza.
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Robert Castel. Sociólogo francés. París agosto de 1933 - París marzo del 2013. Maestro, Filósofo, Sociólogo. Nos deja gran legado intelectual en la Sociología, para nosotros y las nuevas generaciones.
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ROBERT CASTEL: Una Sociología al servicio de las demandas sociales más urgentes.
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“Nuestro homenaje: que grande, rica y extraordinaria es hoy la Sociología. Gracias Maestro”.
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¡Salud Robert, por la vida! Ya llegaron los abejorros dorados a libar las flores de nuestro balcón. Enviamos a tus hijos Hélène y Philippe, y a todas las amigas y amigos, una rosa de primavera, la rosa roja de los federados fusilados en la Comuna, la de los republicanos españoles que sufrieron el exilio, la de las Columnas internacionales, la de los antifascistas que derrotaron a la barbarie, la de los deportados a los campos de exterminio, la de los estudiantes con los que compartiste tu sueños, la rosa que François Mitterrand depositó en el Panteón en homenaje a los hombres y mujeres ilustres, la de las mujeres y hombres que lucharon por un mundo mejor y murieron, como las arenas del mar, sumergidos en el olvido. Y levantamos por ti una copa de vino en homenaje a tu hospitalidad y generosidad, porque para nosotros sigues vivo. No te permitiremos marchar. Te retenemos en la memoria, y en tus numerosos y preciosos escritos. No te dejaremos irte discretamente en silencio, ni despedirte a la francesa, porque aun tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero. Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría.





Socióloga: Julia Varela.
Profesora de Sociología. Universidad Complutense de Madrid.

CUARTOPODER.es Domingo 31 de marzo del 2013.

El sociólogo Robert Castel murió en París el pasado 12 de marzo. Su muerte supone una gran pérdida para la sociología europea, pues era uno de los pocos sociólogos que, siguiendo a los clásicos, se servía del análisis histórico para entender el presente. Sus preciosos y precisos trabajos nos han ayudado a entender la lógica social, lo que está pasando, el auge del neoliberalismo, las privatizaciones, el progresivo desmantelamiento del Estado social. Los títulos de sus últimos libros son, en este sentido, suficientemente elocuentes: La discriminación negativa ¿ciudadanos o indígenas?; La inseguridad social ¿qué es estar protegido?; El aumento de la incertidumbre: trabajo, protecciones y estatuto del individuo.

Robert Castel ha reconocido el especial influjo que tuvieron en su modo de hacer sociología Pierre Bourdieu y Michel Foucault. Conoció a Bourdieu cuando ambos eran profesores de filosofía en Lille. Empezó, a partir de 1966, a frecuentar el Centre de Sociologie Europeenne, fundado por Raymond Aron, y a colaborar en muchas de las actividades que se realizaban en este centro. Compartió así trabajos y debates no solo con Pierre Bourdieu, sino también con Jean-Claude Passeron, Jean-Claude Chamboredon, Claude Grignon, Luc Boltanski, Monique de Saint Martin y otros. Propuso a Bourdieu publicar en las Ediciones de Minuit en la colección que él dirigía, Le sens commun, el libro Asylum de Goffman, precedido de un importante prólogo del propio Castel. También hizo una Presentación y revisó la traducción de Razón y revolución de Herbert Marcuse, que se publicó en la misma colección. Entró así a formar parte de un círculo de sociología crítica, inspirada en el marxismo. Este grupo, además de contar con el Centro de Sociología Europea a nivel institucional, editó una revista propia, Actes de la recherche en sciences sociales, cuyo primer número se publicó en 1975.

Al relanzamiento de la sociología crítica contribuyó también la creación de la Universidad de París VIII. Robert Castel y Jean-Claude Passeron crearon allí y coordinaron el Departamento de Sociología en el que se formaron miles de estudiantes de sociología de todas las nacionalidades.

Además de estar en contacto con el Centro de sociología europea, Castel también entró en relación con otra corriente de pensamiento crítico representada por Michel Foucault. En 1973 se publicó Moi, Pierre Rivière, fruto de un Seminario realizado en Colegio de Francia y dirigido por Foucault, en el que Castel había tenido una importante participación. De hecho. contribuyó a ese libro con un trabajo titulado Les médecins et les juges, en el que estudia las interacciones que entonces comenzaron a establecerse entre la medicina mental y la justicia para apropiarse del campo de la locura. Tuvo por tanto como referencia directa para su trabajo intelectual los estudios que se estaban realizando en el Centro de sociología europea, de orientación marxista y weberiana, y los que llevaban a cabo Foucault y sus colaboradores, de tendencia más libertaria.

La concepción de la sociedad que subyace en sus trabajos es por lo tanto la de una sociedad en la que existen desigualdades, injusticias, distintas clases sociales, conflictos, y no la de una sociedad formada por individuos, tal como defendía el credo liberal, y posteriormente el neoliberal. Este tipo de aproximación sociológica reconoce que no somos individuos totalmente libres, y que no podemos gozar de nuestra libertad a no ser que seamos conscientes de que somos seres sociales sometidos a coerciones provenientes de la organización social. La objetivación sociológica de estas coerciones está pues al servicio de la libertad..

Sus primeros libros, Le psychanalysme (1973), L´ordre psychiatrique. L´âge dór de l´alienisme (1977), La société psychiatrique avancée (1979), éste último en colaboración con Françoise Castel y Anne Lovell, están también cercanos por su temática a los trabajos realizados por Foucault, y más concretamente, a L´histoire de la folie y a Naissance de la clinique. Castel ha explicitado las afinidades de sus trabajos no solo con Foucault y Bourdieu, sino también con otros analistas sociales, como Deleuze, Goffman, Elias, etc., pero al mismo tiempo ha escrito, en una entrevista sobre “el uso de los grandes hombres”, que ha elegido no entrar en ninguna ortodoxia, que ha optado por encontrar su propia vía. Por tanto, ha sabido innovar, articular una mirada propia que se funda también en los clásicos, entre los cuales Émile Durkheim ocupa el primer lugar. De ahí que aplique en sus trabajos el método histórico-comparativo, o si se prefiere genealógico.

En Las metamorfosis de la cuestión social, una de sus obras más importantes, se sirve de la historia, se acerca en este sentido a la genealogía foucaultiana, pero sin duda pone de relieve una mayor sensibilidad sociológica que Foucault, lo que le permite rastrear con mucho más cuidado y precisión el papel que juegan diferentes agentes sociales en los procesos que analiza. Mediante un estudio de larga duración investiga las diferentes formas que ha adoptado la cuestión social y, más concretamente, las transformaciones que ha sufrido la organización del trabajo a partir del siglo XIV. El análisis se prolonga hasta el presente, algo que no solía hacer Foucault en sus trabajos, lo que le permite avanzar un diagnóstico de nuestro tiempo. En este libro elabora una tipología de las sociedades occidentales a partir de comienzos del siglo XIX que reenvía a tres formas de cristalización de la organización del trabajo: la condición proletaria, la condición obrera, y la condición salarial. Los criterios de demarcación entre ellas los establece en función de las regulaciones y desregulaciones del mercado de trabajo. Muestra así que cuando comienza la industrialización, a finales del siglo XVIII, se produce una ausencia de regulaciones colectivas del mercado de trabajo que dará lugar a que resurja de nuevo la miseria y la desocialización. Habrá que esperar a la sociedad salarial, que comienza a configurarse en la época del nacimiento del Estado social a finales del siglo XIX, y que cristaliza durante el Estado social keynesiano, para que se establezcan nuevas regulaciones que doten al trabajo de un estatuto social fuerte, es decir, un reconocimiento social. La sociedad salarial, a través de la propiedad social, a través de un amplio régimen de protecciones ligado al salario, permitirá que la mayoría de la población tenga una cobertura de derechos, por ejemplo, el derecho al trabajo, y a la seguridad social. Pero, de nuevo, a partir de la década de mediados de 1970, se produce una metamorfosis de estas problematizaciones, y surgen nuevos grupos de los llamados “inútiles del mundo”, los trabajadores precarios, los sin trabajo, los parados. Esta nueva situación está en relación con un nuevo régimen de desregulaciones de la organización del trabajo, con el debilitamiento de las regulaciones colectivas del trabajo asalariado, y la remercantilización de las relaciones de trabajo, en definitiva, en relación con el comienzo de un nuevo régimen capitalista, el capitalismo financiero, y el debilitamiento del Estado social keynesiano.

La fuerza del modelo de análisis puesto a punto por Robert Castel en sus trabajos, especialmente en Las metamorfosis de la cuestión social, pone de relieve una fuerte reflexividad. Siguiendo a los clásicos de la sociología, y estando próximo de los análisis realizados no solo por Bourdieu y Passeron, Foucault y Goffman, sino también por Norbert Elias y Polanyi, ha logrado elaborar un sistema de interpretación que implica la utilización de categorías de conocimiento específicas, un trabajo de conceptualización propio, un modelo de análisis en el que ha sido capaz de integrar, a mi juicio, los aspectos metodológicos más sólidos del modelo de Bourdieu y de Foucault, y superar algunos de sus límites.

Desde sus primeras investigaciones Robert Castel se ha interesado por cuestiones candentes de nuestro tiempo: el tratamiento de la locura, la cuestión social, la división social del trabajo, las desigualdades sociales y sus efectos, los procesos de individualización. En su modelo de análisis destacan al menos dos rasgos fundamentales: un recurso específico a la historia para tratar de comprender el presente, y una preocupación por la transversalidad, es decir, una voluntad de seguir la trama de las relaciones que se establecen entre situaciones consideradas marginales, periféricas, y el conjunto de la sociedad.

En su modo de proceder parte del respeto por los materiales elaborados por los historiadores, se sirve de ellos para abordar cuestiones del pasado con el fin de comprender cómo han cambiado históricamente las relaciones del hombre con el trabajo. Pero para reelaborar y vertebrar estos materiales recurre a categorías sociológicas tales como integración, vulnerabilidad, desafiliación, precariedad, anomia, etc. Llega así a construir un relato diferente del de los historiadores, un relato sociológico que responde a las demandas sociales de los grupos mas desasistidos.

Por lo que se refiere a la transversalidad parte de problemas que afectan a los márgenes de la sociedad, problemas como los que plantean los locos, los vagabundos, los parados, o los jóvenes marginales de la periferia de las grandes ciudades, y sigue el rastro de los procesos que los ligan al corazón mismo de la sociedad. En el número que le ha dedicado la Revista Vie Sociale, escribe: “Estimo mucho a Bourdieu, pero no me siento del lado de una sociología de la reproducción o de la herencia. Me interesan sobre todo las situaciones de ruptura, de pérdida, y las situaciones de recomposición que siguen a una crisis o a una ruptura. Me interesa también el estatuto de las gentes que ocupan un lugar, pero que no están seguras si es el suyo, y piensan que igual que están en ese sitio podían estar en otro. Las situaciones problemáticas, aleatorias, son, o me parecen ser, las más interesantes sociológicamente”.

Robert Castel focaliza su trabajo en la comprensión del cambio social o, si se prefiere, por utilizar su propio lenguaje, en las metamorfosis que se producen en los campos que estudia. Efectúa un trabajo a partir de materiales empíricos, pero no es empirista, realiza un trabajo de largo recorrido, que no es evolucionista, un trabajo que muestra procesos globales, pero que no pretende ser total ni totalizante, en fin, realiza una sociología sistemática en la que las dimensiones micro y macro sociales entran en interacción-

En la actualidad la sociología histórica, pese a que autores clásicos como Marx, Weber y Durkheim, entre otros, han mostrado con sus trabajos lo fecunda que puede ser, no es dominante en las ciencias sociales. Se podría decir, parafraseando a Norbert Elias, que la sociología dominante hoy es una sociología ahistórica, que se caracteriza por un retraimiento en el presente. Las consecuencias epistemológicas de esta situación son enormes, pues un presente sin pasado carece de futuro. Es preciso por lo tanto agradecer a Robert Castel su ingente esfuerzo por clarificar los problemas que nos abruman y por mantener una posición sociológica a contracorriente. Urge por tanto recoger el testigo que nos lega.
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(*) Julia Varela es catedrática de sociología en la UCM, ( Universidad Complutense de Madrid) y coautora con Fernando Álvarez-Uría de Sociología, capitalismo y democracia (Ediciones Morata, 2004).
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