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En la misma línea de
pensamiento, Stiglitz también formuló con Shapiro la teoría del salario de
eficiencia y explica la existencia del desempleo por las
deficiencias en la estructura informativa del empleo. Entre otras cosas, Stiglitz sostiene que la productividad está principalmente determinada por el
nivel del salario del trabajador (el empleador tiende a pagar un salario
más elevado a fin de incentivar al trabajador a ser más productivo: salario de
eficiencia). Si bien es cierto que un
salario más elevado motiva al trabajador no hay que ser muy experto para
saber que no es el salario el que
determina la productividad sino a la inversa: la productividad (bienes o servicios producidos por hora trabajada)
es uno de los determinantes del nivel
del salario: por eso un ingeniero que produce más valor por hora trabajada
que un trabajador
manual sin calificación gana más que este último. Cabe agregar que
la productividad ha aumentado
enormemente en los últimos decenios, como consecuencia del progreso técnico y del
aumento de la intensidad en el trabajo y de la jornada laboral y sin
embargo los salarios reales no han seguido – ni aproximadamente- el mismo
ritmo de crecimiento. Esto vale también para los cuadros profesionales, cuyos salarios
se mantienen congelados y sus condiciones de trabajo no cesan de deteriorarse.
La “explicación” de Krugman
sobre las causas del desempleo se relaciona con la teoría del “salario de
eficiencia” de Stiglitz, mencionada más arriba, que explica la
existencia del desempleo por las
deficiencias en la estructura informativa del empleo. En el curso de su libro, Krugman, con un estilo de serie B
estadounidense, acumula sofismas y datos falsos. Por ejemplo en el párrafo “Comprender las tasas de interés”, en
la página 147 de la edición argentina escribe: “Recordemos que, como vimos en el Capitulo 2, la trampa de
liquidez se produce cuando, incluso con tipos de interés cero, los residentes
del mundo, en su conjunto (el subrayado es nuestro), no están dispuestos a
comprar tantos bienes como están intentando producir. O, lo que es equivalente: la cantidad que la gente desea ahorrar
– es decir los ingresos que no desean gastar en consumo corriente - es superior a la cantidad que las empresas
están dispuestas a invertir”. En este párrafo Krugman mete en la misma bolsa
al ahorro familiar (que en las clases modestas tiende a ser inexistente) y al capital financiero improductivo y
parasitario (que alcanza cifras siderales) con el denominador común de “residentes del
mundo” para intentar ocultar la raíz de las crisis: la transferencia
de la mayor parte de las riquezas producidas por el trabajo humano al gran capital, al financiero en particular, que se
ha acentuado enormemente en los últimos treinta años. (A Krugman le “impacienta” que se hable de las
crisis en general).
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El fracaso absoluto de la troika europea -el gobierno financiero-político -, los mentores e implacables defensores y las consecuencias que las políticas salvajes de austeridad originan en la ciudadanía de todo Europa.
*****
STIGLITZ Y KRUGMAN, (dos Nobel) dos de los principales
mentores económicos de la “progresía”.
*****
Lunes
1 de abril del 2013.
Alejandro
Teitelbaum (especial para ARGENPRESS.info)
Con
matices ligeramente diferentes pero con rasgos ideológicos similares, Joseph Stiglitz, ex economista jefe del
Banco Mundial y Paul Krugman (formador de opinión que difunde sus ideas desde
el año 2000 en su columna bisemanal del « New York Times ») ambos consagrados con el premio « Nobel » de Economía, son dos de los principales mentores en materia
económica de la « progresía » a escala mundial. Tienen en común que critican
algunos efectos y, a veces, aspectos del sistema vigente pero se abstienen de
criticar al sistema mismo.
I. Stiglitz, muy solicitado en tribunas académicas y políticas de todo el mundo, recibió en 2001 , junto con Akerlof y Spence, el llamado Premio Nobel de Economía (más exactamente Premio en Ciencias Económicas del Banco de Suecia creado en Memoria de Alfred Nobel) por su contribución a la teoría de la asimetría de la información, que sostiene que las fallas del mercado capitalista no se deben a la inexistencia en la práctica de una competencia « pura y perfecta » (« la mano invisible del mercado ») sino que es el resultado de una información asimétrica e imperfecta que, dice, podría “tener profundos efectos en la forma en la que se comporta la economía” .
I. Stiglitz, muy solicitado en tribunas académicas y políticas de todo el mundo, recibió en 2001 , junto con Akerlof y Spence, el llamado Premio Nobel de Economía (más exactamente Premio en Ciencias Económicas del Banco de Suecia creado en Memoria de Alfred Nobel) por su contribución a la teoría de la asimetría de la información, que sostiene que las fallas del mercado capitalista no se deben a la inexistencia en la práctica de una competencia « pura y perfecta » (« la mano invisible del mercado ») sino que es el resultado de una información asimétrica e imperfecta que, dice, podría “tener profundos efectos en la forma en la que se comporta la economía” .
Escribe Stiglitz:
…”Durante
doscientos años los economistas utilizaron modelos económicos simples que
asumían que la información es perfecta, por ejemplo, que todos los
participantes tienen el mismo transparente conocimiento de los factores
relevantes. Ellos sabían que la información no era perfecta, pero tenían la
esperanza de que un mundo con moderadas imperfecciones en la información sería
semejante a un mundo con información perfecta. Nosotros mostramos que esa
noción estaba mal fundamentada: incluso las pequeñas imperfecciones en la
información podrían tener profundos efectos en la forma en la que se comporta
la economía (nuestro el subrayado). El Comité del Premio Nobel citó nuestro
trabajo acerca de la "asimetría de la información", un aspecto de las
imperfecciones causadas por el hecho de que distintas personas en un mismo mercado
saben distintas cosas. Por ejemplo: el vendedor de un auto puede saber más
sobre su auto que el comprador; quien compra un seguro puede saber más sobre
sus posibilidades de tener un accidente (tales como la forma en la que maneja)
que quien vende el seguro; un trabajador quizá sepa más acerca de sus
habilidades que un patrón potencial; la persona que pide prestado tal vez sepa
más sobre sus posibilidades de pagar un préstamo que quien otorga el crédito.
Pero las asimetrías de la información son sólo una faceta acerca de las
imperfecciones de la información, y todas ellas -incluso cuando son pequeñas-
pueden tener fuertes consecuencias. ( http://www.project-syndicate.org/commentary/asymmetries-of-information-and-economic-policy/spanish
Dr. Joseph E. Stiglitz, Nobel de Economía 2001. Es conocido por su visión crítica sobre la globalización. Actual Profesor de la Universidad de Columbia.
***
Entre
otras cosas, Stiglitz sostiene que
la productividad está principalmente determinada por el nivel del salario del
trabajador (el empleador tiende a pagar un salario más elevado a fin de
incentivar al trabajador a ser más productivo: salario de eficiencia). Si bien
es cierto que un salario más elevado motiva al trabajador no hay que ser muy
experto para saber que no es el salario el que determina la productividad sino
a la inversa: la productividad (bienes o servicios producidos por hora
trabajada) es uno de los determinantes del nivel del salario: por eso un
ingeniero que produce más valor por hora trabajada que un trabajador manual sin
calificación gana más que este último.
Cabe
agregar que la productividad ha aumentado enormemente en los últimos decenios,
como consecuencia del progreso técnico y del aumento de la intensidad en el
trabajo y de la jornada laboral y sin embargo los salarios reales no han
seguido – ni aproximadamente- el mismo ritmo de crecimiento. Esto vale también
para los cuadros profesionales, cuyos salarios se mantienen congelados y sus
condiciones de trabajo no cesan de deteriorarse.
No
hace falta haber recibido el premio “Nobel”
del Banco de Suecia para darse cuenta que no es la asimetría de la
información o la información imperfecta la causa de los males del sistema
capitalista (entre ellos el desempleo). Las víctimas del sistema saben –o
deberían saber- que las verdaderas causas son la concentración en pocas manos
(gran capital y capital financiero parasitario) de las riquezas producidas por
el trabajo humano.
Con
el aumento de la productividad el desempleo tiende a aumentar y no a disminuir
por la sencilla razón que menos trabajadores activos pueden producir más bienes
y servicios.
Es
la política que prefiere el gran capital para aumentar su tasa de beneficio y
mantener una alta tasa de desocupación que presiona a la baja el salario real de
los trabajadores activos.
Una
prueba de la ineficacia de las teorías y de los métodos de Stiglitz para analizar la economía real es un informe que elaboró
en 2002, encomendado por los grupos financieros Fannie Mae y Freddie Mac, donde afirmó que la actividad de dichos
grupos, que garantizaban los préstamos hipotecarios concedidos por los Bancos a
clientes poco solventes, no implicaban prácticamente ningún riesgo para el
sistema bancario. Según Stiglitz el
riesgo era del orden de entre uno y medio millón y uno y tres millones (sic). Concluia
el Informe: This analysis shows that, based on historical data, the probability
of a shock as severe as embodied in the riskbased capital standard is
substantially less than one in 500,000 – and may be smaller than one in three
millions. Given the low probability of the stress test shock occurring, and
assuming that Fannie Mae and Freddie Mac hold sufficient capital to withstand
that shock, the exposure of the government to the risk that the GSEs will
become insolvent appears quite low. » (Implications of the New Fannie Mae and
Freddie Mac Risk-based Capital Standard. Joseph E. Stiglitz, Jonathan M. Orszag
and Peter R. Orszag).
Contra
las « previsiones » de Stiglitz,
basadas en modelos matemáticos, las políticas de Fannie Mae y Freddie Mac
contribuyeron en buena medida a desencadenar la crisis financiera que dura
hasta hoy.
Dr. Paul R. Krugman. Premio Nobel de Economía 2008. Planteamientos cercanos al postkeynesianismo. Actual Profesor de la Universidad de Princeton.
***
II. Paul Krugman, otra figura
mediática muy apreciada y citada por la “progresía”, fue
miembro del Consejo de Asesores Económicos (Council of Economic Advisers) de la
administración de Reagan de 1982 a
1983. En 1999 fue consultor en el Consejo Asesor de Enron, el gigante transnacional de la energía que quebró en 2001
reconociendo una deuda de 40 mil millones de dólares y dejando en la calle a su
personal (12000 personas), al que, por añadidura, despojó del capital
previsional de su jubilación, invertido en acciones de la propia empresa.
Desde el año 2000 Krugman tiene una columna bisemanal en el New York Times y recibió el premio « Nobel » de economía en 2008. En 2012 publicó un libro titulado « Acabad ya con esta crisis ». Subrayamos esta. Es decir no se trata de acabar con las crisis en general, con su cortejo de concentración de las riquezas y expansión de la miseria, sino de acabar con esta crisis.
Desde el año 2000 Krugman tiene una columna bisemanal en el New York Times y recibió el premio « Nobel » de economía en 2008. En 2012 publicó un libro titulado « Acabad ya con esta crisis ». Subrayamos esta. Es decir no se trata de acabar con las crisis en general, con su cortejo de concentración de las riquezas y expansión de la miseria, sino de acabar con esta crisis.
El
enfoque de Krugman aparece claro en
la Introducción (Y ahora ¿qué hacemos ?) de su libro. Allí dice que muchos se
preguntan « ¿Cómo ha pasado esto ? »
Y que él, en cambio se pregunta : « Y
ahora ¿qué hacemos ? ». Y continúa : « Cada vez que leo artículos,
académicos o de opinión, que analizan lo que deberíamos hacer para prevenir
futuras crisis financieras …me despiertan cierta impaciencia ». Más claro
imposible: salir del pozo actual como fuere, pero sin cuestionar el sistema.
Comentando
este libro de Krugman, Michael Hudson
escribe: “Por desgracia, la incapacidad
de Krugman para contemplar el problema económico de hoy como una cuestión de
deflación de la deuda refleja su fracaso (que sufre la mayoría de los
economistas, a buen seguro) a la hora de reconocer la necesidad de reducciones
de la deuda, de reestructurar el sistema bancario y financiero, y de volver a
transferir los impuestos del trabajo a las ganancias de la propiedad, de la
renta económica y de los precios de activos (de “capital”). El efecto de este
estrecho conjunto de recomendaciones consiste en defender el statu quo y, pese
a su reputación como liberal, eso convierte a Krugman en conservador… Haciendo
uso de la prestidigitación neoclásica de dar gato por liebre, restringe el
significado de “reforma estructural” en el sentido de los economistas de la
Escuela de Chicago que culpan al desempleo actual por ser “estructural,” en el
sentido de que los trabajadores ocupan empleos que no corresponden a su
formación. Con ello se desvía la atención de los apremiantes problemas que son
genuinamente estructurales ».
Esta
“explicación” de Krugman sobre las
causas del desempleo se relaciona con la teoría del “salario de eficiencia” de Stiglitz, mencionada más arriba, que
explica la existencia del desempleo por las deficiencias en la estructura informativa
del empleo.
En
el curso de su libro, Krugman, con
un estilo de serie B estadounidense, acumula sofismas y datos falsos.
Por
ejemplo en el párrafo “Comprender las tasas de interés”, en la página 147 de la
edición argentina escribe: “Recordemos que, como vimos en el Capitulo 2, la
trampa de liquidez se produce cuando, incluso con tipos de interés cero, los
residentes del mundo, en su conjunto (el subrayado es nuestro), no están
dispuestos a comprar tantos bienes como están intentando producir. O, lo que es
equivalente: la cantidad que la gente desea ahorrar – es decir los ingresos que
no desean gastar en consumo corriente - es superior a la cantidad que las
empresas están dispuestas a invertir”.
En
este párrafo Krugman mete en la
misma bolsa al ahorro familiar (que en las clases modestas tiende a ser
inexistente) y al capital financiero improductivo y parasitario (que alcanza
cifras siderales) con el denominador común de “residentes del mundo” para
intentar ocultar la raíz de las crisis: la transferencia de la mayor parte de
las riquezas producidas por el trabajo humano al gran capital, al financiero en
particular, que se ha acentuado enormemente en los últimos treinta años. (A Krugman le “impacienta” que se hable de
las crisis en general).
Su presunta preocupación por la situación de las clases populares queda al descubierto cuando en el párrafo “El problema esencial en Europa” (páginas 192 y siguientes) escribe que para hacer más competitiva la economía (por ejemplo de España, véase pág. 182 de su libro) hay que reducir los salarios manteniéndose en la zona euro o salir del euro y devaluar la moneda nacional. Según Krugman, en este último caso los salarios reales no caerían. Sólo se devaluarían con relación al euro. Todo el mundo sabe, menos Krugman, que una devaluación de la moneda nacional afecta negativamente el nivel del salario real, pues no existen economías nacionales cerradas.
Su presunta preocupación por la situación de las clases populares queda al descubierto cuando en el párrafo “El problema esencial en Europa” (páginas 192 y siguientes) escribe que para hacer más competitiva la economía (por ejemplo de España, véase pág. 182 de su libro) hay que reducir los salarios manteniéndose en la zona euro o salir del euro y devaluar la moneda nacional. Según Krugman, en este último caso los salarios reales no caerían. Sólo se devaluarían con relación al euro. Todo el mundo sabe, menos Krugman, que una devaluación de la moneda nacional afecta negativamente el nivel del salario real, pues no existen economías nacionales cerradas.
Comenta Hudson: “El
punto ciego de Krugman con respecto
a la deuda general hace descarrilar también la teoría del comercio. Si Grecia abandona el euro y devalúa su
moneda (el dracma), por ejemplo, las deudas cifradas en euros o en otra divisa
fuerte aumentarán de modo proporcional. De manera que Grecia no puede marcharse
sin repudiar sus deudas en la en la litigiosa economía global de hoy. Sin
embargo, Krugman cree en el viejo sinsentido neoclásico según el cual todo lo
que se necesita es la “devaluación” para rebajar el coste laboral interno. Es
como si se mostrase indiferente al sufrimiento que impone esa austeridad, como
la que sufrieron los países latinoamericanos a manos de los planes de
austeridad desde 1970 en adelante. Los costes se pueden “poner bajo control
ajustando los tipos de cambio”. El problema es sencillamente, por lo tanto, una
cuestión de tipos de cambio (que se traduce al poco en costes laborales). La
depreciación de la moneda reducirá (según la teoría del comercio de Krugman)
los costes laborales y otros costes internos hasta un punto en que los
gobiernos puedan exportar lo bastante no sólo para cubrir sus importaciones
sino pagar sus deudas en divisas extranjeras (que se dispararán en términos de
moneda local) ».
Krugman insiste
con la necesidad de aumentar el gasto gubernamental y en su libro (ver pág.
250) no parece desdeñar como “solución” el llamado “keynesianismo armado” es decir una
carrera armamentista o la guerra. Que practican periódicamente las grandes potencias.
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Un análisis crítico de las ideas de Stiglitz y Krugman puede verse en Paulo Nakatani y Rémy Herrera, Crise financiere ou…de surproduction?
Sobre Stiglitz también puede leerse de Jean-Marie Harribey:
Un análisis crítico de las ideas de Stiglitz y Krugman puede verse en Paulo Nakatani y Rémy Herrera, Crise financiere ou…de surproduction?
Sobre Stiglitz también puede leerse de Jean-Marie Harribey:
»Commission Stiglitz :
l’économie, la montagne et la souris.
http://alternatives-economiques.fr/blogs/harribey/2009/09/16/commission-stiglitz-l%E2%80%99economie-la-montagne-et-la-souris/
Sobre Krugman puede leerse: de Michael Hudson, Las anteojeras económicas de Paul Krugman, Theleme, 13/06/2012 y www.sinpermiso.info 11/06/12. El mismo texto en inglés: www.nakedcapitalism.com 14/05/12; de Vincenç Navarro Por qué Paul Krugman está equivocado en sus recetas para España. en SistemaDigital, 15 de abril de 2010. Y en el blog de economía del profesor Rafael Hernández Núñez, La incapacidad intelectual de un Nobel de economía.
*****Sobre Krugman puede leerse: de Michael Hudson, Las anteojeras económicas de Paul Krugman, Theleme, 13/06/2012 y www.sinpermiso.info 11/06/12. El mismo texto en inglés: www.nakedcapitalism.com 14/05/12; de Vincenç Navarro Por qué Paul Krugman está equivocado en sus recetas para España. en SistemaDigital, 15 de abril de 2010. Y en el blog de economía del profesor Rafael Hernández Núñez, La incapacidad intelectual de un Nobel de economía.
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