INTRODUCCIÓN al libro del cual
trata la entrevista.- El nuevo libro de Naomi Klein,
*Esto lo cambia todo. Capitalismo vs el Clima* (Allen Lane, London, 2014), pone el cambio climático en el centro de la política. Ella traza las
conexiones locales y globales de los movimientos que por todas partes actúan
contra el petróleo, el carbón y la extracción de gas; se podría añadir
movimientos en Brasil y en otros lugares contra la deforestación. "Sea o no el cambio climático su
motivo principal, (tales movimientos locales) merecen ser reconocidos como
“guardadores de carbono” anónimos, que mediante la protección de sus amados
bosques, montañas, ríos y costas, están ayudando a protegernos a todos" (p
. 352). Naomi Klein alaba la
"Ogonización" y la "Yasunizaciónn" (citando informes
del proyecto EJOLT), y está de acuerdo con el ecologismo de los pobres y los
indígenas. Naomi Klein quedó impresionada por la fuerza de la demanda del
reclamo de la Deuda Ecológica al hablar en abril de 2009 con Angélica Navarro,
la joven embajadora boliviana ante la ONU en Ginebra. El libro denuncia la falta de acción de las Naciones Unidas durante y
después de Copenhague de 2009, y el fracaso de los principales políticos
mundiales para hacer frente a la cuestión. Narra con buen humor la
participación de la autora como invitada (¿o sin invitación?) en las reuniones
del Heartland Institute donde se organiza la negación por motivos políticos del
cambio climático, y también en un retiro de los principales expertos sobre
métodos de geoingeniería, incluyendo Ken
Caldeira y David Keith, patrocinado por la Royal Society en Chicheley Hall,
una espléndida casa de campo en Gran Bretaña compartida en los mismos días por
la empresa automovilística Audi. Ella se burla amargamente de la organización
conservacionista The Nature Conservancy que saca petróleo en una reserva
natural en Texas a la que tiene acceso con la excusa de preservar la especie llamada
“gallo Attwater de la pradera” (Tympanuchus cupido attwateri).
Naomi Klein cree en el ecologismo de los pobres y
los indígenas mucho más que en el ecologismo de las grandes organizaciones
verdes. El libro explica sus correrías hasta las
barricadas y bloqueos contra la minería de oro a cielo abierto en Grecia por la
empresa canadiense Eldorado y en contra de la fractura hidráulica de gas de esquisto en Rumania por Chevron,
contra oleoductos en Canadá, en los humedales de Louisiana para inspeccionar
los daños del derrame de British Petroleum. Basándose en los informes de EJOLT y otras fuentes, reconstruye la
historia real de la propuesta de dejar el petróleo en el suelo en la región de
los Ogoni en el delta del Níger y en la Amazonía de Ecuador, y la fundación de
Oilwatch en 1995 que ya combinaba entonces la resistencia local contra la
industria de los combustibles fósiles con el énfasis en "combustibles que no deben ser quemados", combustibles
fósiles que debemos dejar en tierra si el aumento de la concentración de
dióxido de carbono en la atmósfera debe ser evitado. El libro incluye viajes a la devastación de las arenas bituminosas de
Alberta en Canadá y la participación en la resistencia de "vaqueros e
indios" contra el oleoducto Keystone XL y otros medios de transporte. Los
vaqueros y los indios estaban aquí del mismo lado. Narra también los éxitos de
los movimientos de resistencia contra el fracking en Francia y en otros lugares
(se oponen a causa de las emisiones de metano y de los daños locales al agua y
paisajes), y
también la resistencia a la minería de carbón en la cima de montañas.
/////
ENTREVISTA A NAOMI KLEIN:
“EL SISTEMA CAPITALISTA QUE TENEMOS HA
CAUSADO EL CAMBIO CLIMÁTICO”.
*****
Klaus
Brinkbäumer.
Der
Spiegel.
Rebelión
jueves 19 de marzo del 2015.
¿Podemos
detener el calentamiento global? Sólo si cambiamos de modo radical nuestro
sistema capitalista, sostiene la ensayista Naomi Klein. En una entrevista con
el semanario alemán DER SPIEGEL, realizada por Klaus Brinkbäumer, explica por
qué ha llegado el momento de abandonar los pequeños pasos en favor de un
enfoque radicalmente nuevo, tal como detalla en su libro de reciente aparición
en castellano, Esto lo cambia todo, el capitalismo contra el clima (Paidós,
Barcelona, 2015).
-DER
SPIEGEL: Señora Klein, ¿por qué no consigue la gente detener el cambio
climático?
-Klein: Mala
suerte. Mal momento. Muchas coincidencias lamentables.
-SPIEGEL:
¿La catástrofe equivocada en el momento equivocado?
-Klein: El
peor momento posible. La conexión entre gases de invernadero y calentamiento
global viene siendo una cuestión política central para la humanidad desde 1988.
Fue precisamente la época en que cayó el Muro de Berlín y Francis Fukuyama
certificó “el fin de la Historia", la victoria del capitalismo occidental.
Canadá y los EE.UU. firmaron el primer acuerdo de libre comercio, que sirvió de
prototipo para el resto del mundo.
-SPIEGEL:
¿De modo que lo que dice usted es que empezó una nueva era de consumo y energía
precisamente en el momento en que la sostenibilidad y contención habrían sido
más adecuadas?
-Klein: Exacto.
Y fue precisamente en ese momento cuando nos dijeron que ya no había nada
parecido a la responsabilidad social y la acción colectiva, que deberíamos
dejarlo todo al mercado. Privatizamos nuestros ferrocarriles y la red
energética, la OMC y el FMI se comprometieron con un capitalismo desregulado.
Por desgracia, esto condujo a una explosión de las emisiones.
-SPIEGEL:
Usted es activista y lleva culpando al capitalismo de toda clase de cosas a lo
largo de los años. ¿Le echa la culpa ahora también del cambio climático?
-Klein: No
hay razón para ser irónicos. Las cifras cuentan cuál es la historia entera.
Durante los años 90, las emisiones se elevaron un 1% anual. Desde el año 2000
han ido subiendo una media del 3.4%. Se exportó globalmente el sueño americano
y se expandieron rápidamente bienes de consumo que creíamos esenciales para
satisfacer nuestras necesidades. Empezamos a vernos exclusivamente como
consumidores. Cuando el comprar como forma de vida se exporta a todos los
rincones del globo, eso exige energía. Mucha energía.
-SPIEGEL:
Volvamos a nuestra primera pregunta: ¿por qué no ha podido la gente detener
este cambio?
-Klein: Hemos
desechado sistemáticamente las herramientas. Hoy se hace mofa de regulaciones
de toda laya. Los gobiernos ya no aplican reglas severas que pongan límites a
las compañías petrolíferas y demás empresas. Estas crisis se nos ha venido
encima en el peor momento posible. Ya no nos queda tiempo. Estamos en un
momento de ahora o nunca. Si no actuamos como especie, nuestro futuro está en
peligro. Tenemos que reducir emisiones de modo radical.
-SPIEGEL:
Volvamos a otra pregunta: ¿No está usted apropiándose indebidamente del cambio
climático para utilizarlo en su crítica del capitalismo?
-Klein: No.
El sistema económico que hemos creado ha creado también el cambio climático. No
me lo he inventado. El sistema es inservible, la desigualdad económica es
demasiado grande y la falta de contención por parte de las compañías
energéticas es desastrosa.
-SPIEGEL:
Su hijo Toma tiene dos años y medio. ¿En qué clase de mundo vivirá cuando salga
del instituto en 2030?
-Klein: Eso
es lo que está decidiéndose ahora mismo. Veo señales de que podría haber un
mundo radicalmente distinto del que tenemos hoy en día, y de que el cambio
podría ser bien bastante positivo o extremadamente negativo. Ya es seguro que
al menos en parte será un mundo peor. Vamos a experimentar el cambio climático
y bastantes más desastres naturales, eso es seguro. Pero tenemos tiempo todavía
para impedir un calentamiento verdaderamente catastrófico. Tenemos tiempo
asimismo de cambiar nuestro sistema económico para que no se vuelva más brutal
y despiadado al enfrentarse al cambio climático.
-SPIEGEL:
¿Qué puede hacerse para mejorar la situación?
-Klein: Tenemos
hoy que tomar algunas decisiones acerca de qué valores son importantes para
nosotros y cómo queremos de verdad vivir. Y, por supuesto, hay una diferencia
entre que la temperatura se eleve solo 2 grados o lo haga 4 o 5 o más. Todavía
nos es posible a los seres humanos tomar las decisiones correctas.
-SPIEGEL:
Han pasado 26 años desde que se fundó el Panel Intergubernamental sobre Cambio
Climático (IPCC - Intergovernmental Panel on Climate Change) en 1988. Sabemos
como mínimo desde entonces que las emisiones de CO2 causadas por quemar
petróleo y carbón son responsables del cambio climático. Pero poco se ha hecho
por encarar el problema. ¿No hemos fracasado ya?
-Klein: Yo
veo la situación de modo diferente, dado el enorme precio que tendremos que
pagar. Mientras tengamos la menor oportunidad de éxito o de minimizar el daño,
tenemos que seguir luchando.
-SPIEGEL:
Hace varios años, la comunidad internacional estableció un objetivo para
limitar el calentamiento global a dos grados centígrados. ¿Lo considera todavía
alcanzable?
-Klein: Bueno,
todavía es una posibilidad física. Tendríamos que reducir inmediatamente las
emisiones globales en un 6% anual. Los países más ricos tendrían que
sobrellevar un peso mayor, lo que significa que los EE.UU. y Europa tendrían
que recortar emisiones entre un 8% y un 10% anual. Inmediatamente. No es
imposible, solo que es profundamente irreal políticamente con nuestro actual
sistema.
-SPIEGEL:
¿Está usted diciendo que nuestras sociedades no son capaces de hacerlo?
-Klein: Sí.
Necesitamos un cambio espectacular, tanto en la política como en la ideología,
porque hay una diferencia fundamental entre lo que los científicos nos dicen
que tenemos que hacer y nuestra actual realidad política. No podemos cambiar la
realidad física, así que tenemos que cambiar la realidad política.
-SPIEGEL:
¿Puede una sociedad que se centra en el crecimiento combatir de verdad con
éxito el cambio climático?
-Klein: No.
Un modelo económico basado en un crecimiento indiscriminado lleva
inevitablemente a un mayor consumo y a mayores emisiones de CO2. Puede y debe
haber crecimiento en el futuro en muchos sectores bajos en carbón de la
economía: en tecnologías verdes, en transporte público, en todas las
profesiones que proporcionan cuidados, en las artes y, por supuesto, en educación.
Ahora mismo, el núcleo de nuestro producto interior bruto comprende solo el
consumo, las importaciones y exportaciones. Ahí tiene que haber recortes.
Cualquier otra cosa sería engañarse.
-SPIEGEL:
El Fondo Monetario Internacional afirma lo contrario. Dice que el crecimiento
económico y la protección del clima no se excluyen mutuamente.
-Klein: No
analizan las mismas cifras que yo. El primer problema es que en todas estas
conferencias sobre el clima todo el mundo actúa como si fuéramos a llegar a
nuestra meta por medio de un compromiso propio y de obligaciones
voluntariamente aceptadas. Nadie le dice a las empresas petrolíferas que van a
tener que ceder. El segundo problema es que estas empresas van a luchar como
fieras para proteger lo que no quieren perder.
-SPIEGEL:
¿En serio quiere eliminar el libre mercado con el fin de salvar el clima?
-Klein: No
hablo de eliminar mercados, pero nos hace falta mucha más estrategia, dirección
y planificación, y un equilibrio muy diferente. El sistema en el que vivimos
está abiertamente obsesionado con el crecimiento, considera bueno todo
crecimiento. Pero hay formas de crecimiento que está claro que no son buenas.
Está para mí claro que mi posición entra en conflicto directo con el
neoliberalismo. ¿Es verdad que en Alemania, aunque han acelerado ustedes el
cambio a las renovables, el consumo de carbón está en realidad aumentando?
-SPIEGEL:
Eso era cierto entre 2009 y 2013.
-Klein: Para
mí eso es expresión de su renuencia a tomar decisiones sobre lo que hace falta
llevar a cabo. Alemania tampoco va a cumplir su objetivo de emisiones en años
venideros.
-SPIEGEL:
¿Es la presidencia de Obama lo peor que podía haberle pasado al clima?
-Klein: En
cierto modo. No porque Obama sea peor que un republicano, que no lo es, sino
porque estos ocho años fueron la mayor oportunidad desperdiciada de nuestras
vidas. Se daban los factores justos para una convergencia realmente histórica:
consciencia, apremio, ánimo, su mayoría política, el fracaso de los Tres
Grandes fabricantes de automóviles norteamericanos y hasta la posibilidad de
encarar a la vez el cambio climático y el fallido mundo financiero sin regular.
Pero cuando accedió al cargo no tuvo el valor de acometerlo. No venceremos en
esta batalla a menos que estemos dispuestos a hablar de por qué Obama consideró
que el hecho de tener control sobre bancos y compañías de automóviles era más
una carga que como una oportunidad. Estaba prisionero del sistema. No quiso
cambiarlo.
-SPIEGEL:
Los EE.UU. y China llegaron finalmente a un acuerdo inicial sobre el clima en
2014.
-Klein: Lo
cual, por supuesto, es algo bueno. Pero todo lo que puede resultar penoso en el
acuerdo no entrará en vigor hasta que Obama concluya su cargo. Con todo, lo que
ha cambiado es que Obama dijo: "Nuestros ciudadanos se están manifestando,
no podemos ignorarlo". Los movimientos de masas son importantes, tienen
repercusiones. Pero para empujar a nuestros líderes hasta donde tienen que
llegar, los movimientos tienen que hacerse aún más fuertes.
-SPIEGEL:
¿Cuál debería ser su meta?
-Klein: En
los últimos 20 años, la extrema derecha, la absoluta libertad de las empresas
petrolíferas y la libertad del 1% de los superricos de la sociedad se han
convertido en norma política. Tenemos que desplazar de nuevo el centro político
norteamericano de la franja derechista a su lugar natural, el verdadero centro.
-SPIEGEL:
Señora Klein, eso no tiene sentido, porque es una ilusión. Piensa usted en
abarcar demasiado. Si quiere usted eliminar el capitalismo antes de pergeñar un
plan para salvar el clima, sabe usted que esto no va a suceder.
-Klein: Mire,
si quiere usted deprimirse, hay muchas razones para ello. Pero seguirá usted
equivocándose, porque el hecho es que centrarse en cambios graduales
supuestamente conseguibles, como el comercio de emisiones y el cambio de
bombillas, ha fracasado miserablemente. En parte eso se debe a que en la
mayoría de los países, el movimiento ambiental ha seguido elitista,
tecnocrático y supuestamente neutral en lo político durante dos décadas y media.
Ya vemos hoy cuáles son los resultados: nos ha llevado por el camino
equivocado. Las emisiones están aumentando y aquí está el cambio climático. En
segundo lugar, en los EE.UU. todas las transformaciones importantes legales y
sociales de los últimos 150 años han sido resultado de movimientos sociales
masivos, ya estuviesen a favor de las mujeres, contra la esclavitud o en pro de
los derechos civiles. Necesitamos de nuevo esta fortaleza, y bien rápido,
porque la causa del cambio climático es el sistema político y económico mismo.
Su enfoque es demasiado tecnocrático y estrecho.
-SPIEGEL:
Si intenta usted solucionar un problema específico dándole la vuelta a todo el
orden social, no lo va a resolver. Eso es una fantasía utópica.
-Klein: Si
el orden social es la raíz del problema, no. Visto desde otra perspectiva,
nadamos literalmente en ejemplos de pequeñas soluciones: hay tecnologías
verdes, leyes locales, tratados bilaterales e impuestos al CO2. ¿Por qué no
tenemos todo eso a escala global?
-SPIEGEL:
¿Está usted diciendo que todos esos pequeños pasos – tecnologías verdes e
impuestos al CO2 y un comportamiento ecológico individual – no tienen sentido?
-Klein: No.
Todos deberíamos hacer lo que podamos, por supuesto. Pero no podemos engañarnos
con que eso sea suficiente. Lo que digo es que esos pequeños pasos seguirán
siendo demasiado pequeños si no se convierten en un movimiento de masas.
Necesitamos una transformación económica y política, que se base en comunidades
más fuertes, empleos sostenibles, mayor regulación y un alejamiento de esta
obsesión del crecimiento. Esas son las buenas noticias. Tenemos de verdad la
oportunidad de resolver muchos problemas de inmediato.
-SPIEGEL:
No parece contar con la razón colectiva de políticos y empresarios.
-Klein: Porque
el sistema no puede pensar. El sistema recompensa la ganancia a corto plazo, lo
que quiere decir beneficios rápidos. Fíjese en Michael Bloomberg, por
ejemplo...
-SPIEGEL:
…empresario y antiguo alcalde de la ciudad de Nueva York…
-Klein: …que
entiende la gravedad de la crisis del clima como político. Como empresario,
prefiere invertir en un fondo que se especializa en activos de petróleo y gas.
Si una persona como Bloomberg no puede resistirse a la tentación, se puede
asumir en ese caso que no es tan grande la capacidad de autoconservación del
sistema.
-SPIEGEL:
Un capítulo especialmente inquietante de su libro es el de Richard Branson,
presidente del Grupo Virgin.
-Klein: Sí,
no me lo habría esperado.
-SPIEGEL:
Branson ha tratado de presentarse como un hombre que quiere salvar el clima.
Todo empezó en un encuentro con Al Gore.
-Klein: Y
en 2006 se comprometió en un acto que acogía la Clinton Global Initiative a que
invertiría 3.000 millones de dólares en investigación en tecnologías verdes. En
aquella época yo pensaba que sería una aportación realmente fantástica. Lo que
no se me ocurrió pensar es “qué cabrón tan cínico eres”.
-SPIEGEL:
Pero Branson no estaba más que simulando y solo invirtió una parte de ese
dinero.
-Klein: Puede
que fuera sincero en ese momento, pero sí, se invirtió una parte.
-SPIEGEL:
Desde 2006, Branson ha añadido 160 nuevos aviones a sus numerosas líneas aéreas
y ha incrementado sus emisiones en un 40%.
-Klein: Sí.
-SPIEGEL:
¿Qué se puede aprender de esta historia?
-Klein: Que
tenemos que poner en tela de juicio el simbolismo y los gestos que hacen las
estrellas de Hollywood y los superricos. No podemos confundirlos con un plan
científicamente serio para reducir emisiones.
-SPIEGEL:
En Norteamérica y Australia, se gasta mucho dinero intentando negar el cambio
climático. ¿Por qué?
-Klein: Es
distinto de Europa. Se trata de una indignación semejante a la de quienes se
oponen al aborto y el control de armas. No se trata sólo de que estén
protegiendo un modo de vida que no quieren cambiar. Es que han entendido que el
cambio climático pone en solfa el núcleo de su sistema de creencias contrario
al gobierno y en pro del libre mercado. De modo que tienen que negarlo para
proteger su propia identidad. Por eso por lo que existe esta diferencia de
intensidad: los liberales quieren actuar un poquito en la protección del clima.
Pero al mismo tiempo, estos liberales tienen una serie de cuestiones aparte que
figuran de modo más destacada en su agenda. Pero tenemos que entender que los
más duros de quienes niegan el cambio climático entre los conservadores harán
todo lo que esté en su mano para impedir que se actúe.
-SPIEGEL:
¿Con estudios pseudocientíficos y desinformación?
-Klein: Con
todo eso, por supuesto.
-SPIEGEL:
¿Explica eso por qué relaciona todas esas cuestiones – cuestiones de medio
ambiente, igualdad, salud pública y trabajo – que son populares entre la
izquierda? ¿Por razones puramente estratégicas?
-Klein: Esas
cuestiones guardan relación y nos hace falta asimismo relacionarlas en el
debate. Sólo hay un modo de vencer en una batalla contra un pequeño grupo de
personas que se te enfrentan porque tienen mucho que perder: hay que iniciar un
movimiento masivo que abarque a toda aquella gente que tiene mucho que ganar. A
quienes lo niegan solo se les puede derrotar si te muestras igual de apasionado
que ellos, pero también cuando eres superior en número. Porque la verdad es que
son realmente muy pocos.
-SPIEGEL:
¿Por qué no cree usted que la tecnología tenga potencial para salvarnos?
-Klein: Se
ha producido un progreso tremendo en el almacenamiento de energías renovables,
por ejemplo, y en la eficiencia solar. Pero ¿en el cambio climático? Yo, en
cualquier caso, no tengo bastante fe como para decir: "Como ya nos inventaremos
algo en un momento dado, dejemos de lado todos los demás esfuerzos". Eso
sería una insensatez.
-SPIEGEL:
Gente como Bill Gates ve las cosas de modo diferente.
-Klein: Y
yo encuentro ingenuo su fetichismo tecnológico. En años recientes hemos sido
testigos de ciertos fracasos verdaderamente resonantes en los que algunos de
los tíos más listos metieron la pata hasta el fondo a una escala grandiosa, ya
fuera con los derivados que desencadenaron la crisis o la catástrofe
petrolífera de la costa de Nueva Orleans. En una gran mayoría, la gente,
nosotros, destrozamos las cosas y no sabemos luego cómo arreglarlas. Y ahora
mismo, lo que estamos destrozando es nuestro planeta.
-SPIEGEL:
Oyéndola, se podría tener la impresión de que la crisis del clima es una
cuestión de género.
-Klein: ¿Por
qué dice usted eso?
-SPIEGEL:
Bill Gates dice que tenemos que avanzar e idear nuevas invenciones para poner
bajo control el problema y, en última instancia, esta Tierra nuestra tan
complicada. Por otro lado, dice usted: parad, no, tenemos que adaptarnos a este
planeta y volvernos más livianos. Las compañías petrolíferas norteamericanas
están dirigidas por hombres. Y a usted, una mujer crítica, la describen como
una histérica. No resulta absurdo pensarlo, ¿verdad?
-Klein: No.
La industrialización en su conjunto estaba emparentada con el poder, con ver si
sería el hombre o la naturaleza la que dominara la Tierra. A algunos hombres
les resulta difícil reconocer que no lo tenemos todo bajo control; que hemos
acumulado todo este CO2 a lo largo de los siglos y que la Tierra hoy nos dice:
mira, no eres más que un invitado en mi casa.
-SPIEGEL:
¿Invitado de la Madre Tierra?
-Klein: Eso
suena demasiado cursi. Pero, con todo, tiene usted razón. La industria
petrolífera es un mundo dominado por los hombres, muy semejante en eso a las
altas finanzas. Es algo muy de machos. La idea norteamericana y australiana de
"descubrir" un país infinito y de que se puedan extraer inacabables
recursos entraña un relato de dominación, que representa tradicionalmente a la
naturaleza como una mujer débil y torpe. Y la idea de estar en relación de
interdependencia con el resto del mundo natural se considera una debilidad. Por
eso es por lo que les resulta doblemente difícil a los machos alfa reconocer
que se han equivocado.
-SPIEGEL:
Hay en su libro una cuestión de la que parece querer desviarse. Aunque denigra
usted a las empresas, no dice usted nunca que sus lectores, que son clientes de
estas empresas, son asimismo culpables. Tampoco dice usted nada del precio que
tendrá que pagar cada uno de sus lectores por la protección del clima.
-Klein: Oh,
yo creo que la mayoría de la gente estaría encantada de pagar por ello. Saben
que la protección del clima exige un comportamiento razonable: conducir menos,
volar menos y consumir menos. Estarían encantados de utilizar energías
renovables si se les ofreciera.
-SPIEGEL:
Pero la idea no es lo bastante grande, ¿verdad?
-Klein: (ríe)
Exacto. El movimiento verde pasó décadas instruyendo a la gente para que
utilizara su basura como abono, para que reciclara y montase en bicicleta. Pero
fíjese en lo que ha sucedido con el clima durante estas décadas.
-SPIEGEL:
¿Es su manera de vivir beneficiosa para el clima?
-Klein: No
lo bastante. Voy en bicicleta, utilizo el transporte público, trato de dar
charlas por Skype, comparto un coche híbrido y he recortado mis vuelos hasta
una décima parte de lo que eran antes de empezar este proyecto. Mi pecado está
en tomar taxis y, desde que salió el libro, en volar demasiado. Pero no creo
tampoco que tenga que ser la gente perfectamente verde y que vive sin emitir
CO2 la única que deba hablar sobre esta cuestión. Si así
fuera, entonces nadie podría decir una palabra en absoluto.
-SPIEGEL: Señora Klein, gracias por esta entrevista.
*****
Naomi Klein es
autora, entre otros libros, de La doctrina del shock y No Logo.
Traducción
para www.sinpermiso.info: Lucas Antón
*****
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