Nicolás la política peruana como la política
latinoamericana en su mayoría y mundial, atraviesa en la presente
coyuntura una crisis estructural, histórica, es una crisis de la política,- la política como Ciencia, como Pedagogía,
como ética y moral desapareció del escenario de las clases y la lucha de
clases- es crisis de los partidos políticos
– que asisten a su etapa final – crisis de la llamada “clase política” – enferma, destruida, corrupta, poco preparada, negociante
y básicamente sepultada por un “alud” de
corrupción; es crisis de representación –la vieja y antigua representación
política esta envejecida por el tiempo transcurrido – no ha sabido enfrentar
los profundos y sistemáticos cambios producidos en su estructura por más de dos
siglos – 1800 a 2015 – tiempos históricos
y políticos donde han surgido necesidades de representación no sólo política,
sino también social, cultural, ambiental, geográfico-territorial, de género, étnica;
la crisis de la política se ha agudizado hasta niveles hoy casi indefendibles,
en su largo devenir junto al sistema democrático, como es la crisis de confianza – en su estructura dialéctica –
personal, social e institucional (el mal social y político del siglo XXI). Y
quizás lo más grave, destructivo, es la crisis de legitimidad de las instituciones, que viene
desde la opinión pública.
Pablo Raúl Fernández Llerena. Dr. en Sociología. Ms.c Comunicación. Sociólogo Profesional. Bachiller en Sociología. Docente Universitario. Presidente del Segundo Congreso Nacional de Sociología. Arequipa abril -1987.
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El trabajo “político” que en la coyuntura
actual, está realizando el Parlamento Nacional, es simplemente, un “lavado
de carátula” con la finalidad de hacerla más presentable ante la opinión
pública – opinión pública, donde hoy es muy difícil encontrar niveles
aceptables de Ciudadanía
Política – (nuestra gran debilidad y en ese escenario
multipolarizado (in)surgen los caudillismos
locales, los “señores” caciques de la política, los comerciantes de la
política, hasta los vendedores del vientre de alquiler de “partidos” o
movimientos reconocidos por el Jurado Nacional
de Elecciones, que en tiempos de elecciones son verdaderos centros comerciales
que venden su “representación” al
mejor postor. La “reforma política” de
tipo o carácter eminentemente populista sobre la no reelección inmediata de los Presidentes de Región y los Alcaldes. Pero los más
corruptos, los congresistas – o que se disputan los lugares preferenciales con
muchos presidentes regionales y alcaldes, ah, para ellos no pasa nada, porque en forma
definitiva se ha hecho Ley: Otorongo no come Otorongo.
Pensemos en voz alta Nicolás, que pasaría
en nuestra vida política actual si logramos conseguir que el Parlamento apruebe el financiamiento de los
partidos políticos. Te imaginas la campaña que nos impondrían con violencia,
en especial el poder de los medios concentrados
y su “democracia mediática y novelada”. Está
“clase política” en estado de descomposición política muy difícil que
acepte ser líder de reformas como la anulación
del voto preferencial, - pero ahí descansa su poder y éxito para sepultar a
los partidos políticos y ser ellos representantes –directos del poder de las finanzas
y el comercio - conseguir aprobar la
Bicameralidad es exigir mucho, demasiado – pueden morir en el camino al
exigirles que piensen y opinen políticamente sobre la necesidad histórica y
política de la representación a partir de la Bicameralidad El parlamento actual es muy difícil hasta imposible
que pueda embarcarse en un proceso político, de grandes y significativas
responsabilidades – mire en forma decisiva, hacia las grandes reformas estructurales en la política con la
finalidad de rescatar la política del fango de la corrupción, recuperar
la política del escenario violento de la economía criminal – y su variada composición estructural. Asumir
una tarea política histórica – no para el voto de las tribunas y el populismo
asistencialista, electorero – de que solo las grandes reformas y cambios estructurales
multidimensionales – es el camino democrático y político – para poder en forma definitiva rescatar a la
POLÍTICA de las garras de la corrupción, la anti-política y el mundo
subterráneo de la economía criminal.
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Nicolás Lynch Gamero. Dr. En Sociología. Ms.c Ciencias Sociales. Sociólogo Profesional. Bachiller en Sociología. Docente Universitario.Ex Ministro de Educación. Ex Embajador.
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NICOLÁS LYNCH:
REFORMAS INSIGNIFICANTES.
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Otra Mirada lunes 9 de marzo
del 2015.
Nicolás Lynch.
Da rabia ver a los congresistas aprobar reformas insignificantes luego de la
repartija, la movilización juvenil y tanto reclamo popular por reformas
políticas profundas que aunque sea nos acerquen a superar la grave crisis de
representación que vivimos. Todo pareciera estar organizado para la foto y para
quedarse, burlándose por enésima vez de los ciudadanos del Perú.
¿Qué han hecho en el Congreso en las últimas legislaturas
sobre el tema? Cerrar el sistema político, haciendo crecer los requisitos para
registrar un nuevo partido de 1% del padrón electoral a 3% y por último a 5%, más de medio millón de firmas. Lo
que significa, según los expertos en el asunto, un gasto de aproximadamente dos
millones de dólares y un par de años de trabajo. ¿Quién puede hacer esto? Sólo
los que tienen gran poder económico y pueden armar tamaña operación. Lo curioso
es que semejantes requisitos no existen en ninguna parte del mundo, nada más en
el Perú, donde las cosas están hechas para que los pechugones de turno sigan
prendidos de la mamadera para siempre.
En los regímenes
democráticos el pedido de firmas suele ser simbólico, entre cincuenta y
cien mil firmas, y más bien se pone cuidado en revisar si los comités
partidarios funcionan y los partidos tienen una vida militante real. Es decir,
se facilita la legalidad partidaria y se cuida, eso sí, la entrada a la
institución parlamentaria. Aquí, ésta barrera mínima ya es 5% de la votación nacional, pero podría subir al 7% inclusive si se promoviera la
legalización de más partidos y así la entrada en competencia de nuevas
alternativas. En otras palabras, muchos y nuevos compitiendo, pero pocos
entrando a la institución parlamentaria para que esta pueda gobernarse
adecuadamente. Por lo demás, preguntémonos, si todos los que tienen registro –casi 20 en estos momentos- tuvieran que
volver a sacarlo ¿cuántos llegarían a las cincuenta mil firmas? Me atrevo a
decir que muy pocos.
La siguiente maniobra es la mantención del voto preferencial. Este se ha
convertido en una herramienta de los amantes del negocio rápido para llegar al
Congreso de la República. ¿Qué se necesita para ser elegido congresista en
muchos de los casos? Harto “cash”, es decir plata en mano para burlar la
legislación electoral sobre financiamiento
a los partidos y comprar todos los votos preferenciales necesarios para la
elección. No por gusto hay tanto congresista denunciado por vínculos con la economía delictiva: prostitución,
narcotráfico, minería ilegal, uso indebido de fondos públicos, etc. etc. De
esta manera, la política se convierte desde su origen electoral en un negocio,
peor todavía, en uno de los más sucios negocios. La alternativa es eliminar el
voto preferencial y reemplazarlo por elecciones
primarias abiertas en los partidos para elegir candidatos a puestos
públicos. De esta manera, cualquier ciudadano podrá acercarse al partido que le
sea afín y votar por quien mejor le parezca. Así, se fortalece y al mismo
tiempo se democratiza la institución partidaria.
Por último, el
financiamiento público a los partidos políticos. Todas las democracias
desarrolladas han dado un salto cuando se ha establecido en sus países el financiamiento
público a los partidos. La razón es muy sencilla, la política en las
democracias representativas es muy cara y si son además participativas, es más
cara todavía. Si no se financia con dinero público se financia con dinero negro, es decir el dinero de la
corrupción, que compra políticos para después pedir favores. Por supuesto que
si se usa dinero público debe ser con el control y las sanciones adecuadas para
que se hagan bien la cosas. En el país, desafortunadamente, los que se
financian con dinero negro hacen una intensa campaña para que no haya
financiamiento público, que se reparta democráticamente, porque no les
conviene. Es más, está tan desprestigiada
la política que nos da vergüenza decir que hay necesidad de financiar el
funcionamiento de los partidos, no solo las campañas, porque esta es la única
manera para que estos existan y se conviertan en escuelas de democracia. Dejemos de lado entonces los prejuicios y
las maniobras y vayamos a una legislación equitativa y eficiente de
financiamiento público de los partidos.
Otra medida inmediata, asociada a la anterior, que
ayudaría mucho al mejor financiamiento de la política es la prohibición de la propaganda pagada en
la TV privada. Nuevamente, en la
mayor parte de las democracias desarrolladas esta propaganda está
prohibidísima. Restringir la propaganda en TV
a la franja electoral gratuita que se trasmite en la TV pública sería un gran
paso en hacer las elecciones más justas, porque pondría a los contendientes en
un mayor pie de igualdad al evitarles el mayor de los gastos de cualquier
campaña electoral.
Todo ello, sin avanzar a otras reformas, como el retorno
a la Bicameralidad, la renovación
por mitades de las cámaras, la elección parlamentaria de un jefe de gobierno o
la limitación del número de mandatos de los congresistas. Los primeros puntos
planteados podrían aprobarse de inmediato, pero no lo hacen porque no les
conviene, porque una buena mayoría querrían estar en sus sillones para siempre.
Me temo que la
irresponsabilidad de nuestros congresistas lleva a pensar que solo una crisis
mayor podrá terminar con la clase política que tenemos por delante y abrirá el
camino para rediseñar un sistema que represente verdaderamente a los ciudadanos. Mientras tanto, preocúpese, porque se van a seguir burlando
de nosotros.
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