El golf es un deporte
de precisión cuyo objetivo es introducir una bola en los hoyos
que están distribuidos en el campo con el menor número de golpes, utilizando para cada tipo de golpe uno
de entre un conjunto de palos ligeramente diferentes entre sí, ya que la cabeza
del palo tiene grados distintos al igual que las varillas tienen longitudes
distintas. A menor número de grados,
mayor longitud de la varilla y por lo tanto más distancia. Como máximo se
pueden llevar 14 palos. Al que practica el golf se le denomina golfista.
En 1744 se fundó la primera
asociación de jugadores en Escocia y
en 1745, también en el Reino Unido se creó la primera
reglamentación del golf.
Campo de juego.- El golf se practica en un campo o
cancha de hierba natural al aire libre. A diferencia de muchos deportes, el
golf no tiene una superficie de juego estandarizada. Un campo de golf ocupa una superficie amplia y se compone,
generalmente, de 9 o 18 recorridos parciales. La mayoría de los campos son de
18 hoyos (en el artículo Old Course de
St Andrews se relata cómo se llegó a esta cifra). Al final de cada
uno de estos recorridos hay un hoyo en la superficie donde se ha de
introducir la bola con el menor número posible de golpes; por extensión, cada uno de los recorridos parciales se denomina
también hoyo. El orden de recorrido de los hoyos en la cancha da
nombre a cada uno de ellos: hoyo 1, hoyo
2, etc. hasta el hoyo 9 u hoyo 18 según el caso. En algunos campos de golf,
a los hoyos se les dan también otros nombres conmemorativos, comerciales o
tomados de alguna de sus características: su dificultad, su diseño, nombres de
flores, etc.
Para jugar un recorrido de
golf, habrá que completar 18 hoyos en un orden establecido.
Como referencia, los
campos de golf se dividen en dos categorías principales:
- Campo profesional: según las normas de USGA (United States Golf
Association) es aquel donde la suma de las distancias totales de los 18
hoyos -midiendo éstas desde la salida de las marcas negras de los tees
de salida- sobrepasan las 7000 yardas (6400,80 metros).
- Campo
turístico-ejecutivo: son los que no sobrepasan las 7000 yardas (6400,80
metros).
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ECOLOGÍA SOCIAL:
UN CAMPO DE GOLF CONSUME AL AÑO EL MISMO VOLUMEN DE AGUA QUE 200,000 MIL
PERSONAS.
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Armando B. Ginés.
Rebelión martes 31 de marzo
del 2015.
Una instalación de golf de
18 hoyos ocupa una superficie de 60 campos de fútbol y necesita al año 18 mil
millones de litros de agua, un consumo equivalente al de ciudades del tamaño de
Pamplona o Salamanca. En Andalucía, el doble. El caudal mínimo se sitúa entre
24 y 35 litros por segundo.
Actualmente hay en España
un censo superior a los 400 campos de golf, el 9 por ciento públicos, de los
cuales más de 180 se han construido desde el año 2000 al calor del boom
inmobiliario. La mitad son de 18 hoyos. Andalucía con un centenar y Cataluña
con alrededor de 50 son las comunidades autónomas con mayor número de recintos
para la práctica de este deporte de élite. Marbella y Mijas, ambas localidades sitas
en la provincia de Málaga, son los lugares míticos de golf con los clubes más
selectos del territorio español.
El 60 por ciento de las
urbanizaciones diseñadas desde el año 2000 incluían un campo de golf como
atracción añadida, elevando el coste de las viviendas un 30 por ciento por
término medio. Son segundas residencias o como dice el marketing chalés
de turismo residencial.
La mayor parte de las
promociones, después del desencadenamiento de las crisis, se convirtieron en
activos tóxicos en ruina que han pasado a la cartera del banco malo, Sareb, o
permanecen todavía en instituciones de crédito hipotecarias.
Se estima que el coste
anual de mantenimiento de un campo de golf oscila entre los 400.000 y 2
millones de euros al año, dando por término medio empleo a 30 trabajadores. En
total, unos 10.000 en toda España.
El turismo relacionado con
el golf mueve unos 1.200 millones de euros al año, aunque no existen
estadísticas precisas al respecto. España recibe por este cauce, en primavera y
otoño con preferencia, alrededor de un millón de visitantes anualmente que se
alojan en hoteles de cuatro o cinco estrellas y se gastan una media de 1.200
euros por estancia y jugador, unos 170 euros diarios, el doble que un turista
típico de sol y playa. Los destinos con mayor afluencia son Andalucía,
Canarias, Baleares y la Comunidad Valenciana.
Acometer el proyecto de un
campo de golf es bastante caro. A la construcción hay que agregarle la
obtención de licencias, el diseño y la edificación de la casa club, restaurante
y cafetería. Todo ello arroja una inversión que va de 8 a 14 millones de euros,
razones muy poderosas para la quiebra de muchas recientes promociones, máxime
cuando el número de licencias federativas está registrando un bajón
significativo en los últimos años. Hoy, los jugadores con licencia son
alrededor de 280.000. Se dice que en el mundo existen unos 60 millones de
practicantes, 5 millones europeos.
Con la crisis, otro factor
que echa para atrás a las personas que desean cultivar la afición del golf es
el alto coste de las cuotas de socios anuales que hay que abonar para hacer uso
de las instalaciones, aproximadamente 1.500 euros de media por aficionado. Un
caso excepcional es el Club de Golf La Moraleja, radicado en la urbanización
madrileña del mismo nombre, en el cual sus socios pagan al año unos 75.000
euros para tener el exclusivo carné en su cartera.
Deuda ecológica y
financiera.
Los problemas ecológicos
que plantea la construcción de un campo de golf son muchos y variados, además
del gigantesco consumo de agua en un país como España eminentemente árido y de
sequías prolongadas, la contaminación de acuíferos por el uso de plaguicidas y
la utilización intensiva de fertilizantes, insecticidas, herbicidas, fungicidas
y acáridos, lo que también supone la desaparición de la fauna y la flora
autóctonas.
El consumo de agua suele
ser al 50 por ciento potable y depurada, rebañando recursos públicos muy
necesarios en áreas de población con sequías pertinaces. Ello no obsta, sin
embargo, para que la Junta de Andalucía, la Comunidad de Madrid y hasta el
Ayuntamiento de Segovia, entre otras instituciones públicas, lleven a cabo
iniciativas de mercadotecnia en los colegios para atraer a nuevos adeptos a la
causa del golf. Los sectores agrícola y ganadero se ven muy afectados asimismo
por la orgía y la fiebre golfísitica de los últimos años en España.
En vista de lo expuesto,
¿merecen tanto esfuerzo público los proyectos privados de levantar campos de
golf sin tener en cuenta las debidas precauciones de impacto medioambiental?
¿Ha sido legítimo recalificar suelo rústico en urbanizable a precio de saldo o
casi regalado para promotores sin escrúpulos que lo único que buscaban y buscan
es el negocio rápido puro y duro? ¿Cómo es posible considerar un parque natural
a una instalación de golf que arrasa con todo lo que se encuentra a su paso?
Todo empezó en España en
1914 con el primer campo de golf enclavado en Puerta de Hierro, gracias a las
donaciones de terreno concedidas por Alfonso XIII y avaladas por el Duque de
Alba, si bien el club pionero se constituyó en Canarias en el siglo XIX. Hoy
somos el segundo destino de turistas de golf del mundo y líderes en Europa.
En el camino se han
dilapidado ingentes gigalitros de agua mientras muchas poblaciones pasan sed en
cuanto el líquido elemento no quiere caer con regularidad del cielo. Unos pocos
se han hecho inmensamente ricos con el boom del golf y las deudas
ecológicas y financieras que han dejado las vamos a abonar entre todos durante
muchas décadas. Y
los datos son completamente opacos dentro de la enormidad de la estafa
inmobiliaria española de las eras de Aznar y Zapatero.
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Fuentes: Elaboración propia, Internet, INE, Ministerio de
Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Real Federación Española de Golf,
Global Golf Company, Aguirre Newman, Ecologistas en Acción, Diagonal, Nueva
Tribuna y El Confidencial.
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