domingo, 24 de mayo de 2015

BRASIL: GRAN-GRAN ACUERDO O CUENTO CHINO.- ENTREVISTA: DILMA ROUSSEFF: “A MÍ NO ME ATEMORIZAN”.

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Gran euforia en el gobierno, gran desconfianza de parte de analistas financieros y de relaciones internacionales. China tiene, desde luego, sonoras y consistentes razones para interesarse por invertir en Brasil. Pero el tamaño y el volumen de las promesas surgidas en esta visita del primer ministro chino a Brasilia sorprendieron, a punto de despertar suspicacias y dudas. Se da por segura la compra de 22 aviones fabricados por la Embraer, con un valor total de 1100 millones de dólares. La liberación de compras de carnes exportadas por Brasil y el aumento del procesamiento de granos también ocurrirán, aunque no se sepa todavía por cuál valor. La oferta china de créditos de hasta siete mil millones de dólares para la complicada situación de Petrobras tiene hartas posibilidades de tornarse realidad, tanto como una financiación de cuatro mil millones de dólares para que Vale aumente su producción de minerales. Ese recurso surgirá de la venta de buques transportadores para China.
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Ni un paso atrás. Dilma Rousseff aseguró que, a pesar de las presiones de las derechas económica, mediática y partidaria (ésta llegó a desvariar con un impeachment), mantendrá en vigor la actual legislación petrolera, promulgada en 2010 y conocida como “de participación”, con Petrobras como principal empresa en la explotación de los megacampos tan codiciados por las compañías norteamericanas. Dilma descartó, en esta entrevista exclusiva a Página/12, retroceder al modelo de concesiones instituido en los ’90, durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, actual jefe de la oposición. Desde el 27 de octubre de 2014, un día después de haber sido electa para un segundo mandato, Rousseff soporta presiones para derogar el régimen de participación y anular la norma que obliga a Petrobras a comprar plataformas, buques y equipamientos fabricados en Brasil. Es posible que los participantes en el complot para derretir a Dilma y allanar el camino hacia una privatización blanca de Petrobras tengan influencia sobre el juez de provincia a cargo del proceso por corrupción conocido como “petrolão” por el que fueron presos varios ex ejecutivos de la petrolera, de empresas constructores y políticos.

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Primer Ministro de la República Popular China Li Keqiang y la Presidenta de Brasil Dilma Rousseff.
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BRASIL: GRAN-GRAN ACUERDO O CUENTO CHINO.
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Eric Nepomuceno.

Página /12 domingo 24 de mayo del 2015.

El momento brasileño es especialmente delicado. Ahora mismo, el pasado viernes, el gobierno de Dilma Rousseff anunció recortes de gastos que alcanzan 70 mil millones de reales, o sea, unos 33 mil millones de dólares. Programas sociales sufrirán fuertes ajustes. La educación, lema de su segundo mandato presidencial, perderá 14 por ciento de recursos. El gobierno admite, por primera vez, que el PBI sufrirá, este año, una retracción de hasta 1,2 por ciento. La renta de los trabajadores enfrenta pérdidas, la inflación trepa a 8 por ciento al año, el fantasma del desempleo empieza a ganar consistencia. El clima de insatisfacción generalizada es más palpable que un adoquín. El cuadro es exactamente el inverso de lo que Dilma anunció en su campaña electoral del año pasado, y las medidas anunciadas son precisamente las que ella decía que su adversario, el neoliberal Aécio Neves, iría a adoptar.

En ese escenario surgen, fulgurantes, los chinos, sacudiendo un grueso manojo de 53 mil millones de dólares para invertir en proyectos grandiosos y grandilocuentes en Brasil.

No es la primera vez que, en América latina, los chinos surgen como santos milagrosos capaces de salvar pueblos del desastre. Así fue en Argentina, por ejemplo, hace poco. El gobierno de Cristina Kirchner, sumergido y ahogado en una crisis aún peor que la enfrentada por su colega Dilma Rousseff, se salvó de un nocaut económico gracias a vigorosas inyecciones de dinero chino.

Nada comparable, sin embargo, a lo que ahora se anuncia en Brasil. Si los argentinos recibieron promesas de 11 mil millones de dólares, Brasil oye promesas de casi cinco veces más. Pero toda moneda tiene dos caras. Y si los recursos destinados a Argentina suscitaron dudas en Brasil, lo que ahora se ofrece a Brasil tiene al menos cinco veces más razones para despertar sensaciones similares.

Los chinos tienen, en Brasil, su principal socio latinoamericano, y uno de los principales en todo el mundo. Brasil, a su vez, obtiene con China su más espectacular superávit externo.

Hace tiempo que persisten, entre ambos países, fuertes discusiones sobre el comercio bilateral. Los chinos resisten, impávidos, a las muchas presiones brasileñas para que, además de commodities, compren productos manufacturados, de mayor valor agregado. Cada tanto China emite señales de que podrá avanzar en esa dirección, pero a última hora pide más plazo para decidir. En pocas palabras: se trata de un socio comercial complicado, difícil, pero muchísimas veces multimillonario.

Brasil, por supuesto, lo sabe. Hace ya varios años que la Cancillería brasileña tiene equipos altamente especializados en estudiar cada paso de los chinos y de prepararse rigurosamente para negociar con ellos.

Pues ahora mismo acaba de pasar por Brasil una misión comercial de China, segunda mayor economía mundial. Encabezada por el primer ministro Li Keqiang, la comitiva incluye a otros cinco ministros y unos 120 empresarios de los más diversos ramos.

Resultado de la visita: fueron firmados nada menos que 35 acuerdos de cooperación, entre bancos y empresas chinas y gigantes locales como Petrobras, la minera Vale y la fabricante de aviones Embraer. Los sectores participantes de los acuerdos van desde telecomunicaciones hasta energía nuclear, pasando por bancos y empresas de aviación. En total, los acuerdos prevén recursos chinos de unos 53 mil millones de dólares.

Gran euforia en el gobierno, gran desconfianza de parte de analistas financieros y de relaciones internacionales.

China tiene, desde luego, sonoras y consistentes razones para interesarse por invertir en Brasil. Pero el tamaño y el volumen de las promesas surgidas en esta visita del primer ministro chino a Brasilia sorprendieron, a punto de despertar suspicacias y dudas.

Se da por segura la compra de 22 aviones fabricados por la Embraer, con un valor total de 1100 millones de dólares. La liberación de compras de carnes exportadas por Brasil y el aumento del procesamiento de granos también ocurrirán, aunque no se sepa todavía por cuál valor. La oferta china de créditos de hasta siete mil millones de dólares para la complicada situación de Petrobras tiene hartas posibilidades de tornarse realidad, tanto como una financiación de cuatro mil millones de dólares para que Vale aumente su producción de minerales. Ese recurso surgirá de la venta de buques transportadores para China.

Otros aspectos de los acuerdos, en todo caso, tienen toda la apariencia de poder transformarse en puros cuentos chinos.

La creación de un inmenso fondo de inversiones –que completaría los mencionados 53 mil millones de dólares– es considerada una quimera. La construcción de una ferrovía uniendo el Atlántico con el Pacífico, otra. En energía nuclear, no hay más que difusas intenciones de cooperación.

En resumen: la visita del primer ministro chino sirvió de aliento a un gobierno deshidratado y ávido por buenas noticias, pero de ahí a la realidad queda una distancia seguramente mayor que la abarcada por la Muralla China.


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DILMA ROUSSEFF: “A MÍ NO ME ATEMORIZAN”.
Entrevista exclusiva a la Presidenta del Brasil.
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Según la mandataria, el “complot” para allanar el camino hacia una “privatización blanca de Petrobras no va a forzarme a que abandone el modelo de participación estatal para adoptar el de concesión” que rigió en los ’90.

Darío Pignotti.
Desde Brasil Página /12 domingo 24 de mayo del 2015.

Ni un paso atrás. Dilma Rousseff aseguró que, a pesar de las presiones de las derechas económica, mediática y partidaria (ésta llegó a desvariar con un impeachment), mantendrá en vigor la actual legislación petrolera, promulgada en 2010 y conocida como “de participación”, con Petrobras como principal empresa en la explotación de los megacampos tan codiciados por las compañías norteamericanas.

Dilma descartó, en esta entrevista exclusiva a Página/12, retroceder al modelo de concesiones instituido en los ’90, durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, actual jefe de la oposición. Desde el 27 de octubre de 2014, un día después de haber sido electa para un segundo mandato, Rousseff soporta presiones para derogar el régimen de participación y anular la norma que obliga a Petrobras a comprar plataformas, buques y equipamientos fabricados en Brasil.
Es posible que los participantes en el complot para derretir a Dilma y allanar el camino hacia una privatización blanca de Petrobras tengan influencia sobre el juez de provincia a cargo del proceso por corrupción conocido como “petrolão” por el que fueron presos varios ex ejecutivos de la petrolera, de empresas constructores y políticos.

–Presidenta, ¿se puede decir que es cero el riesgo de que Brasil vuelva al modelo de concesión?

(Mira fijo al cronista, hace una pausa y dice) –Yo creo que el riesgo no es cero. Yo le digo que mientras yo esté en la presidencia (el riesgo) es de menos mil de que se vuelva a la concesión. El modelo de participación se basa en las mejores prácticas internacionales, en todos los países donde se sabía que había mucho petróleo y de buena calidad, como en Noruega, rige ese modelo. Y en Brasil sabíamos que había mucho petróleo en el pre-sal (aguas profundas). Aquel que suponga que este modelo de participación es ideológico (argumento citado por la oposición) está equivocado. El modelo de participación es la mejor forma de defender los intereses económicos de la población de este país, es ella la dueña de sus riquezas naturales, en especial del petróleo, que con esta ley es del Estado. En cambio en el modelo de concesión (de los ’90), el dueño del petróleo es quien lo descubre, y si lo descubre una compañía privada, ella es la titular.

Tempestad que no fue.

Anochece en Brasilia. La presidenta nos invita a recorrer el Palacio Alvorada, de columnas blancas y largas como cuello de garzas, desde donde se ve la piscina de agua tan quieta que parece un vidrio celeste. “Casi nunca me puedo dar un baño porque tengo demasiadas obligaciones”, comenta al pasar Rousseff el viernes, cerrando una semana relativamente calma si se toma como barómetro los remezones de los últimos meses en que el grupo de medios privado Globo puso toda su capacidad de persuasión a favor del impeachment, teniendo como aliado al senador socialdemócrata Aécio Neves, candidato derrotado en las presidenciales del año pasado.

La conjura creció hasta abril pasado con dos movilizaciones de cientos de miles de personas, pero, a partir de allí, los inconformes comenzaron a dividirse. Y Neves sufrió varias derrotas en su partido, la peor de todas ocurrida la semana pasada cuando un asesor letrado recomendó archivar, por ahora, el pedido de juicio político. “A mí no me atemorizan, yo puedo responder por mis actos, tengo claro cuáles son mis actos”, sostiene Dilma, mientras pasamos por la hermosa biblioteca dominada por un tapiz con mujeres y guitarras del pintor modernista Emiliano Di Cavalcanti.


Presidentes. Dilma Rousseff Brasil y Barack Obama, Estados Unidos.
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Deshielo con Obama.

En septiembre de 2013, al saber que la NSA había robado informaciones de su gobierno y de Petrobras, Dilma se plantó ante Barack Obama: le exigió explicaciones sobre las operaciones de la agencia y rechazó un convite para realizar una visita de Estado a Washington. El hielo entre Brasilia y Washington sólo se rompería en abril de este año, durante la Cumbre de las Américas de Panamá, cuando los mandatarios dejaron atrás sus divergencias y acordaron volver a encontrarse dentro de un mes en la Casa Blanca.

–¿Usted quedó conforme con las explicaciones de Obama sobre las maniobras de la NSA?

–La NSA investigó de forma ilegal sobre Petrobras y sobre el gobierno brasileño... con el pretexto de que lo hacía debido a la amenaza terrorista después de los ataques del 11 de septiembre 2001. Luego se supo que también ocurrió algo parecido con el gobierno de Alemania, gobierno junto al cual hicimos una presentación en la ONU. Frente a esas circunstancias el presidente Obama adoptó varias resoluciones, entre ellas la que determinó que no corresponde espiar países amigos. Ellos (Estados Unidos) nos dijeron que a partir de entonces nunca más ocurrió aquello (rastrillaje ilegal contra Brasil).

–Entonces ese asunto está concluido.

–Para nosotros está concluido... creo que el gobierno de Obama tomó las medidas pertinentes dentro de sus atribuciones. Es esa nuestra convicción.

–¿Es constructivo el acercamiento entre Washington y La Habana iniciado en Panamá hace un mes?

–Para mí fue una de las grandes iniciativas tomadas en los últimos años, primero porque cierra la Guerra Fría en nuestro continente. Queremos que esto se profundice y se termine el embargo contra Cuba, algo que no depende del Poder Ejecutivo norteamericano, sino del Congreso norteamericano. Brasil financió el mayor puerto de aguas profundas de Cuba, el de Mariel (inaugurado por Dilma y Raúl Castro en 2014). La oposición brasileña era completamente cáustica a ese financiamiento del Bndes (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social) .

–Por tanto la política del Bndes fue correcta pese a las críticas de la derecha.

–Esa política no fue del Bndes, fue del gobierno brasileño; el Bndes es un banco controlado 100 por ciento por el gobierno. Nosotros consideramos que el proceso de relaciones democráticas en Cuba pasa por apostar por la apertura, pasa por apostar por la inversión. Y pasa por apostar por la apertura de la relación comercial entre EE.UU. y Cuba. El embargo no lleva a nada, después de más de medio siglo no llevó a nada.

Creo que Estados Unidos dio un paso extremadamente feliz, estratégico, para América latina. Y digo más, creo que el presidente Obama dio ese paso con mucho coraje y creo que esto no vuelve atrás, la rueda de la historia no retrocede, creo que ahora van a haber inversiones en Cuba.

Cuba es un país especial para nosotros, latinoamericanos, y sé que para los mexicanos más aún. Ahora bien todo esto que pasó entre Estados Unidos y Cuba no fue sólo por mérito de ellos, en este sentido me gustaría hablar un poco del papa Francisco, ¿puedo hacerlo?

–Por supuesto.

–Quiero decir que el papa Francisco tuvo un papel fundamental, porque además de ser el jefe de la Iglesia Católica Apostólica Romana, él fue alguien con el discernimiento necesario para percibir que si había algo importante para los pueblos de este hemisferio, para el de Cuba en especial, era esa reanudación de las relaciones.


Presidentes Peña Nieto, México y Dilma Rousseff, Brasil. 
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China y México.

La semana pasada el gobierno chino anunció un respaldo de entre 7000 y 10.000 millones de dólares para que la petrolera estatal cuente con recursos con los que financiar sus proyectos de infraestructura, especialmente los destinados a las cuencas del pre-sal, de donde ya se extraen 800 mil barriles diarios, algo que sorprendió hasta a los optimistas, pues no es sencillo succionar crudo alojado a más de 5000 metros de profundidad.

“Nosotros le asignamos un papel estratégico a Petrobras, ella tiene algo que nadie tiene, que es conocer como pocos la cuenca sedimentada continental brasileña. Eso es algo que nadie podrá quitarle a Petrobras, puede venir quien quiera a competir con ella”, puntualiza Dilma.

“Petrobras es una gran empresa... recientemente pasó por un proceso de investigación judicial, pero hay que tener en cuenta que Petrobras cuenta con 90.000 empleados... y sólo cuatro funcionarios están en estos momentos bajo acusación de una probable caso corrupción. Pero este proceso no impidió que Petrobras haya ganado en Houston un premio que es una especie de Oscar a las empresas de gas y petróleo”, refuerza la mandataria que mañana inicia su primera visita de Estado a México.

Desde la Cumbre de las Américas de 2005, en Mar del Plata, creció el distanciamiento entre México y parte de Sudamérica debido al apoyo dado por Vicente Fox al ALCA, proyecto rechazado de plano por la troika que formaban Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Lula.


Presidentes Néstor Kirchner, Lula  y Hugo Chávez. Argentina, Brasil y Venezuela.
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–¿Su viaje es el reencuentro entre Brasil y México?

–Creo que mi viaje abre un nuevo capítulo en nuestras relaciones. Cuando recibí al presidente Enrique Peña Nieto, él vino poco después de ser electo, coincidimos en que para Brasil era fundamental aproximarse a México y para México era fundamental aproximarse a Brasil. Y que era fundamental para toda nuestra región que esto ocurriera. Estoy convencida de que los dos países se beneficiarán en lo económico y comercial, y creo que el acuerdo automotor en vigor ha sido un paso importante. Ese acuerdo muestra cuál es el camino a seguir, y que es posible firmar otros acuerdos. Tengo la convicción de que esta conveniencia es mutua y creo que el presidente Peña Nieto opina lo mismo.

Hay personas que consideran que las economías de Brasil y México compiten entre sí, yo creo que ésa es una visión equivocada, nuestras economías son complementarias. Nuestros países representan los dos mayores mercados de América latina, y es importante que México puede hacer más inversiones en Brasil, y viceversa. Nosotros somos el segundo destino de inversiones directas mexicanas, sólo nos supera Estados Unidos, esto quiere decir que ya hay una rueda que está girando y esto favorece la integración.

Me alegró saber de que la empresa brasileña Braskem formará una sociedad con la mexicana Idesa para crear un polo petroquímico. Considero que nuestros países están en condiciones de hacer acuerdos a partir de la complementariedad de la cadena productiva, producir una parte acá y otra allá. Esto puede ocurrir en la industria naval, en la cadena de gas y petróleo, donde México tiene Pemex y Brasil tiene a Petrobras, que son empresas que tienen modelos regulatorios similares.

–¿Podemos hablar entonces de un vínculo sólido?, ¿surge el eje mariachi-bossa nova?

–No, mejor vamos a llamarlo eje tequila y caipirinha (riendo).

–¿Es posible un acuerdo Pemex-Petrobras?

–Yo siempre considero que es posible, y ya hubo un acuerdo en 2005 que está en vigor, que es el Convenio General de Colaboración Científica, Técnica y de Entrenamiento. Petrobras es una empresa con acciones cotizadas en las bolsas de valores (Nueva York y San Pablo) y Pemex está adoptando un marco regulatorio similar. Podemos actuar en el plano de las inversiones, en la cadena de proveedores, donde nosotros podemos participar porque en Brasil tenemos astilleros.

–¿Pemex podría explotar petróleo en Brasil?

–Claro que puede. Puede Pemex al igual que cualquier otra empresa extranjera.

–¿Brasil está interesado en ello?

–Lógico, no tenga dudas de que es así. Creo que esto también será conveniente para Petrobras porque Petrobras cuenta con tecnología de exploración en aguas ultraprofundas.


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