Nuestra mirada dialéctica, científica a los acontecimientos sociales,
políticos, reformistas y revolucionarios de los 150 años de historia
política. Carlos Marx y Federico Engels y la creación de la I Internacional en
1864, la lucha política contra el anarquismo y los “socialismos” utópicos; Federico Engels y Vladimir I. Lenin en la
creación de la II Internacional 1889,
la lucha política contra el reformismo, el revisionismo, el parlamentarismo
socialista y años después en tiempos de la “I
Guerra Mundial”, contra la Social-democracia. La III Internacional 1919, tiempos de la Revolución Bolchevique. Lenin, Stalin, Trotsky,
centrada principalmente contra la social democracia y los “restos
políticos de la II Internacional “y media”,
el reformismo y el parlamentarismo. El
Socialismo, la Revolución Bolchevique, la construcción de los Frente Único
contra el fascismo y nazismo en los tiempos de la II Guerra Mundial. El Socialismo, la reconstrucción de
Europa, las teorías científicas del Socialismo frente al “Estado de Bienestar”
y las tesis centrales del Keynesianismo.
La Revolución china y el socialismo de Mao
y la construcción de la República Popular China, 1949. La década de los 50’ y 60’, y los movimientos
de Liberación Nacional. Asia, África y América Latina.
América Latina el “ingreso” de las ideas socialistas desde finales
del siglo XIX – 1890-1900 – Argentina, Chile, Uruguay; Los
movimientos sindicales de orientación socialista, militantes de la III
Internacional. Los Partidos Comunistas en Argentina, Chile, Brasil, Uruguay. El
movimiento por la Reforma Universitaria. Mariátegui
en la historia política del Perú y América Latina. La Revista Amauta y su influencia en el pensamiento político
latinoamericano. Los 7 Ensayos de la
Realidad Peruana. La crisis del socialismo, la represión de las dictaduras
militares. La Revolución Cubana –
1959 – Fidel. Abren en la historia
política de América Latina un nuevo “capítulo” por la influencia que marca
sobre los movimientos políticos socialistas y comunistas latinoamericanos. El “modelo”
cubano sobre la Revolución, se impone como “copia y calco”. Ernesto “Che” Guevara en la historia
política de Nuestra América. Salvador
Allende y el socialismo en democracia en Chile. El imperialismo, la intervención
de la CIA en la derrota “sangrienta” de la Unidad Popular en Chile, el “terrorismo político
militar” de los 70’ en contra de los movimientos políticos de Liberación
Nacional. La derrota de los movimientos políticos de “izquierda guevarista” en Brasil, Argentina, Bolivia, Uruguay,
Perú. Finalizando el siglo XX los movimientos
sociales anti-crisis del capitalismo, movimientos anti-dictaduras y movimientos
sociales anti-globalización neoliberal, todos en varios países concatenan
plataformas de lucha contra las dictaduras
y los gobiernos neoliberales. (in)surgen los nuevos movimientos políticos
de “izquierda democrática”, abren nuevas puestas políticas hacia el siglo XXI. Nicaragua,
Venezuela, Bolivia, Brasil, Uruguay. Reflexiones “fríamente” si a lo largo de
este proceso político-histórico por más de 150 años, aún está encendida la “luz
de la esperanza” para construir una América diferente – Nuestra América – la Patria Grande en la
lucha política: Otro Mundo Socialista, si es posible.
/////
Carlos Marx.
ORIGEN Y PRESENTE DEL SOCIALISMO.
*****
Iñaki
Gil de San Vicente.
Rebelión
martes 12 de mayo del 2015.
El
socialismo está siempre en adecuación y adaptación porque el capitalismo, su
enemigo mortal, se adapta y adecua permanentemente. La lucha de clases es
movimiento continuo a partir de las contradicciones sustanciales del
capitalismo, lo que hace que la teoría socialista deba (re)crearse, descubrir e
integrar los brotes que emergen de las raíces y las vivifican. Por esto, está
condenada al fracaso cualquier definición cerrada, fija, dogmática del
socialismo. La lucha de clases es la que impulsa con sus lecciones prácticas el
enriquecimiento teórico del socialismo.
La
lucha de clases mundial es la que enfrenta en todo momento de una forma u otra,
pública o soterradamente a la minoría capitalista con la humanidad trabajadora,
el capital con el trabajo. La lucha de clases particular, local, es la que se
libra en cada pueblo, en cada nación o región del planeta entre las burguesías
y los pueblos trabajadores de esos lugares. No puede existir una sin otra
porque son formas de la misma esencia. El socialismo es la fusión de estas dos
expresiones de la unidad: la mundial y general, y la nacional y local. Unidad
que se reaviva al desarrollar formas nuevas en la historia del capitalismo
desde el siglo XV hasta ahora: mercantil y comercial, industrial y bancario, financiero
e imperialista, imperialista y especulativo en la actualidad. En lo relacionado
con el avance teórico-político, podemos discernir cinco fases:
La
primera es la pre-socialista, con luchas heroicas y dignas de mujeres, pueblos
esclavizados, campesinos, artesanos y trabajadores urbanos. Sus resistencias se
reflejan mal que bien pese a censuras, represiones y mentiras, en sus mitos,
religiones, tradiciones y culturas populares. Valores y principios éticos con
contenidos emancipadores básicos que se enfrentaron a la opresión e injusticia.
Pero a la vez, al final de esta fase el pensamiento burgués crea los
fundamentales argumentos contra los que va a tener que enfrentarse el
socialismo hasta nuestros días: la economía política clásica, la filosofía kantiana,
el eurocentrismo, la tesis del contrato social y de los derechos humanos
burgueses, el feroz individualismo maltusiano y la sociología como «ciencia»
antisocialista. Las revoluciones de 1848 marcan el declive de esta fase, que es
definitivo con la derrota de la Comuna de París de 1871. En Nuestra América
esta fase impresiona porque ya existía antes de la invasión europea pero se
multiplicó desde el mismo 1492, con vibrantes y tenaces luchas que nos iluminan.
La
segunda fase tiene una de sus fundamentales expresiones teóricas en el Manifiesto Comunista de 1848 en donde se
critican varios «socialismos»; «socialismo reaccionario» que se divide en
feudal, pequeñoburgués, y alemán o “verdadero”; el «socialismo conservador o
burgués»; y «el socialismo y el comunismo crítico-utópico». En el Manifiesto aparece una de las fundamentales
características del socialismo: la planificación estatal de la economía con una
programación estratégica. En esta fase se avanza teóricamente en el Mensaje del Comité Central a la
Liga de los Comunista de
1850, El 18 Brumario… de 1852, etc., que marcan un hito y
que junto a los Grundrisse que empiezan a redactarse en 1857-58 y
a la Contribución a la Crítica
de la Economía Política de
1859, van sentando las bases de logros posteriores.
La
complejidad de la estructura de clases, del Estado, de la política, de las
luchas nacionales y anticoloniales, etc., es desmenuzada analíticamente en
muchos textos de esta fase segunda que no podemos reseñar ahora, excepto para
explicar cómo en este período surge una respuesta capitalista a las crisis de
poder que, con el tiempo, derivará en el nazifascismo. La crisis sociopolítica
en el Estado francés es resuelta por su clase dominante con el recurso del
bonapartismo, forma autoritaria de gobierno basada en una potente burocracia
estatal en manos de un caudillo o dictador que cuenta con algún apoyo de masas
reaccionarias. Las iniciales críticas a la burocracia estatal de la primera
fase del socialismo se amplían y enriquecen ahora mediante la crítica del
bonapartismo.
La
tercera fase se inicia con la creación de la I Internacional de 1866-76 y el
libro I de El Capital, de 1867,
al que seguirá la Crítica del
Programa de Götha en 1875, el Anti-Dühring de 1878, La mujer y el socialismo de 1879, El origen de la familia… de 1884, la Crítica del Programa de Erfurt de 1891, la primera edición
inglesa Del socialismo utópico
al socialismo científico, de 1892, por citar algunos textos. Empiezan a
tomar forma algunas cuestiones centrales pero aún poco definidas sobre cómo
podrá ser la sociedad socialista futura y luego la comunista. También se
fortalece la conciencia del poder alienador e integrador del capitalismo entre
otras cosas gracias a las sobreganancias colonialistas y de nación opresora, al
fetichismo, etc., como se demostrará.
La
derrota de la Comuna de 1871, la Gran Depresión de 1873-95, la II Internacional
de 1889, las leyes antisocialistas de 1878-90 y otras más, la oleada de luchas
de 1905, las luchas anticoloniales y la revolución mexicana de 1910, las
contradicciones interimperialistas y la guerra de 1914 son momentos que marcan
el auge, la crisis y el hundimiento de esta fase que deja decisivas lecciones
para el socialismo, entre ellas la definitiva formulación teórica del
reformismo por un lado, y por el otro la también definitiva formulación del
ideario burgués más reaccionario después del nazifascismo: la teoría
marginalista o economía vulgar, padre del neoliberalismo, y la sociología como
«ciencia social» de los imperialismos.
José Carlos Mariátegui. Lima 1928 con los fundadores de la CGTP.
***
La
cuarta fase comienza con la guerra de 1914 y la bancarrota de la II
Internacional, y
se simboliza en la revolución bolchevique de 1917, fase que aporta lecciones
totalmente vigentes pese a la implosión de la URSS en 1991. En el tema de la
concreción del socialismo hay aportaciones decisivas: en 1917 Lenin publica El Estado y la revolución en donde, entre otras muchas
cosas, muestra que el socialismo es la antesala del comunismo o la primera
etapa limitada e imperfecta del comunismo pleno. El Estado burgués debe ser
destruido y debe crearse un Estado obrero sostenido en el poder de los soviets,
de los consejos obreros y populares, y en la más profunda democracia socialista
que devuelva la libertad a las mujeres y a los pueblos oprimidos. Además, el
avance al socialismo se librará luchando a vida o muerte contra el imperialismo
por lo que ha de ser una lucha internacional y a la vez de liberación nacional.
Por esto hay que crear la III
Internacional en 1919 porque,
entre otras muchas razones, el tránsito al socialismo puede ser derrotado
reinstaurándose el peor capitalismo.
Venimos
insistiendo en que el enriquecimiento teórico del socialismo y su misma
definición va unida desde la década de 1840 a los vaivenes, derrotas y
victorias de la lucha de clases mundial, y la fase cuarta lo confirmará de
manera irrefutable. Los extraordinariamente ricos debates de esta época son
incomprensibles si olvidamos la extraordinaria brutalidad del capitalismo
mundial multiplicada desde entonces hasta ahora, ferocidad negada por la historiografía
burguesa.
La
teoría del imperialismo; del Estado; de la cuestión
nacional; de la dialéctica; de la burocracia; de la cultura socialista, de la
familia y de la pedagogía; de la libertad sexual; de las identidades de fondo
entre los dilemas «socialismo o barbarie» de 1915 y «caos o comunismo» de 1919; de la economía social y
cooperativa dentro de la planificación estatal, de la incompatibilidad entre
mercado y socialismo, del capitalismo de Estado bajo la democracia socialista,
de la extinción del valor y del dinero; de la socio-ecología en el socialismo;
del pueblo en armas y de la extinción del derecho; de las relaciones con
potencias imperialistas, del sindicalismo rojo, de la estabilización o crisis
del capitalismo y el fascismo; del materialismo histórico y la marcha
dialéctica y abierta o mecánica y cerrada de los pueblos del mundo al
socialismo; de la valía de los textos «juveniles» del marxismo, las purgas y la
ética socialista… esto y más llegará a niveles extremos con la Gran Crisis de
1929 que sólo acabará parcialmente en 1945, hasta concluir en 1991.
El Manifiesto Comunista criticó
los «socialismos» del momento. A
finales del siglo XIX crecen diversos reformismos que a partir de 1914
defenderán a muerte al capitalismo en nombre del «socialismo». Las terribles
condiciones internas y externas que casi asfixian a la URSS facilitan su
burocratización desde finales de la década de 1920, lo que fuerza la aparición
de socialismos que reclamándose del marxismo llegan a enfrentarse entre sí durante
una falsa «guerra fría» que en realidad fueron y siguen siendo múltiples
guerras calientes con millones de víctimas desconocidas.
Guerras
provocadas por el capital y los imperialismos, que endurece su
contraofensiva contra el socialismo en cualquiera de sus expresiones para
descargar sobre la humanidad trabajadora los costos de La Crisis que estalla a
finales de la década de 1960 y se agrava en 1973. El final de la cuarta fase
del socialismo en 1991 se precipita bajo estas agresiones totales que dan un
salto con el neoliberalismo y el ataque a los derechos y conquistas sociales,
ataque devastador contra la identidad trabajadora, remilitarización
imperialista, desregularicación financiero-especulativa, ideología
individualista extrema, negación de la lógica de la historia y reactivación
planificada de irracionalismos, esquilmación de la naturaleza, privatización
del conocimiento y de la vida, sobreexplotación de la mujer, nueva esclavización
de la infancia…
Ernesto "Che" Guevara y Fidel Castro. Cuba 1960.
***
La
quinta fase comenzó en medio de la derrota de un socialismo que había dejado de
serlo aunque
conservaba restos de las conquistas innegables de su esplendor perdido, logros
que hay que actualizar porque son imprescindibles ahora y mañana. Pero a la vez
y muy significativamente, esta derrota no hacía sino confirmar la razón teórica
básica del socialismo crítico y dialéctico, el que no había claudicado a los
sucesivos cantos de sirena de la II Internacional, de la burocracia estalinista,
de la sociedad posindustrial y del eurocomunismo en los ’70 y ’80; de la
«tercera vía» socioliberal, de las modas post, de la artificialidad vacua del
negrismo y de los múltiples sujetos aislados que se aglomeran en la multitud
del 2000; del fin del trabajo y de la nueva economía cognitiva, del populismo
de los significantes vacíos, del proletariado extinto sustituido por la gente,
la ciudadanía, los de abajo, por ese 99% opuesto al 1% que no expresa cualidad
social alguna sino pobre cuantificación sin sustancia.
Cada
final de fase socialista ha conllevado un desplome de los dogmas plomizos ya
obsoletos y
la recuperación de las ideologías burguesas elaboradas en las antagónicas fases
capitalistas. Resurgen así con nuevos argumentos las clásicas luchas teóricas y
filosóficas ya existentes en la segunda mitad del siglo XIX. La diferencia
actual es que el socialismo crítico ha conservado y está actualizando los
fundamentos teóricos que explican las contradicciones capitalistas y que
sustentan la estrategia comunista. Se agudiza y radicaliza la unidad y lucha de
contrarios teóricos irreconciliables en medio de la Gran Depresión del siglo
XXI que tiene una gravedad cualitativamente superior a todas las crisis
anteriores. La fuerza teórica del socialismo dialéctico y crítico aparece ahora
en toda potencia revolucionaria porque es durante las crisis cuando se
demuestra la certeza o incerteza de las teorías.
El
socialismo, el marxismo, ha elaborado una crítica del capitalismo basada en la
demostración de que los capitales individuales se centralizan y concentran en
cada vez menos grandes corporaciones; en que este proceso va unido al aumento
de las masas de capital dedicadas a nuevas máquinas y tecnología, aumentando
así la composición orgánica del capital; esto hace que la tasa media de
beneficio tienda a la baja, lo que obliga a los capitalistas a aplicar
contratendencias que faciliten su recuperación; todo lo anterior hace que
aumente la proletarización social y que se socialice aún más la producción.
Todo ello hace que si bien aislada e individualmente algunos capitalistas
buscan racionalizar su negocio particular no tengan más remedio que, por un
lado, despedazarse, comerse unos a otros; por otro lado, aplastar a la clase
obrera; además, intentar monopolizar la ciencia para que no se beneficien otros
capitalistas y mucho menos los pueblos y Estados rebeldes; y por último
maximizar la destrucción de la naturaleza sin reparar en desastres a medio
plazo.
Hugo Chávez - el Comandante de la revolución Bolivariana. Venezuela, y Fidel Castro el Líder histórico de la Revolución Cubana y latinoamericana.
***
Resulta
así que la enana racionalidad parcial se convierte en incontrolable
irracionalidad global. Cada vez menos burgueses se apropian de mayor parte de
la producción social, multiplicando la riqueza del capital y la pobreza
relativa y absoluta del trabajo. Al reducirse la capacidad de compra del pueblo
aumentan las mercancías que no se venden y los empresarios tienen que gastar
más en marketing, sector servicios y préstamos, pero también deben ralentizar
durante un tiempo la innovación tecnocientífica. Pero si la economía
productiva, el capital industrial no recupera su rentabilidad, entonces la
burguesía invierte los capitales sobrantes en negocios fáciles, finanzas
especulativas de riesgo, economía sumergida e ilegal, surgiendo así burbujas
cargadas de deudas impagables que estallan masificando la ruina y enriqueciendo
a la minoría.
Como
se invierte poco en industria se va acumulando un potencial productivo y
científico que no se activa porque el capitalismo no puede dar salida a las
mercancías que se amontonan en los escaparates ante un pueblo que sufre carencias
y penurias. Tarde o temprano, tantas contradicciones golpean la conciencia
alienada de las masas, parte de las cuales giran a la izquierda, otras a la
derecha, permaneciendo un sector pasivo e indeciso. Llegado ese momento es
decisiva la existencia de organizaciones comunistas. La burguesía endurece el
control sociopolítico y reduce las libertades: su Estado se prepara para
mayores represiones. La lucha de clases se encrespa. En 2007 la crisis que se
venía fraguando desde hacía tiempo entró en su «fase oficial» confirmándose de
nuevo la teoría marxista pero de manera más grave e inquietante. El
socialismo tiene razón: el futuro será comunista o no será.
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Texto
redactado para la editora Trinchera, de Venezuela.
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