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“La guerra se irá extendiendo cada
vez más por todas partes lentamente, algo que sin duda beneficiará al primer ministro israelí Netanyahu al igual que su gabinete de extrema derecha, incluidos sus
ministros sionistas religiosos más
radicales como Bezalel Smotrich y Itamar
Ben-Gvir, quienes tienen por objetivo escatológico
la creación del “Gran Israel”. Toda
la política de Netanyahu se basa sobre un “prestigio
mesiánico” según el cual el “Mashiaj”
(el mesías judío, el Rey de los judíos,
que se supone que subyugará a todas las naciones del mundo a los judíos, pero que para los cristianos y los musulmanes sería más bien el «Anticristo»
o «Dajjal») está a punto de llegar.
Por lo tanto, la guerra en contra de
los árabes desatada por los sionistas
radicales – seguidores de Ravi Kook
y Dov-Ber Levi Soloveitchik, que a mediados del siglo XX bendijeron la confiscación
de tierras árabes en aras de la construcción del “Gran Israel”, o del moderno rabino
Dov Lior, que promueve sus ideas
– es percibida como el cumplimiento de las palabras
bíblicas. Todo esto debe conducir a la destrucción de la Mezquita de Al-Aqsa en el Monte del Templo de Jerusalén y el
comienzo de la construcción del Tercer
Templo, en el que debería reinar el Mashiaj
judío. Al mismo tiempo, se producirá un levantamiento escatológico de la población islámica de toda la región, especialmente los chiíes.
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EL CONFLICTO DEL MEDIO ORIENTE
ES EL INICIO DE UNA GUERRA MUCHO MÁS GRANDE.
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Aleksandr Dugin, Geopolitika
Fuentes. Jaque al Neoliberalismo viernes
4 de octubre del 2024.
El hecho de que la República Islámica de
Irán lance misiles contra Israel
es el resultado natural de los ataques
israelíes al Líbano y Hezbolá,
el asesinato del líder y jeque Seyyed Hassan Nasrallah, además
del líder del brazo político de Hamás,
Ismail Haniyeh (asesinado, por cierto, en Teherán) y el genocidio en
Gaza. En este momento resulta imposible saber si los cientos de misiles iraníes han conseguido alcanzar sus objetivos, pues las hostilidades entre ambas partes ocultan por completo la realidad. Sin
embargo, es necesario prestarle atención
a la inevitable guerra que se está
desarrollando en el Medio Oriente y
sobre la cual muchos expertos han hablado a lo largo de los años. Esta guerra se ha hecho realidad y, por
lo tanto, se ha abierto un «segundo
frente» de confrontación entre
el mundo multipolar en ascenso
frente a la hegemonía occidental. El
primer frente es Ucrania y el segundo frente es Oriente Medio.
Durante mucho tiempo, después de la invasión israelí a Gaza y el comienzo del genocidio masivo de civiles, Hezbolá no se atrevió a entrar directamente en la guerra. Irán tampoco, debido a que intentaba crear una plataforma de dialogo con Occidente gracias a la llegada al poder del nuevo presidente del país. No obstante, el Líder Supremo de Irán, el Rahbar Ayatolá Jamenei, decidió lanzar un ataque masivo con misiles en contra de Israel. Este es un paso más en dirección a una escalada general, la cual ha comenzado con la invasión del sur del Líbano por parte de las tropas israelíes. El bombardeo de Beirut y todo el Líbano se ha convertido en una realidad que sin duda abrirá otro frente para Israel: Siria. Es posible que también Irak se vea arrastrado a este enfrentamiento, debido a que la población y el gobierno de Irak está principalmente compuesto por chiíes. En caso de que se produzca tal conflicto estaremos frente al inicio de una Gran Guerra en Medio Oriente.
Ahora bien,
¿Cuál es el equilibrio de fuerzas en caso de que se desate esta guerra? Por
supuesto, Israel tiene una ventaja tecnológica indiscutible, por
lo que, mientras la tecnología lo determine todo, Israel sin duda será la parte más fuerte del conflicto incluso si tenemos en cuenta lo fuertemente
armados que se encuentren Irán y
Hezbolá: sí, los líderes de Hezbolá
están muertos; sí, han sufrido grandes pérdidas tras el bombardeo usando electrodomésticos y localizadores por parte de la inteligencia israelí; y claro, Occidente se encuentra detrás de Israel. Sin embargo, no se puede
descartar la enorme superioridad
numérica que tienen las fuerzas de la Resistencia
en Medio Oriente frente a Israel, ya que la cantidad de palestinos tanto dentro (dos millones)
como fuera (cuatro millones en Gaza y
el Banco Oriental) de Israel pueden
convertirse en una masa incontrolable. Por supuesto, Occidente puede ayudar a Israel
a interceptar los cohetes de sus enemigos e incluso atacar por medio de la
tecnología, pero ¿qué hacer con el “mar
árabe” que rodea a Gaza y otros
territorios de Israel en una guerra
donde se violan todos los preceptos? Es posible que estalle una ira árabe incontrolable contra Israel que será imposible de contener por mucho tiempo.
La guerra se irá extendiendo
cada vez más por todas partes lentamente, algo que sin duda beneficiará al primer ministro israelí Netanyahu al igual que su gabinete de extrema derecha, incluidos sus
ministros sionistas religiosos más
radicales como Bezalel Smotrich y Itamar
Ben-Gvir, quienes tienen por objetivo escatológico
la creación del “Gran Israel”. Toda
la política de Netanyahu se basa sobre un “prestigio
mesiánico” según el cual el “Mashiaj”
(el mesías judío, el Rey de los judíos,
que se supone que subyugará a todas las naciones del mundo a los judíos, pero que para los cristianos y los musulmanes sería más bien el «Anticristo»
o «Dajjal») está a punto de llegar.
Por lo tanto, la guerra en contra de
los árabes desatada por los sionistas
radicales – seguidores de Ravi Kook
y Dov-Ber Levi Soloveitchik, que a mediados del siglo XX bendijeron la confiscación
de tierras árabes en aras de la construcción del “Gran Israel”, o del moderno rabino
Dov Lior, que promueve sus ideas
– es percibida como el cumplimiento de las palabras
bíblicas. Todo esto debe conducir a la destrucción de la Mezquita de Al-Aqsa en el Monte del Templo de Jerusalén y el
comienzo de la construcción del Tercer
Templo, en el que debería reinar el Mashiaj
judío. Al mismo tiempo, se producirá un levantamiento escatológico de la población islámica de toda la región,
especialmente los chiíes.
No cabe duda de
que tal situación no hará sino agravarse, pues los sionistas religiosos están convencidos de que el Mashiaj está a punto de llegar y que
sus acciones y agresiones causarán la
Guerra del Juicio Final. No
obstante, una parte significativa de la población israelí es laica y secular, por lo que no cree en tales ideas, organizando
manifestaciones de miles de personas
en contra de Netanyahu diciendo: “vivíamos en una sociedad democrática y de
repente se nos ha impuesto una guerra ajena y terrible”. Estas personas
culpan totalmente de lo ocurrido al primer
ministro de Israel.
También existe una
postura a favor de la guerra por
parte del mundo islámico: los chiíes ven este escenario como la
preparación de un evento escatológico
mundial donde Israel y el sionismo
son vistos como siervos del Dajjal, el
Anticristo, y deben ser eliminados.
Por otra parte, la mayoría de los
musulmanes de pie ven esta guerra
como una lucha por la supervivencia
y una guerra étnica donde los palestinos de Gaza están siendo
sometidos a una limpieza sistemática
por parte de Israel.
Es muy difícil predecir el cómo se desarrollarán todos estos acontecimientos y, obviamente, para la administración Biden se trata de un problema sumamente desafortunado porque desvía su atención de Ucrania, cuya importancia está pasando a un segundo plano. También se trata de un golpe a la economía mundial, ya que en cualquier momento Irán puede cerrar el estrecho de Ormuz y con ello afectar las vías de comunicación, sin hablar de su influencia sobre los huties yemeníes y su capacidad de operar en el Mar Rojo, el Mar Arábigo e incluso el Océano Índico. Por supuesto, es un escenario bastante sombrío para Estados Unidos. Aunque sin duda una oportunidad para Trump, que es un sionista y apologista de Netanyahu. Llegamos a un punto en que la creciente escalada en el Medio Oriente empieza a afectar al mundo entero, siendo esta la consecuencia más importante del estallido de una Gran Guerra.
Por un lado,
todo va encaminado a dar mayor apoyo a
las fuerzas de la Resistencia en
Medio Oriente en su enfrentamiento no solo contra Israel, sino contra
el Occidente colectivo que lo apoya, pero, por el otro, Putin (ciertamente en menor medida que Trump) siente cierta afinidad por las políticas derechistas
seguidas por el gobierno de Netanyahu,
la creación de un Estado fuerte y la
defensa de los valores tradicionales (judíos). De todos modos, la afinidad entre
estas políticas no es
suficientemente fuertes como para ir
en contra de nuestros intereses geopolíticos.
Vemos claramente que el Ministerio de Asuntos Exteriores y el Kremlin se inclinan a favor de Irán, los chiíes, los palestinos, los libaneses, los yemeníes, los iraquíes
y, desde luego, de todo aquel que lucha
contra el Occidente global. Pero con respecto a Israel, en algún momento tendremos que definirnos igualmente. No
debemos olvidar que algunos sionistas
de derecha apoyaron a Moscú en el conflicto ucraniano, lo que no deja de
ser importante. No obstante, ¿esto
pesará más que las alianzas geopolíticas con las fuerzas de la Resistencia en
Medio Oriente? La cuestión sigue
abierta, aunque opino que Rusia se decantará por un enfriamiento en las
relaciones con Israel.
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