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“Las
alternativas son posibles. Según la concepción de La Vía Campesina, se debe exigir una transición agroecológica que proteja los sistemas alimentarios locales y promueva un
nuevo marco de comercio basado en los principios de la soberanía alimentaria. E insta a implementar, con urgencia, políticas públicas que apoyen y
promuevan esa transición justa hacia una producción agroecológica que priorice modelos de economía campesina, social y solidaria. Las políticas
agrícolas dirigidas por las
corporaciones, denuncia La Vía Campesina, solo empeoran la crisis climática, y los productos agrícolas importados están causando una
creciente desesperación entre el campesinado,
por lo cual es imperativo “frenar el creciente poder de las
empresas en los espacios políticos de nuestros países y en los espacios
multilaterales”.
“Por
esta razón propone la elaboración e implementación de un
tratado vinculante de las Naciones
Unidas que regule las empresas
transnacionales, ponga fin a las violaciones
de derechos humanos, acabe con la impunidad
y garantice el acceso a la justicia
por parte de las comunidades afectadas.
El mensaje es claro: es urgente
establecer un sistema de respuesta al cambio
climático que reconozca al campesinado como un actor clave, en particular las mujeres campesinas, quienes en muchos países y culturas aún carecen de derechos legales. Por eso es esencial enmendar leyes y políticas públicas para garantizarles el derecho a la propiedad de la tierra reconociendo su rol histórico en la agricultura. Por otra parte, la defensa y protección de la población campesina, así como de las
personas que defienden los derechos
humanos, se convierte en tarea esencial frente a la violencia que vulnera esos derechos
y promueve estigmatización y
criminalización. Finalmente, el alegato de la Vía Campesina reivindica como fundamental la implementación de la Declaración de las
Naciones Unidas de 2018 sobre los Derechos del
campesinado y otros trabajadores rurales (UNDROP)
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Fuentes: Rebelión
SOBERANÍA ALIMENTARIA O HAMBRE SOBERANA.
Jornada
internacional por los derechos campesinos.
*****
Por Sergio Ferrari | 16/10/2024 | Ecología social.
Fuentes.
Revista Rebelión miércoles 16 de octubre del 2024.
En un planeta donde una de cada once personas padeció hambre en 2023, importantes movimientos sociales del campo consideran la soberanía alimentaria como el antídoto principal a este drama.
El
próximo 16 de octubre,
en ocasión del Día Internacional de
Acción por la Soberanía Alimentaria de los Pueblos contra las Transnacionales,
representantes del campesinado global
y de comunidades indígenas y migrantes, así como mujeres, niños y niñas campesinos, pescadores, pastores y pequeños productores,
convocan a manifestarse en todos los
continentes. El llamado es en defensa de
la vida, la alimentación sana y soberana de los pueblos y los derechos
campesinos.
La
convocatoria, difundida por La Vía Campesina, el mayor movimiento rural a nivel planetario,
presenta el contexto de esta convocatoria a la protesta ciudadana. Según La
Vía Campesina, que aglutina a unos 200
millones de campesinos de 180
organizaciones locales y nacionales en 81
países,
“diariamente
el mundo despierta con noticias sobre cómo la degradación del medio ambiente se
está agravando mientras las élites de poder corporativo no dejan de
enriquecerse gracias a las crisis que ellas mismas han generado”. Para La Vía Campesina, “la vida está
bajo amenaza constante y muchas políticas públicas están siendo despojadas de
derechos fundamentales como la salud, la vivienda y la alimentación, así como
de derechos colectivos y campesinos, [lo que] ha llevado a un deterioro de la
justicia social y la monopolización de los bienes comunes”
En este marco, el
campesinado global, junto con otros sectores sociales vulnerables, se confronta con el despojo permanente de sus
medios de vida y de subsistencia. Según La
Vía Campesina, esta realidad se agrava
debido a la ocupación militar de territorios que destruye
“la
biodiversidad y la Soberanía Alimentaria, al mismo tiempo que siembra terror y
arrebata vidas en varias partes del mundo, como Palestina, Líbano, Sudán, Yemen
y Haití”.
Aunque la protesta rural en muchas regiones continúa, la misma se confronta con la criminalización de la lucha por la tierra y el territorio, lucha que sigue cobrando vidas de activistas sociales en Honduras, Filipinas, Colombia y Brasil, entre otros países.
Para La Vía
Campesina, el despojo de tierras y la represión
sistémica son expresiones del modelo productivo hegemónico: el agronegocio (es decir, la gran producción agroindustrial para la
exportación), la explotación extractiva
y la minería. Modelo que además
agudiza la crisis climática y pone
en riesgo el derecho de los pueblos a la
alimentación. Según esta organización
internacional, más de 2 mil millones
de personas –casi un tercio de
la población mundial– lucha por acceder regularmente a una alimentación adecuada; en tanto, el hambre y la inseguridad alimentaria aguda ya afectan a otros 864 millones de personas, sobre todo mujeres y niños. Con el fin de construir una verdadera soberanía alimentaria, La
Vía Campesina exige un cambio
de fondo de políticas y del propio modelo productivo para que el planeta pueda alejarse
“de
la dependencia de productos agrícolas importados que emiten carbono y de la
agricultura impulsada por las corporaciones”.
Dos conceptos
diferentes.
La
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) considera que se puede hablar de seguridad alimentaria
cuando las personas tienen acceso a alimentos sanos y nutritivos que
brindan satisfacción a sus necesidades alimenticias, sostienen su organismo y
les permiten gozar de una vida sana
y llena de energía).
Según la
Organización No Gubernamental Acción
contra el Hambre, la seguridad alimentaria tiene
que ver con el costo de una dieta
saludable y el acceso a la misma. En otras palabras, con el poder
adquisitivo de una persona para comprar
alimentos que le garanticen una buena alimentación y así evitar la desnutrición
Por su parte,
La Vía Campesina subraya el
concepto de soberanía alimentaria, como
“el derecho
que cada pueblo tiene para definir su política en materia de alimentos”.
El objetivo de la misma es devolverle al consumidor la capacidad de
decisión y de control de lo que lleva a la mesa independientemente de los
intereses de los grandes productores
agroindustriales. Esta organización apuesta a que la soberanía de una región o
país no se vea afectada por su dependencia
de la producción de alimentos en
otros países y su importación a gran
escala.
Como lo explica Acción
Contra el Hambre, hasta hace poco los conceptos de soberanía y seguridad se
entendían de la misma forma, prácticamente como sinónimos. Pero la situación cambió
cuando se liberó el comercio de productos alimenticios y agropecuarios a favor de grandes empresas que, en muchos casos,
absorbieron una cantidad significativa de pequeños productores rurales. “Una de
las principales diferencias entre estos términos”, señala Acción Contra el Hambre,
“es
que seguridad alimentaria es un
concepto neutro que no juzga la concentración de poder en los niveles del
comercio de alimentos, mientras que soberanía
alimentaria contrasta la asimetría del poder en los diversos mercados
mundiales”.
Es esta nueva
realidad lo que ha llevado a La Vía Campesina a identificar como
prioritaria la soberanía alimentaria,
y es dentro de este marco de referencia conceptual que la movilización del 16 de octubre aboga por
“una
transformación sistémica que proteja nuestra relación simbiótica con la Madre
Tierra y que garantice la justicia social, la paz y una reforma agraria
integral que nos asegure vivir con dignidad, libres de pobreza y hambre”.
Las
alternativas son posibles.
Según la
concepción de La Vía Campesina,
se debe exigir una transición
agroecológica que proteja los sistemas alimentarios locales y promueva un nuevo marco de comercio basado
en los principios de la soberanía
alimentaria. E insta a implementar, con urgencia, políticas públicas que apoyen y promuevan esa transición justa hacia una producción agroecológica
que priorice modelos de economía
campesina, social y solidaria.
Las políticas
agrícolas dirigidas por las
corporaciones, denuncia La Vía
Campesina, solo empeoran la crisis
climática, y los productos agrícolas
importados están causando una creciente desesperación entre el campesinado, por lo cual es imperativo
“frenar
el creciente poder de las empresas en los espacios políticos de nuestros
países y en los espacios multilaterales”.
Por esta
razón propone la elaboración e
implementación de un tratado vinculante de las Naciones Unidas que regule las empresas transnacionales, ponga fin a las violaciones de derechos humanos, acabe con la impunidad y garantice el acceso
a la justicia por parte de las comunidades
afectadas.
El mensaje es
claro: es urgente establecer un
sistema de respuesta al cambio climático
que reconozca al campesinado
como un actor clave, en particular
las mujeres campesinas, quienes en
muchos países y culturas aún carecen de derechos legales. Por eso es esencial enmendar leyes y políticas públicas para garantizarles el derecho a la propiedad de la tierra reconociendo su rol histórico en la agricultura.
Por otra parte, la defensa y protección de la población campesina, así como de las personas que defienden los derechos humanos, se convierte en tarea esencial frente a la violencia que vulnera esos derechos y promueve estigmatización y criminalización. Finalmente, el alegato de la Vía Campesina reivindica como fundamental la implementación de la Declaración de las Naciones Unidas de 2018 sobre los Derechos del campesinado y otros trabajadores rurales (UNDROP)
Debate
internacional.
Desde su
fundación en 1993, La Vía Campesina
no solo ha buscado crecer como organización
de referencia del mundo rural;
también ha promovido la disputa de espacios
de debate en organizaciones
internacionales, especialmente Naciones
Unidas. Esta sigue siendo una línea
prioritaria de acción que la llevará a participar en varios eventos con movilizaciones sectoriales o regionales
en los próximos meses. Entre otros, la
convocatoria en defensa de la
biodiversidad en el marco de la Conferencia
de las Partes COP 16, “Paz con la
Naturaleza”, en Cali, Colombia,
del 21 de octubre al 1 de noviembre,
y el Tercer Foro Global Nyéléni
por la Soberanía alimentaria, la
Justicia global y el Cambio sistémico, en India en 2025.
En cuanto a
Europa, la Coordinadora Europea de La Vía Campesina vuelve a la carga e
insiste en que “debemos priorizar la
Soberanía Alimentaria” en el próximo ajuste de la reglamentación de la Política Agrícola Común (PAC). La PAC
es la política común para todos los países de la Unión Europea y se gestiona
y financia a escala continental mediante los recursos del presupuesto de la
Unión.
Comentando sobre el impacto del actual episodio inflacionario, en particular en los alimentos, desde que estalló la guerra Rusia-Ucrania, la Coordinadora señaló que esta nueva
situación
“también
debe llevarnos a replantear la estabilización de los precios de los alimentos
como un objetivo en sí mismo dentro de la Política Agrícola Común”.
Y definió la
agenda futura: garantizar precios justos y estables; aumentar el número de campesinos y campesinas y de explotaciones agrícolas; ajustar los
volúmenes de producción a la capacidad física de los territorios confrontar los problemas
climáticos y ambientales
actuales; prevenir la desestabilización
de los mercados alimentarios; minimizar las consecuencias de la monopolización de los eslabones de la cadena alimentaria y disponer de herramientas regulatorias para
intervenir de manera eficaz y reequilibrar
los mercados. Todo esto, apoyando la transición
agroecológica y las prácticas
agrícolas sostenibles, reforzando la
política de prevención y gestión de
crisis y aumentando la regulación
de las importaciones. Sin duda, se trata de un verdadero programa
rural alternativo para el viejo mundo, en busca de
nuevos paradigmas de futuro.
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