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En diciembre del 2011,: expresamos sobre la
situación económico, social y política de Islandia; La presión popular ha provocado grandes cambios en el país. Es el
“nuevo” poder de la sociedad civil emergente La gran mayoría de la
población occidental sueña desde 2008
con decir “no” a los bancos, pero nadie se ha atrevido a hacerlo. Nadie,
salvo los islandeses, que han
llevado a cabo una revolución pacífica
que ha conseguido no sólo tumbar un gobierno y redactar una nueva constitución,
sino encarcelar a los responsables de la debacle económica del país. La
semana pasada fueron detenidas 9 personas en Londres y en Reikiavik (capital de Islandia)
por sus responsabilidad en el colapso financiero de Islandia en 2008, una
profunda crisis que devino en una reacción
ciudadana sin precedentes que cambió el rumbo del país. Ha sido la
revolución sin armas de Islandia, el país que acoge a la democracia más
antigua del mundo (desde el año 930),
y cuyos ciudadanos han logrado cambiar a base de manifestaciones y caceroladas.
¿Y por qué el
resto de los países occidentales ni siquiera se ha enterado? .
§ Islandia, la "democracia más antigua", tiene apenas 300.000 habitantes y el 60% de ellos vive en su
capital, Reykjavík, que es la capital más nórdica del mundo y significa “La
bahía del humo”.
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Mientras en Abril del 2012, decíamos sobre
Islandia: La presión popular
ha provocado grandes cambios en el país. Es el “nuevo” poder de la sociedad
civil emergente La gran mayoría de la población occidental sueña
desde 2008 con decir “no” a los bancos, pero nadie se ha atrevido a hacerlo.
Nadie, salvo los islandeses, que han
llevado a cabo una revolución pacífica
que ha conseguido no sólo tumbar un gobierno y redactar una nueva constitución, sino encarcelar
a los responsables de la debacle económica del país. La semana pasada
fueron detenidas 9 personas en Londres y en
Reikiavik (capital de Islandia) por su responsabilidad en el colapso
financiero de Islandia en 2008, una profunda crisis que devino en una reacción ciudadana sin precedentes que
cambió el rumbo del país. Ha sido la revolución sin armas de Islandia, el país
que acoge a la democracia más antigua del mundo (desde el año 930), y cuyos ciudadanos han
logrado cambiar a base de manifestaciones y caceroladas. ¿Y por qué el resto de los países occidentales ni siquiera se ha
enterado? .
Islandia
es un país de poco más de 300.000 habitantes.
No tiene ejército. Su Gobierno - según se manifiesta - representa la "Democracia más antigua" desde
el año 930. Y,
sin embargo, derrotó a los centros financieros más importantes del mundo a base
de su firmeza y voluntad popular. En las
ligas de riqueza que periódicamente se publican, Islandia aparecía como uno
de los países más ricos del mundo, ya que su PIB per cápita era de los más
elevados. Y todo ello se atribuía a la enorme desregulación de la banca,
permitiéndole a ésta lo que quisiera, sin ningún tipo de regulaciones, frenos o
inhibiciones. Islandia era el paraíso
del neoliberalismo. Las políticas del gobierno islandés estaban orientadas
a facilitar y dar la bienvenida al capital financiero de otros países, como
Gran Bretaña y Holanda. Ello condujo a
una situación en la que todo el mundo se endeudó, incluyendo el Estado. La deuda pública pasó de ser 200 veces el
PIB del país en 2003 a 900 veces en 2008. Todo parecía ir sobre ruedas
hasta que estalló la crisis financiera europea. Entonces, la economía islandesa colapsó. Los tres bancos más
importantes de Islandia, Landbanski,
Kaupthing y Glitnir fueron nacionalizados. Y su moneda se desmoronó. Su valor
descendió un 85% respecto al euro.
Este desastre financiero fue el origen
de una revolución popular que cambió el rumbo del país, hasta entonces gobernadas por elites
familiares que habían controlado el poder financiero y político del país. Tal
revolución popular recuperó su soberanía perdida. El gobierno, respondiendo al colapso, había negociado un préstamo de
3.500 millones de euros de varias fuentes y países. Pero como condición,
tanto el FMI como la Unión Europea
quisieron imponer unas condiciones draconianas a la población islandesa, tal
como está ocurriendo en Grecia, Irlanda,
Portugal, España e Italia. Entre estas condiciones estaba una que exigía
que cada ciudadano en Islandia pagara el equivalente a 100 euros al mes durante
los próximos quince años a fin de pagar la deuda debida a tales bancos. Esta demanda fue la que sacó a la población
a la calle, y así comenzó la revolución islandesa. La idea de que la ciudadanía tenía que pagar el desastre creado como
consecuencia del comportamiento irresponsable de la banca, que contó con la
complicidad del Estado, fue más de lo que la gente podía tolerar. (La
crisis del capitalismo y cárcel para sus gobernantes en Islandia. Diciembre del
2011.) Como siempre los responsables directos fueron y siguen siendo la Unión Europea y el Fondo Monetario
Internacional. Hoy intentan “lavarse sus manos” sucias
manchadas de corrupción, avaricia y traición a su soberanía.
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La situación económico-social y política de la zona-euro, Unión Europea, representa hoy la realidad de un Volcán que está estallando por zonas -.España, Grecia, Portugal, Irlanda, etc - Con la profundización y extensión de la crisis estructural y el fracaso de las políticas de austeridad, en los próximos días o semanas se espera la GRAN EXPLOSIÓN de todo el sistema que hoy es un salvaje y brutal desastre.
***
EUROPA es un volcán. Islandia crece y rechaza las
políticas de austeridad.
*****
Miércoles 10 de octubre del 2012.
Juan Diego
García (especial para ARGENPRESS.info)
En el contexto de la actual crisis mundial, al
desconcierto inicial de la ciudadanía en el Viejo Continente ha seguido la
indignación, y ante la falta de soluciones y un horizonte cargado de los peores
augurios, se produce ahora la movilización masiva de las clases laboriosas. Las
exigencias apuntan a la reforma drástica del actual modelo de capitalismo
(neoliberal) sin que falten quienes señalan la necesidad de desmantelar por
completo el mismo sistema y crear sobre sus escombros un orden social
diferente.
Probablemente sean mayoritarios quienes proponen
tan solo un capitalismo reformado, sometido al control público, semejante al
que propiciara el pacto capital-trabajo fundamento del modelo europeo de
capitalismo que ha traído a la población una estabilidad económica y social y
un bienestar material inéditos. Es general el sentimiento de rechazo a las
políticas de “americanización” de Europa, es decir a la implantación de un
modelo de sociedad similar al de Estados Unidos. Además, para algunos de estos
países (sobre todo del sur del continente) la estrategia neoliberal significa
casi homologarlos ya no a los Estados Unidos sino a algún país de América
Latina.
Las propuestas revolucionarias de “otro mundo
posible y necesario” son ciertamente muy racionales pero aún no alcanzan un
respaldo social suficiente. Desmantelar el capitalismo, resolver con otra
lógica la cuestión de la producción y el consumo, buscar un equilibrio
indispensable con el medio natural y en general superar el beneficio (de la
empresa) como el motivo último de la actividad humana constituyen una propuesta
que si bien suscriben destacados grupos de activistas sociales y reconocidas
autoridades académicas aún no cuenta con el respaldo masivo necesario para imponer
las soluciones con la urgencia que la situación exige.
En realidad, y a pesar de la indignación ciudadana
que llena a diario plazas y calles, la oposición social no se traduce aún en la
organización eficaz y en la capacidad política necesarias para materializar sus
exigencias con medidas concretas de cambio. En general la gente mantiene su
confianza en el sistema de representación burgués aunque no ahorre críticas muy
duras a su funcionamiento y a la corrupción de la llamada “clase política”. Si
bien la ciudadanía indignada solicita a los gobiernos que rectifiquen el rumbo,
crece el convencimiento de estar llamando a la puerta equivocada. Se empieza a
generalizar la sensación de lo inútil que resulta pedir soluciones precisamente
a los principales responsables del estropicio.
Una buena parte de estos indignados, votantes
tradicionales de los partidos de centro-izquierda (sobre todo socialistas y
socialdemócratas) y militantes disciplinados de los sindicatos mayoritarios
espera una rectificación del rumbo que ha llevado a estos partidos y sindicatos
a una oposición tibia o en el peor de los casos a suscribir el programa
neoliberal, abandonando por completo el ideario de oposición al sistema y hasta
su misma intención reformista. Por su parte, los bases populares conservadoras
(que las hay y no son pocas) se muestran igualmente desconcertadas ante unos
gobernantes que proceden con programas contrarios a los consignados en el
compromiso electoral. Además, se anula de hecho la legitimidad a las
instituciones parlamentarias cuando las decisiones se toman en instancias que
nadie ha elegido y en las cuales predominan claramente los banqueros. ¿En qué
queda la democracia si en lugar de “una persona, un voto” vale ahora el
principio “un euro, un voto”? La troika del BCE, el FMI y la Comisión Europea
proceden como un club mafioso cuyo objetivo principal es asegurar el pago a los
bancos alemanes y franceses aunque se hunda el Estado del Bienestar. Esto y no
otra cosa se esconde tras las drásticas políticas de recorte.
Crece el número de quienes abandonan las filas de los partidos tradicionales buscando salidas nuevas. En algunos países del Viejo Continente existen ya partidos y movimientos fuertes a la izquierda de la socialdemocracia tradicional; mientras, en las filas de la derecha social se produce el surgimiento de diversas formas de un nuevo fascismo que gana espacios electorales cada día que pasa (ya hay “tea party” en Europa, además de bandas de matones y “cabeza rapadas”).
Crece el número de quienes abandonan las filas de los partidos tradicionales buscando salidas nuevas. En algunos países del Viejo Continente existen ya partidos y movimientos fuertes a la izquierda de la socialdemocracia tradicional; mientras, en las filas de la derecha social se produce el surgimiento de diversas formas de un nuevo fascismo que gana espacios electorales cada día que pasa (ya hay “tea party” en Europa, además de bandas de matones y “cabeza rapadas”).
Los gobiernos minimizan o ignoran la protesta, o
sencillamente la reprimen desbordando muchas veces el mismo marco
constitucional. Es cada vez más común criminalizar la protesta infiltrando
provocadores y creando incidentes que justifican luego la represión y el
recorte de derechos. Se intenta restringir el espacio legal de la protesta
convirtiendo en delito algo que siempre fue principio consagrado; proliferan
peligrosamente las iniciativas jurídicas contra el “terrorismo” y otras medidas
similares que disminuyen sistemáticamente los derechos colectivos y personales.
La actitud de muchos gobiernos, esperando que el
movimiento de protesta se agote y que la indignación ciudadana se calme no está
dando resultados. La protesta se extiende por todo el continente y adquiere
tintes dramáticos en algunos países. Inclusive en países como Alemania y
Francia aparentemente a salvo de lo peor de la crisis la población se
manifiesta y exige: un duro impuesto a los más ricos al tiempo que se denuncia
la pobreza que afecta ya a colectivos cada vez más amplio, en Alemania,
mientras en Francia el descontento nace de los incumplimientos de un gobierno
que ha sido elegido precisamente para poner fin a las políticas neoliberales y
defender el Estado del Bienestar.
El Viejo Continente es un volcán en erupción. Aquí,
más que en muchos otros lugares existe una ciudadanía sólida y unas tradiciones
de lucha social que auguran combates políticos de enorme repercusión. No habrá
seguramente la espectacularidad que se registra en otras latitudes pero de
resultar exitosa la protesta ciudadana los efectos sobre el orden capitalista
mundial serán decisivos, ya sea que se opte por una reforma profunda del
sistema capitalista, ya sea que se produzca esa revolución que hoy aparece tan
solo como el sueño de minorías.
Islandia, un pueblo que vota contra los banqueros, mete presos a políticos corruptos y banqueros ladrones. En su democracia la más antigua de la humanidad, apuesta por el crecimiento económico y el empleo.
ISLANDIA y el rechazo a la
austeridad.
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Viernes
12 de octubre del 2012.
Salim Lamrani
(OPERA MUNDI, especial para ARGENPRESS.info)
Ante la crisis económica, mientras la Unión Europea ha elegido el camino de la austeridad y ha decidido salvar a los bancos, Islandia, en cambio, ha procedido a la nacionalización de las instituciones financieras y ha rechazado las políticas de restricción presupuestaria. Con una tasa de crecimiento de un 2,7% en 2012, hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) saluda la recuperación económica del país.
Ante la crisis económica, mientras la Unión Europea ha elegido el camino de la austeridad y ha decidido salvar a los bancos, Islandia, en cambio, ha procedido a la nacionalización de las instituciones financieras y ha rechazado las políticas de restricción presupuestaria. Con una tasa de crecimiento de un 2,7% en 2012, hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) saluda la recuperación económica del país.
Cuando en septiembre de 2008, la crisis económica y
financiera golpeó a Islandia, pequeño archipiélago del Norte de Europa con una
población de 320.000 habitantes, el impacto fue desastroso, como en el resto
del continente. La especulación financiera llevó a los tres principales bancos
a la quiebra, cuyos activos representaban una suma diez veces superior al PIB
de la nación, con una pérdida neta de 85.000 millones de dólares. La tasa de
desempleo se multiplicó por 9 entre 2008 y 2010, mientras que antes el país
gozaba del pleno empleo. La deuda de Islandia representaba el 900% del PIB y se
devaluó la moneda nacional un 80% con respecto al euro. El país cayó en una
profunda recesión, con una disminución del PIB de un 11% en dos años.
Frente a la
crisis.
En 2009, cuando el gobierno quiso aplicar las
medidas de austeridad que exigía el FMI, a cambio de una ayuda financiera de
2.100 millones de euros, una fuerte movilización popular lo obligó a renunciar.
En las elecciones anticipadas, la izquierda ganó la mayoría absoluta en el
Parlamento.
No obstante, el nuevo poder adoptó la ley Icesave
–cuyo nombre procede del banco online que quebró y cuyos ahorradores eran en
mayoría holandeses y británicos–, con el fin de rembolsar a los clientes
extranjeros. Esta legislación obligaba a los islandeses a rembolsar una deuda
de 3.500 millones de euros (un 40% del PIB) –9.000 euros por habitante– en
quince años con una tasa de interés del 5%. Frente a las nuevas protestas
populares, el Presidente se negó a ratificar el texto parlamentario y lo
sometió a referéndum. En marzo de 2010, el 93% de los islandeses rechazó la ley
sobre el rembolso de las pérdidas de Icesave. Cuando se sometió de nuevo a
referéndum en abril de 2011, el 63% de los ciudadanos volvió a rechazarla.
Una nueva Constitución, redactada por una Asamblea
Constituyente de 25 ciudadanos elegidos por sufragio universal entre 522
candidatos, que se compone de 9 capítulos y de 114 artículos, se adoptó en
2011. Ésta prevé un derecho a la información, con un acceso público a los
documentos oficiales (Artículo 15), la creación de un Comité de Control de la
Responsabilidad del Gobierno (Artículo 63), un derecho a la consulta directa
(Artículo 65) –un 10% de los electores puede pedir un referéndum sobre las
leyes que vota el Parlamento–, así como el nombramiento del Primer Ministro por
el Parlamento.
Así, al contrario que las otras naciones de la
Unión Europea en la misma situación, que aplicaron escrupulosamente las
recomendaciones del FMI que exigía medidas de una austeridad severa como en
Grecia, Irlanda, Italia o España, Islandia eligió una vía alternativa. Cuando
en 2008 los tres bancos principales del país, Glitnir, Landsbankinn y
Kaupthing, se derrumbaron, el Estado islandés se negó a inyectar fondos
públicos como lo había hecho el resto de Europa. Al revés, procedió a su
nacionalización.
Del mismo modo, los bancos privados tuvieron que cancelar todos los créditos con tasas variables que superaban el 110% del valor de los bienes inmobiliarios, lo que evitó una crisis de subprime como en Estados Unidos. Por otra parte, la Corte Suprema declaró ilegales todos los préstamos ajustados a divisas extranjeras que se otorgaron a particulares, obligando así a los bancos a renunciar a sus créditos en beneficio de la población.
Del mismo modo, los bancos privados tuvieron que cancelar todos los créditos con tasas variables que superaban el 110% del valor de los bienes inmobiliarios, lo que evitó una crisis de subprime como en Estados Unidos. Por otra parte, la Corte Suprema declaró ilegales todos los préstamos ajustados a divisas extranjeras que se otorgaron a particulares, obligando así a los bancos a renunciar a sus créditos en beneficio de la población.
En cuanto a los responsables del desastre –los
banqueros especuladores que provocaron el desmoronamiento del sistema
financiero islandés–, no se beneficiaron de la mansedumbre que mostró hacia
ellos en el resto de Europa, donde fueron sistemáticamente absueltos. En
efecto, Olafur Thor Hauksson, Procurador Especial que nombró el Parlamento, los
ha perseguido y encarcelado. Incluso al Primer Ministro Geir
Una alternativa
a la austeridad.
Los resultados de la política económica y social
islandesa han sido espectaculares. Mientras la Unión Europea se encuentra en
plena recesión, Islandia se benefició de una tasa de crecimiento de un 2,1% en
2011 y prevé una tasa de 2,7% para 2012, y una tasa de desempleo de un 6%. El
país hasta se dio el lujo de proceder al rembolso anticipado de sus deudas al
FMI.
El presidente islandés Olafur Grímsson explicó este
milagro económico: “La diferencia es que en Islandia dejamos que los bancos
quebraran. Eran instituciones privadas. No inyectamos dinero para salvarlas. El
Estado no tiene por qué asumir esta responsabilidad”.
Contra todo pronóstico, el FMI saludó la política
del gobierno islandés –el cual aplicó medidas en las antípodas de las que
preconiza–, que ha permitido preservar “el precioso modelo nórdico de
protección social”. En efecto, Islandia dispone de un índice de desarrollo
humano bastante elevado. “El FMI declara que el plan de rescate al modo
islandés ofrece lecciones para los tiempos de crisis”. La institución agrega
que “el hecho de que Islandia haya logrado preservar el bienestar social de las
unidades familiares y conseguir una consolidación fiscal de gran envergadura es
uno de los mayores logros del programa y del gobierno islandés”. No obstante,
el FMI omitió precisar que estos resultados fueron posibles sólo porque
Islandia rechazó su terapia de choque neoliberal y elaboró una programa de
estímulo económico alternativo y eficiente.
El caso de Islandia demuestra que existe una
alternativa creíble a las políticas de austeridad que se aplican a través de
Europa. Éstas, además de ser económicamente ineficientes, son políticamente
costosas y socialmente insostenibles. Al elegir ubicar el interés general por encima del de los
mercados, Islandia muestra el camino al resto del continente para escapar del
callejón sin salida.
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Salim Lamrani es
Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris
Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es
profesor titular en la Universidad de la Reunión y periodista, especialista de
las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Etat de
siège. Les sanctions économiques des Etats-Unis contre Cuba, París, Ediciones Estrella, 2011, con un prólogo de
Wayne S. Smith y un prefacio de Paul Estrade.
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