sábado, 12 de enero de 2013

Clusters y su impacto en la competitividad.

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“En la era de la competencia global – la globalización neoliberal  – la geografía económica envuelve una paradoja. De manera general se acepta que cambios en tecnología y competencia ha disminuido los papeles tradicionales de la ubicación/localización geográfica. Sin embargo, los clusters o concentraciones geográficas de firmas interrelacionadas o interconectadas, son una característica notable de virtualmente los países, regiones, estados y aún ciudades del mundo, en particular de los países industrializados. Los clusters así, revelan importantes implicancias sobre la nueva microeconomía de la competencia y la localización sobre la ventaja competitiva. Las nuevas influencias de los clusters sobre la competencia han crecido bajo un entorno económico dinámico y complejo, basado en conocimientos. Clusters representan una nueva forma de pensamiento de los países, regiones, estados y zonas geográficas locales y ellos requieren nuevos papeles para las compañías, gobiernos y otras instituciones para incrementar la competitividad y el desarrollo económico (a nivel local y del país)”.

Que es un Cluster. Un cluster industrial (o simplemente cluster) es un concepto nacido a principios de la década de los 90 como herramienta para el análisis de aquellos factores que permiten a una industria específica incorporar nuevos eslabones en su cadena productiva los factores que determinan el uso de nuevas tecnologías en sus procesos y los factores determinantes de la generación de actividades de aglomeración. Estas ideas provienen del trabajo pionero de Michael Porter y colaboradores,[  quienes analizan la adquisición — por parte de concentraciones territoriales de empresas — de ventajas comparativas en ciertos sectores del comedrcio manufacturero mundial. []En este contexto, Porter define “clúster” como concentraciones de empresas e instituciones interconectadas en un campo particular para la competencia, pudiéndose observar en el mundo gran variedad de clústeres en industrias como la automotriz, tecnologías de la información, turismo servicios de negocios, minería, petróleo y gas, productos agrícolas, transporte, productos manufactureros y logística, entre otros.


       Un cluster es una concentración geográfica de empresas, instituciones y universidades que comparten el interés por un sector económico y estratégico concreto. Estas “asociaciones” generan una colaboración que permite a sus miembros abordar proyectos conjuntos de todo tipo, desde actividades de difusión y fomento del sector, hasta proyectos de I+D+i, o de creación de capacidades compartidas, desarrollo e innovación en el contexto de los estudios de ciencia, tecnología y sociedad.

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Desde el trabajo pionero de Porter sin embargo, han aparecido una gran variedad de investigaciones, enfoques y perspectivas de análisis, lo que en la práctica no permite afirmar a priori una definición que satisfaga o reúna los elementos que cada autor considera como relevantes; en efecto, “(...) existe un amplio abanico de variedades de conceptos de organización territorial que reciben el nombre genérico de clúster, si bien existen importantes matices que (…) conducen a fenómenos de concentración con importantes rasgos diferenciales”. [   ]En lo que si la mayoría coincide es en que el análisis clúster es un instrumento analítico de gran utilidad a la hora de describir la complejidad de las actividades productivas y para comprender la relación que éstas tienen con el territorio, aunque algunos autores indican que se podría apreciar una convergencia de definiciones con la de distrito industrial de Marshall. Sin embargo, es posible indicar algunas definiciones representativas de lo que es un clúster, además de algunos elementos inherentes a su conceptualización, pudiéndose agrupar en tres grandes grupos: clústeres industriales, clústeres regionales y distritos industriales,  que difieren en las metodologías desarrolladas para afrontar su análisis.

Paúl Kruugman, Premio Nobel de Economía 2008, en sus trabajos -1991-1998 – en su modelo fundamenta que dadas las condiciones iniciales de las áreas geográficas, la concentración de las actividades industriales en una ubicación/localización geográfica, depende de dos tipos de fuerzas. Las de atracción – o centrípetas – derivadas de las economías de escala externas e internas a las firmas (y sus fuentes) y el tamaño del mercado y las de repulsión – o centrífugas – derivadas de la inmovilidad de la mano de obra, la renta de la tierra y la existencia de des-economías externas. Así el modelo de Krugman (1991) contribuye en primer lugar a explicar la concentración de las actividades industriales en áreas geográficas específicas. En segundo lugar, el modelo explica el comercio y la especialización de las actividades industriales por el principio de la ventaja competitiva, en lugar del principio de la ventaja comparativa. En tercer lugar, provee una explicación de la incidencia del crecimiento de las actividades industriales concentradas en áreas geográficas en el crecimiento y desarrollo económico local (regional y a nivel país), a través de los efectos de la causalidad circular y acumulativa y los eslabonamientos de inversión y producción, resultante del crecimiento de dichas actividades. En cuarto lugar, explica el origen de los modelos de desarrollo de centro-periferia, en los cuales la industria (o las manufacturas) se concentra en los países del centro, (norte o países ricos) y la producción primaria (de materias primas) se concentra en los países de la periferia (sur o países pobres)”.
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Clusters y su impacto en la competitividad.
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Educamericas Viernes 11 de enero del 2013.

Por: Lic. Elena Roldán, directora de las Licenciaturas en Comercio Internacional, y Dirección de Negocios Globales, de UADE, Argentina.

El aumento de la presión competitiva generada por la globalización de los mercados, las nuevas tecnologías de la información, las crisis financieras recurrentes, la aparición de un neo proteccionismo, todos fenómenos que azotan el mundo contemporáneo, han transformado gradualmente la base competitiva que enfrentan empresas y los países. Hemos pasado de una competencia basada en los precios relativos hacia la generación de ventajas competitivas dinámicas. Los países, las regiones y las empresas ya no se diferencian sólo por sus dotaciones de factores sino también por aquellos elementos que dependen de la gestión de los mismos, y de la naturaleza del medio económico y social en el que actúan. En este contexto, el conocimiento emerge como elemento clave de la competencia, beneficiando a las firmas que lo crean y/o aplican más rápidamente que sus competidores.

La generación y difusión de la innovación y del conocimiento son procesos complejos que incluyen un gran número de interrelaciones entre proveedores, clientes, fabricantes y usuarios de los bienes; colaboración formal e informal entre firmas en un sector en particular; movilidad de trabajadores entre empresas;  el spin-off  de nuevas compañías firmas ya existentes, universidades y laboratorios de investigación. Dada la complejidad de actores involucrados y las múltiples relaciones que se pueden generar entre ellos, los conglomerados, clusters o polos industriales, aparecen como una de las formas de organización más virtuosa dada su capacidad para coordinar recursos y actores, y de facilitar la transmisión de know how y expertise por medio de la cooperación inter empresarial, potenciada por la concentración geográfica de empresas dentro de un ambiente local de negocios de calidad.

Cada vez más la competitividad deja de ser el resultado exclusivo de esfuerzos individuales y expresa la articulación sistémica de iniciativas, y sus instituciones (privadas y públicas). Las  aglomeraciones de empresas y, en especial los clusters, han surgido, en general, espontáneamente, como consecuencia de la búsqueda de mayores niveles de eficiencia económica. Las compañías definen sus estrategias espaciales como una respuesta a los desafíos de los mercados, y por ello introducen estrategias de organización y localización que les permiten dar respuesta a los cambios en la demanda y la competencia de los mercados. Los modelos de producción masiva y estructura tecnológica rígida ceden paso a modelos con organización horizontal, de unidades más pequeñas, basados en recursos calificados e innovadores, conocidos con el nombre de «especialización flexible».

Los aspectos más destacados de los clusters son la concentración geográfica, proximidad de las empresas, su especialización sectorial, la fuerte presencia de pequeñas y medianas empresas, coexistencia de competencia y de colaboración intra empresarial,  la articulación con clientes exigentes, una identidad sociocultural que facilite la confianza entre empresas y empleados, disponibilidad de recursos capacitados, organizaciones de apoyo y gobiernos activos, que impulsan procesos de innovación y capacitación de la industria, información especializada, actividades complementarias, instituciones y bienes públicos.

Los clusters no tienen un carácter único, sino ciertas características comunes y muchas otras que los diferencian. Allí reside una paradoja: en una economía global, las ventajas competitivas duraderas tienen que ver cada día más con factores locales como el conocimiento, las relaciones y la motivación - que los rivales distantes no pueden igualar.

Es por ello que los países desarrollan estrategias orientadas a impulsar y potenciar la creación y crecimiento de esas nuevas estructuras especializadas y concentradas geográficamente, a fin de asegurar capacidades necesarias para enfrentar los desafíos que impone la globalización. Como modelo, se destacan a nivel internacional como modelo los distritos industriales de Italia y de Alemania, las redes de  outsourcing en Japón, la pequeña y flexibles empresas de Taiwán, y, en América Latina, el desarrollo alcanzado por nuestro vecino, Chile.




El percibir y aprovechar las oportunidades planteadas por la economía, requiere estar atento a las mismas. Argentina debe enfrentarse aún al reto de promover el surgimiento de estas agrupaciones. Nuestro país cuenta con un sector Pyme que concentra recursos capacitados, con acceso a la tecnología adecuada para encarar este reto.

Si bien el desarrollo  de la asociatividad empresarial en general, y de los clusters en particular, no ha sido un fenómeno generalizado y gravitante a lo largo de la historia económica argentina, aparecen casos exitosos como el clúster agroalimentario-metalmecánico de Rafaela, que son  considerados como excepcionales.

En Argentina se da una estrecha relación entre la asociatividad y la creación de nuevas empresas El número de compañías existente en cada aglomeración no suele reunir el necesario para conformar una masa crítica. En consecuencia, el enfoque de clusters debe integrarse con el del desarrollo emprendedor a los efectos de plantear adecuadamente las perspectivas de expansión del mismo. Para avanzar en esta dirección, es necesario introducir dos elementos centrales que condicionan la dinámica del clúster: a) la existencia de grupos de emprendedores y b) la existencia de organizaciones incubadoras (empresas, escuelas, universidades, otros instituciones)

El nacimiento de un clúster es un fenómeno espontáneo que puede obedecer a circunstancias históricas, sociales, económicas, o a hechos fortuitos, lo que lleva reflexionar sobre el rol del Estado para  propiciar  su creación y desarrollo. No solo en cuanto a la definición de políticas públicas, que podrán ser más generalistas o selectivas al promover un conjunto de empresas o de sectores estratégicos basándose en el impacto que podrían tener sobre la económica local/regional, o en la posibilidad de apoyar la creación de nuevas actividades innovadores para el crecimiento futuro, sino también en establecer fuentes de financiamiento al emprendedor local que estimule el surgimiento de nuevas compañías en este proceso  clustering.

Me gustaría rescatar la figura de los denominados "clusterpreneurs", personas clave que lideran y dirigen el proceso, cuya influencia en el mismo es prioritaria. Si queremos vitalizar nuestro proceso de conformación de clusters más allá de la necesidad de un Estado presente a través de sus políticas públicas, deberemos estimular el movimiento emprendedor, promoviendo la visibilidad de los clusterpreneurs como modelos a seguir. Algunas experiencias comienzan a ponerse en evidencia a raíz del surgimiento de instituciones o proyectos comunes que canalizan y/o catalizan iniciativas en favor de la competitividad de las empresas de la región. Ejemplos de este tipo lo constituyen el caso del vino en Mendoza (Argentina), el polo del diseño  en la Ciudad de Buenos Aires, las áreas de tecnología en Rosario, Córdoba, Tandil,  y Bariloche, entre otras. Esperemos que sean la semilla que gemine en nuestra economía. 
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