jueves, 24 de enero de 2013

COSTA RICA: La globalización neoliberal como causa de ingobernabilidad.

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Hoy en el epicentro de la crisis global, multidimensional, - crisis económica-financiera, crisis social, crisis política – la democracia está en su nivel más bajo de desconfianza y falta de legitimidad de la ciudadanía, producto de que ha sido absolutamente secuestrada en beneficio completo de los poderes fácticos mundiales, los verdaderos ejes centrales de la política nacional, continental y mundial, teniendo a su servicio a los sectores dominantes internos, aquellos que se creen o consideran los predestinados de tener todo el poder en sus manos. Las políticas del Consenso de Washington en la década de los 90’, ingresan en América Latina en un tiempo histórico de crisis total del reformismo, del parlamentarismo, del populismo y sus políticas de subsidios generalizados, así como en un tiempo político cuando el neoliberalismo como ideología y política de la globalización se presentó ante nosotros como la salvación, ofreciéndonos el Paraíso celestial, para ello “destruyo”, liquidó, absolutamente todas las teorías políticas del socialismo, de la izquierda y todo lo que tuviera olor a progreso. Entró triunfante con la Gobernabilidad, como políticas de “solución” de las crisis políticas, con políticas viables, oportunas, democráticas -. Fiel al informe de la Comisión Trilateral del Maestro Samuel Huntington y los objetivos estratégicos  que en ese tiempo neoliberal perseguía.

Posteriormente se habló de ingobernabilidad, en especial para referirse al hermano país de Bolivia, que por entonces tenía Presidentes, cada vez que la COB – Confederación Obrera Boliviana.- se movilizaba, o también con las luchas, movilizaciones y llegadas –caminatas de varios días – hacia la Capital, La Paz de los mineros y sus organizaciones sindicales. Se habló también de ingobernabilidad, como la peor herencia y lastre que dejaron las dictaduras militares y civiles de América latina en los 80’. Crisis total de la política, ausencia de salida política, desastre político de las clases dominantes y sus partidos políticos. Hiper-inflación, terrorismo,  contrabando, corrupción, como a finales de los 80’ en el Perú. Precisamente contra todos estos males del populismo, del paternalismo reformista, se presentó el neoliberalismo, y dos décadas después que tenemos como resultado. Ingobernabilidad en varios países donde la democracia llegó a su nivel más bajo de confianza institucional, democracia secuestrada por los poderes fácticos locales, democracia ciega y sorda con los derechos y reclamaciones del pueblo y los ciudadanos, pero democracia elitizada, millonaria y novelada con los sagrados derechos de los de arriba, los verdaderos responsables de la crisis por su avaricia, sed absoluta e inmediata de codicia, corrupción generalizada. La salida no está  por la vía de los partidos políticos – de acuerdo al informe de Latinobarómetro – más del 80% de la población no cree y no tiene confianza en los partidos políticos, y la juventud aún es más elevada la desconfianza, al final dejémoslos que “mueran” con su propio cáncer.


La juventud en el mundo, se moviliza y lucha por una Nueva Democracia.

La democracia participativa, reconociendo la inmensa diversidad de formas originarias de organización, movilización, lucha, representación existentes en el mundo originario, en las tierras – ahora territorios culturales – de las comunidades históricas y de los pueblos originarios, aún hoy invisibilizados por intereses absolutamente de poderes centralistas, tradicionales, oligárquicos, se mantienen como no vistos, han sido históricamente marginados, olvidados, excluidos, formas originarias que siempre han estado presentes en las Redes Sociales originarias, tradicionales, históricas. Somos una sociedad de las habilidades, somos un semillero de talentos, porque el conjunto de todas nuestras potencialidades, hoy están en el Reservorio de nuestra Cultura Popular, nuestra cultura local, nuestra identidad cultural colectiva, y hoy en los principales países de América latina, son los Nuevos Movimientos Sociales anti-globalización – etiquetados por la derecha y sus poderosos medios, como Conflictos Sociales – con Nuevos Sujetos Sociales Históricos, en el “Cambio de Época, Histórica” que surge como producto de la crisis del capitalismo financiero-especulativo y el nuevo modelo, el proceso de acumulación mundial del capitalismo del despojo, del saqueo y del pillaje de nuestros recursos naturales – materias primas – agua, tierras de cultivo, biodiversidad, conocimientos ancestrales, etc, hoy representan su objetivo estratégico como camino hacia “su salida” de la crisis sistémica. Los Movimientos Sociales, la Democracia Participativa, la sociedad civil local – base principal de las formas asociativas – junto a la nueva ciudadanía multicultural –ciudadanía diferenciada - hoy representa un camino, una alternativa a trabajar y construir desde el poder local, una nueva, diferente y distinta Gobernabilidad Democrática. El pueblo, los trabajadores, desempleados y sub-empleados, amas de casa, juventud, es decir, los ciudadanos también sabemos construir Gobernabilidad Democrática, como Democracia de calidad, participativa, solidaria, dialogante, descentralizada – permanente mecanismo ciudadano de rendición de cuentas, transparencia, diversidad en la representación,- guerra total a la corrupción, el terrorismo, el contrabando, la economía criminal y la propia economía de la guerra. Democracia del trabajo, forjada en plena convivencia de respeto a la Madre Naturaleza.
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COSTA RICA: La globalización neoliberal como causa de ingobernabilidad.
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Columna “Pensamiento Crítico”.
José Luis Vega Carballo.
El País.cr Jueves 24 de enero del 2013

Una globalización desenfrenada ha puesto en jaque al sistema político

En la fase superior de su crisis de desempeño, los políticos neoliberales de Costa Rica a cargo del actual régimen presidencialista se empeñan en echar mano a consejeros, tecnócratas y otros “iluminados” en busca de salvación y para esconder su incapacidad e irrelevancia. Quieren que tales personajes los ayuden a evitar el naufragio en que se hallan metidos, aferrados para peor de males al decadente buque de un Estado-Nación fallido. 

Incapaz de cumplir con sus funciones elementales, nuestro Estado –otrora un pujante Estado de Bienestar- yace ahora enfrentado a una incontrolada globalización y a una prolongada crisis económica (de ella derivada), que desde sus inicios en el 2008 pareciera no tener cura, al fallar todas las medicinas tradicionales; excepto la acostumbrada receta de descargar los costos de la misma sobre las clases trabajadoras y los sectores de la población más débiles: la “Ley de Traslación de la Pena” (José Figueres Ferrer en su libro “La Pobreza de las Naciones”). En esto la clase gobernante sí se ha cuidado de cumplir la tarea, inspirada y asistida por los poderes externos ya conocidos: FMI, BM, OMC, Davos, BCE, etc.

El desorden es global e incontrolable.

Nuestra clase gobernante ignora en su extravío que por hoy no hay agente -sea persona, grupo, organización o Estado nacional- que pueda controlar y mitigar con autoridad y efectividad los impactos globales y el desorden; y que, por tanto, allí se hallan las causas principales de lo que algunos llaman la “crisis de ingobernabilidad” de nuestro régimen político que va dando tumbos de un lado hacia otro, presionado y en buena medida inutilizado por esos potentísimos embates provenientes del exterior y que diversos actores internos tratan de paliar en vano; otros los reproducen y así empeoran el caos. 

Cuanto más intentan ellos poner orden, peor les va. Por eso, el gobierno se muestra agobiado todo el tiempo porque debe, por un lado, atender las exigencias de los organismos financieros y los mercados internacionales, y por otro, resolver con escasos recursos públicos innumerables problemas locales derivados de los globales y acarrear con sus costos. Debe proceder en condiciones de gran nulidad y hasta de insolvencia, lo cual le obliga a tener que renegar de sus antiguas competencias y obligaciones, especialmente en materia de política de bienestar social. Esta inoperancia se trata de disimular lo más posible ante el electorado, las clientelas partidarias y la opinión pública con múltiples cortinas de humo, inventos y falsedades. Pero al final, se termina proclamando en voz baja que lo mejor es que cada persona o familia resuelva sus problemas a como pueda, sin esperar una salvadora providencia estatal, aunque con esto se esté generando un gran estrés y descontento ciudadano. Y eso es lo que ha venido sucediendo bajo los resonantes nombres de “individualización” y “libertad de elección”. No obstante, la clase gobernante sigue confiando en los expertos como salvadores.

El ascenso de la meritocracia neoliberal y sus consecuencias.

Realzados como “celebridades” y como los únicos que saben cómo descifrar los tiempos y emprender la toma las decisiones con propiedad, los expertos neoliberales han logrado elevarse por encima de una masa ciudadana a la que ellos mismos califican de inepta e ignorante. No se confía para nada en la ciudadanía, en su capacidad para participar en la toma de decisiones, proceso que puede venir a estropear. Por tanto, recelan de la democracia y solo la aceptan si es concebida como gobierno regido por expertos tecnócratas o “notables”, ante los cuales el pueblo distante y enajenado debe inclinarse reverente y agradecido. Esto explica la pasividad, apatía y alienación de la ciudadanía, su retiro de la política, del debate público y las decisiones. También la falta generalizada de apoyo popular a la clase política, las políticas públicas y los partidos.

Esas meritocracias –que a veces surgen como consejos o grupos de “notables” de corte neoliberal- son presentadas con ayuda de los poderes mediáticos como símbolos de sabiduría, seguridad, imparcialidad y éxito (no así de equidad y justicia social). En Costa Rica han estado acumulando poder desde los años de 1980; y vienen siendo recompensadas con jugosas asesorías y consultorías a lo ancho y largo de la administración pública, con las que se premia su costo de mercado, y se elevan su arrogancia y status social. Demás está decir, que muchos de los meritócratas se creen verdaderas celebridades como lo hemos visto entre los “notables” convocados a destiempo por el gobierno de Chinchilla como tabla de salvación patria.

Aparentemente, solo en estas figuras se puede confiar. Muchos ascendieron  con el primer gobierno de los Arias, y son quienes han reducido hasta extremos peligrosos la capacidad gubernamental de control y regulación de la economía y la sociedad civil, para así hacer pasar a primer plano los libres mercados y los acuerdos comerciales originados en la Organización Mundial de Comercio (OMC), al impulso de los cuales debe reducirse más y más la acción de los disminuidos Estados. No se sabe cuál será el límite del recorte, aunque pensamos que lo fijarán los mercados y los poderes que los mueven a escala global.

Por eso el Estado-Nación y el Estado de Bienestar yacen hoy muy abatidos.

Aquí debe tomarse muy en cuenta el debilitamiento progresivo del Estado, recortado y desmantelado por la propia clase gobernante que ahora se queja de un déficit de poder que ni siquiera sus expertos tecnócratas pueden subsanarle. Por años la reducción del Estado fue una cruzada neoliberal y de derechas lanzada contra el Estado de Bienestar, interventor y desarrollista, ejecutada mediante los programas de ajuste estructural  y reforzada globalmente por la firma de tratados de libre comercio o TLCs, mediante los cuales se ha intentado  forjar, sin éxito, una gobernabilidad extraterritorial o global, ni siquiera alcanzada en el campo de las relaciones económicas y las transacciones financieras. Insistimos, lo que sí se ha consumado es una reducción de la soberanía estatal y de los márgenes de maniobra de los gobiernos de los Estado-Nación, en especial para ordenar y dirigir los mercados de la economía local y la política social, entre otros factores. 

En síntesis: las élites neoliberales, las llamadas “meritocracias”, han ido cediendo su capacidad local de gobernar a los ciegos y anárquicos poderes del mercado global y las finanzas, ante los cuales se muestran impotentes. Lo único que les queda es pregonar la necesidad de liberalizar y desregular, lo que viene a alimentar el desorden y el caos imperantes, a saber, la ingobernabilidad contra la cual dicen luchar; por pura hipocresía, porque casi nada pueden hacer, así llamen a decenas de “notables”. Eso sí, ante las pérdidas tan fuertes  de gobernabilidad, era esperable que haya quedado en sus manos el poder legal represivo y el control policial del territorio, como principal función.
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La muerte de manifestantes, dice ser una forma concreta de ingobernabilidad.


El Problema es Político.
De cal y de arena.
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Álvaro Madrigal Castro.

A doña Laura le quedó grande la camisa de la Presidencia de la República. Al grueso de los diputados también. En una maniobra de distracción repetida e intensamente sostenida se procura desvanecer esta realidad. Se quiere hacer creer que la nave del Estado se ha varado a causa de lo que se describe como obsoleta estructura institucional y enmarañado fardo de disposiciones constitucionales y legales, siendo la astenia política la raíz del problema. Se predica, entonces, la necesidad de cambios de fondo en la presencia y competencias de las instituciones del Estado y en el marco jurídico, allí donde se segregan poderes y se reasignan facultades bajo una concepción de frenos y contrapesos que hoy se tiene como perniciosa. Así, de un modo tan artificioso, se crea la ficción de que basta con una reforma del Estado, sus instituciones y las leyes que le gobiernan,  para que el país  quede en la ruta de la salvación o, al menos, de la esperanza de que con una nueva definición institucional y jurídica “se va a poder gobernar y se va a mejorar la calidad de nuestra democracia”, como lo dijo la propia mandataria a la prensa. Se está evadiendo el problema político y sólo se habla de cambios institucionales y jurídicos. ¿No estaríamos mejor con un Presidente de reconocida pericia política y con una Asamblea reñida con la mediocridad y la impudicia? La respuesta es obvia, mas no es este el punto en debate sino más bien demostrar al costarricense que además del exorcismo en los partidos y de la depuración de los mecanismos de elección popular, hay que modernizar mucho del aparato estatal. Los valiosos aportes hechos por la Comisión de Notables y por otros movimientos igualmente preocupados por sacar al país del marasmo institucional, son en muchos aspectos acertados. Pero están expuestos, evidentemente, a la contaminación con el germen de la desconfianza reinante entre los ciudadanos.
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El vacío político que vive Costa Rica tiene su domicilio en los partidos políticos; no es un problema de leyes. Son, los partidos, la vía de acceso a la gobernación del país y en el tanto estén sumergidos en crisis, cojearán las instituciones y la calidad de la democracia y el ciudadano les hará el vacío. Resulta imperativo, entonces, priorizar la depuración de los partidos, sanearlos, devolverles su identidad esencial y su vocación legítima de servicio. Será entonces cuando el ciudadano recupere confianza en ellos y se apreste a dar cumplido al precepto constitucional de una democracia participativa. Tengo claro que las reformas modernizadoras del ordenamiento jurídico y del aparato institucional del Estado  van a ganar categoría de viables cuando “el soberano” las de por necesarias y pertinentes, no exclusivamente los desacreditados partidos. Será de interés, entonces, para los promotores del cambio estimular la difusión y el análisis de las propuestas, sobre todo en los medios audiovisuales, para ampliar la base de apoyos. 
*****Abogado y periodista

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