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Con el respeto que se merece
el Autor, pero son teorías de los 80’ proyectadas hacia la crisis actual y
las grandes tareas, responsabilidades y compromisos que tiene la clase obrera, sus organizaciones sociales,
sindicales y su vanguardia política, el partido Comunista. Ustedes en
Europa, durante los 30 años de oro del capitalismo, 1945-1975 – el modelo del Estado de bienestar, el Estado
Keynesiano –, construyeron capitalismo–industrial – sindicatos, ideología,
política y partidos políticos. Forjaron y fortalecieron la Democracia, como
columna principal del Modelo Social
Europeo – la más grande e importante
contribución política, la Democracia de Europa al mundo -. Entre mediados
del 60’ y el 70’ fueron Gobierno en
muchos países. Aunque ustedes en España
estas grandes realizaciones – conquistas
sociales y políticas - las forjaron después del periodo de transición
política – el fin del franquismo – hacia la democracia. Y con todo derecho hoy se plantea en el caso de
Europa, aún la dictadura del proletariado y la revolución de la clase
obrera. (hoy parece imposible este mismo planteamiento dado que las
clases dominantes, sobre todo la Gran
Burguesía Transnacional –Davos- y
el conjunto de sus poderes facticos locales y mundiales, la Troika gobernante – la bancocracia y el
gobierno financiero-político - han “modernizado” el poder con mecanismos mucho
más actuales y sofisticados). Seguirá
siendo válida esta teoría para Europa – en especial la zona-euro, epicentro de la actual crisis estructural -. Y la “otra” Europa,
la que está fuera del euro, pero es parte de la crisis y de la U.E. – Inglaterra por ejemplo - y la Europa nórdica donde en la coyuntura
actual la crisis que dimensión y carácter tiene, - hay crisis o no y si la hay cuál es la magnitud y si no porque no hay,
¿ cuál es el milagro?. Visualizando solamente dos casos entre Islandia, la isla norte, norte, al descubrir la crisis y las maniobras de los
gobernantes, el pueblo unido y en Asamblea
Popular – dicen que es la Democracia más antigua del mundo, que viene desde
el siglo X - mandó presos a todos los
responsables de la crisis – banqueros y políticos farsantes – y consolidó la democracia
participativa, directa y ciudadana y el otro caso de Irlanda, que se hunde en la crisis –
como parte de los países PIGS – producto de los mismos elementos que han originado la crisis
en Grecia o en España.
Considero que ha llegado la hora
de que los Comunistas, formulen un deslinde
de tipo político sobre el carácter de la Revolución en Europa, o
es que aceptamos la severa crítica de la Politóloga,
activista, pensadora y presidenta de ATTAC, Susan George, que hace poco
expresó lo siguiente: primero la
denuncia sobre el ”austericidio” que hoy se somete al pueblo español, “en la actual política de austeridad, en
particular en Grecia y España, es inaceptable. Es inaceptable que la mitad de
jóvenes españoles no tengan trabajo. ¿Para
quién se gobierna? Porque esa es la cuestión en democracia. El pueblo es soberano o no. Pero con
este principio de austeridad aprobado por la
U.E- la Troika -. ¿ Se gobierna para
la gente o para los mercados financieros?. Y segundo porque ensayan con los españoles
para ver cuánto aguantan, “lo importante no es el coche oficial, sino que
el Estado gobierne para el mercado”. “La
democracia está en peligro ante el ataque de la clase de Davos: una clase transnacional
desvinculada de la suerte del resto de la sociedad y compuesta por las altas
finanzas, las empresas transnacionales y algunos gobiernos que consideran que
la democracia es demasiado lenta”. Y con el Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza de la U.E. se está robando no solo el poder a los
ciudadanos, sino también a los
representantes de los ciudadanos. Por tanto ni tenemos
democracia directa ni democracia representativa”.
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La crisis capitalista y la lucha por el
socialismo.
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Diego Farpón.
Rebelión Viernes 11 de enero del 2013.
Cada vez es
más evidente que nos encontramos ante una crisis estructural del sistema
capitalista. Algunos lo apuntaron en su momento, otros veían brotes verdes o
decían que era una estafa.
Una crisis
de sobreproducción de difícil solución, de esas de las que históricamente se ha
salido destruyendo fuerzas productivas (es decir, disminuyendo la mano de obra,
aumentando brutalmente el número de parados) o mediante guerras (como aconteció
en Europa con la II Guerra Mundial).
Las crisis
de sobreproducción muestran a las claras los límites del sistema capitalista:
cuando más riqueza genera colapsa. Hay, por ejemplo, demasiadas viviendas. No
para la juventud, por supuesto, a la que se le impide emanciparse, sino para
las actuales relaciones de producción, para la propiedad privada.
A cualquiera
le parecería estúpido que cuantos más coches tuviese una sociedad, y más
viviendas, y más ordenadores, y más... ¡colapsase! Pero eso y no otra cosa son
las “burbujas”. Y aún más estúpido es cuando, como señalábamos, hay quien tiene
necesidad de esos bienes.
En una
economía socialista, que responda a las necesidades sociales, que subordine los
intereses del mercado a los de la mayoría social, no hubiese existido la crisis
actual, porque se hubiese hecho el número de viviendas necesarias en los
lugares adecuados para ello (en lugar de arrasar con el medio para situar las
viviendas a pocos metros de las playas o en las laderas de las montañas).
Habría, claro, otros problemas, pero no crisis de superproducción que al
generar riqueza sumen en la pobreza a la clase obrera y los sectores populares.
Pero he aquí
que al capitalismo lo único que le interesa es generar riqueza, generar riqueza
porque sí, sin más motivo que más y más riqueza. Una riqueza, claro, que
repercute sólo en unos pocos, en esos que manejan los hilos de los grandes
partidos políticos y las empresas (medios de comunicación incluidos, por
supuesto): el nombramiento de Rodrigo Rato como asesor de Telefónica es otro
ejemplo, el último de una larga lista, de fusión entre los partidos gobernantes
y las empresas.
Este
contexto económico, sin embargo, es el que hace posible la revolución: el
sistema económico ha colapsado, la burguesía tiene que buscar la solución a la
crisis, que es, de una u otra forma, una mayor explotación sobre la clase
obrera. Estas son las condiciones objetivas, un momento histórico (que no es ni
el primero ni será el último) en que el capitalismo puede caer. Las
revoluciones no se producen en momentos de expansión del ciclo de reproducción
capitalista (es decir, no se producen cuando el capitalismo funciona y logra un
amplio consenso y una gran cohesión social), sino cuando se producen crisis
como la actual, que por su carácter necesitan una reorganización del sistema
económico, y por lo tanto, también de la sociedad, cuando se produce una
quiebra del sistema y es necesaria su recomposición.
Con el
desarrollo de la crisis se produce aquello que los marxistas denominamos
proletarización: sectores pequeño burgueses se ven abocados a su desaparición
como clase social. Pasan de ser el último escalón de la burguesía a perder sus
pequeños medios de producción, pues no pueden competir con los grandes
capitales, y pasan a engrosar las filas del proletariado.
Este hecho,
las contradicciones de la clase burguesa, que como clase no es un todo sino que
está formada por múltiples capas, hace que las capas más pobres tengan que
enfrentarse a las más ricas, enfrentándose la pequeña burguesía al capital
monopolista, para sobrevivir como clase. De esta forma, la fractura entre
quienes dominan la sociedad es un hecho, y tendrán que en el transcurso
mediante el cual se resuelva la crisis entrar en un enfrentamiento más o menos
abierto.
La pequeña
burguesía, en su lucha, y en la medida en que no puede sino elegir entre
desaparecer o enfrentar al gran capital optará por esta segunda opción, por
instinto de supervivencia, algo para lo cual tendrá que aliarse con la clase
obrera.
Con la clase dominante en conflicto los comunistas
deben intentar que la crisis se transforme en crisis revolucionaria.
Los comunistas deben ejercer la
vanguardia en las filas del movimiento obrero. ¿Y dónde está la clase obrera? En dos sindicatos
mayoritarios, CCOO y UGT, y sectoriales y territoriales, como la STEs, CSI, LAB
o el SAT, al margen de situaciones muy concretas y locales donde otras opciones
sindicales pueden tener presencia.
Si la clase
obrera no adquiere conciencia por el mero hecho de ser clase, sino que es
necesario transmitírsela desde fuera, guiarla para que pase de clase en sí a
clase para sí, guiarla para que tome conciencia de su condición de clase, esos
son, pues, los lugares en los cuales ejercer de vanguardia.
Junto a los
sindicatos han surgido movimientos de carácter popular muy desorientados, o
completamente desorientados, sin conciencia formada e incluso sin ideología.
Son, sin embargo, los primeros brotes de conciencia: es la generación a la que
la crisis expulsa de la sociedad y condena a la marginalidad más absoluta. Una
generación que nada había hecho hasta ahora, que pasaba de la política porque
sus condiciones materiales no eran un problema para ella, pero que no ha tenido
más remedio que abrir los ojos y enfrentar la realidad.
Tienen estos
movimientos un carácter espontaneísta, carecen de un modelo organizativo capaz
de enfrentar el sistema de dominación burgués, no tienen teoría política ni
práctica en los distintos tipos de lucha... aún con todo, esa masa, que ya
comienza a despertar, a transformarse en pueblo, es la que tiene que hacer la
revolución. Es la vanguardia práctica de la clase obrera, la que primero se ha
echado a las calles.
El trabajo
en las plataformas contra los desahucios, contra el paro y por el empleo,
contra los recortes en educación y sanidad, en defensa de las pensiones...
todos son lugares de encuentro para los comunistas con la clase. Multitud de
espacios que hace unos años no existían y eran prácticamente imposibles de
crear.
Ninguna organización
puede hoy hablar de dictadura del proletariado si no está con la clase, si no
busca a la clase, si no acude a encontrarse con la clase, si no defiende en lo
inmediato a la clase.
Es necesario
fundirse con la clase para fortalecer el
movimiento obrero y para fortalecer también el Partido. Sin un Partido
numeroso, activo y comprometido, y sin un movimiento obrero con conciencia de
clase, no se podrán orientar las luchas de la clase obrera hacia el socialismo.
Puede ser
más cómodo criticar a los sindicatos, permanecer en un local y esperar a la
clase, aislarse y permanecer al margen de las primeras tomas de conciencia de
la clase obrera; como es erróneo dejarse llevar y participar de los movimientos
por participar: de lo que se trata es, precisamente, de ejercer de vanguardia,
de guiar a la clase, de estar con ella y conocerla para poder influir.
En este
momento histórico la clase necesita al Partido, y el Partido la tiene al
alcance. Aislarse conlleva una posición sectaria, infantil y
contrarrevolucionaria, mientras cegarse por el movimiento y no ejercer el
liderazgo es caminar hacia el abismo de las reformas, no disputando el poder a
la clase obrera.
Con unas
condiciones objetivas para que madure una revolución de lo que se trata en
estos momentos es
de crear las condiciones subjetivas, de preparar a la clase obrera para la
lucha política y la toma del poder.
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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante
una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.
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