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Se
está dando un fenómeno de crisis que tampoco alcanzamos entender muy bien
porque es casi como la crisis de una era. Por una parte, en nuestra
práctica de la teoría, no teníamos los elementos para pensar -y el error fue
gravísimo para muchos de nosotros- que
esfuerzos como los que realizaban Lenin y Mao iban a acabar en el desastre
en que han acabado, que el heroico
pueblo de Vietnam iba a terminar donde terminó. Si nosotros vemos esta
evolución con sorpresa, nos damos cuenta de dos cosas: por un lado, que hay una
nueva forma de plantear los problemas y
las alternativas, y que esta nueva
forma tiene como origen una región del mundo que está en el sureste mexicano y
que ocupan los antiguos pueblos mayas.
Ahí
nació un proyecto universal que, desde un principio, fue un proyecto que en la
diversidad encontró la unidad, que encontró que en la variedad inmensa del mundo
hay ciertos elementos que tenemos todos. Se
planteó no como un proyecto para una nueva política indianista o indigenista,
sino como un proyecto de emancipación humana y como un proyecto de transición
pacífica en la medida de lo posible, a
partir de una política de la resistencia para vivir, para defender la tierra,
el agua, el bosque, la vida. Según el último comunicado, este hecho lo han
logrado los compañeros y hermanos
zapatistas, que nos dicen cómo en su territorio
los niños tienen escuela, los enfermos tienen hospital y medicina, y todos
tienen alimento. Allí no hubo el
narcotráfico, la inseguridad ni las matanzas que existen con la corrupción
espantosa en el resto del país y en el mundo. Hablamos de un nuevo proyecto con todas las experiencias anteriores,
que son muchas y en las cuales no sólo están movimientos como el de Lenin o el de Mao,
sino también otros, como las guerrillas de los años sesenta y setenta. Una
segunda reflexión es que, al caer todos estos proyectos y al
deshacerse todos estos países -que llegaron a ocupar una posición muy
importante en la Tierra-, hay una pequeña isla que tenía 7 millones de
habitantes, y que está allí. Podemos pensar que es un milagro o, si nos
limitamos a un análisis político, tenemos que preguntarnos qué hubo ahí que una pequeña
isla sigue resistiendo a la potencia imperialista más poderosa y agresiva del
mundo.
Dr. Pablo González Casanova.
ORGANIZAR
UNA INMENSA RED DE COLECTIVOS EN DEFENSA DEL TERRITORIO.
Seminario: “Planeta Tierra: Movimientos Anti-sistémicos”.
*****
Pablo González Casanova.
Desinformenos. Rebelión martes 8 de enero del
2013..
Palabras de Pablo González Casanova enunciadas
en el Seminario
“Planeta
Tierra: Movimientos Anti-sistémicos” en el Cideci, Chiapas.
México el
1 de enero del 2013.
“La posibilidad de crear esta organización mundial en defensa del territorio constituiría la posibilidad de enfrentar una política que tiende a irse a la extrema derecha del capital corporativo y de los complejos empresariales, militares, mediáticos y políticos”.
En primer lugar, propongo que enviemos un mensaje de solidaridad al extraordinario documento que es el comunicado que publicó el 30 de diciembre el Comité Clandestino Revolucionario Indígena y la Comandancia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Es un comunicado de una enorme importancia.
Estaba pensando en cómo se vincula a los cambios
que ha habido en este tipo de encuentros en varios sentidos: particularmente,
en el énfasis que se está poniendo en la categoría del capitalismo corporativo, que nos permite un análisis mucho más
profundo y preciso que la categoría del poder, desvinculada del poder del gran
capital y su articulación con ese complejo empresarial, militar, político y
mediático, que maneja un proceso mundial llamado globalización.
En
segundo lugar, quiero decir que he aprendido mucho oyendo las
reflexiones de los compañeros, producto de la memoria de sus luchas, de la
práctica de sus teorías y del encuentro con las que vienen de los movimientos de liberación y emancipación de
otros mundos, en particular del mundo occidental, pero también de África y Asia, particularmente de las
que vienen de los años sesenta y setenta. Es muy interesante ver cómo se ha
enriquecido y se ha precisado el discurso de lo uno y lo diverso.
Tuve la oportunidad de preguntar a un compañero
tzotzil: “¿Cómo leyeron ustedes el comunicado?” Porque cada uno de nosotros lo
leyó e interpretó de una manera determinada. Lo que me contestó es muy
significativo para darse cuenta que uno lee de una manera especial y otros leen
tal vez con más riqueza de la que uno halló.
Me dijo el hermano tzotzil: “No lo leímos como si
nos dijera ‘¿quién eres?’, sino ‘¿cómo te vas a ver en este mundo de
diferencias y que no es en todo diferente?’. Tenemos que encontrarnos y que
actuar juntos”.” Eso se relacionó con algo que yo vi en el documento, que es el
vínculo más estrecho con la organización nacional de los pueblos indígenas, así
como el intento de aumentar los vínculos con los adherentes del movimiento
zapatista y con otros movimientos sociales de México y del mundo. Esto me
permitió replantear el problema del que les quiero hablar.
Ésta es la oportunidad para pensar y organizar una
inmensa red de colectivos en defensa del territorio, de la Tierra (con t
minúscula y con T mayúscula). Es una tarea fundamental si pensamos en la otra
política desde abajo y desde la izquierda, y si pensamos en la dialéctica de
las necesidades inmediatas, que muchas veces de oponen a las grandes luchas de
largo plazo -pero que la organización de los pueblos más oprimidos, que aún
conservan su territorio y que ven cómo se los quitan de una u otra manera,
constituye una aportación a la vieja alternativa de reforma o revolución-.
Es una
creación histórica nueva difícil de entender, no sólo por el
pensamiento conservador, sino por aquellos que están acostumbrados a hacer
política institucional, política al estilo del siglo XX.
La posibilidad de crear esta organización mundial
en defensa del territorio constituiría la posibilidad de enfrentar una política
que tiende a irse a la extrema derecha del capital
corporativo y de los complejos empresariales, militares, mediáticos y
políticos. Es una política de recolonización del mundo que usa dos elementos del poder, que son la propiedad y la fuerza; el
dominio y la soberanía.
Son dos
formas en las que se ha metido en los países y en el mundo, y en que
ha transformado muchos intentos de reforma al capitalismo o de revolución
frente al capitalismo. Los ha reestructurado de una manera tal que los ha
destrozado y, al destrozarlos, comete uno de los actos que debíamos ver como
críticos del sistema de dominación y acumulación capitalista: está destruyendo
las mediaciones que hizo en la postguerra, para no irme más lejos.
Estas mediaciones constituyeron distintos
proyectos, muchos de ellos originalmente deseosos de lograr el socialismo y la
democracia a través de reformas, con genuinos luchadores que pensaban que por
ese camino podían llegar; otros, que planteaban la revolución al estilo del 48
en el siglo XIX, o como la plantea Lenin, vinculando la lucha de los
trabajadores con la lucha contra el imperialismo y la toma del poder de los
zares.
Estos últimos, dentro de los países hegemónicos del
mundo capitalista, constituyen partidos comunistas que luchan en los
parlamentos pero que, en esta gran crisis de las mediaciones, no se distinguen
ya de los reformistas, como ocurre también con esos que vinieron del
nacionalismo revolucionario y adoptaron relaciones crecientes de dependencia en
la propiedad y en el poder con el capital corporativo.
Tenemos que darnos cuenta de que tres grandes
corrientes del pensamiento revolucionario, que querían lograr la democracia y
el socialismo mediante la revolución, han sido prácticamente anuladas. Los
vemos con una incapacidad ya no de hacer una crítica o de organizarse para
luchar contra el capitalismo
corporativo, sino que incluso sus programas, sus discursos y sus
discusiones ya no son siquiera contra el neoliberalismo. Algunas políticas elementales que se les pide que firmen y sostengan,
no las sostienen.
Ante esta gravísima crisis, surge un nuevo
movimiento que cambia la geometría política, y ésta ya no sólo tiene centro,
derecha e izquierda, sino abajo y arriba. Esto no es cualquier cosa. La nueva
geometría nos indica que hay una serie de antiguos compañeros y hermanos que
siguen luchando dentro de las normas, bajo el tipo de ideas y discursos y
luchas que fueron válidas y significativas en un momento dado, y que han
perdido su capacidad de reflexión y de acción.
Ha llegado un momento en que lo que llama el vocero
del gran capital no negociable, que es la dictadura, se está aplicando en todos
los terrenos de una manera tal que está provocando una crisis a la que podemos
dar el nombre de crisis de espectro amplio, como a las guerras de espectro
amplio del Pentágono.
Esta crisis de espectro amplio incluye mucho más
que las crisis financieras y las económicas. No es una crisis coyuntural que se
vaya a resolver en uno o dos años, como dicen muchos gobernantes -y
constantemente se están equivocando porque siempre no se resolvió-. Es una
crisis que no es cíclica, de corta duración, ni es una de larga duración; es
una crisis del modo de dominación y acumulación llamado capitalista, movido no
por el mercado, sino por la maximización de utilidades y la minimización de
riesgos.
Éste es un problema de gran importancia para las ciencias
hegemónicas y para las tecnociencias y, desde luego, para la llamada
econometría, que son disciplinas dedicadas a maximizar utilidades y a minimizar
los riesgos del Capital y de las hazañas que éste realiza en sus nuevas formas
de depredación, de ocupación de territorios y de violación del derecho
internacional que había establecido a raíz de la segunda guerra mundial.
Se está dando un fenómeno de crisis que tampoco
alcanzamos entender muy bien porque es casi como la crisis de una era. Por una
parte, en nuestra práctica de la teoría, no teníamos los elementos para pensar
-y el error fue gravísimo para muchos de nosotros- que esfuerzos como los que
realizaban Lenin y Mao iban a acabar
en el desastre en que han acabado, que
el heroico pueblo de Vietnam iba a terminar donde terminó.
EL capitalismo corporativo.
Si
nosotros vemos esta evolución con sorpresa, nos damos cuenta de dos cosas: por
un lado, que hay una nueva forma de plantear los problemas y las alternativas, y
que esta nueva forma tiene como origen una región del mundo que está en el
sureste mexicano y que ocupan los antiguos pueblos mayas.
Ahí nació un proyecto universal que, desde un
principio, fue un proyecto que en la diversidad encontró la unidad, que
encontró que en la variedad inmensa del mundo hay ciertos elementos que tenemos
todos. Se planteó no como un proyecto para una nueva política indianista o
indigenista, sino como un proyecto de emancipación humana y como un proyecto de
transición pacífica en la medida de lo posible, a partir de una política de la
resistencia para vivir, para defender la tierra, el agua, el bosque, la vida.
Según el último comunicado, este hecho lo han
logrado los compañeros y hermanos zapatistas, que nos dicen cómo en su
territorio los niños tienen escuela, los enfermos tienen hospital y medicina, y
todos tienen alimento. Allí no hubo el narcotráfico, la inseguridad ni las
matanzas que existen con la corrupción espantosa en el resto del país y en el
mundo. Hablamos de un nuevo proyecto con todas las experiencias anteriores, que
son muchas y en las cuales no sólo están movimientos como el de Lenin o el de
Mao, sino también otros, como las guerrillas de los años sesenta y setenta.
Una segunda reflexión es que, al caer todos estos
proyectos y al deshacerse todos estos países -que llegaron a ocupar una
posición muy importante en la Tierra-, hay una pequeña isla que tenía 7
millones de habitantes, y que está allí. Podemos pensar que es un milagro o, si
nos limitamos a un análisis político, tenemos que preguntarnos qué hubo ahí que
una pequeña isla sigue resistiendo a la potencia imperialista más poderosa y
agresiva del mundo.
Debe haber algo. Por más que le han hecho la
campaña más espantosa que hay, este “algo” es una mezcla de la enorme cultura
de la lucha por la independencia y de la lucha de clases, pero de otra lucha de
clases. La lucha contra la esclavitud de Toussant L’Ouverture, en Haití,
demostró, en medio de la tragedia, que el esclavo que se libera en un país
colonial no se libera porque siempre vienen los ejércitos de los napoleones a acabar
con el proyecto del esclavo.
Esto nos plantea a otro nivel, ya no de las
comunidades de origen indígena de la primera conquista, sino de las comunidades
nacionales: el problema de combinar nuestras luchas por la autonomía con
nuestras luchas por la independencia. Todas ellas están vinculadas.
En el caso de Cuba, la conjunción muy seria y
profunda de Marx y de Martí. Así como los zapatistas toman la palabra y el
concepto de dignidad como forma de enfrentarse a la dictadura del poder, así
los cubanos le dan a la moral un sentido político de resistencia y lucha, de
articulación, cooperación, solidaridad, de fraternidad o de hermandad práctica
que no se queda en las palabras, no se queda en la moralina de la que hablaba
Benedetti, sino que es una realidad.
La gente que no tiene esta práctica de la moral
cree que todo esto son tonterías y que nada más estamos hablando, pero ahí está
una realidad que no podemos ignorar. Al abrirse hacia la diversidad del mundo,
como lo acaba de hacer el movimiento zapatista, tenemos que plantear el
problema de las resistencias frente a la nueva ofensiva del gran Capital o del
Capital corporativo y de los complejos militares, empresariales, mediáticos y
políticos.
En este momento vamos a confirmar que, aparte de
las características de recolonización del mundo que tiene el capitalismo, su
crisis es de la moneda, del salario, del crédito, del modo de acumulación. Pero
no queda allí; no quiero decir que haya otro modo de acumulación, o que se
repite lo que ocurrió en crisis anteriores.
En crisis anteriores también había una combinación
de los modos de acumulación depredadora con los modos de acumulación salarial.
La depredación o la explotación de las colonias, la ocupación de territorios,
etcétera, se hizo desde antes. Ahora es mucho más serio porque la contradicción
entre el modo de dominación y acumulación capitalista por la vía salarial y por
las utilidades, por el crédito, por las finanzas, etcétera, está en plena
crisis y no puede salir.
Aparte de esto, también está en crisis el proyecto
del imperialismo único o dominante que durante un tiempo tuvo Estados Unidos,
particularmente en los años ochenta. Estados Unidos invirtió durante todo este
tiempo mucho más que todos los países juntos en armas y municiones. Este
proyecto falló -lo ha analizado muchas veces Wallerstein- y está en crisis.
Se están formando dos bloques, informes todavía,
pero manejados por aquello que Roosevelt temía mucho. Él dijo: “Le temo más a
los negocios organizados que al crimen organizado”, pero se quedó corto, porque
ahora se juntó el negocio organizado con el crimen organizado.
Todo esto revela una crisis muy fuerte que no sólo
se da en Estados Unidos o Europa, sino en Rusia y en China, cuya capacidad de
producción es inmensa y la capacidad de destrucción es fatal. En la teoría del
Pentágono se habla desde hace mucho tiempo de la destrucción mutua asegurada.
Se ha dejado de hablar de eso no porque sea ahora más lejano el peligro, sino
porque ahora es mucho peor.
Las bombas nucleares y todos los aparatos que
sirven para este tipo de guerra son un negocio gigantesco, y son el motor
principal de la economía de estos países. Hace 50 años ya había suficientes
para acabar con el mundo pero han seguido produciéndolas y mejorando los
sistemas de lanzamiento. La capacidad destructiva es extraordinaria.
Hay otra crisis, que es gravísima, la de la
sociedad del conocimiento. Hay una crisis del conocimiento tremenda en los rulers,
en los gobernantes, ya sean jefes de gobierno que se convierten en gerentes que
buscan que venga el capital a salvarnos porque “van a crear empleo”, y haciendo
todo lo posible, incluso cuando se dicen socialistas: “Por favor, vengan a
invertir acá, les damos todas las facilidades”.
No es sólo en este terreno, sino en el uso de la
corrupción y la represión como armas para dominar a nuestros pueblos. Es ahí
donde nosotros le ponemos un alto muy grande a la dictadura del capital
monopólico. Cuando nos acordamos de que nos van a atacar, buscando cooptarnos,
corrompernos o matarnos, les decimos: ¡no! No hablamos de moralina, hablamos de
una moral de defensa de nuestro proyecto de emancipación humana en el terreno
del conocimiento, de la producción, de la diversión, de la educación, de la
vida.
Es necesario darnos cuenta de que no podemos, en
algunos casos, generalizar la función política que tenemos en un lugar del
planeta a todo el planeta. Como se puede advertir en la lectura que se hizo de
este comunicado, hay elementos particulares en un país que no se dan en otro.
Dentro de la gama de la resistencia, vemos como la
más avanzada a Cuba que, más que ser la última revolución marxista, es la
primera del nuevo tipo, en el que si se inicia el proceso desde arriba y a la
izquierda, se inicia con la lógica de que el Estado tiene un papel muy
significativo en el desarrollo.
De todos modos, constantemente y desde el primer
día, el proceso cubano establece vínculos con toda la población y practica algo
que es muy importante, la pedagogía política. Ésta consiste no sólo en enseñar,
sino en aprender todo el tiempo. Nunca la debemos olvidar, porque si en 1959
había unos cientos de seres humanos que sabían de todos estos problemas, ahora
son varios millones, y esto no es cualquier cosa.
A partir de esto podemos ver a otros países, como
en el nuestro. El EZLN primero se levantó en armas y tomó varias ciudades;
después aceptó dialogar. Antes de los diálogos de San Andrés se tomó una medida
extraordinaria -que en gran parte se debe a Don Samuel Ruiz- que hizo que se
suspendiera el fuego en una guerra que estaba por empezar.
Es lo más raro en la historia de la humanidad que
dos ejércitos que están a punto de pelearse firmen un pacto de no agresión
y de “vamos a hablar”. Vinieron los diálogos de Catedral primero, después
los diálogos en el ejido San Miguel, después los diálogos de San Andrés. Hubo
un momento en que se aceptó la lucha en este terreno. Pero ¿qué pasó con esta
lucha? La traicionaron todos los partidos y después la traicionó el gobierno. Fue
entonces cuando dijo “ahora nos encerramos”, pero nunca su proyecto fue de nada
más luchar abajo y a la izquierda. No, si podemos luchar arriba, también vamos
a luchar arriba; el problema es mantener estos principios fundamentales y una
gran disciplina en torno a ellos. Esto lo mostraron el otro día porque, a
diferencia de los jóvenes estudiantes en cuyas filas se pueden meter los
provocadores cuando se les da la gana, en estas filas no se podían meter ni
uno. Este tipo de cambios no provienen de posiciones teóricas o emocionales,
son hechos. Tenemos la posibilidad en este momento de definir las luchas como
proyecto de democracia, de autonomía, de libertad, con hechos.
En el proceso se encuentran otros países que están
en la resistencia frente a ese proyecto colonizador. Entre ellos, a la cabeza
está Venezuela -puedo equivocarme-; también se encuentra Bolivia; con más
contradicciones y dificultades, Ecuador. Pero hay otros que están resistiendo,
como el Uruguay, con mucha fuerza de una democracia muy vinculada a la cultura
socialista y marxista. Se encuentran quienes de pronto se enfrentan a la toma
de las islas Malvinas por el imperio británico, se enfrentan a la deuda externa
y cancelan la deuda externa. Esas son resistencias nuevas en las que no estamos
pero que tenemos que respetar.
Tenemos que aprender a acercarnos a un mundo que es
diverso, que es distinto, pero que tiene problemas parecidos y que puede luchar
de maneras distintas. También que no estamos luchando contra el poder en
abstracto. Si el poder es nuestro, lo vamos a hacer muy distinto de lo que
ellos tienen. Por eso es que el Subcomandante habla, con la capacidad de
expresión que tiene, de una otra democracia muy otra. Vamos a hacer un muy otro
poder. Muy otro no tiene nada que ver con esta porquería, con esta vinculación
entre el poder de las corporaciones y el poder del crimen organizado, o con los
paramilitares y la subrogación de trabajadores que están ya en situación casi
de esclavitud.
No podría detenerme sin decirles lo agradecido que
estoy con los compañeros de esta universidad magnífica, y sin pedirles que estudiemos
mucho más a fondo el pensamiento de los zapatistas como un pensamiento que
viene de la experiencia universal del ser humano y de la experiencia que han
tenido en su lucha
por la democracia, por la justicia y por la libertad los descendientes de los
pueblos mayas.
Transcripción:
Brisa Araujo/Desinformémonos
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