lunes, 7 de enero de 2013

GOBERNABILIDAD FISCAL EN ESTADOS UNIDOS.

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En política - tomando en cuenta la gobernabilidad fiscal - como relacionado a la estabilidad, confianza,  seguridad y viabilidad de la política Americana, cómo deben de actuar los actores centrales de la política interna, cómo  deben de generar, crear, producir políticas de Estado, nos parece una situación sumamente complicada, en la coyuntura muy exigible por los intereses estratégicos en juego; primero por la complejidad de la política interna que existe entre los poderes fácticos dominantes, hoy están tras los intereses de los dos “partidos políticos”- hablando de democracia, la misma que nos exportan y venden, serán realmente partidos políticos -, corporaciones con clara presencia en el Ejecutivo y Legislativo. El aumento y/o disminución de los impuestos, el aumento en gastos militares – hoy básicos para el poder dominante norteamericano y su crisis en el Nuevo Orden Mundial del Multilateralismo – el déficit fiscal, el nivel de endeudamiento – que deben volver a tratarlo políticamente y cuidado – que está cerca del default – la guerra de las divisas y el papel de las economías emergentes – Economías BRIChS –; segundo, internamente el financiamiento de las políticas sociales –columna vertebral de la política del Presidente Obamaeducación, salud y la propia política sobre migración. Sumado a ello el índice elevado de desempleo, las protestas sociales de los Indignados Wall-Street, el movimiento social sobre el proyecto del Gaseoducto transnacional, que viene desde Canadá. Pero lo que sí es un hecho de gravedad es el problema, difícil de resolver el de la economía doméstica, grave y complejo para la Administración Americana. (Cuidado por ahí comenzó la crisis final de la URSS).
Tercero, preguntamos, lo mismo que hoy ocurre con el fracaso de las equivocadas políticas de austeridad en la zona-euro y la crisis mundial estructural del capitalismo. En relación a la economía norteamericana en su totalidad, serán capaces políticamente sus gobernantes de forjar políticas con sistema de valoresética, dignidad, eficiencia, eficacia, confianza, legitimidad y compromiso con su pueblo – los jerarcas de la política americana – los directamente responsables de todo lo que hoy sucede en su realidad y en el mundo - donde ejecutaron, implementaron las políticas del Consenso de Washington, de crear, producir, construir las políticas de Estado –planificación de políticas de Estado – para salir de la crisis y no caer en el barranco de su destrucción y crisis final del modelo financiero-especulativo; y con él arrastrar a toda la economía mundial bajo su dependencia. En el epicentro de esta complejidad cuál será el papel de los poderes fácticos mundiales -Agencias Calificadoras de riesgos, Foro Económico Mundial, el Club de Bilderberg – los nuevos Amos del Mundo – las instituciones económicas y políticas mundiales, - tendrán capacidad e independencia para pronunciarse el G-8, el G-20; así como el  B.M, FMI, - seguirán sus ordenes y dependencia – la Reserva Federal Americana y finalmente cuál será el comportamiento político-financiero de los propios poderes fácticos del capital imperialista americano.
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Alicia Bárcena. Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. CEPAL.
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GOBERNABILIDAD FISCAL EN ESTADOS UNIDOS.
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Alicia Bárcena. CEPAL.
México. D.F. El Excelsior. Lunes 7 de enero del 2013.
El debate fiscal en Estados Unidos se ha convertido en un tema recurrente que mantiene en vilo al mundo en general y a las economías de América Latina y el Caribe en particular. El acuerdo alcanzado hace unos días permite un breve respiro al evitar, por el momento, que la economía estadunidense caiga barranca abajo, metafóricamente hablando, arrastrada por el peso de su desequilibrio fiscal. La mala noticia es que esta solución no aleja de modo definitivo los problemas a resolver. La próxima ronda de negociaciones sobre los límites al endeudamiento (debt ceiling) y los recortes fiscales se augura complicada por la creciente brecha que separa a demócratas y republicanos.
Nuestra región ha seguido con atención las discusiones sobre el llamado “abismo fiscal”, en virtud de las graves implicaciones que genera la incierta gobernabilidad fiscal en el país del Norte. Se trata de no posponer más un pacto político que defina el nivel del endeudamiento, la estrategia de financiación vía emisión de dólares o activos en esta moneda, los ingresos y el gasto público.
La incertidumbre impone riesgos relevantes a nuestras economías. En primer lugar, introduce una mayor volatilidad en los mercados que complica el manejo de las políticas monetaria, cambiaria y  financiera. Asimismo, esta incertidumbre desestabiliza decisiones de consumo, producción e inversiones, afectando negativamente el crecimiento de la economía estadunidense en particular y de la economía mundial en general. Esto se traducirá en una disminución de los flujos comerciales internacionales con efectos negativos sobre las perspectivas de crecimiento de nuestra región.
América Latina y el Caribe, y especialmente México, América Central y el Caribe, están fuertemente vinculados a la economía estadunidense y son particularmente sensibles a la magnitud, el timing y el estilo que adopte la estrategia fiscal en Estados Unidos. Los países de América del Sur tampoco están exentos de los probables efectos negativos que esta situación puede implicar, ya que el menor nivel de actividad estadunidense y la mayor incertidumbre global pueden deprimir los precios de los productos básicos que estos países exportan y dificultar, a la vez, el acceso a los mercados financieros internacionales.
Volviendo a la metáfora, se puede decir que la economía estadunidense se apresta a atravesar en 2013 (y los años subsiguientes) un territorio plagado de abismos que, para resolverse, requerirán  de una mayor voluntad y capacidad de arribar a consensos. Antes de mediados de año se impondrá de nuevo la necesidad de aumentar el techo de endeudamiento del Tesoro que no hace mucho encendiera las alarmas sobre las complejas negociaciones entre los poderes Ejecutivo y Legislativo de la nación más rica del mundo, y los nocivos efectos que la demora en alcanzar un acuerdo podrían tener sobre distintos aspectos de la economía y las finanzas internacionales. Hoy nadie duda de la urgencia de implementar algún tipo de ajuste que frene el crecimiento insostenible de la deuda pública estadunidense y todo el mundo entiende que este déficit fiscal se ha venido acumulando especialmente desde los primeros años del nuevo siglo, en gran medida por los fuertes recortes de impuestos y al aumento del gasto militar. Además se ha incrementado recientemente por la fuerte recesión y la necesidad de tomar medidas compensatorias.
El impacto de las estrategias a seguir sobre el necesario ajuste y su impacto en el nivel de actividad no es insensible a la magnitud y el timing del ajuste ni tampoco a la estructura del mismo. Es decir, no da lo mismo si éste se realiza sobre la base de un aumento de los impuestos al consumo en general o sobre los ingresos de los estratos más ricos de la población. Tampoco da lo mismo si se logra con un recorte de gastos de defensa o disminuyendo los gastos de la seguridad social y atención pública de la salud. A mayor sesgo distributivo regresivo del ajuste, mayor será el impacto recesivo en la economía y el bienestar social.
Por ello es fundamental intentar minimizar el sesgo distributivo regresivo del ajuste. Es decir, evitar cortes en gastos sociales y en infraestructura productiva y social y más bien optar por disminuir gastos militares y/o aumentar proporcionalmente los impuestos sobre la renta especialmente de los que reciben mayores ingresos, coincidiendo por cierto con los planteamientos del presidente Barack Obama.
Del mismo modo, a mayor incertidumbre y dificultad política para lograr consensos en el nivel del gasto y en el origen y disponibilidad de recursos para financiarlos, mayor será el costo del ajuste en términos de demanda interna, nivel de actividad, empleo y productividad.
En cualquier caso, dada la magnitud de la brecha fiscal y la imposibilidad de cerrarla en un plazo breve debido a las posiciones tan antagónicas e irreductibles, el mundo deberá repensar senderos para convivir con un déficit fiscal estructural estadunidense que algunas estimaciones ubican entre 5% y 6% del PIB. La financiación de este déficit implicará un continuo aumento de la oferta de activos financieros denominados en dólares, combinado con mayor demanda de estos activos por parte de las economías emergentes, incluyendo los países de nuestra región, para evitar la apreciación de sus monedas. Un potente indicador es el nivel sin precedentes de acumulación de reservas internacionales por parte de los gobiernos de la región en años recientes y que ascienden a más de 800 mil millones de dólares. Pero está en riesgo este modelo de blindaje que se basa en el ahorro de nuestras sociedades y que ante la creciente devaluación del dólar pone en jaque los esfuerzos productivos y sociales en nuestra región. Al mismo tiempo este nivel de reservas le otorga a nuestra región mayor peso político frente a los debates fiscales y especialmente la autoridad para reclamar cordura a los actores políticos involucrados.
Por eso es preciso insistir en la necesidad de que los participantes de la discusión política sobre gobernabilidad fiscal en Estados Unidos asuman con responsabilidad el rol histórico que les toca cumplir, no solo en términos domésticos o locales sino respecto a sus implicaciones en la economía internacional. Es una llamada a que acerquen sus posiciones y se predispongan a generar consensos que permitan definir un sendero previsible de mediano plazo que evite costos políticos altos e irreversibles.
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              Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica
                para América Latina y el Caribe (CEPAL).
2013-01-06 01:10:00
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