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En política - tomando en cuenta la gobernabilidad fiscal - como
relacionado a la estabilidad, confianza, seguridad y viabilidad de la política Americana, cómo deben de actuar los actores centrales de la política interna, cómo
deben de generar, crear, producir políticas de Estado, nos parece una
situación sumamente complicada, en la coyuntura muy exigible por los intereses
estratégicos en juego; primero por la complejidad de la política interna que existe entre los poderes fácticos dominantes, hoy están
tras los intereses de los dos “partidos
políticos”- hablando de democracia, la misma que nos exportan y venden,
serán realmente partidos políticos -, corporaciones con clara presencia en el
Ejecutivo y Legislativo. El aumento y/o
disminución de los impuestos, el aumento en gastos militares – hoy básicos para el poder dominante norteamericano
y su crisis en
el Nuevo Orden Mundial del Multilateralismo – el déficit fiscal, el
nivel de endeudamiento – que deben volver a tratarlo políticamente y cuidado –
que está cerca del default – la guerra de las divisas y el papel de las economías emergentes – Economías BRIChS –; segundo,
internamente el financiamiento de las políticas
sociales –columna vertebral de la política del Presidente Obama – educación, salud y la propia política sobre migración. Sumado a
ello el índice elevado de desempleo, las
protestas sociales de los Indignados Wall-Street, el movimiento social
sobre el proyecto del Gaseoducto
transnacional, que viene desde Canadá. Pero lo que sí es un hecho de
gravedad es el problema, difícil de resolver el de la economía doméstica, grave y
complejo para la Administración Americana. (Cuidado por ahí comenzó la
crisis final de la URSS).
Tercero,
preguntamos, lo mismo que hoy ocurre con el fracaso de las equivocadas
políticas de austeridad en la
zona-euro y la crisis mundial estructural del capitalismo. En relación a la economía norteamericana en su totalidad, serán
capaces políticamente sus gobernantes de forjar
políticas con sistema de valores – ética,
dignidad, eficiencia, eficacia, confianza, legitimidad y compromiso con su
pueblo – los jerarcas de la política americana – los directamente responsables
de todo lo que hoy sucede en su realidad y en el mundo - donde ejecutaron, implementaron las
políticas del Consenso de Washington, de crear, producir, construir
las políticas de Estado –planificación de
políticas de Estado – para salir de la crisis y no caer en el barranco de
su destrucción y crisis final del modelo
financiero-especulativo; y con él arrastrar a toda la economía mundial bajo
su dependencia. En el epicentro de esta complejidad
cuál será el papel de los poderes fácticos mundiales -Agencias Calificadoras
de riesgos, Foro Económico Mundial, el
Club de Bilderberg – los nuevos Amos del Mundo – las instituciones
económicas y políticas mundiales, - tendrán capacidad e independencia para
pronunciarse el G-8, el G-20; así
como el B.M, FMI, - seguirán sus ordenes y dependencia – la Reserva Federal Americana y finalmente
cuál será el comportamiento
político-financiero de los propios poderes fácticos del capital imperialista
americano.
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Alicia Bárcena. Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. CEPAL.
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GOBERNABILIDAD FISCAL EN ESTADOS UNIDOS.
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Alicia
Bárcena. CEPAL.
México.
D.F. El Excelsior. Lunes 7 de enero del 2013.
El debate fiscal en Estados Unidos se ha convertido
en un tema recurrente que mantiene en vilo al mundo en general y a las
economías de América Latina y el Caribe en particular. El acuerdo alcanzado
hace unos días permite un breve respiro al evitar, por el momento, que la
economía estadunidense caiga barranca abajo, metafóricamente hablando,
arrastrada por el peso de su desequilibrio fiscal. La mala noticia es que esta
solución no aleja de modo definitivo los problemas a resolver. La próxima ronda
de negociaciones sobre los límites al endeudamiento (debt ceiling) y los
recortes fiscales se augura complicada por la creciente brecha que separa a
demócratas y republicanos.
Nuestra región ha seguido con atención las
discusiones sobre el llamado “abismo fiscal”, en virtud de las graves
implicaciones que genera la incierta gobernabilidad fiscal en el país del
Norte. Se trata de no posponer más un pacto político que defina el nivel del
endeudamiento, la estrategia de financiación vía emisión de dólares o activos
en esta moneda, los ingresos y el gasto público.
La incertidumbre impone riesgos relevantes a
nuestras economías. En primer lugar, introduce una mayor volatilidad en los
mercados que complica el manejo de las políticas monetaria, cambiaria y
financiera. Asimismo, esta incertidumbre desestabiliza decisiones de consumo,
producción e inversiones, afectando negativamente el crecimiento de la economía
estadunidense en particular y de la economía mundial en general. Esto se
traducirá en una disminución de los flujos comerciales internacionales con
efectos negativos sobre las perspectivas de crecimiento de nuestra región.
América Latina y el Caribe, y especialmente México,
América Central y el Caribe, están fuertemente vinculados a la economía
estadunidense y son particularmente sensibles a la magnitud, el timing y
el estilo que adopte la estrategia fiscal en Estados Unidos. Los países de
América del Sur tampoco están exentos de los probables efectos negativos que
esta situación puede implicar, ya que el menor nivel de actividad estadunidense
y la mayor incertidumbre global pueden deprimir los precios de los productos
básicos que estos países exportan y dificultar, a la vez, el acceso a los
mercados financieros internacionales.
Volviendo a la metáfora, se puede decir que la
economía estadunidense se apresta a atravesar en 2013 (y los años
subsiguientes) un territorio plagado de abismos que, para resolverse,
requerirán de una mayor voluntad y capacidad de arribar a consensos.
Antes de mediados de año se impondrá de nuevo la necesidad de aumentar el techo
de endeudamiento del Tesoro que no hace mucho encendiera las alarmas sobre las
complejas negociaciones entre los poderes Ejecutivo y Legislativo de la nación
más rica del mundo, y los nocivos efectos que la demora en alcanzar un acuerdo
podrían tener sobre distintos aspectos de la economía y las finanzas
internacionales. Hoy nadie duda de la urgencia de implementar algún tipo de
ajuste que frene el crecimiento insostenible de la deuda pública estadunidense
y todo el mundo entiende que este déficit fiscal se ha venido acumulando especialmente
desde los primeros años del nuevo siglo, en gran medida por los fuertes
recortes de impuestos y al aumento del gasto militar. Además se ha incrementado
recientemente por la fuerte recesión y la necesidad de tomar medidas
compensatorias.
El impacto de las estrategias a seguir sobre el
necesario ajuste y su impacto en el nivel de actividad no es insensible a la
magnitud y el timing del ajuste ni tampoco a la estructura del mismo. Es
decir, no da lo mismo si éste se realiza sobre la base de un aumento de los
impuestos al consumo en general o sobre los ingresos de los estratos más ricos
de la población. Tampoco da lo mismo si se logra con un recorte de gastos de
defensa o disminuyendo los gastos de la seguridad social y atención pública de
la salud. A mayor sesgo distributivo regresivo del ajuste, mayor será el
impacto recesivo en la economía y el bienestar social.
Por ello es fundamental intentar minimizar el sesgo
distributivo regresivo del ajuste. Es decir, evitar cortes en gastos sociales y
en infraestructura productiva y social y más bien optar por disminuir gastos
militares y/o aumentar proporcionalmente los impuestos sobre la renta
especialmente de los que reciben mayores ingresos, coincidiendo por cierto con
los planteamientos del presidente Barack Obama.
Del mismo modo, a mayor incertidumbre y dificultad
política para lograr consensos en el nivel del gasto y en el origen y
disponibilidad de recursos para financiarlos, mayor será el costo del ajuste en
términos de demanda interna, nivel de actividad, empleo y productividad.
En cualquier caso, dada la magnitud de la brecha
fiscal y la imposibilidad de cerrarla en un plazo breve debido a las posiciones
tan antagónicas e irreductibles, el mundo deberá repensar senderos para
convivir con un déficit fiscal estructural estadunidense que algunas
estimaciones ubican entre 5% y 6% del PIB. La financiación de este déficit
implicará un continuo aumento de la oferta de activos financieros denominados
en dólares, combinado con mayor demanda de estos activos por parte de las
economías emergentes, incluyendo los países de nuestra región, para evitar la
apreciación de sus monedas. Un potente indicador es el nivel sin precedentes de
acumulación de reservas internacionales por parte de los gobiernos de la región
en años recientes y que ascienden a más de 800 mil millones de dólares. Pero
está en riesgo este modelo de blindaje que se basa en el ahorro de nuestras
sociedades y que ante la creciente devaluación del dólar pone en jaque los
esfuerzos productivos y sociales en nuestra región. Al mismo tiempo este nivel
de reservas le otorga a nuestra región mayor peso político frente a los debates
fiscales y especialmente la autoridad para reclamar cordura a los actores
políticos involucrados.
Por eso es preciso insistir en la necesidad de que
los participantes de la discusión política sobre gobernabilidad fiscal en
Estados Unidos asuman con responsabilidad el rol histórico que les toca
cumplir, no solo en términos domésticos o locales sino respecto a sus
implicaciones en la economía internacional. Es una llamada a que acerquen sus
posiciones y se predispongan a generar consensos que permitan definir un sendero
previsible de mediano plazo que evite costos políticos altos e irreversibles.
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Secretaria Ejecutiva de la Comisión
Económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL).
para América Latina y el Caribe (CEPAL).
2013-01-06
01:10:00
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