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En
2008, año en el que se produjo la primera de las crisis alimentarias de este
siglo XXI, las empresas transformadoras lograron importantes réditos según la Genetic Resources Action International
(GRAIN): "…las ganancias de Nestlé de 2008 subieron un
impresionante 59 por ciento, y el incremento de Unilever se acercó al 38 por
ciento". Durante esos meses
también aumentaron los precios de los agroquímicos, por eso muchos agricultores
no pudieron adquirirlos y sus plantaciones intensivas sufrieron pérdidas. Pero, Monsanto aumentó sus
beneficios un 120% respecto a 2007, Bayer un 40%, Syngenta un 19% y Dow un 63%. Estos eslabones de la cadena alimentaria
(agroquímicos y semillas) no son los únicos que han logrado aumentar
sus réditos. Otro muy importante, que ha provocado la desesperación de millones de agricultores es la intermediación, es
decir, el eslabón que acerca los alimentos del campo al supermercado. La
situación en este caso es similar a los anteriores. Unas pocas empresas, tanto a nivel nacional como internacional,
están situadas entre millones de agricultores que producen alimentos y millones
de consumidores que los adquieren. Algunas de ellas los transforman, y según
ETC, el 26% del mercado mundial de comestibles
empaquetados es colmado por 10
transnacionales (Nestle, Pepsico, Kraft, Coca-cola, Unilever,
Danone, etc.). En frutas
y verduras sin transformar, la intermediación es entre los mayoristas y
minoristas, y en otros casos es la distribución moderna (supermercados) quién adquiere
directamente los productos del agricultor o del mayorista.
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El
Gran negocio agroalimentario.
(Introducción
del Libro Piratas y pateras).
*****
Vicent Boix.
rcci/net globalización. Diciembre del 2012.
Tradicionalmente, el campesinado se ha
caracterizado por cultivar alimentos destinados al consumo propio y a los
mercados locales, llevando a la práctica un tipo de agricultura respetuosa con
el medio ambiente y cimentada en unos conocimientos agronómicos que se han
transmitido de generación en generación. En muchos lugares el campesino o
pequeño agricultor, con el tiempo se fue abriendo al mercado. El objetivo ya no
era cultivar para comer, sino hacerlo para vender la siembra y poder comprar la
comida y otras necesidades. La denominada "revolución verde",
acaecida a mediados del siglo XX, favoreció este proceso ya que consiguió
aumentar la productividad, gracias a la mecanización del campo y a la
utilización de semillas mejoradas y productos químicos. El otrora agricultor
libre, se hizo dependiente de los "paquetes tecnológicos" y de las
exigencias de los mercados.
Inicialmente muchos pequeños agricultores lograron
sobrevivir e incluso progresar, aunque con la expansión de las políticas
neoliberales, la agricultura tradicional y campesina ha entrado en una clara
recesión. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), la agricultura
ocupaba al 52% de la población económicamente activa a nivel mundial entre los
años 1979 y 1981, porcentaje que disminuyó hasta el 40% en 2010. Igualmente, la
población rural mundial que en 1979-81 sumaba el 61% del total cayó en 2010
hasta el 49%.1 Por el contrario, en ese mismo intervalo de tiempo
las exportaciones y las importaciones agrícolas se multiplicaron por cinco, lo
que viene a indicar que el modelo agrícola exportador e intensivo está
expulsando a los agricultores del campo.
Y es que el principal problema que enfrenta la
agricultura agroexportadora, entendida como una mercancía más dentro del
supermercado global, es que las diferentes fases de la cadena agroalimentaria
(semillas, insumos, intermediación, distribución, transformación, venta, etc.)
se concentran cada vez en menos manos, y esta situación de oligopolio da fuerza
a estas "manos" que determinan todo tipo de condiciones.
Según la Rural Advancement Foundation
International (renombrada como "Grupo ETC") el 67% del comercio
mundial de semillas era manejado en 2007 por 10 grandes multinacionales (DuPont,
Syngenta, Limagrain, Bayer, etc.). Solo Monsanto detentaba casi el
25%. De acuerdo con la misma fuente, 10 empresas controlan el 89% del comercio
de agroquímicos (Bayer, Syngenta, Dow, Monsanto, etc.). De ellas, las
seis más poderosas también participan del negocio de las semillas.2
En 2008, año en el que se produjo la primera de las
crisis alimentarias de este siglo XXI, las empresas transformadoras lograron
importantes réditos según la Genetic Resources Action International
(GRAIN): "…las ganancias de Nestlé de 2008 subieron un impresionante 59
por ciento, y el incremento de Unilever se acercó al 38 por ciento".3
Durante esos meses también aumentaron los precios de los agroquímicos, por eso
muchos agricultores no pudieron adquirirlos y sus plantaciones intensivas
sufrieron pérdidas. Pero, Monsanto aumentó sus beneficios un 120%
respecto a 2007, Bayer un 40%, Syngenta un 19% y Dow un
63%.
Estos eslabones de la cadena alimentaria
(agroquímicos y semillas) no son los únicos que han logrado aumentar sus
réditos. Otro muy importante, que ha provocado la desesperación de millones de
agricultores es la intermediación, es decir, el eslabón que acerca los
alimentos del campo al supermercado. La situación en este caso es similar a los
anteriores. Unas pocas empresas, tanto a nivel nacional como internacional,
están situadas entre millones de agricultores que producen alimentos y millones
de consumidores que los adquieren. Algunas de ellas los transforman, y según
ETC, el 26% del mercado mundial de comestibles empaquetados es colmado por 10
transnacionales (Nestle, Pepsico, Kraft, Coca-cola, Unilever, Danone,
etc.).4 En frutas y verduras sin transformar, la intermediación es
entre los mayoristas y minoristas, y en otros casos es la distribución moderna
(supermercados) quién adquiere directamente los productos del agricultor o del
mayorista.
En cualquiera de los tres casos mencionados, la
tónica general es que la intermediación, la transformación o la distribución
moderna, haciendo gala de su posición dominante en la cadena alimentaria,
imponen unos precios de compra irrisorios al agricultor y se los incrementa al
consumidor logrando una plusvalía en algunos casos insultante.
Las
materias primas en el siglo XXI, una gran inversión
En las últimas décadas, la desregulación en los
mercados provocó que las inversiones productivas en la economía real fueran
perdiendo peso en favor de las inversiones financieras, que acamparon en
diversos mercados para succionarlos y luego escapar de las crisis que creaban
en busca de nuevos mercados. A la inversión financiera se le achaca, entre
otras, la "burbuja de las punto.com" y la "crisis de las subprime".
En la búsqueda de inversiones seguras el capital
financiero aterrizó en los mercados de futuros, donde alimentos y materias
primas agrícolas son una parte muy importante del mismo (también se negocia con
petróleo, metales, etc.). Como ejemplo podríamos plantear el siguiente caso
hipotético: una cooperativa de agricultores acude a uno de estos mercados y,
tras negociar con una empresa de harina, vende 30 toneladas de trigo, a
entregar en enero de 2014 y a un precio de 225 dólares la tonelada. Para ello
se firmaría un "contrato de futuro", es decir, un título en el que se
detalla la transacción. Importante subrayar que en los mercados de futuros no
se negocian mercancías físicas (trigo) sino contratos para vender/comprar
mercancías físicas futuras (trigo en enero de 2014).
Estos mercados nunca estuvieron exentos de la
especulación y otras prácticas alejadas del comercio real de materias primas,
ya que los contratos sobre mercancías futuras dan mucho margen a la variación
de precios antes de la fecha de entrega real. Pero como se decía, diversas
medidas liberalizadoras junto a crisis en otros mercados, originó que el capital
financiero (fondos de cobertura, de pensiones, etc.) invirtiera a gran escala
en los mercados de futuros. Los activos financieros en materias primas
crecieron de los 5.000 millones de dólares en el 2000 a 450.000 millones en
2011.5
Desde entonces el mundo vive en tensión debido al
incremento de los precios de los alimentos que originó una crisis alimentaria
en 2008 y otra inacabada en 2010 que está causando estragos en el Cuerno de
África y el Sahel. Desde el principio se intentó esconder el motivo real de las
crisis y se argumentó que la causa era el desequilibrio en la oferta y la
demanda de alimentos, aunque con el tiempo y ante los hechos la realidad se
hizo visible. Como se ve en la gráfica, existe una relación palpable entre la
actividad inversora y el incremento de precios. Y la realidad es que mientras
en el África Subsahariana está muriendo gente de hambre, el grupo de inversión Goldman
Sachs ganó más de 5.000 millones de dólares en 2009 especulando en materias
primas, lo que supuso un tercio de sus beneficios netos.6
Elaboración propia con datos de GRAIN, FAO e
Instituto Internacional de Finanzas.7
La
tierra, el último eslabón por controlar
La cadena agroalimentaria en un gran y suculento
negocio. Así lo demuestran los balances de ciertas transnacionales, como
también queda claro tras analizar el vertiginoso aumento del capital financiero
en los mercados de materias primas. Para los inversionistas el futuro es muy
esperanzador. Saben que la gente puede dejar de pagar su hipoteca pero siempre
tendrá que alimentarse. Además se ha normalizado, se ha institucionalizado y se
ha aceptado sin rechistar, un incremento de los precios de los alimentos (y su
volatilidad) que se creó artificialmente en los mercados. Desde organismos como
la FAO se anuncia y se asume sin más, que la humanidad enfrentará una época de
alimentos caros aunque ello suponga aceptar un status quo en el que
millones de personas pasan hambre.
Si bien todavía no hay escasez, la ecuación entre
la oferta y la demanda de alimentos y materias primas agrícolas tenderá a
comprimirse si no se toman medidas, porque sigue creciendo exponencialmente la
población mundial, y sobre todo, porque el futuro energético de los países
ricos dependerá de los agrocombustibles, todo ello, en un planeta amenazado por
un cambio climático que está comprometiendo la capacidad hídrica de muchas
naciones, degradando los suelos, alterando la productividad y afectando los
rendimientos en diversas zonas típicas de cultivo.
La idea esencial es que, en tiempos de crisis
económica y recesión, resulta que la agricultura se presenta como un mercado
apetitoso y con un prometedor futuro. La demanda está más que asegurada, es
más, crecerá vertiginosamente. La propia FAO ha estimado que la producción
mundial de alimentos se deberá duplicar para el año 2050.
La oferta, por el contrario, es el gran pastel a
dividir y por ello naciones, inversionistas y transnacionales empiezan a mover
fichas para garantizarse su porción. Teniendo en cuenta que ciertos eslabones
de la cadena alimentaria exportadora ya están acaparados por multinacionales
(semillas, intermediación, etc.) y teniendo en cuenta que los mercados de
futuros están atiborrados de inversionistas y especuladores, solo queda un
eslabón por conquistar: la tierra.
Esta es imprescindible y hasta el momento es un
recurso natural que, dependiendo de países, puede ser más o menos accesible
para la ciudadanía. El campesino y pequeño agricultor puede eludir las semillas
patentadas, los agroquímicos y los canales tradicionales de distribución;
mientras que el consumidor puede evitar las grandes superficies comprando
alimentos sanos y de temporada directamente al productor. Para que sigan
activos estos canales sostenibles y agroecológicos solo hace falta la tierra,
que ahora, está en el punto de mira del capital. He aquí la gran amenaza para
la soberanía alimentaria, especialmente en las naciones y comunidades
empobrecidas que
suelen auto abastecerse a través del auto consumo y de los mercados locales.
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1- Anuarios estadísticos de la FAO 2004 y 2010.
2- ETC: "¿De quién es la naturaleza?",
noviembre de 2008.
3- GRAIN: "Las corporaciones siguen
especulando con el hambre", abril de 2009.
4- ETC: "¿De quién es la naturaleza?",
noviembre de 2008.
5- GRAIN: "El negocio de matar de
hambre", 28 de abril de 2008 y LA CAIXA: "Especulación en los
mercados de materias primas: ¿culpable o inocente?", Informe Mensual
octubre 2011.
6- KNAUP, H., SCHIESSL y M., SEITH Y.A.: "El
hambre cotiza en bolsa", en El País, Madrid, España, 4 de
septiembre de 2011.
7- LA CAIXA: "Especulación en los mercados de
materias primas: ¿culpable o inocente?", Informe Mensual núm 350, Octubre
2011.
PIRATAS Y PATERAS, VICENT BOIX, Icaria Editorial,
ISBN 978-84-9888-461-6
*Vicent Boix-Investigador asociado de la Cátedra "Tierra
Ciudadana - Fondation Charles Léopold Mayer", de la Universitat
Politècnica de València. Autor de los
libros El parque de las hamacas y Piratas y pateras. Artículo de la serie "Crisis agroalimentaria"-
*****
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