Venezuela. Una reflexión más de fondo.
¿Hasta qué punto se pueden organizar “elecciones libres” en las
condiciones existentes en Venezuela? En el Reino Unido debían celebrarse
elecciones generales en 1940. Pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial
obligó a postergarlas hasta 1945. El
argumento utilizado fue que el desquicio ocasionado por la guerra impedía
que el electorado pudiera ejercer su libertad de manera consciente y
responsable. Los continuos ataques de los alemanes y las enormes dificultades
de la vida cotidiana, entre ellos el de la obtención de los elementos
indispensables para la misma, afectaban de tal manera a la ciudadanía que
impedían que esta ejerciera sus derechos en pleno goce de la libertad. ¿Fueron muy distintas las condiciones bajo
las cuales se llevaron a cabo las elecciones en Venezuela? No del todo.
Hubo importantes similitudes. La Casa Blanca había declarado en Marzo que
Venezuela era “una inusual y
extraordinaria amenaza a la seguridad nacional y a la política exterior de
Estados Unidos”, lo que equivalía a una declaración de guerra contra esa
nación sudamericana. Por otra parte, desde hacía
muchos años Washington había destinado ingentes recursos financieros para “empoderar la sociedad civil” en Venezuela
y ayudar a la formación de nuevos liderazgos políticos, eufemismos que
pretendían ocultar
los planes injerencistas de la potencia hegemónica y sus afanes por derrocar al
gobierno del presidente Maduro.
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ATILIO BORON. VENEZUELA.
LA TRAMPA.
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Atilio A. Boron.
Rebelión martes 8 de diciembre del 2015.
Las elecciones parlamentarias en Venezuela arrojan
varias enseñanzas que creo necesario subrayar. En primer lugar que, contrariamente a todas las predicciones de los
lenguaraces de la derecha, el comicio se realizó, al igual que todos los
anteriores, de una manera impecable. No hubo denuncias de ningún tipo, salvo el
exabrupto de tres ex presidentes latinoamericanos, que a las cuatro de la tarde
(dos horas antes de la conclusión del acto electoral) ya anunciaban al ganador
de la contienda. Fuera de esto, la “dictadura chavista” volvió a demostrar una
transparencia y honestidad del acto electoral que más quisieran tener muchos
países dentro y fuera de América Latina, comenzando por Estados Unidos. El
reconocimiento hecho por el presidente Nicolás Maduro ni bien se dieron a
conocer los resultados oficiales contrasta favorablemente con la actitud de la
oposición, que en el pasado se empecinó en desconocer el veredicto de las
urnas. Lo mismo cabe decir de Washington, que al día de hoy no reconoce el
triunfo de Maduro en las presidenciales del 2013. Unos son demócratas de
verdad, los otros grandes simuladores.
Segundo, resaltar lo
importante de que luego de casi 17 años de gobiernos chavistas y en medio de
las durísimas condiciones prevalecientes en Venezuela, el oficialismo siga
contando con la adhesión del cuarenta por ciento del electorado en una elección
parlamentaria.
Tercero, el resultado
desplaza a la oposición de su postura facilista y de su frenético denuncialismo
porque ahora, al contar con una holgada mayoría parlamentaria, tendrá
corresponsabilidades en la gestión de la cosa pública. Ya no será sólo el
gobierno el responsable de las dificultades que agobian a la ciudadanía. Esa
responsabilidad será de ahora en más compartida.
Cuarto y último, una reflexión más de fondo. ¿Hasta qué punto se pueden organizar “elecciones libres” en las condiciones existentes en Venezuela? En el Reino Unido debían celebrarse elecciones generales en 1940. Pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial obligó a postergarlas hasta 1945. El argumento utilizado fue que el desquicio ocasionado por la guerra impedía que el electorado pudiera ejercer su libertad de manera consciente y responsable. Los continuos ataques de los alemanes y las enormes dificultades de la vida cotidiana, entre ellos el de la obtención de los elementos indispensables para la misma, afectaban de tal manera a la ciudadanía que impedían que esta ejerciera sus derechos en pleno goce de la libertad. ¿Fueron muy distintas las condiciones bajo las cuales se llevaron a cabo las elecciones en Venezuela? No del todo. Hubo importantes similitudes. La Casa Blanca había declarado en Marzo que Venezuela era “una inusual y extraordinaria amenaza a la seguridad nacional y a la política exterior de Estados Unidos”, lo que equivalía a una declaración de guerra contra esa nación sudamericana. Por otra parte, desde hacía muchos años Washington había destinado ingentes recursos financieros para “empoderar la sociedad civil” en Venezuela y ayudar a la formación de nuevos liderazgos políticos, eufemismos que pretendían ocultar los planes injerencistas de la potencia hegemónica y sus afanes por derrocar al gobierno del presidente Maduro.
La pertinaz guerra económica lanzada por el imperio así como su incesante campaña diplomática y mediática acabaron por erosionar la lealtad de las bases sociales del chavismo, agotada y también enfurecida por años de desabastecimiento planificado, alza incontenible de los precios y auge de la inseguridad ciudadana. Bajo estas condiciones, a las cuales sin duda hay que agregar los gruesos errores en la gestión macroeconómica del oficialismo y los estragos producidos por la corrupción, nunca combatida seriamente por el gobierno, era obvio que la elección del domingo pasado tenía que terminar como terminó. Desgraciadamente, el “orden mundial” heredado de la Segunda Guerra Mundial, que un documento reciente de Washington reconoce que “ha servido muy bien” a los intereses de Estados Unidos, no ha sido igualmente útil para proteger a los países de la periferia de la prepotencia imperial, de su descarado intervencionismo y de sus siniestros proyectos autoritarios.
Cuarto y último, una reflexión más de fondo. ¿Hasta qué punto se pueden organizar “elecciones libres” en las condiciones existentes en Venezuela? En el Reino Unido debían celebrarse elecciones generales en 1940. Pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial obligó a postergarlas hasta 1945. El argumento utilizado fue que el desquicio ocasionado por la guerra impedía que el electorado pudiera ejercer su libertad de manera consciente y responsable. Los continuos ataques de los alemanes y las enormes dificultades de la vida cotidiana, entre ellos el de la obtención de los elementos indispensables para la misma, afectaban de tal manera a la ciudadanía que impedían que esta ejerciera sus derechos en pleno goce de la libertad. ¿Fueron muy distintas las condiciones bajo las cuales se llevaron a cabo las elecciones en Venezuela? No del todo. Hubo importantes similitudes. La Casa Blanca había declarado en Marzo que Venezuela era “una inusual y extraordinaria amenaza a la seguridad nacional y a la política exterior de Estados Unidos”, lo que equivalía a una declaración de guerra contra esa nación sudamericana. Por otra parte, desde hacía muchos años Washington había destinado ingentes recursos financieros para “empoderar la sociedad civil” en Venezuela y ayudar a la formación de nuevos liderazgos políticos, eufemismos que pretendían ocultar los planes injerencistas de la potencia hegemónica y sus afanes por derrocar al gobierno del presidente Maduro.
La pertinaz guerra económica lanzada por el imperio así como su incesante campaña diplomática y mediática acabaron por erosionar la lealtad de las bases sociales del chavismo, agotada y también enfurecida por años de desabastecimiento planificado, alza incontenible de los precios y auge de la inseguridad ciudadana. Bajo estas condiciones, a las cuales sin duda hay que agregar los gruesos errores en la gestión macroeconómica del oficialismo y los estragos producidos por la corrupción, nunca combatida seriamente por el gobierno, era obvio que la elección del domingo pasado tenía que terminar como terminó. Desgraciadamente, el “orden mundial” heredado de la Segunda Guerra Mundial, que un documento reciente de Washington reconoce que “ha servido muy bien” a los intereses de Estados Unidos, no ha sido igualmente útil para proteger a los países de la periferia de la prepotencia imperial, de su descarado intervencionismo y de sus siniestros proyectos autoritarios.
Venezuela ha sido la última víctima de esa escandalosa
inmoralidad del “orden mundial” actual que asiste impertérrito a una agresión
no convencional sobre un tercer país con el propósito de derrocar a un
gobierno satanizado como enemigo. Si esto sigue siendo aceptado por la
comunidad internacional y sus órganos de gobernanza global, ¿qué país podrá
garantizar para sus ciudadanos “elecciones libres”? Por algo en los años
setenta del siglo pasado los países del capitalismo avanzado bloquearon una
iniciativa planteada en el seno de la ONU que pretendía definir la “agresión
internacional” como algo que fuese más allá de la intervención armada. Leyendo
la reciente experiencia del Chile de Allende algunos países intentaron promover
una definición que incluyese también la guerra económica y mediática como la
que se descargó sobre la Venezuela bolivariana, y fueron derrotados. Es hora de
revisar ese asunto, si queremos que la maltrecha democracia, arrasada hace unas
semanas en Grecia y este domingo pasado en Venezuela, sobreviva a la
contraofensiva del imperio. Si esa práctica no puede ser removida del sistema
internacional, si se sigue consintiendo que un país poderoso intervenga
desvergonzada e impunemente sobre otro, las elecciones serán una trampa que
sólo servirán para legitimar los proyectos reaccionarios de Estados Unidos y
sus lugartenientes regionales. Y pudiera ocurrir que mucha gente comience a
pensar que tal vez otras vías de acceso al -y mantenimiento del- poder puedan ser más
efectivas y confiables que las elecciones.
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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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