STAR WARS 7,
EL DESPERTAR DE LA FUERZA, TRAE TAMBIÉN SUS ANÁLISIS Y SUS DEBATES, incluso en el seno mismo de la
Asamblea Nacional Francesa. El diputado
socialista Razzy Hammadi ve esta saga como “una denuncia del totalitarismo”
mientras que, a la derecha, el diputado
Julien Aubert apunta que “en esas películas hay una visión pesimista del
universo. El mal regresa siempre”. Mucho más rica es la reflexión del
historiador Thomas Snégaroff y el Soy tu
padre, la saga Star Wars, Estados Unidos y sus demonios. La aparición de
esta serie se vio también atravesada por la dimensión política. En 1983, cuando salió El Retorno del Jedi,
en apenas dos semanas, el presidente norteamericano Ronald Reagan va a emplear un término de la película, “el Imperio del mal”. Luego, dos
semanas más tarde, el mismo mandatario lanzó la famosa Iniciativa de Defensa
estratégica, bautizada inmediatamente por la prensa “La guerra de las estrellas”. Georges Lucas cayó así en la trampa de la
recuperación que le tendieron los conservadores norteamericanos. “La película se dio vuelta contra Georges
Lucas”, sostiene Thomas Snégaroff.
El historiador también desentraña uno de los aspectos más debatidos de Star
Wars, la temática del padre y el hijo. En este sentido estricto, Snégaroff
asegura que las películas “reposan sobre una dimensión binaria del mundo” y
está embebida “en una ideología reaccionaria, del orden”. En la saga, sólo
cuando el padre es el padre y el hijo es el hijo el orden se restablece en el
universo: todos los desarreglos provienen de los desarreglos familiares”. Este especialista de los Estados Unidos
anota en su libro que “si la saga nos toca tan profundamente es porque la
historia de la nación (Estados Unidos) tironeada entre el Bien y el Mal se encarna en la trayectoria mitológica de un héroe
en busca de su padre y, finalmente, de si mismo”. En realidad, para este autor,
Star Wars no nos cuenta la historia
del mundo sino la misma evolución
contradictoria de Estados Unidos: “lo
que George Lucas cuenta es cómo una
nación democrática y republicana puede evolucionar hacia el lado oscuro, y cómo
a una persona le puede ocurrir lo mismo. Las dos historias están en resonancia:
la historia individual de Anakin
Skywalker y la de una nación son dos versiones de una misma historia.
Anakin sería como la infancia de un país, Estados Unidos, que posee todos los talentos y que, pese a
todo, caen del lado del mal. Se trata de una alegoría de la nación americana”.
/////
En Star Wars 7, algunos
analistas ven “una denuncia del totalitarismo”.
***
GRANDES
FICCIONES SOBRE GEOPOLÍTICA.
La última entrega
del Agente 007, SPECTRE, habla de la vigilancia globalizada y de los Drones.
*****
Las
dos producciones, James Bond y Star
Wars, han dado lugar a libros, debates en la Asamblea Nacional, coloquios
con analistas internacionales o números especiales de revistas consagradas a la
filosofía o la sociología.
Eduardo
Febbro
Página/12
En Francia
Desde París domingo 27 de
diciembre del 2015.
Es
casi imposible dar un paso, ojear una diario, una revista o mirar la televisión
sin caer sobre una mención, crítica o elogiosa, sobre los dos relatos
cinematográficos que han acompañado el crecimiento y la madurez de millones de
personas en el mundo: James Bond y Star Wars. La última entrega de la serie de
James Bond, Spectre, y el Star Wars 7, El Despertar de la Fuerza, no sólo han
movilizado una de las estrategias de comunicación más imponentes de la historia
sino, también, suscitado una polifónica reflexión sobre lo que, a lo largo del
tiempo, ambas películas cuentan, a través de su meta relato, sobre la
geopolítica o la humanidad. En Francia, las dos producciones han dado lugar a
libros, debates en la Asamblea Nacional, coloquios con analistas internacionales
o números especiales de revistas consagradas a la filosofía o la sociología.
Este país que “ama las ideas” según el libro del historiador británico Sudhir
Hazareesingh ha sido fiel a su tradición de pensar más allá de la evidencia
comercial o los trucos del séptimo arte.
Unos
días antes de que se estrenara Spectre,
el Ileri, el Instituto de Estudios de Relaciones Internacionales, organizó
un coloquio con cuatro especialistas de las relaciones internacionales bajo la
forma de una pregunta: “¿James Bond,
héroe geopolítico?. La discusión se centró en la idea de que la novela de Ian Fleming –el primer capítulo, Casino
Royale, apareció en 1953– y las películas que empezaron a difundirse a partir
de 1962, la primera fue Doctor No, contienen una suerte de meta texto
geopolítico que, sucesivamente, fue narrando la situación mundial. Esa es
también la idea que desarrolla Jean-Antoine
Duprat en su libro James Bond,
en el espectro de la geopolítica. De la Guerra Fría a la Ciber Guerra. En
cuanto a Star Wars, la profusión de
análisis es más amplia y, a menudo, filosófica. Un libro del historiador Thomas
Snégaroff, Soy tu padre, la saga Star Wars, Estados Unidos y sus demonios,
aclara varias nociones ocultas en la serie. Una de ellas, que constituye una de
las primicias del libro, pone en evidencia la contradicción que acompañó el
nacimiento de la saga. Según escribe Thomas Snégaroff la “gran paradoja de Star
Wars reside en el hecho de que la saga hizo posible la llegada al poder de
Roland Reagan y su revolución conservadora cuando en realidad el proyecto se
inscribía en una tradición contra cultural”.
En
el coloquio sobre el agente 007 que se llevó a cabo en el Instituto de Estudios
de Relaciones Internacionales enseguida quedó en evidencia el año de estreno de
la primera entrega de la película, 1962, y la “coincidencia” con la crisis de
los misiles de Cuba. En este sentido, según sintetizaron los especialistas,
James Bond es, en el cine, la narración popular más genuinamente relacionada
con la Guerra Fría y las sucesivas crisis internacionales. Jean-Antoine Duprat,
el autor de James Bond, en el espectro de la geopolítica. De la Guerra Fría a
la Ciber Guerra, lo califica como “un espejo de su tiempo”. Cada capítulo fue,
de hecho, una suerte de puesta en escena de las realidades geopolíticas del
mundo al mismo tiempo que, para Gran Bretaña, funcionó como un “mito
compensatorio” en un país que había perdido su posición central dentro del
orden mundial. Efectivamente, las películas muestran siempre a una Gran Bretaña
poderosa, con medios considerables, capaz de luchar contra el mal absoluto,
derrotarlo y, así, salvar al mundo. El historiador David Vauclair destacó que
ese contenido está siempre envuelto en una suerte de “patriotismo infantil”
encarnado por lo que el analista Alexander Adler calificó como “un héroe
conservador” que se mueve “en un mundo que ha dejado de existir”. Por el
contrario, Jean-Antoine Duprat estima que el agente 007 “ha sabido renovarse
siempre. James Bond ya no es más el dinosaurio de la Guerra Fría, su personaje
evoluciona anclándose en la realidad de las problemáticas actuales. Spectre,
por ejemplo, habla de la vigilancia globalizada y de los drones. La trama que
está detrás es un espejo geopolítico muy serio a pesar de que se trata de una
diversión”.
Prueba
de esa conexión permanente con la realidad internacional es la película Golden
Eye, de 1995, donde el ciberespacio aparece en la narración, o Skyfall (2012),
donde el personaje Q viene a demostrar que una computadora portátil puede hacer
tanto daño como las armas. En Spectre, Bond se convierte, según Duprat, “en un
espejo de la guerra contra el terrorismo”.
De
una película a la otra y a lo largo de más de medio siglo, el reflejo del mundo
está ahí: el enfrentamiento Este-Oeste, la lucha contra el terrorismo, la
amenaza nuclear, la Perestroika, los narcotraficantes, la ecología (Quantum of
Solace), la ciberguerra, los filtradores de información como Edward Snowden.
Los continuadores de la obra de Ian Fleming (escribió un total de 14 novelas y
dos cuentos sobre el agente 007) han sabido también evitar las confrontaciones
directas. Por esta razón, el historiador David Vauclair observa que “James Bond
se enfrenta más bien a fantasmas internacionales antes que a enemigos
nacionales”. No es entonces una casualidad si, entre todos los enemigos que
combatió Bond, falta uno, el más actual, el que, desde septiembre 2001, ocupa
todos los “espectros”: el islamista radical, el jihadista. Isabelle Safa,
profesora en el Instituto de Estudios políticos de Lille, observa que en la
serie de Bond “Medio Oriente es un decorado, una carta postal despolitizada que
sirve como terreno de aventuras para Bond pero no una pieza de la confrontación
internacional”. Paradójicamente, Bond nunca combatió un jihadista cuando, en los
hechos, el terrorismo islamista reemplazó al enemigo ideológico de antaño, es
decir, el comunismo. Según Isabelle Safa, está ausencia de confrontación entre
James Bond y los islamistas se explica porque “el mundo se ha vuelto más
complejo, escapa al parámetro del enfrentamiento bipolar y que un agente 007
combatiendo al Estado Islámico apenas duraría dos minutos con vida”.
Star Wars 7, El
despertar de la Fuerza, trae también sus análisis y
sus debates, incluso en el seno mismo de la Asamblea Nacional Francesa. El diputado socialista Razzy Hammadi ve
esta saga como “una denuncia del totalitarismo” mientras que, a la derecha, el diputado Julien Aubert apunta que “en
esas películas hay una visión pesimista del universo. El mal regresa siempre”.
Mucho más rica es la reflexión del historiador Thomas Snégaroff y el Soy tu padre, la saga Star Wars, Estados
Unidos y sus demonios. La aparición de esta serie se vio también atravesada por
la dimensión política. En 1983, cuando salió El Retorno del Jedi, en apenas dos
semanas, el presidente norteamericano Ronald Reagan va a emplear un término de
la película, “el Imperio del mal”.
Luego, dos semanas más tarde, el mismo mandatario lanzó la famosa Iniciativa de
Defensa estratégica, bautizada inmediatamente por la prensa “La guerra de las
estrellas”. Georges Lucas cayó así en la trampa de la recuperación que le
tendieron los conservadores norteamericanos. “La película se dio vuelta contra Georges Lucas”, sostiene Thomas Snégaroff. El historiador
también desentraña uno de los aspectos más debatidos de Star Wars, la temática
del padre y el hijo. En este sentido estricto, Snégaroff asegura que las
películas “reposan sobre una dimensión binaria del mundo” y están embebida “en
una ideología reaccionaria, del orden. En la saga, sólo cuando el padre es el
padre y el hijo es el hijo el orden se restablece en el universo: todos los
desarreglos provienen de los desarreglos familiares”. Este especialista de los
Estados Unidos anota en su libro que “si la saga nos toca tan profundamente es
porque la historia de la nación (Estados Unidos) tironeada entre el Bien y el
Mal se encarna en la trayectoria mitológica de un héroe en busca de su padre y,
finalmente, de si mismo”.
En realidad, para este autor, Star
Wars no nos cuenta la historia del mundo sino la misma evolución
contradictoria de Estados Unidos: “lo que
George Lucas cuenta es cómo una nación democrática y republicana puede
evolucionar hacia el lado oscuro, y cómo a una persona le puede ocurrir lo
mismo. Las dos historias están en resonancia: la historia individual de Anakin
Skywalker y la de una nación son dos versiones de una misma historia. Anakin
sería como la infancia de un país, Estados Unidos, que posee todos los talentos
y que, pese a todo, caen del lado del mal. Se trata de una alegoría de la
nación americana”. El número que la revista Philosphie le consagró a Star
Wars contiene numerosas contribuciones que, como un cuadro impresionista,
buscan, pincelada tras pincelada, ofrecer una suerte de pintura global de sus
significados. “Star Wars es la Ilíada,
con un poco de Freud y de Western”, escribe el filósofo Heinz Wismann. El
también filósofo Alexis Lavis asegura que “la
idea de la Fuerza ha sido extraída del taoísmo” mientras que otro filósofo, Tristan García, ve en ese concepto de “Fuerza” un antagonismo renovado,
inherente a la esfera occidental. Según escribe, “Star Wars debe verse como un
mito cuyo objeto es la Fuerza, es decir, la falla inicial del racionalismo
occidental”. Sea cual fuere la perspectiva desde la cual se analicen estas
dos sagas, James Bond y La Guerra de las Estrellas, es lícito reconocer que Occidente sigue
difundiendo sus visiones y sus valores de una forma tan infalible como masiva.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario