viernes, 4 de diciembre de 2015

DILMA Y SUS ESPADAS DAN PELEA A LOS GOLPISTAS. LOS NUEVOS CONTORNOS DE LA CRISIS POLÍTICA.

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BRASIL: AL TODO O NADA. Al menos en un aspecto hubo una mejora en la densa atmósfera que desde hace meses encubre a Brasil: se acabó el chantaje. Con más intensidad desde julio, el presidente de la Cámara, Eduardo Cunha (foto), esgrimía con alegre irresponsabilidad un arma de alto poder que le es asegurada por la Constitución: aceptar –o no– pedidos de apertura de un juicio político a la presidenta Dilma Rousseff. Ahora, el chantaje se acabó, el juego está abierto, y a Dilma no le queda otra que entender que la única apuesta que existe es al todo o nada. Hasta el minuto final, el PT dudó entre correr el riesgo de despertar la furia de un amoral vengativo o buscar algún tipo de composición con un político que no tiene, bajo ningún aspecto, la más mínima condición de seguir al frente de la Cámara.
Contrariando toda su ya hartamente desgastada imagen, desmintiendo su trayectoria ya bastante maculada, figuras importantes del PT que ocupan puestos de relieve en el debilitado mandato de Dilma Rousseff intentaron imponer un raciocinio suicida: el gobierno es más importante que Eduardo Cunha. Preservarlo sería una manera de preservar a la mandataria.
Ocurre que el presidente de Diputados, como saben todos, él inclusive, es un cadáver político. Más temprano que tarde perderá el puesto y, muy posiblemente, el mandato. Si no son sus pares, será la Corte Suprema. Por un número inmenso de delitos, es solamente un cuerpo muerto e insepulto. Se acabó la impunidad de que disfrutó por décadas.
En ese cuadro, y luego de mucho titubeo, el PT decidió no seguir tirando por la ventana lo que le queda de imagen y credibilidad. Y abandonó al moribundo diputado, que actuó como era esperado: vengándose.
Dilma y su equipo de articuladores ahora luchan en dos frentes de batalla. Uno, jurídico: intentar que la Corte Suprema impugne una iniciativa que carece de base legal y no ha sido otra cosa que la venganza personal de un político que, de manera infame, manipuló la prerrogativa que le es asegurada por la Constitución movido puramente por deseo de venganza. Y el otro, decisivo, en el frente político.
Dilma Rousseff tendrá, sin alternativa, que hacer algo que detesta: política. Negociar detalles, minucias. Convencer con argumentos y no imponer sus certezas. Porque si no hace política, cae.
El lunes se instalará la Comisión Especial que irá a refrendar o rechazar el pedido de apertura de juicio político aceptado por Cunha. Serán 65 diputados de todos los partidos representados en la Cámara. Es el primer paso del trámite requerido por la ley. De ese total, la base aliada tendrá 36 representantes, y la oposición, 17. Los otros 12 son de partidos pequeños.
Los dos mayores partidos, el PT y su aliado PMDB, tendrán 8 diputados cada uno. En teoría, el gobierno está en cómoda ventaja. En teoría: en la práctica, tendrá que enfrentar a un aliado desleal. Michel Temer, vicepresidente de la República, es un político escurridizo. Si cae Dilma, él asume. En los dos últimos días, él se reunió con la mandataria por míseros 30 minutos. Con cabecillas de la oposición, horas y horas.
Son del PMDB, además de Temer, Renan Calheiros, presidente del Senado y del Congreso, y varios caciques de alto poder de fuego sobre diputados y senadores. Dilma no puede confiar en ninguno de ellos: es muy poco creíble que Cunha adoptase la iniciativa que adoptó sin contar con al menos la omisión de los caciques del PMDB. Si Dilma no logra frenar el trámite en esa primera etapa, tendrá que reunir 171 votos en el Pleno de Diputados.
Pero pensándolo bien, si no logra siquiera eso, en una Cámara de 513 integrantes, volver para casa sería la salida natural... Eric Nepomuceno.


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DILMA Y SUS ESPADAS DAN PELEA A LOS GOLPISTAS.
Contraofensiva del gobierno de Brasil, tras el inicio del trámite para el juicio político contra Rousseff.
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Harta de ser acosada, la presidenta resolvió plantarle cara a Eduardo Cunha, promotor del golpe “a la paraguaya”.

Darío Pignotti

Desde Brasilia viernes 4 de diciembre del 2015.
 “Se acabó la guerra fría.” La frase, perteneciente a un ministro, describe mejor que muchos análisis la contienda abierta que se libra desde el miércoles, y ayer tuvo picos intensos, entre defensores y enemigos de la democracia brasileña tras el inicio de los trámites para el juicio político contra Dilma Rousseff.
Harta de ser acosada, la presidenta resolvió plantarle cara a Eduardo Cunha, jefe de la Cámara de Diputados y promotor del golpe a “la paraguaya”, como el que derrocó a Fernando Lugo en 2012 con una apariencia institucional que nadie creyó en el Mercosur, que resolvió suspender a Asunción invocando la cláusula democrática.
El miércoles por la noche en discurso televisado la presidenta acusó implícitamente a Eduardo Cunha de esconder dinero en Suiza (denuncia probada por la Justicia) y ayer, a través de sus colaboradores, lo llamó “chantajista” y “mentiroso”.
Durante meses Brasilia fue una ciudad sitiada en la que Dilma retrocedía cada día ante la intimidación de bandoleros con inmunidad parlamentaria dirigidos por un Eduardo Cunha incontenible y explícito. Mientras el vicepresidente Michel Temer (un remedo del paraguayo Federico Franco), con declaraciones ambiguas y siempre vistiendo trajes caros, conquistaba apoyos para encabezar un gobierno de “unidad nacional” surgido tras la eventual destitución de la mandataria electa.
Ayer Brasilia era otra. Las principales espadas de Dilma, los ministros Jaques Wagner y José Eduardo Cardoso, salieron a dar combate sin guardarse balas. El jefe de Gabinete Jaques Wagner es la calma en persona, ex sindicalista y luego gobernador durante dos mandatos del estado nordestino de Bahía. Lula siempre elogia su bien ganada fama de negociador. Pero era evidente que ayer había perdido la paciencia con Cunha.
“El presidente de la Cámara baja (Cunha) mintió” al acusar a Dilma de hacer acuerdos a escondidas “yo defiendo la tesis de que debemos sustentar al gobierno bajo la amenaza y el chantaje”.
El ministro anunció que de ahora en más la “estrategia del gobierno” es hablar sin rodeos porque la presidenta no tiene nada que esconder y Cunha sí. “Aquí el gran derrotado es el presidente que deberá enfrentar un proceso en la Comisión de Etica” por haber mentido que no tenía cuentas en Suiza, siguió Wagner en rueda de prensa ofrecida en el Palacio del Planalto.
El ministro de Justicia Cardoso, quien fuera coordinador de la campaña electoral de Dilma, cargó contra los “obsesivos” del impeachment.
“La oposición quería un impeachment de cualquier forma... no acepta perder en elecciones democráticas... estuvo casi un año buscando un motivo, no lo encontraron, entonces forzaron cualquier cosa para tener una excusa. El origen de todo esto es la venganza”.
Cardoso acusó directamente al jefe de Diputados Cunha de promover el juicio contra Dilma para salvar su pellejo cuando se vio cercado por las acusaciones de corrupción y el inminente proceso por violación de la ética parlamentaria.
Lo dijo durante una entrevista radial poco después del mediodía cuando la Bolsa de Valores de San Pablo (Bovespa) subía casi 4 puntos siguiendo el impulso de las acciones de Petrobras, las mismas que el miércoles se habían valorizado en Wall Street. Ese movimiento bursátil muestra a los banqueros en la misma trinchera ocupada por los defensores del impeachment, aunque la figura de Eduardo Cunha les cause cierto escozor estético.
A decir verdad el poder financiero siempre apostó contra Dilma: el 27 de octubre del año pasado, un día después de su reelección al derrotar al socialdemócrata Aécio Neves, la Bolsa de Valores de San Pablo (Bovespa) y las acciones de Petrobras cayeron en picada, al tiempo que la prensa iniciaba la presión para que un economista “confiable” asumiera el Ministerio de Hacienda. Objetivo alcanzado con la designación del neoliberal Joaquim Levy.
Uno de los columnistas económicos del Grupo Globo tradujo ayer para el gran público la desconfianza que despierta Dilma entre los especuladores que operan en San Pablo para quienes ya es hora de cambiar de gobierno.
“Esa euforia que se ve en el comportamiento de Bovespa es porque se considera que la salida de la presidenta sería una opción positiva para el ambiente económico en general, traerá estabilidad y confianza. Sería buena señal de que habrá cambios en el gobierno de Petrobras para que vuelva a ser lo que fue antes de este gobierno intervencionista”, opinó el analista de radio CBN, del mayor grupo periodístico brasileño.
Todo indica que Cunha, un número importante de banqueros, sectores del empresariado, el vicepresidente Michel Temer y el ex candidato Aécio Neves se aprestan a este combate (¿final?) por el Palacio del Planalto.
Posiblemente para muchos de ellos los tiempos se precipitaron esta semana, pues al parecer apostaban a que la contienda sea retomada después del carnaval.
Sabiendo que perder tiempo es dejarle terreno al enemigo Cunha encabezó ayer una reunión con los líderes de los bloques parlamentarios con quienes se definió la formación de una Comisión Especial, de 65 miembros, que deberá determinar si la denuncia presentada contra Dilma amerita la apertura de un proceso.
Ese organismo cuenta con 5 sesiones de plazo para pronunciarse, y si su voto fuera por el impeachment, el caso pasará al plenario de la Cámara baja. Al cierre de esta crónica continuaban las reuniones entre los grupos opositores para definir si el Congreso sesionará en enero, para lo cual habrá que convocar a extraordinarias, o se suspenderán las actividades hasta febrero.
Es una decisión delicada por su importancia en la estrategia de la guerra política que está en curso.
Para un sector de la oposición es mejor seguir sesionando a fin de mantener vivo el estrés del posible impeachment, lo cual podrá ayudar en el proselitismo hacia una clase media que en los últimos meses perdió parte de su fervor antidilmista. Luego de las multitudinarias marchas golpistas del primer semestre del año.
Defensores de la democracia y partidarios del plan destituyente saben que el impeachment no se gana solamente en el recinto del Congreso: hay que vencer la disputa por la opinión pública y la ocupación de la calle. Un combate para el que ya están preparándose el Partido de los Trabajadores, el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra y la Central Unica de los Trabajadores (CUT).

Ayer Vagner Freitas, presidente de la CUT, declaró que “no hay ningún motivo para el impeachment salvo la desesperación de Cunha que ya tendría que estar preso. Nosotros vamos a salir a las calles para impedir el impeachment”.

LA CORRUPCIÓN Y LOS ESCÁNDALOS POLÍTICOS.- El presidente del Senado y el Congreso, Renán Calheiros, el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, y el ex presidente de Brasil, Fernando Collor, figuran en la lista de los que serán investigados. (Foto: AFP).
LOS NUEVOS CONTORNOS DE LA CRISIS POLÍTICA.
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 Ariel Goldstein *

El desenlace que podría resultar a partir de la definición de Eduardo Cunha de aceptar la apertura de uno de los pedidos de juicio político a Dilma Rousseff se torna difícil de prever. El PT y el partido del presidente de la Cámara de Diputados (PMDB) han pasado en forma progresiva de la alianza pragmática y circunstancial de los últimos años a una disputa de fuerzas descarnada, donde los escándalos de corrupción son utilizados como base para extorsiones mutuas, colocándose éstos en la mesa de negociación para inclinar la balanza en favor de uno u otro partido.
La producción de los “escándalos políticos” por parte de la prensa y los medios en la opinión pública se torna así un aspecto influyente en la definición de los contornos que asume esta larga crisis política iniciada con el saldo irresuelto de la reñida elección presidencial de 2014, y que se caracteriza por otros tres componentes centrales: las acusaciones de corrupción, el inmovilismo del gobierno en el Parlamento y el ajuste económico ortodoxo, impulsado por el ministro de Economía, Joaquim Levy.
La reciente detención del líder de la bancada petista en el Congreso, Delcídio Amaral, como parte de las acusaciones de la operación Lava Jato, es otro de los ingredientes de esta crisis que parece no tener fin. En todo caso, con la decisión de incentivar a los diputados petistas a votar para que avance el proceso de destitución de Cunha en la Comisión de Etica de la Cámara de Diputados, el PT hace una apuesta que pretende poner un límite a la voraz lógica extorsiva del PMDB.
La larga política de conciliación del gobierno de Dilma con las extorsiones del PMDB ha demostrado sus insuficiencias, pues si bien ha estado pautada por las necesidades de preservar la “gobernabilidad”, no ha conducido en los últimos tiempos a una resolución de la crisis política, sino más bien a su profundización. El PT busca así mostrar un gesto de autonomía por fuera de la lógica extorsiva a la opinión pública y ante sus propias bases militantes, que exigen limitar la negociación infinita con este sector, lo que estaría desacreditando al partido y facilita la argumentación de que finalmente serían “todos lo mismo”.
El PT ha decidido así hacer una fuerte apuesta política en pos de desligarse de la lógica extorsiva y de las negociaciones palaciegas que caracterizan al PMDB, para recuperar una imagen más auténtica frente a la opinión pública y sus bases. La pregunta es si acaso no será demasiado tarde para esto, de modo que el precio a estas alturas por este intento dignificador sea demasiado alto.
La decisión de Cunha de impulsar el proceso de impeachment abre una Caja de Pandora, pues la baja aprobación de la presidenta Dilma en los sondeos de opinión añade complejidad al desenlace de un escenario donde se iniciará, si se da curso en el Congreso al pedido de destitución, una fuerte deliberación pública, influenciada por los medios donde predominan visiones opositoras, respecto de la pertinencia o no de su continuidad en la presidencia, tema sobre el cual ya ha girado la discusión del país vecino durante este año. De todos modos, esta situación clarifica la disyuntiva política ante la cual se encuentra la sociedad, y que podría terminar definiendo el curso de la crisis: o se permite al gobierno encontrar una fórmula para que Dilma pueda ejercer su mandato en plenitud y sin presiones asfixiantes, o se avanza en un proceso de impeachment que termine con su presidencia.
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* Doctor en Ciencias Sociales, UBA. Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (Iealc).
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