BRASIL: AL TODO O
NADA. Al
menos en un aspecto hubo una mejora en la densa atmósfera que desde hace meses
encubre a Brasil: se acabó el chantaje. Con más intensidad desde julio, el
presidente de la Cámara, Eduardo Cunha (foto), esgrimía con alegre
irresponsabilidad un arma de alto poder que le es asegurada por la
Constitución: aceptar –o no– pedidos de apertura de un juicio político a la
presidenta Dilma Rousseff. Ahora, el chantaje se acabó, el juego está abierto,
y a Dilma no le queda otra que entender que la única apuesta que existe es al
todo o nada. Hasta
el minuto final, el PT dudó entre correr el riesgo de despertar la furia de un
amoral vengativo o buscar algún tipo de composición con un político que no
tiene, bajo ningún aspecto, la más mínima condición de seguir al frente de la
Cámara.
Contrariando
toda su ya hartamente desgastada imagen, desmintiendo su trayectoria ya
bastante maculada, figuras importantes del PT que ocupan puestos de relieve en
el debilitado mandato de Dilma Rousseff intentaron imponer un raciocinio
suicida: el gobierno es más importante que Eduardo Cunha. Preservarlo sería una
manera de preservar a la mandataria.
Ocurre
que el presidente de Diputados, como saben todos, él inclusive, es un cadáver
político. Más temprano que tarde perderá el puesto y, muy posiblemente, el
mandato. Si no son sus pares, será la Corte Suprema. Por un número inmenso de
delitos, es solamente un cuerpo muerto e insepulto. Se acabó la impunidad de
que disfrutó por décadas.
En
ese cuadro, y luego de mucho titubeo, el PT decidió no seguir tirando por la
ventana lo que le queda de imagen y credibilidad. Y abandonó al moribundo
diputado, que actuó como era esperado: vengándose.
Dilma
y su equipo de articuladores ahora luchan en dos frentes de batalla. Uno,
jurídico: intentar que la Corte Suprema impugne una iniciativa que carece de
base legal y no ha sido otra cosa que la venganza personal de un político que,
de manera infame, manipuló la prerrogativa que le es asegurada por la
Constitución movido puramente por deseo de venganza. Y el otro, decisivo, en el
frente político.
Dilma
Rousseff tendrá, sin alternativa, que hacer algo que detesta: política.
Negociar detalles, minucias. Convencer con argumentos y no imponer sus
certezas. Porque si no hace política, cae.
El
lunes se instalará la Comisión Especial que irá a refrendar o rechazar el
pedido de apertura de juicio político aceptado por Cunha. Serán 65 diputados de
todos los partidos representados en la Cámara. Es el primer paso del trámite
requerido por la ley. De ese total, la base aliada tendrá 36 representantes, y
la oposición, 17. Los otros 12 son de partidos pequeños.
Los
dos mayores partidos, el PT y su aliado PMDB, tendrán 8 diputados cada uno. En
teoría, el gobierno está en cómoda ventaja. En teoría: en la práctica, tendrá
que enfrentar a un aliado desleal. Michel Temer, vicepresidente de la
República, es un político escurridizo. Si cae Dilma, él asume. En los dos
últimos días, él se reunió con la mandataria por míseros 30 minutos. Con
cabecillas de la oposición, horas y horas.
Son
del PMDB, además de Temer, Renan Calheiros, presidente del Senado y del
Congreso, y varios caciques de alto poder de fuego sobre diputados y senadores.
Dilma no puede confiar en ninguno de ellos: es muy poco creíble que Cunha
adoptase la iniciativa que adoptó sin contar con al menos la omisión de los
caciques del PMDB. Si Dilma no logra frenar el trámite en esa primera etapa,
tendrá que reunir 171 votos en el Pleno de Diputados.
Pero pensándolo bien, si no logra siquiera eso, en una Cámara de 513
integrantes, volver para casa sería la salida natural... Eric Nepomuceno.
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DILMA Y SUS
ESPADAS DAN PELEA A LOS GOLPISTAS.
Contraofensiva del
gobierno de Brasil, tras el inicio del trámite para el juicio político contra
Rousseff.
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Harta de ser acosada, la presidenta resolvió plantarle cara a Eduardo
Cunha, promotor del golpe “a la paraguaya”.
Darío Pignotti
Desde Brasilia viernes 4 de diciembre del
2015.
“Se
acabó la guerra fría.” La frase, perteneciente a un ministro, describe mejor
que muchos análisis la contienda abierta que se libra desde el miércoles, y
ayer tuvo picos intensos, entre defensores y enemigos de la democracia
brasileña tras el inicio de los trámites para el juicio político contra Dilma
Rousseff.
Harta
de ser acosada, la presidenta resolvió plantarle cara a Eduardo Cunha, jefe de
la Cámara de Diputados y promotor del golpe a “la paraguaya”, como el que
derrocó a Fernando Lugo en 2012 con una apariencia institucional que nadie
creyó en el Mercosur, que resolvió suspender a Asunción invocando la cláusula
democrática.
El
miércoles por la noche en discurso televisado la presidenta acusó
implícitamente a Eduardo Cunha de esconder dinero en Suiza (denuncia probada
por la Justicia) y ayer, a través de sus colaboradores, lo llamó “chantajista”
y “mentiroso”.
Durante
meses Brasilia fue una ciudad sitiada en la que Dilma retrocedía cada día ante
la intimidación de bandoleros con inmunidad parlamentaria dirigidos por un
Eduardo Cunha incontenible y explícito. Mientras el vicepresidente Michel Temer
(un remedo del paraguayo Federico Franco), con declaraciones ambiguas y siempre
vistiendo trajes caros, conquistaba apoyos para encabezar un gobierno de “unidad
nacional” surgido tras la eventual destitución de la mandataria electa.
Ayer
Brasilia era otra. Las principales espadas de Dilma, los ministros Jaques
Wagner y José Eduardo Cardoso, salieron a dar combate sin guardarse balas. El
jefe de Gabinete Jaques Wagner es la calma en persona, ex sindicalista y luego
gobernador durante dos mandatos del estado nordestino de Bahía. Lula siempre
elogia su bien ganada fama de negociador. Pero era evidente que ayer había
perdido la paciencia con Cunha.
“El
presidente de la Cámara baja (Cunha) mintió” al acusar a Dilma de hacer
acuerdos a escondidas “yo defiendo la tesis de que debemos sustentar al
gobierno bajo la amenaza y el chantaje”.
El
ministro anunció que de ahora en más la “estrategia del gobierno” es hablar sin
rodeos porque la presidenta no tiene nada que esconder y Cunha sí. “Aquí el
gran derrotado es el presidente que deberá enfrentar un proceso en la Comisión
de Etica” por haber mentido que no tenía cuentas en Suiza, siguió Wagner en
rueda de prensa ofrecida en el Palacio del Planalto.
El
ministro de Justicia Cardoso, quien fuera coordinador de la campaña electoral
de Dilma, cargó contra los “obsesivos” del impeachment.
“La
oposición quería un impeachment de cualquier forma... no acepta perder en
elecciones democráticas... estuvo casi un año buscando un motivo, no lo
encontraron, entonces forzaron cualquier cosa para tener una excusa. El origen
de todo esto es la venganza”.
Cardoso
acusó directamente al jefe de Diputados Cunha de promover el juicio contra
Dilma para salvar su pellejo cuando se vio cercado por las acusaciones de
corrupción y el inminente proceso por violación de la ética parlamentaria.
Lo
dijo durante una entrevista radial poco después del mediodía cuando la Bolsa de
Valores de San Pablo (Bovespa) subía casi 4 puntos siguiendo el impulso de las
acciones de Petrobras, las mismas que el miércoles se habían valorizado en Wall
Street. Ese movimiento bursátil muestra a los banqueros en la misma trinchera
ocupada por los defensores del impeachment, aunque la figura de Eduardo Cunha
les cause cierto escozor estético.
A
decir verdad el poder financiero siempre apostó contra Dilma: el 27 de octubre
del año pasado, un día después de su reelección al derrotar al socialdemócrata
Aécio Neves, la Bolsa de Valores de San Pablo (Bovespa) y las acciones de
Petrobras cayeron en picada, al tiempo que la prensa iniciaba la presión para
que un economista “confiable” asumiera el Ministerio de Hacienda. Objetivo
alcanzado con la designación del neoliberal Joaquim Levy.
Uno
de los columnistas económicos del Grupo Globo tradujo ayer para el gran público
la desconfianza que despierta Dilma entre los especuladores que operan en San
Pablo para quienes ya es hora de cambiar de gobierno.
“Esa
euforia que se ve en el comportamiento de Bovespa es porque se considera que la
salida de la presidenta sería una opción positiva para el ambiente económico en
general, traerá estabilidad y confianza. Sería buena señal de que habrá cambios
en el gobierno de Petrobras para que vuelva a ser lo que fue antes de este
gobierno intervencionista”, opinó el analista de radio CBN, del mayor grupo
periodístico brasileño.
Todo
indica que Cunha, un número importante de banqueros, sectores del empresariado,
el vicepresidente Michel Temer y el ex candidato Aécio Neves se aprestan a este
combate (¿final?) por el Palacio del Planalto.
Posiblemente
para muchos de ellos los tiempos se precipitaron esta semana, pues al parecer
apostaban a que la contienda sea retomada después del carnaval.
Sabiendo
que perder tiempo es dejarle terreno al enemigo Cunha encabezó ayer una reunión
con los líderes de los bloques parlamentarios con quienes se definió la
formación de una Comisión Especial, de 65 miembros, que deberá determinar si la
denuncia presentada contra Dilma amerita la apertura de un proceso.
Ese
organismo cuenta con 5 sesiones de plazo para pronunciarse, y si su voto fuera
por el impeachment, el caso pasará al plenario de la Cámara baja. Al cierre de
esta crónica continuaban las reuniones entre los grupos opositores para definir
si el Congreso sesionará en enero, para lo cual habrá que convocar a
extraordinarias, o se suspenderán las actividades hasta febrero.
Es
una decisión delicada por su importancia en la estrategia de la guerra política
que está en curso.
Para
un sector de la oposición es mejor seguir sesionando a fin de mantener vivo el
estrés del posible impeachment, lo cual podrá ayudar en el proselitismo hacia
una clase media que en los últimos meses perdió parte de su fervor
antidilmista. Luego de las multitudinarias marchas golpistas del primer
semestre del año.
Defensores
de la democracia y partidarios del plan destituyente saben que el impeachment
no se gana solamente en el recinto del Congreso: hay que vencer la disputa por
la opinión pública y la ocupación de la calle. Un combate para el que ya están
preparándose el Partido de los Trabajadores, el Movimiento de los Trabajadores
Rurales Sin Tierra y la Central Unica de los Trabajadores (CUT).
Ayer Vagner Freitas, presidente de la CUT, declaró que “no hay ningún
motivo para el impeachment salvo la desesperación de Cunha que ya tendría que
estar preso. Nosotros vamos a salir a las calles para impedir el impeachment”.
LA
CORRUPCIÓN Y LOS ESCÁNDALOS POLÍTICOS.- El presidente del Senado y el Congreso,
Renán Calheiros, el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, y el
ex presidente de Brasil, Fernando Collor, figuran en la lista de los que serán
investigados. (Foto: AFP).
LOS NUEVOS CONTORNOS
DE LA CRISIS POLÍTICA.
*****
Ariel Goldstein *
El desenlace que podría resultar a partir de la definición de Eduardo
Cunha de aceptar la apertura de uno de los pedidos de juicio político a Dilma
Rousseff se torna difícil de prever. El PT y el partido del presidente de la
Cámara de Diputados (PMDB) han pasado en forma progresiva de la alianza
pragmática y circunstancial de los últimos años a una disputa de fuerzas
descarnada, donde los escándalos de corrupción son utilizados como base para
extorsiones mutuas, colocándose éstos en la mesa de negociación para inclinar
la balanza en favor de uno u otro partido.
La
producción de los “escándalos políticos” por parte de la prensa y los medios en
la opinión pública se torna así un aspecto influyente en la definición de los
contornos que asume esta larga crisis política iniciada con el saldo irresuelto
de la reñida elección presidencial de 2014, y que se caracteriza por otros tres
componentes centrales: las acusaciones de corrupción, el inmovilismo del
gobierno en el Parlamento y el ajuste económico ortodoxo, impulsado por el
ministro de Economía, Joaquim Levy.
La
reciente detención del líder de la bancada petista en el Congreso, Delcídio
Amaral, como parte de las acusaciones de la operación Lava Jato, es otro de los
ingredientes de esta crisis que parece no tener fin. En todo caso, con la
decisión de incentivar a los diputados petistas a votar para que avance el
proceso de destitución de Cunha en la Comisión de Etica de la Cámara de
Diputados, el PT hace una apuesta que pretende poner un límite a la voraz
lógica extorsiva del PMDB.
La
larga política de conciliación del gobierno de Dilma con las extorsiones del
PMDB ha demostrado sus insuficiencias, pues si bien ha estado pautada por las
necesidades de preservar la “gobernabilidad”, no ha conducido en los últimos
tiempos a una resolución de la crisis política, sino más bien a su
profundización. El PT busca así mostrar un gesto de autonomía por fuera de la
lógica extorsiva a la opinión pública y ante sus propias bases militantes, que
exigen limitar la negociación infinita con este sector, lo que estaría
desacreditando al partido y facilita la argumentación de que finalmente serían
“todos lo mismo”.
El
PT ha decidido así hacer una fuerte apuesta política en pos de desligarse de la
lógica extorsiva y de las negociaciones palaciegas que caracterizan al PMDB,
para recuperar una imagen más auténtica frente a la opinión pública y sus
bases. La pregunta es si acaso no será demasiado tarde para esto, de modo que
el precio a estas alturas por este intento dignificador sea demasiado alto.
La
decisión de Cunha de impulsar el proceso de impeachment abre una Caja de
Pandora, pues la baja aprobación de la presidenta Dilma en los sondeos de
opinión añade complejidad al desenlace de un escenario donde se iniciará, si se
da curso en el Congreso al pedido de destitución, una fuerte deliberación
pública, influenciada por los medios donde predominan visiones opositoras,
respecto de la pertinencia o no de su continuidad en la presidencia, tema sobre
el cual ya ha girado la discusión del país vecino durante este año. De todos
modos, esta situación clarifica la disyuntiva política ante la cual se
encuentra la sociedad, y que podría terminar definiendo el curso de la crisis:
o se permite al gobierno encontrar una fórmula para que Dilma pueda ejercer su
mandato en plenitud y sin presiones asfixiantes, o se avanza en un proceso de
impeachment que termine con su presidencia.
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* Doctor en Ciencias Sociales, UBA. Instituto de Estudios de América
Latina y el Caribe (Iealc).
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