El Senador Sanders, lo que plantea en su
Programa de Gobierno es realmente algo diferente, distinto, opuesto a la maquinaria política presente hasta
ahora, en especial “rompe” las viejas
estructuras “calcinadas” del Partido Demócrata. ¿Nos preguntamos, los poderes facticos, concentrados en el imperio, lo dejarán
ser Presidente?, pensemos que está cuestionando la propia estructura del sistema de partidos, la representación, la forma
como se garantiza el financiamiento y como los poderes tradicionales están
manejando esta maquinaria electoral; porque así como va hoy en las Primarias, está ”barriendo” no sólo en
simpatía, sino en votos y Representantes
(Delegados, para la elección final, en el esquema americano de elección del
Candidato) e increíblemente se está
llevando al encuentro – a enterrar políticamente - con lo que aún queda de un “viejo” recuerdo, del poder de poderes,
como son los Clinton. Veamos en sí, lo que es parte central, principal de
su Plataforma
Política de Gobierno.
En un país visceralmente anticomunista las
promesas de Sanders de desmantelar
los grandes bancos; aumentar los impuestos a las grandes corporaciones y a los
millonarios; establecer un servicio universal de salud y de cuidado de niños;
elevar el salario mínimo a $15 la hora; establecer la gratuidad de la enseñanza
universitaria; expandir los servicios sociales; reformar el proceso electoral;
invertir un trillón de dólares en infraestructura, la reforma del proceso
electoral han encontrado entusiasta acogida entre amplios sectores juveniles, de las clases trabajadoras y de sectores
medios para quienes la realidad del “sueño
americano” ha sido reemplazado por una desigualdad extrema, precariedad generalizada e incertidumbre
ante un futuro igualmente incierto.
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Partido Demócrata una candidatura del Senador Sanders, que está removiendo la viejas estructuras políticas no sólo de su partido, sino de toda la "maquinaria política" impuesta y vigente hasta hoy por el poder de poderes de los tradicionales poderes facticos del imperio. Es un fenómeno político imparable, por los sectores sociales que lo apoyan - juventud, trabajadores, y la clase media - víctimas directas de la profunda y extensa desigualdad económico-social.
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DESIGUALDAD, PRECARIEDAD Y LA CANDIDATURA
SOCIALISTA DE BERNIE SANDERS.
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Por Gerardo Rénique, City University of New
York.
Otra Mirada martes 9 de febrero del 2016.
La campaña presidencial
del senador Bernard (Bernie) Sanders
constituye un hecho sin precedentes en la política estadounidense. Nunca antes
en la historia electoral de este país un candidato en las primarias del Partido
Demócrata lanzo su campaña con un llamado a una “revolución política” ni atacó
directamente a la “clase de los billonarios,” ni mucho menos se declaró como un
“socialista democrático.” Sanders es
también el primer candidato en haber rechazado contribuciones de grupos de
interés y que financia enteramente su campaña con contribuciones personales de
ciudadanos comunes y corrientes. Más sorprendente aún fue su reciente virtual
empate en la elección primaria del estado de Iowa con nada menos que Hillary Clinton, la ex Secretaria
de Estado proclamada por los medios y las elites partidarias demócratas como la
candidata “natural” del Partido Demócrata. Detrás de Clinton por más de
cuarenta puntos al inicio de la campaña en la primaria de Iowa se coloca a
escasas tres décimas de esta. En la próxima primaria de New Hampshire Sanders tiene un cómodo margen de veinte puntos sobre
Clinton y a nivel nacional se encuentran en cerrada competencia.
Con 75 años de edad Sanders es el candidato más viejo en competir por
la presidencia. Nacido en Brooklyn
en un hogar de inmigrantes polacos judíos, Sanders se inició en la política
como organizador estudiantil en la lucha por los derechos civiles
afro-americanos. Identificado con la izquierda participó activamente en los
fallidos esfuerzos por crear un tercer gran partido que representara los
intereses de los trabajadores. Como candidato independiente ha sido
elegido alcalde de Burlington, la capital de Vermont, congresista por 8
periodos consecutivos y como senador desde el 2006. A lo largo de su carrera
política Sanders ha mantenido una posición firme en defensa de los intereses de
los trabajadores, en contra de los grandes intereses monopólicos, en defensa
del medio ambiente, en contra de los programas de austeridad y a favor de la
expansión del estado de bienestar. Mientras que las elites partidarias
consideran a Sanders inelegible por su identificación “socialista” la exitosa recepción de su mensaje y sobre todo la
simpatía hacia el “socialismo” entre votantes demócratas prueban lo contrario.
En una reciente encuesta
de la agencia Bloomberg el 43% de los votantes demócratas en la primaria de
Iowa se definieron como “socialistas.”
Un estudio de opinión más detallado de fines de diciembre del 2011 señala que 49% de los
individuos de la llamada “generación del milenio” (entre 18 y 29 años) tienen
una visión favorable del socialismo mientras que 47% guardan una opinión
desfavorable del capitalismo. Opiniones alimentadas por las sospecha y
desconfianza generadas por el comportamiento cómplice de la clase política con
los grandes banqueros durante la crisis financiera del 2008 amplificadas por el
movimiento Occupy Wall Street de
Septiembre-Noviembre del 2011.
En un país visceralmente anticomunista las
promesas de Sanders de desmantelar los
grandes bancos; aumentar los impuestos a las grandes corporaciones y a los
millonarios; establecer un servicio universal de salud y de cuidado de niños;
elevar el salario mínimo a $15 la hora; establecer la gratuidad de la enseñanza
universitaria; expandir los servicios sociales; reformar el proceso electoral;
invertir un trillón de dólares en infraestructura, la reforma del proceso
electoral han encontrado entusiasta acogida entre amplios sectores
juveniles, de las clases trabajadoras y de sectores medios para quienes la
realidad del “sueño americano” ha
sido reemplazado por una desigualdad extrema, precariedad generalizada e
incertidumbre ante un futuro igualmente incierto.
Considerada como la más
importante movilización de votantes de bajo ingreso en apoyo de un candidato
demócrata en más de una generación, esta insurgencia política se gestó durante
las casi cuatro décadas de estancamiento
de los ingresos de la clase trabajadora y
sectores medios, así como la desigualdad galopante sobre
las que se erigió la llamada segunda Edad Dorada del capitalismo estadounidense. Durante este tiempo el 0.1 % de los hogares más ricos lograron controlar casi un cuarto de toda
la riqueza del país. Una riqueza mayor que la del 90% de los hogares de menor
ingreso. Sorteada la crisis el 2013 los ingresos de un ejecutivo (CEO) fueron equivalentes al ingreso promedio de
296 trabajadores asalariados. El billonario rescate gubernamental a bancos e
instituciones financieras –en realidad una subvención gubernamental-
para sacarlos del atolladero de su propia creación aumento la desconfianza e
indignación ciudadanas hacia las elites políticas y corporativas. El apoyo del
Partido Demócrata a esta medida consolidó la alianza de la jerarquía partidaria
con los intereses de Wall Street.
Si bien el modesto
crecimiento del PNB y la tibia recuperación económica del 2011 a la fecha han
reducido el desempleo al 4.9% -la cifra más baja en los últimos ocho años- los
salarios se han mantenido estancados y nuevos empleos son de baja calidad. El desempleo
sin embargo es mucho más elevado entre los jóvenes (19.5%) afectando sobre todo
a afro-americanos e hispanos. Más de la mitad de los 8 millones de desempleados tienen entre 16 y 34 años de edad. El desempleo y subempleo también han
aumentado dramáticamente entre los estudiantes con estudios universitarios. Como si esto fuera poco aproximadamente
70% de los jóvenes egresados de la universidad lo hacen con una deuda promedio
de $29,000. En total la deuda estudiantil acumulada sobrepasa el trillón de
dólares. Una cifra superior a la deuda hipotecaria que desató la crisis
financiera del 2008. Una potencial crisis en ciernes que alimenta a la vez la
incertidumbre y descontento de una juventud que caracterizada por el sociólogo
británico Owen Jones como el precariato representa la condición trabajadora
“normal” en la era de la globalización y el neoliberalismo. Es entre este
sector donde Sanders ha encontrado su más entusiasta base de apoyo. Según
las encuestas a pie de urna de la cadena de televisión NBC realizadas el día de la primaria de
Iowa, 84% de los votantes menores de 30 años y 58% de los votantes entre 30 y
44 años votaron por el “tío Bernie.” Sanders también supero a Clinton por cerca
de 10 puntos entre los votantes de bajos ingresos.
El mayor obstáculo a la campaña de Sanders proviene empero de la jerarquía del
partido demócrata temerosa que su insurgencia electoral empuje al Partido
Demócrata a asumir posiciones políticas acordes con las necesidades y
aspiraciones de las grandes mayorías. A pesar de ser el primer candidato
demócrata en una generación de haber logrado la más multitudinaria movilización
electoral de jóvenes, trabajadores y personas de bajos ingresos en una
generación, Sanders no cuenta con el
apoyo de la maquinaria partidaria. En una situación semejante a la que
enfrenta Jeremy Corbyn en el Reino Unido,
Sanders tiene por delante una ardua doble batalla contra la derecha Republicana
y contra la jerarquía partidaria que abrumadoramente se ha agrupado detrás de
la candidatura de Hillary Clinton. La candidata que no explica porque recibió
un pago de más de $ 600,000 de Goldman and Sachs por tres charlas mientras
niega tener lazos con Wall Street.
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