jueves, 4 de febrero de 2016

PETRÓLEO, MERCADOS FINANCIEROS Y RECESIÓN GLOBAL.

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UN EJEMPLO DE RECESIÓN GLOBAL.- 2001-2004.- “Al inicio de 2002, la contracción económica mundial se ha generalizado. Aunque la prensa atribuye esta crisis a los atentados del 11 de septiembre, es evidente que estas acciones sólo acentuaron el freno previo del nivel de actividad. Se estima que el crecimiento del PBI mundial alcanzó el año pasado un 2%, es decir un porcentaje muy cercano al prevaleciente en los tres picos recesivos de las últimas décadas (1,9% en 1975, 1,2% en 1982 y 1,4% en 1991). Además, el volumen del comercio mundial que aumentaba a un ritmo del 7% anual desde principios de los 90 se mantuvo estancado durante 2001 y las inversiones extranjeras se redujeron a la mitad del ejercicio precedente.

La desaceleración en curso es sincronizada y golpea simultáneamente a los tres centros de la economía mundial. Ninguna región ni sector contrarresta la recesión norteamericana, que arrastra a Europa y refuerza el estancamiento de Japón. Esta simultaneidad es un efecto de la mundialización, que afianzó la integración de las economías centrales y aceleró la transmisión de los impactos recesivos. La crisis se profundizó en los últimos meses, ya que a mitad del año pasado los analistas todavía discutían la continuidad de una fase ascendente, disentían en torno al carácter “suave o forzoso del aterrizaje” de la economía norteamericana y esperaban que Europa actuara como locomotora sustituta de los Estados Unidos.

Sin embargo, el grueso de los analistas observa el cuadro recesivo actual con menos dramatismo que en 1997-98. Durante el colapso asiático predominaban los pronósticos de un próximo estallido comparable al 30, mientras que ahora prevalece la impresión que la crisis acentuará la fractura económica y social en el mundo, pero será controlada. Como la economía norteamericana registró una sorprendente reacción luego del desplome asiático, muchos analistas se han vuelto más cautos en sus pesimistas previsiones.

Pero estos vaivenes interpretativos simplemente confirman la escasa confiabilidad que tienen los análisis de los economistas de mayor eco en la prensa. Sus caracterizaciones están habitualmente muy influidas por el cambiante estado de ánimo de los inversores bursátiles y por eso saltan de la euforia a la depresión con inusitada rapidez. Su reciente pérdida de entusiasmo en el neoliberalismo no les ha servido tampoco para mejorar mucho su diagnóstico de la realidad. A diferencia de lo ocurrido en los 90, el eje de la crisis actual se ubica en la economía norteamericana, y por eso existe más preocupación por el efecto internacional de esta recesión que por los descalabros de la periferia. El principal problema es el estado de salud de la primer potencia y no el impacto de un derrumbe tercermundista”. Claudio Katz. Herramienta 2004.


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PETRÓLEO, MERCADOS FINANCIEROS Y RECESIÓN GLOBAL.
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Alejandro Nadal.

La Jornada miércoles 3 de enero del 2016.

Cuando estalló la crisis de 2008 muchos analistas ligados a gobiernos y autoridades monetarias pensaron que sus efectos podrían contenerse y los daños limitarse a segmentos del sistema financiero. En realidad la profundidad y alcance del proceso de endeudamiento y apalancamiento iban más allá de todo límite. Algunos eslabonamientos existentes entre segmentos del sistema financiero eran desconocidos y tomaron a todos por sorpresa. Los vasos comunicantes entre bancos, mercados de valores, fondos de cobertura y corredurías llevaban instrumentos financieros complejos que en muchas ocasiones los reguladores ni siquiera podían entender.

Hoy la crisis adquiere un nuevo semblante. Ya no se trata simplemente de conexiones entre segmentos del sistema financiero. Hoy existe una relación estrecha entre el derrumbe en los precios del petróleo y el colapso y volatilidad extrema en los principales mercados financieros. Los precios del crudo hoy actúan como una señal de alarma sobre el mal estado de la economía mundial. La crisis ha completado un ciclo y en lo que va de este año las pérdidas acumuladas en Wall Street ascienden a más de 1.6 millones de millones de dólares.

Una de las razones por las cuales el colapso en el precio del crudo afecta todo tipo de mercados financieros es relativamente sencilla. Muchos grandes inversionistas, desde fondos hasta grandes corporaciones, sufrieron en 2015 un castigo brutal en el componente de sus carteras de inversión relacionado con mercancías básicas o commodities. Hoy esos mismos inversionistas han comenzado a deshacerse de acciones y títulos financieros con el fin de reducir el perfil de riesgo de su cartera total. Y como se dice en la jerga financiera, eso ha afectado el sentimiento del mercado y ha intensificado la tendencia a vender en corto.

Los inversionistas más importantes en la economía mundial están observando con gran atención la evolución del precio del petróleo. El desplome no es considerado como portador de buenas noticias. Al contrario, es un muy mal presagio de que la economía mundial seguirá empantanada en un entorno recesivo por varios años.

El colapso en el precio del crudo se atribuye a la estrategia de mercado de Arabia Saudita para preservar su franja de mercado. Pero hay otros indicios de que podría estar más relacionado con el colapso en la demanda, sobre todo con la contracción en China. Todas las señales económicas que vienen del gigante asiático en estos días anuncian una fuerte y duradera contracción. El bajo precio del petróleo podría ser más un fenómeno deflacionario que una consecuencia de la pelea por franjas de mercado.

Por su parte, las señales desde Estados Unidos tampoco son buenas. El boom del fracking hidráulico se acompañó de un feroz sobrendeudamiento por parte de las nuevas compañías gaseras y petroleras. Muchas de estas compañías pudieron financiarse a través de títulos de muy mala calidad e incluso de bonos chatarra. Con la promesa de que estaban iniciando la revolución energética que Estados Unidos había esperado desde hacía años, pudieron vender esos títulos a inversionistas incautos con la promesa de que mantendrían rendimientos altos durante mucho tiempo. Hoy que el precio del crudo no permite cubrir el costo de producción promedio en la mayoría de los sitios con instalaciones para el fracking hidráulico el colapso en la industria se acelera. El número de instalaciones (rigs) de fracking en operación en Estados Unidos ha descendido de mil 864 en octubre de 2014 a unas 619 en enero de este año.

Se estima que la mitad de las empresas petroleras estadunidenses en el negocio del fracking va a tener que quebrar. Todo esto tendrá grandes repercusiones a nivel macroeconómico y ciertamente no favorecerá una recuperación. De hecho, en el debate sobre si la Reserva federal se apresuró a incrementar la tasa de interés el impacto del bajo precio del petróleo ya es considerado como una de las variables más importantes.

Existe una ramificación que conecta el precio del petróleo con la economía financieras que no ha sido bien analizado. El precio del crudo es el soporte del valor de muchos bonos y créditos corporativos. Su desplome anuncia una cascada de deudas que no podrán ser pagadas, lo que llevará a la quiebra a muchos fondos y bancos. La cartera vencida de compañías petroleras podría superar el volumen de los años 80, cuando la caída del precio del petróleo ayudó a precipitar la crisis mundial.


La industria energética lleva a cabo grandes inversiones y sus efectos multiplicadores en la economía son muy fuertes. Una parte significativa del crecimiento de la economía estadunidense después de la crisis de 2008 se debió a las inversiones del sector energético (y, en especial, del fracking). Pero cuando las empresas petroleras tienen que aplicar el freno de emergencia, el efecto de contracción, con todos sus multiplicadores, no tarda en manifestarse. La crisis global sigue evolucionando.

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