sábado, 20 de febrero de 2016

LAS BASES SOCIALES DE LAS NUEVAS DERECHAS.

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La nueva derecha político-empresarial en América Latina es “una sola” posiblemente con el tiempo y como resultado del propio proceso del sistema mundo, una es la derecha político empresarial actual que se organiza y lucha en las calles y plazas públicas –  ha desplazado de su lugar de origen a la Izquierda tradicional e histórica – que siempre peleó en las calles y plazas públicas, mantuvo la unidad dialéctica indestructible  entre lo social y los político ( gremial y sindical y político partidario), esa izquierda ya se fue?. En cambio la derecha de hoy – no es como la vieja derecha que básicamente tenía su “fortaleza social” en los tradicionales sectores religiosos, en la juventud católica e incluso llegaba a tener en coyunturas especiales cierta concatenación con los sectores más “poderosos” de las ”viejas clases medias” (principalmente profesionales e industriales). Lo interesante de este escenario histórico es que se hacía Política: Política como gobierno, como “clases sociales”, como representación (cada clase estaba representada en su legitimidad constitucional) e incluso en su visión regional-nacional (Centralismo asfixiante vs descentralización y regionalización),

En cambio hoy, desde los tiempos de la “gran crisis económica del 2008 – la crisis de las hipotecas subprime – como es la crisis “final” del capital financiero especulativo – base principal de acumulación del sistema mundo, es decir, de la globalización neoliberal – sumado al conjunto, la crisis global de la Unipolaridad (Estado y Poder Único Global) y su sustitución histórica por la Multipolaridad, (Un país un voto) la construcción del Nuevo Orden Mundial, el surgimiento de poderosas y ascendentes economías regionales como son las economías BRICS y en sí el gran significado político sistémico que tiene el “Cambio de Época Histórica” nos posiciona políticamente en un nuevo escenario de un mundo multipolar, donde el capital financiero-especulativo, busca alianzas, incentiva inversiones de las corporaciones mundiales con en el modelo extractivo tradicional, ahora construye nuevas vías, formas y prácticas de acumulación del capital de la desposesión de los recursos naturales– (in)surge el modelo basado en la explotación de los Commodities a nivel global – el Consenso de los Commodities, etapa histórica que ha marcado y sigue generando grandes conflictos sociales en los escenarios local-regional de cada país; tiempos políticos e históricos, donde la “nueva derecha” se mantuvo en “silencio”, puesto que el modelo neoliberal del “crecimiento macro-económico” lo favorecía íntegramente e incluso “convivió” social y políticamente como los procesos de Izquierda progresistas y democráticos como son los de América Latina. Pero cuando “despierta” de su silencio la derecha latinoamericana?


Esta es la derecha política brasileña que acusa al gobierno de corrupción, es "propietaria" de las calles - y como toda la clase política está infectada de corrupción - este camino le falló. En su desesperación y ambición absoluta por el Poder - no cree en la Democracia, menos en los procesos electorales - las calles son la "parturienta" del golpismo político. Es una derecha muy violenta, oscura y prepotente.
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El modelo comienza a agotarse, el del crecimiento macro-económico fundado, sostenido en el viejo modelo extractivo exportador de materias primas,  esta seria y profunda crisis, tiempos políticos que la derecha desde el silencio acusa al gobierno de ser los responsables de la crisis –además su veneno de corrupción, con el cual llegaron y se posicionaron políticamente en los años 80-90’ del siglo XX, logran inyectarlo a la nueva “izquierda democrática” gobernante  - argumento más que necesario, aparece como fundamental para golpear contra los gobiernos democráticos. La derecha “sale” a la calle, se apodera de la plaza pública – es protagonista de un sinfín de protestas sociales – expropia a la izquierda de su lugar histórico de origen -. Es muy visible su comportamiento social y político desde la oposición, con radicalismo y violencia en Venezuela, Brasil, Ecuador, Chile – en cambio en Argentina, son más ponderados, menos radicales – pero si avanzan desde el poder de los medios – y una oposición silenciosa pero ordenada contra el gobierno de Cristina de Kirchner -.

En el proceso histórico de su organización y lucha contra los gobiernos de izquierda – el capital mundial – va abriendo “otras” y nuevas vías, formas y prácticas de acumulación del capital por desposesión – es el modelo de expoliación, explotación, saqueo, ahora vía los derechos sociales y servicios públicos: Educación, Sanidad, Pensiones, Seguridad, Tarjetas de crédito, etc., logran consolidar este nuevo proceso de acumulación del capital por desposesión, instancias históricas que la nueva burguesía ahora sí está en condiciones de disputarle el gobierno a la izquierda, todo por medio de las elecciones y siempre fortaleciendo el sistema Democrático. Pero como la izquierda no tocó el Poder, - ni con el pétalo de una rosa - porque sus políticas sociales exitosas en la lucha contra la pobreza – básicamente – coyunturales se centraron en el ámbito de la super-estructura – y en lo central estas políticas – por lo más exitosas que sean – son fáciles de desmontar social y políticamente, por lo general no tienen  base de resistencia en la estructura social del sistema:

La derecha ganó las elecciones en Argentina y por primera vez llega al gobierno en democracia, no es igual que la derecha política brasileña, que en lo central es pro-golpista – y ahora gobierno, le es sumamente fácil desmontar, destruir, todo lo que supuestamente favoreció  a los sectores populares y trabajadores estatales durante los tiempos de los gobiernos anteriores. Pero en la “nueva” derecha, no figura en su agenda de trabajo, no piensa en respeto, en diálogo con los opositores, ahora es gobierno y punto y arrasa con todo. Estas lecciones de violencia, verticalismo, descomposición política de la propia democracia, se debe aprender, no para imitar, porque eso nos conduce a la dictadura. La izquierda no debe tener miedo al Poder. El Estado hay que “tocarlo”, reformarlo, modernizarlo desde su propia estructura y que las políticas sociales exitosas, tengan su ubicación y posicionamiento en estos contextos sociales para ser respetados y tener vigencia en cualquier forma de gobierno. Ahí está la nueva derecha político-empresarial, barriendo todas las ”supuestas” conquistas sociales a favor de los trabajadores, está dando una lección, de NO tener miedo a supuestos derechos sociales que no tienen ubicación y fundamento en la estructura económico social del sistema, está imponiendo fácilmente una “nueva” lección de democracia procedimental, electoral, liberal, novelada, delegativa, mediática empresarial, propia de laz nueva burguesías político-empresarial del siglo XXI.


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La nueva derecha política argentina, ¿derecha electoral-democrática? es la derecha "pituca", pero ambiciona el poder absoluto, no importa a quién arrasa o pisotea en el camino, para ellos no existen otros derechos que los suyos. 
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LAS BASES SOCIALES DE LAS NUEVAS DERECHAS.
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Raúl Zibechi.

La Jornada sábado 29 de febrero del 2016.

Una nueva derecha está emergiendo en el mundo y también en América Latina, región donde presenta perfiles propios y una nueva e inédita base social. Para combatirla es necesario conocerla, rehuir los juicios simplistas y entender las diferencias con las viejas derechas.

Mauricio Macri es bien distinto de Carlos Menem. Éste introdujo el neoliberalismo, pero era hijo de la vieja clase política, al punto de que respetaba algunas normas legales y tiempos institucionales. Macri es hijo del modelo neoliberal y se comporta según el modelo extractivo, haciendo del despojo su argumento principal. No le tiembla el pulso a la hora de pasar por encima de los valores de la democracia y de los procedimientos que la caracterizan.

Algo similar puede decirse de la derecha venezolana. Se trata de alcanzar objetivos sin reparar en medios. El modo de operar de la nueva derecha brasileña se diferencia incluso del gobierno privatizador de Fernando Henrique Cardoso. Hoy los referentes son personajes como Donald Trump y Silvio Berlusconi, o el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, militarista y guerrero que no respeta ni al pueblo kurdo ni a la oposición legal, cuyos locales y mítines son sistemáticamente atacados.

Estas nuevas derechas se referencian en Washington, pero es de poca utilidad pensar que actúan de modo mecánico, siguiendo las órdenes emanadas de un centro imperial. Las derechas regionales, sobre todo las de los grandes países, tienen cierta autonomía de vuelo en la defensa de intereses propios, sobre todo aquellas que se apoyan en un empresariado local más o menos desarrollado.

Pero lo realmente novedoso son los amplios apoyos de masas que consiguen. Como se ha dicho, nunca antes la derecha argentina había llegado a la Casa Rosada por la vía electoral. Esta novedad merece alguna explicación que no se puede agotar en este breve espacio. Tampoco parece adecuado atribuir todos los avances de la derecha a los medios. ¿Qué razones hay para sostener que los votantes de la derecha son manipulados y los de la izquierda son votos conscientes y lúcidos?

Hay dos cuestiones que sería necesario desbrozar antes de entrarle a un análisis más amplio. La primera son los modos de hacer, el autoritarismo casi sin freno ni argumento. La segunda, las razones del apoyo de masas, que incluye no sólo a las clases medias, sino también a una parte de los sectores populares.
Sobre las decisiones autoritarias de Macri, el escritor Martín Rodríguez sostiene:

El macrismo actúa como un Estado Islámico: su ocupación del poder significa una suerte de profanación de los templos sagrados kirchneristas (Panamarevista.com, 28/01/16). Los despidos masivos decididos se apoyan en la firme creencia de las clases medias de que los trabajadores estatales son privilegiados que cobran sin trabajar. Porque el costo político de esas tremendas decisiones ha sido hasta ahora muy bajo.

La comparación con los modos del Estado Islámico suena exagerada, pero tiene un punto de contacto con la realidad: las nuevas derechas llegan arrasando, llevándose por delante todo aquello que se interpone en su camino, desde los derechos adquiridos por los trabajadores hasta las reglas de juego institucionales. Para ellos, ser democráticos es apenas contar las papeletas en las urnas cada cuatro o cinco años.

La segunda cuestión es comprender los apoyos de masas conseguidos. El antropólogo Andrés Ruggeri, investigador sobre las empresas recuperadas, destaca que la derecha pudo construir una base social reaccionaria capaz de movilizarse, basada en los sectores más retrógrados de la clase media, sectores que siempre existieron y que en los 70 apoyaron la dictadura (Diagonal, 13/02/15). Esa base social está anclada en un votante-consumidor que adquiere un voto como un producto de supermercado.

Considera que el gran error del gobierno de Cristina Fernández consistió, en vez de fomentar un sujeto popular organizado, en promover un conjunto social desmembrado, individualista y consumista, que además pensó que las conquistas de la lucha de 2001, y los beneficios sociales logrados en estos 12 años, eran derechos adquiridos que no estaban en riesgo. Convencerlos de esto último fue un gran logro de la campaña de la derecha, clave para su triunfo (Diagonal, 13/02/16).

Las clases medias son muy diferentes a las de los años 60. Ya no se referencian en las camadas de profesionales que se formaron en universidades estatales, que leían libros y seguían estudiando cuando finalizaban sus carreras; aspiraban a trabajar por sueldos medianos en reparticiones estatales y se socializaban en los espacios públicos donde confluían con los sectores populares. Las nuevas clases medias se referencian en los más ricos, aspiran a vivir en barrios privados, lejos de las clases populares y del entramado urbano, son profundamente consumistas y recelan del pensamiento libre.

Si una década atrás parte de esas clases medias golpearon cacerolas contra el corralito del ministro de Economía, Domingo Cavallo, y en ocasiones confluyeron con los desocupados (piquete y cacerola, la lucha es una sola, era el lema de 2001), ahora sólo les preocupa la propiedad y la seguridad, y creen que la libertad consiste en comprar dólares y vacacionar en hoteles de cinco estrellas.

Estas clases medias (y una parte de los sectores populares) están modeladas culturalmente por el extractivismo: por los valores consumistas que promueve el capital financiero, tan alejados de los valores del trabajo y el esfuerzo que promovía la sociedad industrial hace apenas cuatro décadas.
Los defensores del modelo neoliberal consiguen un piso de apoyos en torno a 35-40 por ciento del electorado, como muestran todos los procesos de la región. A menudo no sabemos cómo enfrentar esta nueva derecha. No es agitando contra el imperialismo como la derrotaremos, sino mostrando que se puede gozar de la vida sin caer en el consumismo, el endeudamiento y el individualismo.


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