La
nueva derecha político-empresarial en América Latina es “una sola” posiblemente
con el tiempo y como resultado del propio proceso del sistema
mundo, una es la derecha político empresarial actual que se organiza y lucha en las calles y plazas públicas – ha desplazado de su lugar de origen a la Izquierda tradicional e histórica – que
siempre peleó en las calles y plazas públicas, mantuvo la unidad dialéctica
indestructible entre lo social y los
político ( gremial y sindical y político partidario), esa izquierda ya se fue?.
En cambio la derecha de hoy – no es
como la vieja derecha que básicamente tenía su “fortaleza social” en los tradicionales sectores religiosos, en la
juventud católica e incluso llegaba a tener en coyunturas especiales cierta
concatenación con los sectores más “poderosos”
de las ”viejas clases medias” (principalmente profesionales e
industriales). Lo interesante de este escenario histórico es que se hacía Política: Política como gobierno,
como “clases sociales”, como
representación (cada clase estaba representada en su legitimidad
constitucional) e incluso en su visión regional-nacional (Centralismo asfixiante
vs descentralización y regionalización),
En
cambio hoy, desde los tiempos de la “gran crisis económica del 2008 – la crisis
de las hipotecas subprime – como es la crisis “final” del capital financiero
especulativo – base principal de acumulación del sistema mundo, es decir, de la globalización neoliberal – sumado
al conjunto, la crisis global de la Unipolaridad
(Estado y Poder Único Global) y su sustitución histórica por la Multipolaridad, (Un país un voto) la
construcción del Nuevo Orden Mundial,
el surgimiento de poderosas y ascendentes economías regionales como son las economías BRICS y en sí el gran
significado político sistémico que tiene el “Cambio de Época Histórica” nos posiciona
políticamente en un nuevo escenario de un mundo multipolar, donde el capital financiero-especulativo, busca
alianzas, incentiva inversiones de las corporaciones mundiales con en el modelo extractivo tradicional, ahora construye nuevas vías, formas y
prácticas de acumulación del capital de la desposesión de los recursos
naturales– (in)surge el modelo basado en
la explotación de los Commodities a nivel global – el Consenso de los Commodities, etapa histórica que ha marcado y sigue generando grandes conflictos sociales en los escenarios
local-regional de cada país; tiempos políticos e históricos, donde la “nueva derecha” se mantuvo en “silencio”, puesto que el modelo
neoliberal del “crecimiento
macro-económico” lo favorecía íntegramente e incluso “convivió” social y políticamente como los procesos de Izquierda
progresistas y democráticos como son los de América Latina. Pero cuando “despierta” de su
silencio la derecha latinoamericana?
Esta es
la derecha política brasileña que acusa al gobierno de corrupción, es
"propietaria" de las calles - y como toda la clase política está
infectada de corrupción - este camino le falló. En su desesperación y ambición
absoluta por el Poder - no cree en la Democracia, menos en los procesos electorales
- las calles son la "parturienta" del golpismo político. Es una
derecha muy violenta, oscura y prepotente.
***
El
modelo comienza a agotarse, el del crecimiento macro-económico fundado, sostenido en
el viejo modelo extractivo exportador de
materias primas, esta seria y
profunda crisis, tiempos políticos que la derecha
desde el silencio acusa al gobierno de ser los responsables de la crisis –además
su veneno de corrupción, con el cual llegaron y se posicionaron políticamente
en los años 80-90’ del siglo XX,
logran inyectarlo a la nueva “izquierda
democrática” gobernante - argumento
más que necesario, aparece como fundamental para golpear contra los gobiernos
democráticos. La derecha “sale” a la calle,
se apodera de la plaza pública – es protagonista de un sinfín de protestas
sociales – expropia a la izquierda de su lugar histórico de origen -. Es muy
visible su comportamiento social y político desde la oposición, con radicalismo
y violencia en Venezuela, Brasil,
Ecuador, Chile – en cambio en Argentina,
son más ponderados, menos radicales – pero si avanzan desde el poder de los medios – y una
oposición silenciosa pero ordenada contra el gobierno de Cristina de Kirchner -.
En
el proceso histórico de su organización y lucha contra los gobiernos de
izquierda – el capital mundial – va abriendo “otras” y nuevas vías, formas y
prácticas de acumulación del capital por
desposesión – es el modelo de expoliación, explotación, saqueo, ahora vía
los derechos sociales y servicios públicos:
Educación, Sanidad, Pensiones, Seguridad, Tarjetas de
crédito, etc., logran consolidar este nuevo proceso de acumulación
del capital por desposesión, instancias históricas que la nueva burguesía ahora sí está en condiciones de disputarle el gobierno a la izquierda, todo
por medio de las elecciones y siempre fortaleciendo el sistema Democrático.
Pero como la izquierda no tocó el Poder, - ni con el pétalo de una rosa - porque
sus políticas sociales exitosas en
la lucha contra la pobreza – básicamente – coyunturales se centraron en el ámbito de la super-estructura – y en lo central
estas políticas – por lo más exitosas que sean – son fáciles de desmontar
social y políticamente, por lo general no tienen base de resistencia en la estructura social
del sistema:
La
derecha ganó las elecciones en Argentina y por primera
vez llega al gobierno en democracia, no
es igual que la derecha política
brasileña, que en lo central es pro-golpista
– y ahora gobierno, le es sumamente fácil desmontar, destruir, todo lo que
supuestamente favoreció a los sectores
populares y trabajadores estatales durante los tiempos de los gobiernos anteriores.
Pero en la “nueva” derecha, no
figura en su agenda de trabajo, no piensa en respeto, en diálogo con los
opositores, ahora es gobierno y punto y arrasa
con todo. Estas lecciones de violencia, verticalismo, descomposición
política de la propia democracia, se
debe aprender, no para imitar, porque eso nos conduce a la dictadura. La izquierda no debe tener miedo al Poder. El Estado hay
que “tocarlo”, reformarlo, modernizarlo desde su propia estructura y que las políticas sociales exitosas, tengan su
ubicación y posicionamiento en estos contextos sociales para ser respetados y
tener vigencia en cualquier forma de gobierno. Ahí está la nueva derecha político-empresarial, barriendo todas las ”supuestas”
conquistas sociales a favor de los trabajadores, está dando una lección, de NO tener miedo a supuestos derechos
sociales que no tienen ubicación y fundamento en la estructura económico social
del sistema, está imponiendo fácilmente una “nueva” lección de democracia procedimental,
electoral, liberal, novelada, delegativa, mediática empresarial, propia de laz
nueva burguesías político-empresarial del siglo XXI.
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La nueva derecha política argentina, ¿derecha electoral-democrática? es la derecha "pituca", pero ambiciona el poder absoluto, no importa a quién arrasa o pisotea en el camino, para ellos no existen otros derechos que los suyos.
***
LAS BASES SOCIALES DE LAS
NUEVAS DERECHAS.
*****
Raúl
Zibechi.
La
Jornada sábado 29 de febrero del 2016.
Una nueva derecha está emergiendo en el mundo y
también en América Latina, región donde presenta perfiles propios y una nueva e
inédita base social. Para combatirla es necesario conocerla, rehuir los juicios
simplistas y entender las diferencias con las viejas derechas.
Mauricio Macri es bien distinto de Carlos Menem.
Éste introdujo el neoliberalismo, pero era hijo de la vieja clase política, al
punto de que respetaba algunas normas legales y tiempos institucionales. Macri
es hijo del modelo neoliberal y se comporta según el modelo extractivo, haciendo del despojo su argumento
principal. No le tiembla el pulso a la hora de pasar por encima de los
valores de la democracia y de los procedimientos que la caracterizan.
Algo similar puede decirse de la derecha venezolana. Se trata de
alcanzar objetivos sin reparar en medios. El modo de operar de la nueva derecha brasileña se diferencia
incluso del gobierno privatizador de Fernando Henrique Cardoso. Hoy los
referentes son personajes como Donald
Trump y Silvio Berlusconi, o el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, militarista y guerrero que no respeta ni al
pueblo kurdo ni a la oposición legal, cuyos locales y mítines son
sistemáticamente atacados.
Estas nuevas derechas se referencian en Washington, pero es de poca utilidad
pensar que actúan de modo mecánico, siguiendo las órdenes emanadas de un centro
imperial. Las derechas regionales,
sobre todo las de los grandes países, tienen
cierta autonomía de vuelo en la defensa de intereses propios, sobre todo
aquellas que se apoyan en un empresariado local más o menos desarrollado.
Pero lo realmente novedoso son los amplios apoyos
de masas que consiguen. Como se ha dicho, nunca antes la derecha argentina había llegado a la Casa Rosada por la vía electoral.
Esta novedad merece alguna explicación que no se puede agotar en este breve espacio.
Tampoco parece adecuado atribuir todos los avances de la derecha a los medios. ¿Qué razones hay para sostener que los votantes de la derecha son
manipulados y los de la izquierda son votos conscientes y lúcidos?
Hay dos cuestiones que sería necesario desbrozar
antes de entrarle a un análisis más amplio. La primera son los modos de hacer, el autoritarismo casi sin freno ni argumento. La segunda, las razones del apoyo de masas, que incluye no sólo a
las clases medias, sino también a una parte de los sectores populares.
Sobre las decisiones autoritarias de Macri, el escritor Martín Rodríguez
sostiene:
El macrismo actúa como un Estado Islámico: su ocupación del poder
significa una suerte de profanación de los templos sagrados kirchneristas
(Panamarevista.com, 28/01/16). Los despidos masivos decididos se apoyan en la
firme creencia de las clases medias de que los trabajadores estatales son privilegiados
que cobran sin trabajar. Porque el costo político de esas tremendas decisiones
ha sido hasta ahora muy bajo.
La comparación con los modos del Estado Islámico suena exagerada, pero
tiene un punto de contacto con la realidad: las nuevas derechas llegan arrasando, llevándose por delante
todo aquello que se interpone en su camino, desde los derechos adquiridos por
los trabajadores hasta las reglas de juego institucionales. Para ellos, ser
democráticos es apenas contar las papeletas en las urnas cada cuatro o cinco
años.
La segunda cuestión es
comprender los apoyos de masas conseguidos. El antropólogo Andrés Ruggeri, investigador sobre las empresas recuperadas,
destaca que la derecha pudo
construir una base social reaccionaria capaz de movilizarse, basada en los sectores más retrógrados de la clase media,
sectores que siempre existieron y que en los 70 apoyaron la dictadura (Diagonal, 13/02/15). Esa base
social está anclada en un votante-consumidor que adquiere un voto como un
producto de supermercado.
Considera que el gran error del gobierno de Cristina Fernández
consistió, en vez de fomentar un sujeto popular organizado, en promover un
conjunto social desmembrado, individualista y consumista, que además pensó que
las conquistas de la lucha de 2001, y los beneficios sociales logrados en estos
12 años, eran derechos adquiridos que no estaban en riesgo. Convencerlos de esto
último fue un gran logro de la campaña de la derecha, clave para su triunfo (Diagonal, 13/02/16).
Las clases
medias son muy diferentes a las de los años
60. Ya no se referencian en las camadas de profesionales que se formaron en
universidades estatales, que leían
libros y seguían estudiando cuando finalizaban sus carreras; aspiraban a
trabajar por sueldos medianos en reparticiones estatales y se socializaban en
los espacios públicos donde confluían con los sectores populares. Las nuevas clases medias se referencian
en los más ricos, aspiran a vivir en barrios privados, lejos de las clases
populares y del entramado urbano, son profundamente consumistas y recelan del
pensamiento libre.
Si una
década atrás parte de esas clases medias golpearon cacerolas
contra el corralito del ministro de
Economía, Domingo Cavallo, y en ocasiones confluyeron con los desocupados
(piquete y cacerola, la lucha es una sola, era el lema de 2001), ahora sólo les
preocupa la propiedad y la seguridad, y
creen que la libertad consiste en
comprar dólares y vacacionar en hoteles de cinco estrellas.
Estas clases
medias (y una parte de los sectores populares) están modeladas culturalmente por el extractivismo: por los valores
consumistas que promueve el capital financiero, tan alejados de los valores del
trabajo y el esfuerzo que promovía la sociedad industrial hace apenas cuatro
décadas.
Los
defensores del modelo neoliberal consiguen un piso de apoyos en torno a 35-40 por
ciento del electorado, como muestran todos los procesos de la región. A menudo
no sabemos cómo enfrentar esta nueva derecha. No es agitando contra el
imperialismo como la derrotaremos, sino mostrando que se puede gozar de la vida sin caer en el
consumismo, el endeudamiento y el individualismo.
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