Visita del papa Francisco a México por 5
días – previa estancia en la Ciudad de La Habana, donde
se encontró con el máximo “líder”
religioso de los Ortodoxos rusos – que representan a cerca de 80 millones
de cristianos ortodoxos, separados de la Iglesia católica hace mil años -.
Desde su llegada a México y antes en su Conferencia
de Prensa colectiva al periodismo mexicano había marcado una “línea
divisoria” de un antes y un después del México que quisiera encontrar, con el México que hoy existe y que es centro de
violencia, narcotráfico, feminicidios, desapariciones, corrupción, explotación,
marginación de pueblos originarios enteros, pobreza, extrema pobreza y quizás
lo más denigrante millones que salen de su país con destino al “imperio del norte”, unos
perseguidos por el poder narco, otros por la pobreza, otros buscando mejores condiciones
de trabajo. Este es el México que encuentra Francisco, pero con un contagio de corrupción absolutamente dominante
sobre la clase política, un sistema democrático – destruido, hecho cascaron – democracia fallida
– nivelada, mediática al servicio de dos poderosas corporaciones de
los medios, un Estado Inviable, camino hacia un narco Estado. La crítica de Francisco es fuerte sobre
toda la clase política, la empresarial y no se escapan los obispos y cardenales
que viven como reyes, son parte del poder corrupto, violento, narco y que en
definitiva olvidaron el mensaje de Jesús.
Francisco ha convocado a millones de jóvenes
víctimas directas de la marginación, explotación, persecución, inmigración no
deseada, secuestro, muerte – colectiva sin responsables hasta la fecha- abandono
del Estado; millones de mujeres víctimas directas de abandono, explotación,
trata ilegal –prostitución, esclavitud salarial, etc – visitó dos estados como Chiapas – el mundo en pequeño, que
representa, que millones de indígenas y miles de pueblos originarios, a pesar de 5 siglos de explotación, violencia,
muerte, aún se encuentran con vida. Un pueblo originario, salido, nacido
ante el mundo el 1 de enero de 1994 –
día histórico y político en el mundo, cuando explosiona social, cultural y
políticamente el Movimiento Zapatista de
Liberación Nacional explotación,
miseria, abandono y un movimiento político que por primera vez en la Historia presenta ante el sistema
mundo los derechos culturales avasallados, destruidos, pisoteados durante los 5
siglos de dominación – entre la colonia
y la propia República. Este es el estado que visita Francisco con un discurso
de esperanza, de abrir camino hacia la paz, el trabajo, la recuperación de
valores personales y colectivos, como proceso de reconstrucción reconocimiento
de su Cultura Local, su Identidad
cultural colectiva y al mismo tiempo la valoración de su Memoria Social –
presente en la cantidad de redes sociales históricas, originarias – que mantiene
cada pueblo, hoy
presente en el mundo como parte del proceso histórico del “Desenclave Cultural”.
Francisco el día se su recibimiento por el pueblo de Chiapas. Un mensaje de fe y esperanza a un pueblo originario - símbolo de la lucha mundial - que lucha contra la opresión, explotación, marginación y olvido del Estado. 5 siglos de sobre vivencia se manifiestan nen el Pueblo de Chiapas.
***
Finalmente visitó en su último día, “el infierno”,
pero de este mundo, Ciudad Juárez, en
la misa que ofreció en la frontera, Francisco dijo que ese lugar era “un paso, un camino
cargado de terribles injusticias: esclavizados, secuestrados, extorsionados,
muchos hermanos nuestros son fruto del negocio del tráfico humano, de la trata
de personas”. Realidad
fría, violenta, inhumana, hoy
representa y constituye el centro “mundial” de los carteles de la droga, del narcotráfico, de la violencia
callejera, de la inseguridad ciudadana, de la migración ilegal, de la trata de
personas –mujeres, niños, jóvenes – pobreza, extrema pobreza, corrupción,
abandono del Estado, feminicidios y
lo peor de lo peor, un pueblo, una ciudad tomada por el narcotráfico y los
carteles, donde ellos ejercen, mandan,. Disponen de la vida de los miles de
miles de habitantes; precisamente en este centro de la máxima degradación
humana – el infierno de este mundo – Francisco
convocó miles de fieles que escucharon su Mensaje - nuevamente – de esperanza, pero de fuerte y
profunda crítica al poder establecido – poder político. Económico-financiero,
militar, religioso – todos en compañía de sus nuevos “socios” los carteles del narcotráfico y a muchos de ellos “alimentadores
de corrupción” de miles de millones de dólares;
Obviamente la visita NO quedó allí, sino
que fue al epicentro del propio infierno, la cárcel de Ciudad Juárez –precisamente
donde están los más renqueados delincuentes del narcotráfico, la violencia, la
corrupción, la trata de personas y la muerte. Se fue Francisco, pero la lección, el contenido del Mensaje habrán
aprendido la clase política mexicana inmersa – todo su vida – en la
corrupción - la propia iglesia mexicana que hoy tiene una gigantesca deuda ético-moral
con el pueblo mexicano, en especial con la población de los estados y pueblos
originarios, asimilará en algo el Mensaje de un
hombre de un sacerdote, de un
Líder Mundial, del Obispo de Cristo, con
la finalidad de que ella sea la gran impulsora, el motor de los grandes cambios
sociales y transformaciones políticas que espera con ansiedad el pueblo y la Ciudadanía
mexicana, para el reconocimiento no solo
de sus Derechos Culturales, sino que también el propio reconocimiento de la Ciudadanía Cultural, hoy
pilar y fortaleza fundamental en el proceso de forja y construcción de la
Ciudadanía Moderna.
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Fuertemente
custodiado, el Papa visitó ayer una cárcel en Ciudad Juárez. Urgió a los presos
a convertirse en “profetas”.
***
FRANCISCO EN
MÉXICO: ENTRE EL INFIERNO Y EL PARAÍSO.
Visitó Ciudad Juárez
en su Geopolítica de las periferias: última parada de la gira mexicana.
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A
la sombra de la frontera con los Estados Unidos convergen a flor de piel el
narcotráfico, la pobreza, la impunidad, la inmigración, la corrupción y,
también y por sobre todas las cosas, la voluntad de vivir y superarse de todo
un pueblo. La visita del Papa es un hito en la historia fronteriza.
Eduardo Febbro
Página/12 En México
Desde Ciudad de México jueves
18 de febrero del 2016.
Algunos
dijeron que el Papa pondría un pie en el límite entre infierno y el paraíso que
está del otro lado de la frontera cuya travesía se cobra decenas de víctimas.
Ese lugar llamado Ciudad Juárez al que alguna vez se conoció como La Ciudad del
Mal por el elevado número de crímenes fue la última etapa y a la vez la
síntesis de todo el viaje que el papa Francisco realizó a través de las
golpeadas geografías sociales de México. En Ciudad Juárez, a la sombra de la
frontera con los Estados Unidos, convergen a flor de piel el narcotráfico, la
pobreza, la impunidad, la inmigración, la corrupción y, también y por sobre
todas las cosas, la voluntad de vivir y superarse de todo un pueblo. Este país
hijo del maíz es fuerte como la espiga que se levanta cara al sol. Francisco
sintetizó su gira cuando dijo “¿Qué quiere dejar México a sus hijos? ¿Quiere
dejarles una memoria de explotación, de salarios insuficientes, de acoso
laboral?”.
Ningún
Papa había visitado antes este lugar fundado en 1659 por el cura franciscano español
Fray García de San Francisco. La ciudad se llamó primero Paso del Norte y en
ella los franciscanos, acompañados por indios cristianizados, levantaron la
nueva Iglesia de La Misión de Guadalupe. Cuando visitó México en 1990 Juan
Pablo Segundo no pasó de Chihuahua, la capital del Estado. Este mundo
fronterizo desde donde el papa exhortó a los dirigentes mexicanos a “que no se
puede dejar solo y abandonado el presente y el futuro de México” cambió de
nombre en 1888. Es un lugar mítico de la memoria nacional, y no sólo por la
frontera. Durante la expedición colonial francesa al mando de Maximiliano
(1861-1867), las fuerzas republicanas de Benito Juárez hicieron de El Paso del
Norte su refugio y su capital. Por ello la ciudad lleva el nombre del ex presidente
mexicano. La escala papal envuelve toda una estela de símbolos y realidades.
Una de ellas es la de las terribles consecuencias de la inmigración. En la misa
que ofreció en la frontera, Francisco dijo que ese lugar era “un paso, un
camino cargado de terribles injusticias: esclavizados, secuestrados,
extorsionados, muchos hermanos nuestros son fruto del negocio del tráfico
humano, de la trata de personas”. La otra realidad actual de Ciudad Juárez es
la de la violencia, heredada, en su versión más reciente, del narcotráfico, y,
también, de una larga historia de pésimas influencias oriundas del vecino
imperio, que siempre se lava las manos de su responsabilidad aplastante con los
males que exportó y exporta a México. Ciudad Juárez se enturbió cuando, a partir
de los años 20 y con la Ley Seca vigente en los Estados Unidos, los
norteamericanos cruzaban la frontera para comprar y consumir alcohol.
La visita del Papa, acompañada de múltiples controversias sobre “el maquillaje” de la ciudad y de las cifras de la violencia, es, con todo, un inmenso hito en la historia fronteriza. Francisco visitó una la cárcel Centro de Reinserción Social número 3. Renovada a golpe de brochazos para recibir al pontìfice, la cárcel fue, hasta no hace mucho tiempo, uno de los feudos de el Cartel de Sinaloa. Apenas llegó a la cárcel, una detenida le dijo al papa “no somos dueños de nuestros sueños”. Francisco, luego, señaló que “ya tenemos varias décadas perdidas pensando y creyendo que todo se resuelve aislando, apartando, encarcelando, sacándonos los problemas de encima, creyendo que estas medidas solucionan verdaderamente los problemas”. El sumo pontífice ahondó su visión social cuando insistió en que la cárcel no resuelve nada porque la salvación está antes:
”la reinserción no comienza acá en estas paredes; sino que comienza antes, comienza afuera, en las calles de la ciudad. La reinserción o rehabilitación comienza creando un sistema que podríamos llamarlo de salud social, es decir, una sociedad que busque no enfermar contaminando las relaciones en el barrio, en las escuelas, en las plazas, en las calles, en los hogares, en todo el espectro social. Un sistema de salud social que procure generar una cultura que actúe y busque prevenir aquellas situaciones, aquellos caminos que terminan lastimando y deteriorando el tejido social”.
La visita del Papa, acompañada de múltiples controversias sobre “el maquillaje” de la ciudad y de las cifras de la violencia, es, con todo, un inmenso hito en la historia fronteriza. Francisco visitó una la cárcel Centro de Reinserción Social número 3. Renovada a golpe de brochazos para recibir al pontìfice, la cárcel fue, hasta no hace mucho tiempo, uno de los feudos de el Cartel de Sinaloa. Apenas llegó a la cárcel, una detenida le dijo al papa “no somos dueños de nuestros sueños”. Francisco, luego, señaló que “ya tenemos varias décadas perdidas pensando y creyendo que todo se resuelve aislando, apartando, encarcelando, sacándonos los problemas de encima, creyendo que estas medidas solucionan verdaderamente los problemas”. El sumo pontífice ahondó su visión social cuando insistió en que la cárcel no resuelve nada porque la salvación está antes:
”la reinserción no comienza acá en estas paredes; sino que comienza antes, comienza afuera, en las calles de la ciudad. La reinserción o rehabilitación comienza creando un sistema que podríamos llamarlo de salud social, es decir, una sociedad que busque no enfermar contaminando las relaciones en el barrio, en las escuelas, en las plazas, en las calles, en los hogares, en todo el espectro social. Un sistema de salud social que procure generar una cultura que actúe y busque prevenir aquellas situaciones, aquellos caminos que terminan lastimando y deteriorando el tejido social”.
Hablar
de reinserción social en Ciudad Juárez es todo un desafío. El Papa volvió a
encarnar aquí su geopolítica de las periferias, que él coloca en el centro al
hacer de los lugares con mala fama como Bangui, Capital de la República
Centroafricana, zonas liberadas del olvido, la condena o el menosprecio. Su
crítica a las minorías pudientes se emiten desde los territorios marginados. La
ciudad registra aún altísimos porcentajes de violencia y desapariciones. La visita
de Francisco provocó que se sacaran de las calles los afiches de las personas
desaparecidas y se intentaran borrar las cruces negras con fondo rosa puntadas
por grupos de mujeres en signo de denuncia de los feminicidios. Según el Fiscal
General del Estado, Jorge González Nicolás, “Ciudad Juárez cerró con 311
homicidios dolosos el año 2015”. La cifra se sitúa muy lejos de los 3.500
asesinatos de 2010. Ciudad Juárez pagó un altísimo tributo a la guerra contra
el narcotráfico cuyo epicentro fue, entre 2008 y 2011, el conflicto entre el
Cartel de Sinaloa y el Cartel de Juárez. Cientos de personas desaparecieron en
ese período. Ciudad Juárez ha vencido muchas cosas, entre ellas el desierto de
Chihuahua, del cual es hija. Clima extremo, mundo extremo. Allí, ente los
empresarios y trabajadores, el papa volvió poner en circulación su mensaje
social y de justicia cuando criticó el “paradigma de la utilidad económica” que
modela las “relaciones personales” y opinó que “el lucro y el capital no son un
bien por encima del hombre, están al servicio del bien común”.
En su periplo mexicano y mucho más que en otros puntos del globo,
Francisco parece haber revisitado las teologías más progresistas. No ha dicho
palabra alguna ni pedido disculpas por los abusos sexuales cometidos por los
Legionarios de Cristo, pero sí ha sembrado en estas tierras de América semillas
de una retórica combativa, altamente crítica con ricos y poderosos, corrosiva
con los estragos de un sistema mundial depredador e indolente. Muchos dirán que
son palabras y nada más. Pero el Vaticano y el papa no tienen otra arma que las
palabras y la fe de quienes lo escuchan. Sólo basta con pensar que, hace tan
solo unos años, todo lo que Francisco dijo en México le hubiese costado la vida
a cualquier sindicalista o activista social. Trató de corruptos a los
corruptos, cara a cara, de asesinos a los asesinos, cara a cara, de
privilegiados a los obispos y cardenales con vidas de monarcas, siempre cara a
cara. Su retórica ha sido, de principio a fin, una feroz crítica al poder. A
los pobres, a las víctimas, les habló más de sí mismas que de Dios. Los
estragos de la inmigración, la pobreza, la segregación indígena, la violencia y
el narco fueron sus temas, que son los de México y, también, los de nuestro
mundo. México los concentra en su territorio, pero el planeta entero los padece
en múltiples formas, a veces ocultas en tantas formas del engaño. “Esta
tragedia humana que representa la migración forzada hoy en día es un fenómeno
global”, recordó Francisco en plena frontera con los Estados Unidos. Roberto
Blancarte, investigador en el Colmex, señalaba en las páginas del diario
Milenio que “esta visita podría ser benéfica para el estado de ánimo de los
católicos, y quizá para los creyentes de otras religiones y no creyentes. Pero
difícilmente la visita tendrá un impacto mayor en cuestiones sociales, como la
disminución de la violencia o el mejor trato a los migrantes”. Los papas no
tienen “divisiones”. Sin embargo, Juan Pablo Segundo, desde una visión
conservadora y estrecha, nos demostró que los papas modelan, en parte, los
destinos geopolíticos del mundo. Este papa nuestro ha rescatado valores puros
de la Teología de la Liberación. Francisco ha puesto bajo la luz a los desposeídos de un mundo
que cada mañana se despierta con el único deseo de poseer.
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