“Gramsci
concibe la política como medio de auto generación de un nuevo Sujeto social
histórico que auto protagoniza su propia creación y su propia actividad política
constante, el Bloque Histórico, un
sujeto social constituido por las clases subalternas, los explotados. Que
desarrolla actividad política organizada cotidianamente, creando los
instrumentos para que los subalternos puedan cambiar su propia forma de hacer
en la vida cotidiana, puedan enfrentarse al enemigo de clase, puedan hacerse
con el control sobre la actividad que produce y reproduce la vida y que generan
ellos con su hacer, aunque bajo yugo de la
clase dominante. Un sujeto social que se propone ya desde el presente crear una nueva cultura material de vida o
eticidad, en lucha contra la cultura dominante y contra las fuerzas que
traten de impedírselo. Una cultura
material de vida que, en la medida en que se desarrolla y concita la
incorporación de nuevas masas de
personas, se va convirtiendo en hegemónica. Un quehacer que no puede ser realizado por unos cientos
o unos miles de políticos profesionales,
ni tan siquiera por unas decenas de miles de militantes, sino que es tan solo
inherente al «creador de costumbres»,
esto es la creación de un nuevo vivir
eticopolítico es una génesis de algo nuevo sólo producible por inmensas
masas sociales organizadas, por el protagonismo creciente sobre su propio hacer
cotidiano. Una tarea que debe ser
emprendida antes de alcanzar el gobierno. Una tarea cuya ejecución es la
que garantiza el
poder: es el Poder. Precisamente Gramsci dice
en algún paso de su obra –en los
cuadernos maduros de sus Quaderni Del carcere- que el Príncipe
–la denominación que le da en múltiples ocasiones al sujeto social organizado que auto protagoniza y auto dirige su
praxis política- alcanza el poder al desarrollar esta nueva eticidad, y
controla el poder sin necesidad de ocupar el gobierno, el cual puede estar
delegado en servidores suyos, que, en ese caso, cuando se ha comprendido que el
centro del Estado es la cultura material
de vida que organiza la Sociedad Civil, está en manos de quien la vertebra,
como lo está ahora en manos de la
burguesía, y no en manos de tal o cual gobierno. Porque el Estado es fundamentalmente este entramado ético político
que organiza la Sociedad civil, este
ethos o cultura material de vida. Gramsci además, en tanto estudioso de la praxis política,
desarrolla en grado sumo la gran característica específica del marxismo.
/////
Antonio Gramsci. 1891 - 1937.
“ANTONIO GRAMSCI ES EL MAYOR PENSADOR DE
LA POLÍTICA, EL MAYOR FILÓSOFO DE LA
PRAXIS QUE HA EXISTIDO NUNCA”.
Entrevista a Joaquín Miras Albarrán,
sobre Praxis Política y Estado Republicano. Crítica al republicanismo liberal.
*****
Salvador López Arnal.
Rebelión martes 23 de mayo del 2017.
Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en
anteriores conversaciones aquí publicadas, Joaquín Miras Albarrán es
miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano.
***
Seguimos en la segunda parte del libro: "La
República es una cultura común de vida. Crítica del republicanismo
liberal". Está divida en seis capítulos y un apartado de conclusiones. El
primero de estos seis capítulos se titula: "Tres republicanismos y sus
momentos históricos". Antes de entrar de nuevo en él, dos previas si no te
importa. Estuviste a principios de mayo en la Universidad de Salamanca en unas
jornadas sobre republicanismo y marxismo si no ando errado (corrígeme por
favor). ¿Qué tal fue, qué impresión sacaste?
La jornada de estudio sobre Gramsci, que se celebró
en Salamanca durante el día 3 de mayo, en la facultad de Geografía e historia,
organizada por Izquierda Unida –la FIM, la Coordinación de Iu de Castilla y
Léon, la Fundación Europa de los Ciudadanos…- fue francamente muy estimulante y
esperanzadora: políticamente, muy esperanzadora.
¿Por qué?
En primer lugar por el público asistente. Formado
en su núcleo por un grupo gramsciano de estudiantes universitarios. En segundo
lugar por la calidad de las ponencias, buena, sólida. Y en el caso de algunas
de ellas, una calidad excelente, extraordinaria, y pegada a la reflexión
política. En tercer lugar por el ambiente de las jornadas. Un estilo, obra,
mérito de los organizadores de las jornadas, de elaboración y debate, entre
camaradas, fraterno. No es retórica, era ese el ambiente que crearon los
organizadores inmediatos, Eddy Sánchez, José Sarrión, Marga Ferré, Gustavo
Hernández, quien es, precisamente, el coordinador del grupo de estudios
culturales Antonio Gramsci, formado por estudiantes universitarios. Eddy
Sánchez y José Sarrión intervinieron con ponencias en la última mesa de la
tarde.
¿Qué tal?
Fueron sendas intervenciones de calado político
–tengo tomadas notas de las mismas- en las que el pensamiento de Antonio
Gramsci, bien conocido y rectamente interpretado, ateniéndose al autor, sin
manipulaciones, era un instrumento al servicio de la elaboración de un proyecto
político que parte del reconocimiento de que nos hallamos, tras una enorme
derrota, en el inicio de un ciclo largo de lucha que exige paciencia. Un ciclo
de lucha capilar, y de marcha lenta. Donde no tiene lugar, no cabe, la política
como espectáculo y escaparate. Porque no se trata de disputar lingüísticamente
el protagonismo discursivo que los poderes ejercen desde su instrumental
colosal de dominación de los medios de comunicación, sino de vertebrar, de
organizar una realidad social de masas nueva. Unas intervenciones que
reclamaban el comunismo, y que nos recordaban que la recuperación del debate en
sentido afirmativo sobre el comunismo, y sobre el marxismo que justo ahora
despunta en España, está ya en marcha en Occidente, desde hace tiempo, sin
complejos, de forma masiva. Y resuena en las grandes capitales intelectuales,
en Berlín, en Nueva York. Unas intervenciones que se reclamaban comunistas
porque entendían que esa es la denominación orientativa para un proyecto real,
anticapitalista, a la sociedad neoliberal de nuestros días. Salían al paso de
la utilización falsificadora que se había hecho de la obra de Gramsci para
justificar la transición política, la infundada interpretación eurocomunista, y
también salían al paso del nuevo, peregrino, uso que se trata de hacer ahora,
de Gramsci: una interpretación sobre el bloque histórico de Gramsci, como
«bloque electoral».
Sí, sí, algunas veces he reparado yo mismo, mal
conocedor del tema, en ese reduccionismo.
Se insistía en que dicho concepto, por el
contrario, abre la reflexión sobre el modo de crear un sujeto social
organizado, microfundamentado, que incluya a los mundos campesinos, y a los
mundos sociales provincianos de los pueblos y ciudades que quedan excluidos de
la red mundializada neoliberal; a los obreros de las barriadas de las grandes
ciudades, excluidos ellos también, también ellos periféricos dentro de la nueva
división del trabajo, aun viviendo en el centro integrado de la red de las grandes
ciudades conectadas. Segmentos de trabajadores formados por migrantes, por
mujeres, todo un nuevo asalariado urbano que irrumpe. Estas entre otras
múltiples ideas políticas de inspiración gramsciana. Estos cuadros, miembros
del nuevo grupo dirigente de Iu, son verdaderamente una gran esperanza. A
nuestra generación nos toca la responsabilidad de ayudar comprometidamente al
éxito de este nuevo proyecto de creación de un Bloque histórico, un bloque
nacional-popular, que pone en pie este joven grupo dirigente, y termino aquí
este resumen de las ideas teórico políticas expresadas por ambos cuadros
políticos, que iban aún más allá.
Tú mismo presentaste una ponencia: "La
Filosofía de la Praxis, concepción marxista de Gramsci". ¿Nos haces un
resumen muy apretado? Me atrevo a señalarte una ideilla (¡la que me va a
caer!): ¿no estamos dando demasiada importancia a Gramsci? Parece que el
marxismo del XX se pueda resumir en un sólo nombre, el del autor de los Quaderni.
Lo demás, nada, cas nada o naufragio total. Por cierto, ¿se van a editar las
ponencias y conferencias?
Antonio Gramsci es el mayor pensador de la
política, el mayor filósofo de la praxis que ha existido. Y es imprescindible:
lo es si se concibe la política, no como lo hacen todas las fuerzas que han
aceptado el modelo político liberal –que, por el momento, son «todas las
fuerzas»- esto es, la política entendida como representación institucional y la
actividad política entendida como aplicación de técnicas de ingeniería social
empleando para ello los recursos o medios que ofrecen las instituciones
político administrativas del Estado; esa interpretación de la política en la
que el «Soberano» es solamente llamado a participar cada cuatro años en los
procesos electorales, según la cual el Soberano «delega» su soberanía
perpetuamente, y a lo sumo se le invita, como figurante o gregario de los
políticos institucionales, a participar en manifestaciones de protesta o en
adhesiones inquebrantables a los líderes y lideresas políticos. En que la
movilización es por tanto, tácitamente, la de los cuadros políticos
profesionales, que administran, y que, además, promueven y organizan los baños
de masas como instrumento subsidiario para ellos –y eso, cuando lo hacen-.
Gramsci no concibe así la política.
Gramsci concibe la política como medio de auto
generación de un nuevo Sujeto social histórico que auto protagoniza su propia
creación y su propia actividad política constante, el Bloque Histórico, un
sujeto social constituido por las clases subalternas, los explotados. Que
desarrolla actividad política organizada cotidianamente, creando los
instrumentos para que los subalternos puedan cambiar su propia forma de hacer
en la vida cotidiana, puedan enfrentarse al enemigo de clase, puedan hacerse
con el control sobre la actividad que produce y reproduce la vida y que generan
ellos con su hacer, aunque bajo yugo de la clase dominante. Un sujeto social
que se propone ya desde el presente crear una nueva cultura material de vida o
eticidad, en lucha contra la cultura dominante y contra las fuerzas que traten
de impedírselo. Una cultura material de vida que, en la medida en que se
desarrolla y concita la incorporación de nuevas masas de personas, se va
convirtiendo en hegemónica. Un quehacer que no puede ser realizado por unos cientos
o unos miles de políticos profesionales, ni tan siquiera por unas decenas de
miles de militantes, sino que es tan solo inherente al «creador de costumbres»,
esto es la creación de un nuevo vivir eticopolítico es una génesis de algo
nuevo sólo producible por inmensas masas sociales organizadas, por el
protagonismo creciente sobre su propio hacer cotidiano. Una tarea que debe ser
emprendida antes de alcanzar el gobierno. Una tarea cuya ejecución es la que
garantiza el poder: es el Poder. Precisamente Gramsci dice en algún paso de su
obra –en los cuadernos maduros de sus Quaderni Del carcere- que
el Príncipe –la denominación que le da en múltiples ocasiones al sujeto social
organizado que auto protagoniza y auto dirige su praxis política- alcanza el
poder al desarrollar esta nueva eticidad, y controla el poder sin necesidad de
ocupar el gobierno, el cual puede estar delegado en servidores suyos, que, en
ese caso, cuando se ha comprendido que el centro del Estado es la cultura
material de vida que organiza la Sociedad Civil, está en manos de quien la
vertebra, como lo está ahora en manos de la burguesía, y no en manos de tal o
cual gobierno. Porque el Estado es fundamentalmente este entramado ético
político que organiza la Sociedad civil, este ethos o cultura material de vida.
Gramsci además, en tanto estudioso de la praxis
política, desarrolla en grado sumo la gran característica específica del
marxismo.
¿Y qué característica específica es esa?
Que no es –si bien es una característica suya, una
parte, la crítica de las ideologías económicas capitalistas, «crítica de la
economía política», desenmascaramiento del capitalismo estudio de su forma de
explotación-, sino la capacidad de estudiar la génesis de los acontecimientos
históricos, de los sujetos sociales emergentes, antes inexistentes, y que
comienzan a constituirse; inexistentes en un momento, nacientes pero débiles,
poca cosa, en otro -«subalternos»-, y paulatinamente, mediante su praxis auto
genética, fuerzas organizadas capaces de organizar la praxis social en su
totalidad, capaces de generar «hegemonía». La historicidad de la humanidad. Una
reflexión sobre la historicidad de la humanidad que indaga sobre cómo surge en
ella, capilarmente, lo antes inexistente. Por supuesto, es un estudio para
tratar de acompañar el viaje de auto generación de un nuevo Sujeto, cuando este
comience a autoconstituirse. No para «diseñarlo y prescribirlo», pues la
historicidad humana, precisamente, no obedece a leyes del tipo de las ciencias
físicas, y nada es prescriptible, pronosticable. Antonio Gramsci, considerado
por otro gran praxeólogo comunista marxista, el viejo Georg Lukács, como «el
mejor de todos nosotros».
Como sabes los dos fueron centrales en el filosofar
de Sacristán y también en el de Paco Fernández Buey. Nos falta hablar de tu
ponencia.
Mi ponencia iba en este sentido. Trabajé a
propuesta de los organizadores, cómo es el marxismo de Gramsci: la Filosofía de
la Praxis. Expliqué cómo bebe de Hegel y del hegelianismo para elaborar esta
interpretación, cómo es consciente de la relación entre Hegel y Marx. Qué
significa Praxis, y qué tarea, qué misión se encomienda al filosofar
-«Filosofía de…»-, que no es un pensamiento creado por elites intelectuales
para dirigir a los subalternos, sino reflexión segunda sobre el quehacer, la
praxis que despunta en los momentos en que el nuevo sujeto social formado por
los explotado obra organizadamente. Porque el búho de Minerva no va por
delante, sino que solo levanta el vuelo, ex post de los acontecimientos
práxicos, históricos, desarrollados por el nuevo movimiento en conato de auto
constitución, en
proceso, en ciernes. Creo que esto es lo fundamental de mi ponencia.
Me hubiera gustado mucho poder haber ido a
escucharte, a escucharos. Espero que se editen las ponencias y conferencias.
Seguimos en la segunda parte del libro. Lo dejo para la próxima.
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